Capítulo 22



Han pasado tres horas desde que Harry entró al quirófano. He pasado tres malditas horas sentada frente al pasillo por el cual desapareció cuando se lo llevaron y, durante todo ese tiempo, lo único que he hecho es tratar convencerme a mí misma de que todo estará bien.

Según los paramédicos que arribaron al lugar, Harry se desmayó debido al dolor y no al impacto de la bala, lo cual no es algo necesariamente malo. El lugar donde recibió el disparo es bastante delicado, sin embargo; y eso, aunado a la gran pérdida de sangre que tuvo, ha hecho que su estado de salud sea crítico.

La ambulancia tardó cerca de cinco minutos en llegar y, de no haber sido previsto por el comandante de la policía, Harry ahora mismo estaría muerto. El tipo fue lo suficientemente inteligente como para pedirle al servicio médico que estuviese listo para socorrerlos en caso de que alguno de sus hombres a cargo resultara lesionado en el operativo.

Al parecer, los médicos estuvieron en algún lugar cerca de la carretera para acudir a cualquier llamado de emergencia que pudiese provenir del lugar implicado.


Hace dos horas, uno de los médicos participantes en la cirugía fue a hablar con los compañeros de Harry. Fue el único momento en el que abandoné mi puesto de vigilancia. Según lo que escuché, la bala no le dio en la columna, lo cual es bastante bueno; sin embargo, alcanzó a destrozar músculos y tejidos. También, le golpeó un riñón y le perforó el intestino grueso. En ese momento, aún no se tenía un panorama exacto del daño real que el impacto del arma dejó en su cuerpo, por lo que el doctor no pudo decirnos demasiado acerca de la gravedad de la herida; sí que aquí estamos, en la espera del veredicto que arrojará la cirugía.


Los policías que se hacían pasar por la banda delictiva de Harry no han abandonado el hospital, pero se encuentran en la sala de espera. No sé si están aquí porque realmente estén preocupados por él, pero trato de no pensar mucho en eso. Me concentro en el hecho de que acompañan a Harry porque, de alguna u otra manera, les importa.

Hace más de un año, mi chico de las cicatrices no contaba con nadie más que su madre y Louis. Ahora está rodeado de gente que ve por su bienestar. Eso es maravilloso y reconfortante. Harry debería siempre estar rodeado de personas que se preocupen por él.


Estoy sentada en el suelo de un pasillo del hospital. No recuerdo cómo es que llegué hasta aquí, pero sí el momento en el que me planté en este lugar y no en la sala de espera. Las enfermeras intentaron hacer que me levantara, pero un médico dijo que, mientras no estuviese a mitad del camino, no había motivo por el cual no pudiese quedarme aquí.

Hace más de una hora vinieron un un par de policías a tomar mi declaración acerca de lo ocurrido y les hablé acerca de todo: el secuestro de Hayley, el plan de Jeremiah, las complicaciones... Para cuando termino de hablar, estoy temblando y a punto de echarme a llorar de nuevo.


Jeremiah, quien fue sacado del tiroteo por el detective de nombre Tom, no se ha movido de mi lado ni un solo momento. Un médico se lo llevó por un lapso de cuarenta minutos para tratar su brazo y su nariz, pero ahora se encuentra tumbado a mi lado, con un aparatoso parche en la nariz y un yeso en el brazo derecho.

Ninguno de los dos habla. Ninguno de los dos trata de alentar al otro porque sabemos que es imposible. Nada puede consolarnos de la mierda que acaba de pasar. Sé que él se siente culpable de todo; sin embargo, yo no lo veo como el causante de todo. Él sólo quiso ayudar. No hay nada malo en tratar de ayudar a alguien y, aunque todo haya salido terrible, me siento agradecida con él.

Por otro lado, no he tenido noticias acerca de Kim, Liam o Hayley y eso sólo hace que mis nervios alterados se sientan a punto de estallar. No sé si mis amigos recuperaron a la pequeña, si están bien, si se presentaron los hombres de Tyler o si todo fue una trampa de su parte.

La impotencia, la ansiedad y el nerviosismo amenazan con acabar con lo poco que queda de mi cordura, pero trato de mantener mis piezas juntas mientras espero a que todo acabe. El dolor provocado por la tensión palpita en mi cabeza, pero me obligo a ignorarlo mientras miro hacia la puerta doble que tengo prohibido cruzar.

Presiono mis palmas contra mis rodillas e inhalo profundo. La oleada de desesperación que me golpea es intensa, pero trato de relajarme mientras me repito de nuevo que todo estará bien. Tiene qué estarlo...


El sonido de unos pasos acercándose a toda velocidad me hace apartar la vista y, de pronto, noto cómo una figura familiar camina hacia nosotros. Sé que conozco a la chica que se acerca; sin embargo, no logro conectar los puntos a través del aturdimiento que la angustia me provoca. quién es, pero el estrés y la tensión nerviosa no me permiten ponerle un nombre al rostro angustiado que se acerca.

Jeremiah se pone de pie lo más rápido que puede, al tiempo que el nombre 'Emma' escapa de sus labios. Entonces, extiende su brazo bueno justo a tiempo para atraparla en un abrazo intenso y apretado.

El gemido adolorido que brota de la garganta de mi amigo no me pasa desapercibido, pero el malestar no parece importarle en lo absoluto cuando ella lo besa.

Él susurra palabras entre besos, mientras que ella lo hace callar presionando su boca contra la suya. De pronto, me siento como una completa intrusa, así que desvío la mirada y me concentro en las líneas divisorias del azulejo.


Soy vagamente consciente de la breve conversación que tienen antes de que el rostro preocupado de Emma aparezca frente a mí. Sin decir una palabra, envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y me aprieta con fuerza. Me toma un par de segundos reaccionar y devolverle el gesto y, cuando lo hago, me susurra que todo irá bien.

El nudo en mi garganta se aprieta y se intensifica, pero me las arreglo para mantenerme serena mientras que, tanto ella como Jeremiah, se sientan a mi lado en silencio.

Ninguno de los dos dice nada, pero sé que algo ha cambiado entre ellos. Es como si una barrera que ni siquiera había visto antes se hubiese disuelto. Como si ninguno de los dos estuviese dispuesto a dejar al otro nunca más. No se han dicho nada, pero hay algo diferente en la forma en la que se miran. Hay algo que no estaba ahí la última vez que los vi juntos.

Una punzada de alegría, mezclada con envidia hace que me duela el pecho, pero trato de no hacerlo notar mientras observo sus manos entrelazadas.


— ¿Cómo supiste que estaba aquí? —Jeremiah pregunta en dirección a Emma, en voz baja.

—La policía llamó a tu mamá para decirle dónde te encontrabas y ella me llamó a mí —Emma responde. No puedo ignorar el tono angustiado en la forma en la que habla—. Creí que algo grave te había ocurrido.

— ¿Estás insinuando que un brazo roto y un tabique desviado no son algo de qué preocuparse? —Mi amigo dice, con fingida indignación y una pequeña sonrisa se desliza en mis labios—, ¡van a tener que operarme para enderezarlo!

— ¿Quieres dejar de dramatizarlo todo? —Emma responde, pero está riendo—. No es como si algo de eso supusiera un peligro de muerte.

— ¡Estuve en medio de un tiroteo! —Exclama él—, ¡¿cómo puedes decir que no estuve en peligro?!


Niego con la cabeza, pero he dejado de escuchar. No quiero ser una intrusa entre ellos, así que me concentro en el teléfono celular que acabo de tomar del bolsillo de mis vaqueros.

Digito el número de Kim una vez más, pero me manda al buzón de voz; como todas las veces que he tratado de llamarle. Entonces, intento con el teléfono de Liam, el cual suena y suena sin respuesta alguna.

Una punzada de pánico recorre mi cuerpo y tomo una inspiración profunda para alejar los malos pensamientos fuera de mi sistema. Mis párpados se aprietan y mis dientes masacran la parte interna de mi boca. La angustia vuelve a mí en un abrir y cerrar de ojos y, cuando creo que voy a echarme a llorar, una mano cálida se posa sobre la mía.

Mi vista se alza sólo para mirar los ojos amables de Emma. No sé en qué momento se deslizó desde su lugar para quedar arrodillada frente a mí.

—No vayas ahí —susurra—. No dejes que el miedo te venza. Todo va a estar bien. Pase lo que pase.

— ¿Cómo lo sabes? —El temblor en mi voz es cada vez más notorio.

—No lo sé —se encoje de hombros y un atisbo de disculpa se filtra en su expresión—, pero confío. Confío en que todo saldrá bien para ti, Maya. Lo has tenido de la mierda toda tu vida. Es tu turno de ser feliz y, si ese chico en el quirófano es tu felicidad, vas a tenerlo de vuelta. Sólo debes confiar, ¿de acuerdo?

Asiento, pero estoy a punto de llorar. Jeremiah pasa su brazo sano por encima de mis hombros y me atrae hacia él en un gesto cálido.

—Styles es fuerte. Va a poder con esto y con más, Maya —dice—. Ambos sabemos que ese bastardo nunca se rinde. No lo hará ahora.

Las lágrimas se me escapan lentamente, pero las limpio como puedo con mis dedos temblorosos.


Emma y Jeremiah se quedan conmigo un rato más antes de decidir ir a conseguir algo para comer. Insisten en hacerme acompañarlos, pero declino su oferta. Ninguno de los dos parece estar dispuesto a dejarme sola, pero ahora mismo siento que un momento de soledad podría caerme mejor que nada en este mundo.

Finalmente, tras un largo rato de insistencias, se marchan. Jeremiah promete que volverán en un rato para hacerme compañía y sé que así será. Sé que no me dejarán sola. Lo sé por la forma en la que me miran.


El pasillo es silencioso, a pesar del tránsito de enfermeras que va y viene por todo el lugar. No sé cómo es que conseguí instalarme aquí sin que ningún guardia de seguridad me obligara a ir a la sala de espera. A decir verdad, lo agradezco. Agradezco estar aquí y no en ese lugar. No quiero mirar a los hombres que convivieron con Harry durante meses y tampoco quiero mirarla a ella...

Sé que Paula está aquí y lo último que necesito, es tener que enfrentarla. Ahora mismo no tengo la fuerza suficiente como para preocuparme por algo tan irrelevante como la presencia de una chica preocupada por Harry.


El sonido de unos pies caminando a paso rápido y decidido me hace girar el rostro. Todo mi cuerpo se tensa en el instante en el que veo al hombre que apuntó a Jeremiah con una pistola, pero no me muevo.

Él ralentiza su marcha cuando está a un par de metros y, de pronto, no luce tan determinado como hace unos instantes.

Duda. Su expresión es interrogante mientras acorta la distancia entre nosotros, pero no se detiene ni un segundo. Me da la impresión de que espera que le pida que se marche, pero no lo hago.

Él sigue avanzando y, una vez que está de pie a mi lado y que tengo que alzar la cara para mirarlo, se deja caer sobre el suelo, de modo que ahora se encuentra sentado junto a mí.

Sé que no he dejado de estudiarlo, pero él ni siquiera se inmuta. Se limita a clavar la vista en la puerta por la que se llevaron a Harry. Mis ojos se posan en ella, también, y nos quedamos aquí, en silencio, mientras que los minutos se extienden hasta que la tensión de mi cuerpo aminora.


—Soy Thomas Nichols —dice, en voz neutral, al cabo de unos minutos. Yo vuelco mi atención hacia él—. Soy agente especializado en la investigación de delitos contra la salud —cuando me mira, debe notar la confusión en mi rostro, ya que dice—: En pocas palabras, investigo a presuntos narcotraficantes y su modo de operar.

—Maya Bassi —digo—. Soy recepcionista en una clínica privada.

—Lo sé —asiente—. Lo sé absolutamente todo de ti —hace un gesto de cabeza hacia la puerta—. Dale las gracias al bastardo que está con la espalda abierta por una herida de bala.

Mi corazón se estruja.

— ¿Han sabido algo nuevo? —Susurro, con un hilo de voz—. Nadie ha venido a decirme como va todo.

Él niega con la cabeza.

—No sabemos nada —suspira—. Todos están bastante preocupados, sin embargo.

Aprieto los puños.

—Lo sé...

—Va a estar bien —él me asegura—. Monstruo es terco hasta la mierda. No va a dejarse vencer así de fácil.

Mi ceño se frunce.

¿Monstruo? —Pregunto, con curiosidad.

Tom se encoje de hombros.

—El tipo era un cobarde. No se atrevía a empuñar un arma por el terror del daño que podría hacerle a alguien con ella —dice—. Entonces, un día en práctica de tiro, le dije que si no lograba dominar su miedo, lo único que conseguiría sería conseguir que lo mataran —una sonrisa tira de las comisuras de sus labios—. Él me espetó que no quería siquiera intentarlo porque disfrutaba del empuñar armas y dispararlas. Dijo que no quería convertirse en un monstruo y fue, precisamente, en lo que le dije que debía convertirse —la sonrisa pierde fuerza—. Si dominaba a la Bestia en su interior, conquistaría al monstruo con más facilidad... —suspira—. Desde entonces, le llamo así. Le llamo como eso que tanto odia para que no olvide esa charla. Le digo 'Monstruo' para que se familiarice con esa oscuridad dentro de él y se dé cuenta de que no es tan mala.

— ¿De verdad no es tan mala? —Pregunto, con un hilo de voz.

Tom niega con la cabeza.

—Creo que es mala cuando no la dominas. Cuando no la conoces —dice—. Creo que Harry está a punto de conseguir ese equilibro, ¿sabes?... El equilibrio entre lo que quiere ser y la mierda interna que lleva a cuestas —suena algo así como orgulloso—. Estoy seguro de que lo conseguirá. Cada vez lo veo más centrado en su objetivo.

— ¿Cuál es ese? —Hablo, pero sé que ya conozco la respuesta.

—Enmendar lo que hizo —dice, en voz baja—, dejar sus demonios atrás, purgar sus culpas y vivir en paz.

— ¿Y puede hacerlo? —La preocupación se filtra en mi tono—, ¿de verdad puede purgar sus culpas?

— ¿Emocionalmente?, no lo sé... —responde—. ¿Legalmente?, lo está haciendo ahora mismo.

Sacudo la cabeza.

—Aún no puedo creer que trabaje para la policía —digo—. No puedo creer que colaborar con ustedes sea suficiente para acabar con sus antecedentes penales.

—No acaba con ellos —dice—. Colaborar con la policía no lo exenta de cumplir una condena, Maya. No te confundas. La situación legal de Styles es bastante complicada.

— ¿Qué tanto?

—La historia es bastante larga de contar.

—Quiero saberla de todos modos.

Un suspiro brota de su garganta.

—Harry hizo un trato con el comandante, ¿de acuerdo? —Comienza—. Hace más de un año, cuando fue a entregarse a la Jefatura de Policía, el jefe le ofreció algo a lo que legamente se le conoce como: 'Auxilio policíaco a la captura de terroristas' o, en este caso, narcotraficantes. Básicamente, se comprometió con nosotros a ayudarnos a capturar a los distribuidores de droga más importantes de San Francisco —hace una pequeña pausa antes de continuar—: Si el operativo es exitoso, nos comprometemos a hacer todo lo posible para retirar todos los antecedentes penales en su historial y, de no lograr librarlo de la cárcel, podríamos conseguirle la libertad bajo reserva; que es algo muy similar al arresto domiciliario, sólo que, en este caso, Harry sería libre de vagar por la ciudad, siempre y cuando no salga de ella o del país. Todo esto tendría que ser determinado por un fiscal, sin embargo. Es por eso que es de suma importancia para él que toda esta mierda funcione. Mientras mejor salgan las cosas, más probabilidades tiene de salir bien librado de todo esto.


La información se asienta en mi cabeza poco a poco y trato de digerirla. El panorama ahora es bastante más claro que hace rato, pero aún tengo muchas preguntas.

— ¿Por qué nunca me dijo nada sobre esto? —Mi voz sale en un hilo tembloroso—. ¿Se lo prohibieron?

Tom asiente.

—Lo haces débil —dice—. Harry siempre va a elegir tu seguridad. Creo que eso ha quedado más que comprobado. El comandante lo quería centrado en su objetivo así que le prohibió contárselo a alguien.

—Liam lo sabía... —digo y Tom ríe por lo bajo.

—No se te escapa nada, ¿no es así? —El rubor se extiende por mis mejillas—. El amigo de Harry lo descubrió a las pocas semanas, cuando vino a preguntar por el lugar al que sería trasladado. No pudimos ocultarle la verdad. Además de que no le vimos objeto a hacerlo. El tipo tiene pinta de no tragarse cualquier cuento.

Es mi turno para sonreír. La imagen de Liam viene a mi cabeza, de pronto y mi preocupación por él y por su familia regresa a mi sistema.

—No he podido comunicarme con ellos.

—Precisamente por eso había venido a buscarte —dice—. Todos están a salvo. Han pasado las últimas horas levantando una denuncia formal en contra de Tyler Lawson, por el secuestro de su hija, pero ya vienen para acá.


Una montaña de alivio cae sobre mí y dejo que me aplaste. Dejo que me haga trizas porque es lo que más necesito en este momento.

— ¿Cómo está la niña?

—En perfectas condiciones. Algo nerviosa y sucia, pero nada de qué preocuparse.

Casi puedo jurar que estoy a punto de gritar del alivio.

— ¿Qué hay de Tyler? —Pregunto, con la voz temblorosa por las emociones.

Tom hace una mueca de desagrado.

—Escapó —dice—. Logró escabullirse entre la gente cuando le dispararon a Harry. El agente que lo flanqueaba se distrajo con lo ocurrido y lo perdió.

Una oleada de pánico me atenaza el estómago.

—Tyler va a decirle a todo el mundo que Harry está como encubierto para la policía —el miedo en mi voz es cada vez más notorio—. Si lo hace, va a conseguir que todo se vaya a la mierda y van a darle caza a Harry.

—Lo sabemos —Tom asiente—. Es por eso que estamos movilizándonos para encontrarlo lo antes posible. No podemos permitir que nos joda el operativo. No cuando estamos tan cerca...

Un suspiro cansado brota de mis labios en ese momento; sin embargo, no digo nada. Me limito a quedarme aquí, con la vista clavada en un punto en la nada.

Thomas tampoco hace mucho por entablar una conversación, pero no se mueve. Se queda aquí a mi lado hasta que mis amigos regresan y se sientan para hacerme compañía.

Al cabo de unos minutos de incómodo silencio, opta por levantarse del suelo y despedirse con el argumento de que debe reunirse con los suyos antes de que comiencen a preguntarse dónde se encuentra. Entonces, sin más, se aleja por el corredor.



~*~



Harry salió de la cirugía hace casi veinte minutos, pero aún no tenemos noticias en concreto.

Al parecer, la operación salió como se esperaba que hiciera; sin embargo, su estado sigue siendo delicado. El médico que lo atendió fue honesto con nosotros y nos dijo que el destrozo en su intestino fue bastante difícil de reacomodar y que las probabilidades de que tuviese un derrame interno, eran bastante grandes. Dijo, también, que perdió mucha sangre y que eso tampoco es bueno para sus órganos, pero que lo único que queda por hacer ahora mismo es esperar.

Estoy cansada de esperar. Lo único que quiero es ir a casa y llevar a Harry conmigo para cuidar de él hasta que esté en óptimas condiciones. Sólo quiero disculparme con él una y otra vez por no haber confiado en él cuando me pidió que lo hiciera.


Kim y Liam llegaron hace un rato. No he hablado con ella, pero él no ha hecho otra cosa más que intentar levantarme el ánimo. La pequeña Hayley ha dormido en brazos de su madre desde que llegó, pero el impulso que tengo de sostenerla entre mis brazos y tantearla para asegurarme de que está bien, es más grande que nada. No me atrevo a pedirle a Kim que me deje cargarla, sin embargo. Dudo mucho que me deje hacerlo, tomando en cuenta todo lo que ocurrió.

Cuando llegaron, Liam preguntó qué había ocurrido. Rápidamente, relaté la locura de noche que tuvimos Jeremiah y, cuando terminé de hablar, lo único que hizo fue abrazarme contra su pecho y murmurar un montón de palabras de gratitud por haber hecho todo esto para salvar a su bebé.

Entonces, una vez superado el momento, comienza a disculparse acerca de la información que mantuvo lejos de mí.

Las dudas respecto al nuevo trabajo de Harry no han dejado de salir a la superficie mientras hablamos y, cuando le pregunto sobre el motivo por el cual no intentó detenernos cuando ideamos todo el plan, dice que no lo hizo porque temía que Harry fuese a botar todo el avance hecho en el operativo. Temía que, en su desesperación, traicionara a los policías para entregarle todo a Tyler y así recuperar a Hayley.

La sola idea de imaginar a Harry traicionando a las autoridades me revuelve el estómago.


—Es por eso que no impedí que fuesen a buscarlo —dice Liam, al cabo de unos minutos de silencio—. Creí que Harry haría una estupidez, pero tampoco quería revelar su secreto porque no sabía qué tantos problemas podría acarrearle eso en un futuro, si es que aún seguía con la policía —un suspiro brota de sus labios—. No sabes el alivio que me da saber que actuó de forma inteligente.

—A mí también —admito, al tiempo que niego con la cabeza—. Todavía no puedo creer todo esto, ¿sabes?, todo ha pasado tan rápido, que no he tenido oportunidad de digerirlo.

Una sonrisa tira de los labios de Liam.

—Te dije que Styles era un buen tipo —dice.

—Lo juzgué tan mal... —dejo que el remordimiento de conciencia me escueza las entrañas—. No puedo dejar de reproducir en mi cabeza todas esas cosas hirientes que le dije. Simplemente, no puedo dejar de pensar en lo mierda que fui con él.

—Cualquiera en tu lugar había sido de ese modo —Liam me alienta—. Además, Harry siempre entendió tu frustración. Él mismo estuvo a punto de decírtelo todo, ¿sabes?, me lo decía todo el tiempo... Me decía cosas como: 'Hoy le diré a Maya toda la verdad', pero siempre resultaba callándoselo todo por miedo a las consecuencias...

—Debí poner más atención.


Liam se encoje de hombros.

—Hay mucho en tu vida ahora mismo, Maya. Es difícil enfocarse en algo cuando eres tan activa como tú. No seas tan dura contigo misma.

—Liam... —la voz de Kim nos hace alzar la vista y, durante una fracción de segundo, nuestros ojos se encuentran. Luce incómoda, cansada y recelosa—. Sólo vine a avisarte que me voy a casa. Me llevo a Hayley conmigo.

Liam se levanta de la silla en la sala de espera inmediatamente.

—Yo te llevo —dice, en tono amable, pero suena casi como una orden.

Los ojos de la chica con la que comparto apartamento se fijan en mí antes de decir.

—No es necesario. Tomaré un taxi.

—La última vez que una chica me dijo eso, terminaron arrebatándole a mi hija —dice él, con severidad y Kim aprieta la mandíbula. Un destello de terror se filtra en su mirada.

—No quiero ser una molestia —dice ella, pero su semblante ha cambiado. que quiere que Liam la lleve.

—No lo eres —el chico responde, al tiempo que saca las llaves de su auto del bolsillo trasero de sus vaqueros. Entonces se gira para encararme—: ¿Estarás bien por tu cuenta durante un rato?

Yo asiento.

—Emma y Jeremiah vendrán dentro de un rato. Fueron a avisar a mi trabajo y a la universidad sobre lo ocurrido, pero no deben de tardar en llegar.

—De acuerdo —Liam sonríe—. Volveré en una hora a más tardar. Mantenme al tanto de todo.


Cuando la pequeña familia desaparece por el pasillo, me obligo a sentarme. Mi teléfono se ha quedado sin batería, así que debo mirar hacia el reloj de pared que cuelga en la sala de espera. Son casi las doce del mediodía. He pasado aquí toda la noche y toda la mañana, pero se siente como si hubiese pasado una eternidad.

Muchos de los agentes se han marchado ya, pero Tom y Paula siguen aquí. Debo admitir que tenerla cerca, me pone los nervios de punta pero, de cierto modo, agradezco que se preocupe por él. Harry merece que el mundo se preocupe por su bienestar.


Mi estómago ruge debido al hambre y rebusco en los bolsillos de mi pantalón por un par de monedas para bajar a las máquinas expendedoras de la cafetería del hospital y comer algo.

Una vez que he encontrado monedas entre mis pertenencias, me dispongo a encaminarme hacia la cafetería.

Avanzo a paso lento en dirección al pasillo principal, cuando sucede...

Un estallido estridente hace que me congele en mi lugar. Toda la sangre se agolpa en mis pies en ese momento y mi corazón se detiene para retomar su andar a una velocidad inhumana. Ese sonido...

Las piezas se encajan unas con otras y, de pronto, los recuerdos de anoche invaden mi cabeza. Conozco ese sonido. Sé que lo hago...

— ¿Eso fue un disparo? —Mi voz sale temblorosa e inestable, pero no le hablo a nadie en específico.

En ese momento, Tom y Paula toman sus armas y salen disparados hacia las afueras del hospital. Entonces, los sigo.

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