Capítulo 35




La vejiga me va a reventar. Tengo tantas ganas de ir al baño, que eso hace que despierte abruptamente. La pesadez en mis párpados, sin embargo, es casi tan intensa como la necesidad imperiosa que tengo de hacer mis necesidades primarias.

Parpadeo un par de veces, aún aturdida y adormilada, y me confunde un poco la oscuridad en la que está envuelto todo.

Me toma unos instantes acostumbrarme a la tenue iluminación que entra por la ventana, y es sólo hasta ese momento que me doy cuenta de que aún es de noche. Un bostezo largo y pesado me asalta y estiro mi cuerpo involuntariamente.


El peso que se ha asentado en mi cintura se hace más presente ahora que todos mis músculos se han tensado para desperezarse, y es sólo entonces cuando giro la cara para encontrarme con la visión de una melena enmarañada. Una sonrisa se dibuja en mis labios cuando estiro el brazo para apartar el cabello del rostro de Harry y él suelta un sonido grave cuando mis dedos acarician su mejilla deliberadamente.

Su brazo descansa sobre mi cintura, mientras que el edredón se enreda en su torso a la altura de los omóplatos. Sigue desnudo y eso sólo hace que mi rostro se caliente debido a los recuerdos de nuestra noche más temprana.

Aún me arden los labios por el contacto furioso de sus besos. Aún me duelen los músculos por toda la actividad que tuvimos. Estoy agotada y, al mismo tiempo, me siento como si estuviese llena de energía, danzando sobre una nube; como si el mundo entero empezara a tomar el rumbo correcto.

Nunca antes había sido tan feliz. Nunca antes me había sentido así de bien...


Las exigencias de mi cuerpo me traen de vuelta a la realidad y dejo escapar un suspiro cansado mientras que me deshago del brazo que me envuelve y de las cobijas que me mantienen a una temperatura decente.

El frío me pone la carne de gallina en el momento en el que me incorporo, así que me abrazo a mí misma y camino a tientas por la habitación para ponerme algo de ropa. Soy plenamente consciente de la desnudez de mi cuerpo y, por idiota que parezca, eso me hace sonreír. Me hace sentirme como una adolescente enamorada.


No me toma mucho tiempo enfundarme en las bragas limpias que tomé de la maleta antes de meterme en la ducha con Harry, y la sudadera con la que planeaba vestirme para dormir. Una vez que estoy lista, salgo de la habitación y avanzo hasta llegar al baño.

La luz de la pequeña estancia me ciega durante unos instantes, pero eso no impide que cierre la puerta a tientas y me disponga a hacer mis necesidades primarias. El agua helada muerde la piel de mis manos cuando las lavo, y murmuro una maldición antes de secarme con la austera toalla blanca que se encuentra colgada junto al lavamanos. Entonces, salgo al pasillo y me encamino hasta la cocina para tomar un poco de agua.

Las baldosas heladas de la estancia me hacen avanzar de puntillas hasta el apagador de la luz y, una vez que lo enciendo, me muevo dando brincos para no congelarme.


Una alacena tras otra es abierta en mi búsqueda de algún vaso, pero no es hasta que hurgo en las que se encuentran en la repisa superior, que encuentro uno.

Sin perder el tiempo, me encamino hasta el grifo del agua y lo lleno antes de beber todo el contenido de un solo trago. Al terminar, lavo el trasto que utilicé y lo dejo en la rejilla para encaminarme de vuelta a la habitación de Harry.

El umbral de la puerta da directamente hacia la sala oscurecida por la noche así soy capaz de ver las siluetas de los muebles debido a la luz proyectada desde la cocina. No sé porqué tengo este impulso de mirar hacia la estancia, pero de todos modos lo hago. Barro mi vista por las siluetas dibujadas a sombras y, entonces, coloco la mano sobre el apagador de la luz para volver a la habitación.

Estoy a punto de presionar el botón del interruptor, cuando sucede...

Un movimiento es captado por mi visión adormilada y me congelo en mi lugar. Un escalofrío me recorre el cuerpo y los vellos de mi nuca se erizan cuando el pánico se apodera de mis entrañas.

Doy un paso hacia atrás y trato de aguzar la mirada, pero el trozo de estancia que se extiende a través de la puerta luce más tranquilo, incluso, que hace unos segundos. Eso me pone los nervios de punta.


En ese momento, y sin apartar la vista del umbral, vuelvo sobre mis pasos para tomar un cuchillo del escurridor. La parte sensata de mi cerebro dice que estoy siendo paranoica, pero la experiencia de todo lo que me ha ocurrido por ser confiada hasta la mierda, me hace aferrarme a él con más fuerza.

Dejo la luz encendida mientras avanzo fuera de la cocina. Entonces, pego mi espalda a la pared y sostengo el cuchillo en alto al tiempo que miro hacia todos lados. Trato de llegar al apagador que enciende las luces de la sala y, al mismo tiempo, trato de avanzar con cautela y cuidado.

Voy a sentirme muy estúpida si no hay nadie aquí. Voy a sentirme una completa idiota si descubro que esto no ha sido otra cosa más que mi imaginación.


El sonido de mis pasos es amortiguado por la alfombra debajo de mis pies y, justo cuando estoy a punto de llegar a la pared donde se encuentra el interruptor, lo veo...

Hay un bulto ahí entre el sillón individual y el que es para dos personas. A simple vista, parece como si hubiesen dejado una bolsa de basura arrumbada pero, si miras con atención, puedes notar cómo la luz proyectada desde la ventana dibuja la tenue silueta de unos hombros.

"Estás completamente loca." Digo, para mis adentros, pero el latir desbocado de mi corazón no parece entenderlo. No parece comprender que, seguramente, no hay nada ahí.

De cualquier forma, tomo una inspiración profunda y deslizo mis dedos por la pared hasta que encuentro el botón deseado.

Vacilo.

Mi cuerpo entero se tensa de anticipación y mi pulso se dispara con aún más intensidad que antes. Y, entonces, enciendo la luz.


El tiempo se ralentiza. La figura -que antes se encontraba agazapada- se levanta en ese momento y me toma una fracción de segundo verla apuntarme con algo. Ni siquiera me detengo a averiguar que es. Dejo que mi cuerpo reaccione por cuenta propia y me tiro al suelo un segundo antes de que un estallido atronador lo invada todo.

"¡Un disparo!, ¡fue un jodido disparo!"

Un grito se construye en mi garganta mientras que, aturdida, me arrastro por la alfombra y me refugio detrás del sillón más cercano. Otro estallido resuena en el mueble que se encuentra a mis espaldas y cientos de cristales diminutos caen sobre mi cabeza. Tiemblo. Mi corazón late a toda velocidad, mis pulmones apenas pueden tomar aire y un zumbido se apodera de mi audición.


— ¡¿Maya?! —La voz de Harry se abre paso hasta llegar a mis oídos en un grito horrorizado y el pánico se apodera de mis entrañas en ese momento.

— ¡Harry!, ¡no vengas! —Grito de vuelta, mientras que asomo la cara por el borde del mueble sólo para descubrir cómo la figura avanza hacia el pasillo, en dirección a la habitación donde él se encuentra.

Viste completamente de negro y lleva un pasamontañas en la cabeza, así que no soy capaz de ver otra cosa más que su silueta y la estatura de su cuerpo. No es tan alta como Harry. De hecho, me atrevo a apostar que es apenas unos centímetros más alta que yo.


Sigo aturdida y abrumada, pero me las arreglo para espabilar durante el tiempo suficiente para ver cómo el intruso se adentra en el pasillo. El pánico se arraiga en mis venas, pero no dejo que me paralice. No dejo que impida que abandone mi puesto de seguridad para avanzar tras él a toda velocidad con el cuchillo en alto.

La silueta apenas tiene tiempo de girarse a encararme cuando la golpeo con todo el peso de mi cuerpo. Otro disparo se escapa del arma en ese instante y Harry grita mi nombre.

No me ha dado. No he sentido dolor alguno. Sé que no me ha dado.


Un golpe en la nariz me ciega por completo y siento cómo la figura se escurre debajo de mi cuerpo para escapar. Trato de apuñalarla, entonces, pero esta me golpea de nuevo con tanta fuerza, que mi agarre en el cuchillo se pierde por completo.

La persona debajo de mí me empuja con fuerza y, entonces, intento aferrarme a su cuerpo. Apenas puedo envolver los dedos en el material de la sudadera que lleva puesta, pero es suficiente para retenerla ahí.

Sus piernas se mueven hacia todos lados, en el afán de apartar el peso de mi cuerpo lejos, pero no consigue más que golpearme con ellas. No es tan fuerte como esperaba que fuese. No es tan ágil como pensé que sería y, a pesar de eso, no puedo pasar por alto el hecho de que tiene las manos libres y el arma entre los dedos.

"¿Por qué no me ha disparado cuando podría hacerlo perfectamente?..."

El fugaz pensamiento se desvanece en el instante en el que alzo la vista y veo a Harry corriendo a toda velocidad en nuestra dirección.

Nuestro atacante parece darse cuenta de esto también, ya que alza el arma y dispara. Harry apenas tiene tiempo de apartarse del trayecto de la serie de balas que truena en todo el apartamento, y grito mientras que desvío la mirada y cierro los ojos.


Un golpe intenso me da de lleno en la cabeza y suelto un gemido, pero aprovecho estos instantes para aferrarme al cuerpo de nuestro agresor hasta que soy capaz de escuchar los pasos tambaleantes que se acercan.

El alivio me invade por completo en ese momento y abro los ojos justo a tiempo para encontrarme con la visión de Harry, arrebatando el arma sin balas de nuestro intruso, y aferrando sus manos en una posición que luce dolorosa.

—Lo tengo —dice, jadeante y agitado, y sólo entonces, libero mis brazos de alrededor de las caderas de nuestro atacante.

Harry me mira con expresión dura y severa antes de hacer un gesto brusco en dirección a la habitación. Va a pedirme que me encierre. Casi puedo escucharlo pedírmelo; sin embargo, contra todo pronóstico, dice—: Ve por mi teléfono y llama a Thomas.

Lo miro, medio aturdida, y él vuelve a hacer aquel gesto. Luce un poco más impaciente ahora.

—Maya, ahora, por favor.

El sonido firme de su voz me saca de mi estupor y le regalo un asentimiento tenso antes de encaminarme a toda velocidad hasta la estancia indicada.

Sin demorarme en nada, tomo el teléfono de la mesa de noche y corro de vuelta al pasillo justo a tiempo para ver cómo Harry arranca el pasamontañas de la cabeza de nuestro intruso.

Entonces, todo mi mundo se detiene en ese momento.

"No. No, no, no, no, no..."


La insidiosa sensación de la traición quema en lo más profundo de mi pecho y se arraiga con tanta fuerza en mi sistema, que temo que pueda desgarrarme por dentro.

Mi corazón, ya acelerado, se salta un latido y mi estómago se hunde con el peso de la mirada aterrorizada de la persona que me observa desde el suelo.

¿Kim? —Mi voz suena temblorosa e inestable.

Mis manos temblorosas se cierran en puños y el aliento me falta. Un dolor profundo y desgarrador se apodera de mi cuerpo y me quedo inmóvil, mientras que la observo desviar la vista y hundir los hombros.

La ira cruda y cegadora se cuela en mi torrente sanguíneo y avanzo a toda velocidad por el pasillo.

Harry trata de detenerme, pero no puede hacerlo sin liberar a Kim, así que me abalanzo sobre ella con una bofetada furibunda.

— ¡Maya! —Harry me aparta como puede.

— ¡¿En qué diablos estabas pensando?! —Grito y el nudo en mi garganta hace que mi voz suene extraña a mis oídos.

Kim solo hunde la cara aún más y solloza con fuerza. El llanto desconsolado y desgarrador sólo hace que mis propias ganas de llorar aumenten.

¡¿Por qué?! —Espeto—, ¡¿por qué, Kim?! ¡yo nunca...!, ¡yo...!

— ¡Dijo que me dejaría tranquila! —Ella chilla y el sonido demencial de su voz me eriza la piel—, ¡dijo que Liam volvería!, ¡dijo...!

— ¡¿Quién?! —Grito—, ¡¿Quién te dejaría tranquila?!

— ¡Tyler!

El nudo en mi garganta es tan intenso ahora, que apenas puedo respirar.


—Maya, llama a Tom —Harry ordena, en voz neutral, pero firme.

— ¡Eres una estúpida! —Escupo—, ¡Tyler nunca va a dejarte tranquila!, ¡te metiste en la boca del puto lobo!

— ¡Maya! —La voz de Harry es ahora dura y severa. Yo lo encaro con todo el coraje que puedo y él me sostiene la mirada antes de decir una vez más—: Necesito que llames a la comisaría ahora mismo.

Quiero escupirle en la cara que no tiene qué decirme que hacer, pero me trago el coraje antes de ponerme de pie una vez más -ni siquiera me di cuenta, por cierto, del momento en el que me arrodillé en el suelo-, y tomar el aparato para marcar el número de Thomas.



~*~



Hace un poco más de una hora y media que la policía llegó y tomó posesión del apartamento de Harry. Hay oficiales por todos lados y cintas de "prohibido el paso" enredadas en todos los muebles. He repetido la misma historia más veces de las que puedo contar y, a pesar de eso, mientras más veces la pronuncio, menos puedo creerla.

El recuerdo de Kim tirada en el suelo, con lágrimas en las mejillas y mirada perdida en la nada, es como una mala broma de mi cabeza. Como una escena de una mala película de terror: sin sentido y absurda.

No logro comprender del todo qué diablos es lo que ha sucedido, pero se siente erróneo y equívoco. Las cosas no deberían estar siendo de esta manera.


—Maya —La voz de Harry me saca de mi ensimismamiento, pero no es hasta que alzo la vista que me percato de que no está solo. Tom está justo detrás de él con la vista clavada en la pantalla de su teléfono celular—. Debo irme.

—Voy contigo —las palabras salen de mis labios sin que pueda procesarlas y noto como niega con la cabeza en el instante en el que las pronuncio.

—Necesito que te quedes aquí —dice, mientras que rebusca las llaves de su auto en el bolsillo trasero de sus vaqueros. Hace rato que se vistió ya, pero no puedo evitar recordar con algo de humor el modo en el que salió completamente desnudo a enfrentar a Kim.

—No —respondo, mientras que trato de alejar de mi cabeza la imagen que acaba de aparecer en ella.

—Maya, no seas terca. Quédate aquí, por favor —pide, con exasperación.

— ¿Para qué?, ¿para que muera de angustia mientras que tú estás allá, intentando resolver los problemas de todo el mundo? —Suelto en un susurro enojado—. No voy a quedarme aquí, Harry. Lo siento.

Un suspiro cansado brota de su garganta y se aprieta el puente de la nariz con el dedo índice y el pulgar.

— ¿Qué vas a hacer en la comisaría, Maya? —Dice cuando me enfrenta de nuevo—, ¿sentarse en una de las bancas de la recepción y esperar hasta que tengas noticias?

—No —digo, con voz calmada—. Voy a buscar a un abogado para preguntar qué tengo que hacer para obtener la custodia temporal de Hayley. Alguien necesita cuidar de ella hasta que todo esto se aclare.


Una maldición se escapa de sus labios en el instante en el que el nombre de la niña sale de mis labios y noto, por el brillo que adquiere su mirada, que ni siquiera le había pasado por la cabeza. En ese momento, saca su teléfono del bolsillo de sus vaqueros y busca un número en la lista de sus contactos.

Entonces, se lo lleva a la oreja y espera.

—Kim tiene una hija —dice, sin siquiera saludar a su interlocutor—, pregúntale dónde está. No la dejes en las celdas hasta que te diga dónde está.

— ¿No es caliente cuando se pone todo mandón? —Tom bromea hacia mí y no puedo evitar sonreír un poco.

Harry parece haberlo escuchado, ya que lo mira con cara de pocos amigos antes de responder hacia el teléfono—: Sí. Mantenme al tanto.

Una risita boba brota de los labios de Tom y hace un gesto de cabeza en dirección a la puerta.

—Vamos —dice, hacia mí y por acto reflejo miro a Harry. No es como si su gesto fuese a determinar si voy o me quedo, es simplemente que deseo ver su reacción a esto.


El ceño del chico de las cicatrices se frunce al tiempo que finaliza la llamada.

— ¿Esto es en serio? —Dice, mientras avanzo detrás de Tom, quien se gira para encararlo.

—No puedes obligarla a quedarse aquí, Styles —dice, en mi defensa—. Además, si está cerca, no tendremos que preocuparnos por mantener un ojo sobre ella. No olvides que Tyler Lawson aún anda suelto por ahí y que está ansioso por vengarse de ti y todo lo que le has hecho.

Harry no dice nada. Se limita a igualar mi paso y caminar a mi lado -con gesto enfurruñado- mientras que salimos del apartamento.



~*~



Douglas Schneider no llegó a la comisaría hasta después de las ocho de la mañana, pero en el instante en el que puso un pie en el lugar, me indicó que le siguiera hasta una de las oficinas más apartadas del lugar en el que Harry se encuentra.

Ahora mismo nos encontramos sentados el uno frente al otro, mientras que él atiende una llamada que suena importante.

Hace casi una hora que Paula salió del Precinto acompañada por una mujer. Según escuché de boca de unos agentes, iban a ir a buscar a una niña, así que asumo que se trata de Hayley. De alguna manera, la idea me reconforta.


—Lamento eso —la voz del abogado me saca de mis cavilaciones y trato de poner toda mi atención en él y olvidarme, por un segundo, de la desesperación que me trae pensar en la bebé de Kim—. ¿Qué es, exactamente, lo que quieres hacer?

No me pasa desapercibido el hecho de que me ha llamado de 'tú' y no de 'usted' como siempre suele hacerlo.

—Quiero cuidar de Hayley hasta que la situación legal de Kim se resuelva —digo.

Él asiente.

—No quiero alarmarte, pero la situación de tu amiga no es nada buena. Ahora mismo están haciéndole una valoración psiquiátrica pero sea cual sea el resultado, no cambia el hecho de que intentó matarte a ti y a Styles. Tampoco cambia el hecho de que colaboró con un narcotraficante.

—El tipo la estaba extorsionando —sé que no debo justificarla, pero lo hago de todos modos.

Douglas se encoje de hombros y el gesto que esboza me hace sentir miserable. Es de esa clase de expresiones que lo dicen todo. Del tipo de expresiones que dicen que, por más esfuerzo que se haga, la situación nunca va a terminar del todo bien.


—Tienes que pensar a futuro —dice, al tiempo que hace girar la silla en la que se encuentra, en un gesto distraído—. No quiero ser pesimista, pero la chica no tiene muchas posibilidades de salir bien librada. Incluso aunque consiguiera alguna fianza o algo por el estilo, la niña quedaría en custodia del Estado hasta que una trabajadora social determine si puede o si hacerse responsable de ella.

— ¡Pero es su mamá! —Exclamo, con indignación.

—Es una mujer que podría atentar contra su vida. Hasta donde tengo entendido, la chica ha estado en crisis nerviosa desde que abandonó el apartamento de Styles. Ahora mismo su salud mental no es la mejor. Dile eso a un juzgado y ten por seguro que no volverá a ver a su hija.

Mi corazón se estruja en ese momento y el nerviosismo se apodera de mí.

— ¿Qué pasará con Hayley entonces?

— ¿Ahora mismo? —Dice—. Quedará bajo la custodia del Estado hasta que se determine la situación legal de la madre. Si por algún milagro divino la mujer saliese bajo fianza o sin cargos, una trabajadora social se encargaría de hacer una investigación respecto al entorno en el que se desenvuelve la pequeña y, en base a eso, determinaría si es sano o no que su madre se haga cargo de ella —hace una breve pausa—. En caso de que su madre resultase condenada, la niña pasaría a manos de alguna institución de protección infantil, se localizaría a las familias de los padres y se les daría la opción de hacerse cargo de ella. En el caso de que ninguno de ellos pudiese hacerlo, la institución la pondría en adopción.

—Kim no ha hablado con sus papás en años —digo, en un susurro preocupado—. No creo que ellos quieran hacerse responsables de una bebé que ni siquiera saben que existe...

—En ese caso, se buscará a la familia del padre, entonces. Cabe mencionar, por cierto, que los tutores deben ser en línea ascendente —el abogado debe ver la confusión en mi rostro, ya que explica—: Esto quiere decir que sólo los abuelos de la pequeña pueden tomar su custodia.

Mi ceño se frunce.

— ¿Sólo los abuelos?, ¿qué hay de los tíos?, ¿qué si Liam tiene algún hermano que pudiese hacerse cargo de ella?

El abogado niega con la cabeza.

—En ese caso, el hermano del padre tendría que realizar el trámite de adopción, como cualquier otra persona. Obviamente, él tendría preferencia por ser familiar de la bebé, pero el trámite debe ser hecho de cualquier modo.


Un suspiro se me escapa.

— ¿Quiere decir que no puedo aspirar a una custodia temporal? —Pregunto, pero suena más bien como una afirmación.

El abogado asiente.

—No van a otorgarle esa custodia a nadie hasta que se tenga un veredicto final en el caso de la madre —dice—; pero puedo ayudarte en caso de que desees iniciar el trámite de adopción en determinado caso que sea necesario.

¿Qué? —Lo miro, medio aturdida y medio horrorizada—, ¡no, no, no, no! —Exclamo y siento cómo el rubor se extiende sobre mis mejillas—. Yo no... no podría...

El abogado arquea una ceja, pero reprime una sonrisa.

—Acabas de decirme que quieres llevarte a la pequeña para cuidar de ella mientras que todo se resuelve, pero te aterroriza pensar en la posibilidad de cuidar de ella hasta que sea una adulta capaz de ver por sí misma... —dice y la vergüenza se asienta en mis huesos.

—No es lo mismo —mascullo—. Además, jamás me la darían —un destello de tristeza se filtra en el tono de mi voz, pero no sé porqué sueno tan afectada—. No tengo un empleo, dejé la universidad de nuevo... —niego con la cabeza—. No tengo absolutamente nada qué ofrecerle; es sólo que... —"Es sólo que la amo tanto..."


El silencio se extiende durante unos segundos.

—Styles tiene un empleo estable —Douglas observa—. Tiene un apartamento a su nombre y, aunque me pese decirlo en voz alta porque pienso que es una completa escoria, el tipo tiene un buen sueldo.

Mi ceño se frunce.

— ¿Sugieres que Harry la adopte?

El abogado niega con la cabeza y sonríe, como si le hubiese contado una broma bastante divertida.

—Se les da prioridad a las parejas —dice, con aire divertido y entonces, añade—: Casadas, claro.

El entendimiento cae sobre mí como baldazo de agua helada y me quedo quieta sin saber qué decir. El abogado me regala un guiño rápido.

—Es sólo una opción; aunque, pensándolo bien, no suena demasiado buena. Habría que limpiar primero los antecedentes de Styles y eso toma tiempo; además, el caso de la niña lo tendría que llevar una trabajadora social de aquí del Precinto, para que no tomase en cuenta la vida de mierda que llevó tu novio antes de entregarse a la policía.

Sus palabras se asientan en mi cerebro y trato de procesarlas mientras que él juguetea con uno de los bolígrafos que había sobre el escritorio.


No sé por qué me siento tan decepcionada. No sé por qué siento como si yo fuese una niña y me hubiesen ofrecido un caramelo para después decirme que no pueden dármelo.

—Supongo que estaré al pendiente, entonces —musito, pero sueno derrotada.

—Si sé de alguna otra opción para ti, te la haré saber —Douglas suena más amable, ahora. Un poco menos profesional y un poco más humano—. Por lo pronto, confórmate con saber que la niña estará en buenas manos.

Asiento, pero no dejo de pensar en que esa gente jamás va a cuidarla del mismo modo en el que podría hacerlo yo. Nunca van a conocerla del modo en el que yo lo hago.


Nos quedamos en silencio hasta que el sonido del llamado de la puerta nos hace volcar nuestra atención hacia ella. El abogado frunce el ceño ligeramente, pero eso no impide que pronuncie un autoritario 'adelante'.

La puerta se abre un poco para revelar la figura de Paula después de eso y sus ojos y los míos se encuentran durante una fracción de segundo antes de que pose su atención en Douglas.

—Vengo a buscar a la señorita Bassi —dice. Su tono es completamente profesional, pero la incomodidad irradia por sus poros. Quizás soy yo quien se siente incómoda hasta la mierda y sólo trato de no sentirme tan ansiosa con su presencia a mi alrededor—. Necesitamos hacerle unas preguntas.

Yo me pongo de pie en ese momento.

Una parte de mí quiere negarse a ir con ella, pero sé que voy a tener qué hacerlo de todos modos. No tiene caso postergarlo. Tarde o temprano voy a tener qué volver a hablar sobre Kim y lo que ocurrió hace unas horas.


—Gracias por la información —digo, dirigiéndome hacia el abogado. Él asiente y se pone de pie para estrechar mi mano.

—Si decide hacer algo al respecto, búsqueme —dice. Es todo formalidades ahora.

Asiento.

—No lo dude ni un segundo.

Paula nos mira con impaciencia, pero no dice nada mientras que sale de la estancia. Yo, tras regalarle un gesto al abogado, la sigo.

Ninguna de las dos dice nada mientras nos encaminamos por una serie interminable de pasillos y escaleras. No es como si tuviésemos algo que decirnos, pero no me sorprendería si intentase atacar ahora que Harry no se encuentra a mi alrededor. La última vez que estuve a solas con ella, dijo que follaba con él; así que, lo menos que espero, es que haga algún comentario similar.


Nos detenemos frente a una puerta al cabo de unos minutos y la chica entra sin siquiera mirarme. Yo la sigo, sintiéndome un tanto más cautelosa. No me toma mucho tiempo darme cuenta de que es una sala de interrogatorios. Hay una mesa al centro de la estancia y dos sillas; así como un gran espejo que abarca casi toda una pared. No puedo evitar pensar que este lugar es muy similar a los que escenifican en las series policíacas.

—Debes saber, Maya —Paula habla y no me pasa desapercibido el tono despectivo con el que dice mi nombre—, que desde allá dentro —señala el enorme espejo que se encuentra frente a mí—, están monitoreándonos; así que iré al grano... —Le sostengo la mirada y me cruzo de brazos—. ¿Qué puedes contarme acerca de Jeremiah Johnson?

Mi ceño se frunce.

¿Qué?

—Jeremiah Johnson —ella repite—. Hasta donde sé —se sienta en una de las silla—, es muy amigo tuyo y de Robert Griffin, el tipo que, debo recordarte, los siguió a ti y a Harry en el Sedán negro —hace una pequeña pausa e imita mi postura—. Está bastante informado sobre el caso que llevamos, debo agregar y, hasta donde tengo entendido, conoce a Tyler Lawson desde hace bastante tiempo.


Un destello de coraje invade mi pecho en ese momento. La ira empieza a fundirse en mi cuerpo y tengo que reunir toda mi fuerza para no esbozar una mueca iracunda.

— ¿Tratas de decir que Jeremiah está implicado en todo esto? —Siseo, con coraje—, ¿así?, ¿sin ninguna prueba contundente? —Mi voz se eleva un poco con cada palabra que pronuncio—. Jeremiah conoce a Tyler tanto como yo —escupo—, su amigo Rob le compraba marihuana y, ¡por el amor de Dios!, ¡Jeremiah está al tanto del caso porque es mi mejor amigo!, ¡él evitó que Harry pisara la cárcel una vez hace más de un año y medio!, es ilógico pensar que forma parte de toda esta mierda. Cualquier persona con media neurona puede darse cuenta de que él no tiene nada que ver en todo esto.

— ¿Estás segura?

—Completamente.

Paula asiente.

—Ya se ha abierto una investigación en su contra.

—Espero que recuerdes esta conversación cuando compruebes por ti misma que Jeremiah no es esa clase de persona. Espero que te sientas como la más idiota de las personas por sospechar de él —espeto.

— ¿Cómo lo sabes?, ¿cómo sabes que el tipo no ha estado mintiéndote todo este tiempo?

— ¡Porque lo conozco, por el amor de Dios!, Jeremiah no ha hecho otra cosa más que ver por mi bienestar. Harry mejor que nadie sabe que es un buen tipo.

Ella alza una ceja con arrogancia.

—Styles fue quien sugirió que quizás Jeremiah estaba implicado en todo esto.

¿Qué?...

—Lo que oyes —ella se cruza de brazos—. Si no me crees, pregúntaselo.


Trato, con todas mis fuerzas, de mantener a raya el coraje que me invade, pero no puedo. No puedo dejar de temblar de rabia y enojo.

—Haz tu investigación de mierda —suelto, con toda la seguridad que puedo imprimir en la voz—. Estoy segura de que Jeremiah es inocente.

Me encamino hacia la salida.

—No he terminado contigo —dice ella a mis espaldas.

—Pero yo ya lo he hecho contigo —digo, sin mirarla y salgo de la sala echa una furia.



~*~



Avanzo a toda velocidad por el pasillo en el instante en el que veo a Harry salir de la oficina del comandante. Él, sin embargo, no se percata de mi presencia hasta que estoy muy cerca. Su expresión pasa de la tranquilidad a la alarma en el instante en el que ve mi expresión, y avanza hacia mí para encontrarme a medio camino.

— ¿Está todo bien?

— ¿Sospechas de Jeremiah? —Suelto, sin aliento. Estoy tan enojada...

Harry palidece en ese momento.

—Maya, Robert es su amigo. El tipo trabaja para Tyler, por el amor de Dios.

— ¡Dios!, ¡no puedo creerlo! —Mi voz se eleva—, ¡Jeremiah salvó tu maldito culo!, ¡ideó un plan para salvarte de la trampa que quería tenderte Tyler cuando creíamos que eras un jodido narcotraficante! —El tono con el que hablo se hace cada vez más fuerte—, ¡¿cómo se te ocurre que él pueda estar involucrado cuando lo único que ha hecho es intentar ayudarnos?!

—Maya —estira un brazo para alcanzarme, pero me aparto.

— ¡No me toques! —Escupo.

—Maya, por favor, ahora no...

— ¿Ahora no? —Escupo—, ¿entonces cuándo?, ¿Cuándo tengan a mi mejor amigo en una jodida celda sólo porque sospechas de él?

La gente nos mira ahora, pero no me interesa. Estoy tan enojada.

—No puedes culparme por sospechar —dice, bajando el tono de su voz, como si pudiese hacerme bajar el mío haciendo eso—. Sabe demasiado. No confío en él.

—Pues yo si lo hago —mi voz suena temblorosa, pero no quiero llorar. Es la ira reprimida la que me hace sonar como si estuviese a punto de hacerlo— Yo si confío en él, Harry, y si Jeremiah pone un pie en una celda por tu culpa, no voy a perdonártelo jamás.

No le doy tiempo de responder. Me limito a girarme sobre mis talones y me echarme a andar fuera de la delegación.

— ¡Maya! —Llama a mis espaldas, pero no me vuelvo para encararlo—, ¡Maya, regresa! —Pide, a medio grito... Pero lo hago. No vuelvo sobre mis pasos.

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