Capítulo 19




Soy una bomba. Un puñado de pólvora que espera la chispa que lo hará volar todo a su paso. Un manojo de ansiedad, nerviosismo, remordimiento y repulsión hacia mí misma.

Hace rato ya que dejé de sentir el latir desbocado de mi corazón. Ha estado ahí durante tanto tiempo, que apenas puedo detectar que se encuentra acelerado. Mis nudillos se sienten adoloridos debido a la forma violenta con la que cierro los puños, y un punzante dolor de cabeza no me permite hacer otra cosa más que lamentarme el hecho de estar aquí ahora mismo.


Mi cuerpo se encuentra instalado en el asiento del copiloto del coche de Harry; sin embargo, mi mente está en otro lugar. En uno muy, muy lejos de aquí. Ese en el que Tyler Lawson se ha encargado de meterme.

No puedo dejar de darle vueltas a lo que dijo y tampoco puedo arrancar de mí la sensación angustiante que provoca el hecho de no haberle dicho ni una sola palabra a Harry acerca de la llamada.


Una lucha se lleva a cabo dentro de mí cabeza y me siento abrumada y desesperada. No quiero entregarlo. Imaginarlo siendo llevado a una cárcel de alta seguridad por mi culpa, es lo más tortuoso que se me ha ocurrido jamás. Sin embargo, no puedo sacar a Hayley de mi cabeza. Me aterra la posibilidad de que Tyler pueda hacerle daño si rechazo su trato y, al mismo tiempo, me asquea el mero pensamiento de hacerle algo tan bajo a Harry.

No sé qué es lo que debo hacer. No sé cómo decirle a Harry que respondí una llamada que no debía en su teléfono. No sé cómo decirle a Kim que han pasado casi doce horas desde que me arrebataron a su hija de los brazos y que aún no sé cómo demonios voy a recuperarla.


Hey... —la voz de Harry me saca de mi ensimismamiento y precipito mi vista hacia él. Entonces, como si pudiese leerme el pensamiento, dice—: Quita esa cara. Hayley va a volver a casa con sus padres. Hay gente que ya está trabajando en eso.

Sus ojos verde esmeralda se posan fugazmente en mí y me regala una sonrisa tranquilizadora antes de volver la atención al camino. Su mano se estira en mi dirección y la coloca sobre la mía, que se encuentra hecha un puño sobre mi muslo. El suave tacto hace que mi corazón se retuerza con violencia y se llene con la viciosa e insidiosa sensación provocada por el remordimiento de conciencia.

Un gemido frustrado amenaza con brotar de mis labios de manera lastimosa y un montón de piedras se colocan en mi tráquea para impedirme respirar.


Mis labios se abren y busco mi voz, pero no sé exactamente qué debo decir. Pienso en la posibilidad de hablarle sobre la llamada, pero luego pienso en Hayley. Pienso en la asfixiante sensación de pesar que me hunde un poco más con cada segundo que pasa.

No sé cómo decirle a Harry Styles que he pasado cerca de veinte minutos considerando la posibilidad de entregarlo a la policía y recuperar a Hayley. ¿Cómo mierda le dices algo así a alguien?

"¿De verdad tendrás el valor de hacerlo, Maya?"


Retiro mi mano de la suya en un movimiento suave pero determinante y asiento con dureza en respuesta a su comentario respecto al rescate de Hayley.

Entonces, mi mirada se posa en la ventana y observo cómo las personas que caminan por la acera, se disuelven en el espacio mientras avanzamos a una velocidad considerable. El tráfico matutino ha hecho que nos retrasemos un poco más de lo que me gustaría, pero sé que no puedo hacer nada para evitarlo.


Cuando Harry salió de la ducha, apenas tuve oportunidad de dejar su teléfono en el lugar en donde lo encontré. Él ni siquiera notó que lo tomé. Se limitó a preguntarme a dónde quería que me llevara y lo primero que se me vino a la mente fue la Universidad. Voy a encontrarme con Jeremiah dentro de un rato más, así que decidí ir ahí de una vez.

Debo decir que me sorprende que no haya preguntado el motivo por el cual tengo que ir a al campus cuando todo se ha ido a la mierda; sin embargo, lo agradezco. No puedo decirle que veré a mi mejor amigo para contarle que un mafioso me ha pedido su cabeza a cambio de una criatura que no puede valerse por sí misma.


— ¿Tienes algo especial qué hacer en la Universidad? —Habla, tras un momento de silencio.

"Demasiado bueno para ser verdad..."

Sé que trata de hacer un poco de conversación para aligerar la tensión que se ha instalado entre nosotros desde anoche, pero no tengo ganas de fingir que nada ocurrió. No quiero hacer otra cosa más que decidir qué diablos voy a hacer.

Muerdo la parte interna de mi mejilla y pienso con seriedad en si debo o no responder a su pregunta, pero, finalmente, después de unos segundos de silencio, respondo—: Necesito ver a Jeremiah.

Mi voz suena neutral. Demasiado neutral para mí gusto.

—Pasas mucho tiempo con Jeremiah —observa. En otro momento, su comentario me habría hecho enfurecer; sin embargo, ahora mismo lo único que consigue es acrecentar las ganas que tengo de bajar del auto y gritar de la frustración.

—Es mi mejor amigo —digo, lacónica.

—La amistad entre un hombre y una mujer no existe —su voz es amable, pero no me pasa desapercibido el tono glacial que hay en ella—. Siempre hay alguien interesado.

—Seguramente yo soy un chico, entonces —sueno casi aburrida, lo cual me sorprende; tomando en cuenta lo histérica que me siento—, porque estoy segura de que Jeremiah no tiene ningún interés romántico en mí.


Una larga pausa inunda el interior del vehículo y, entonces, Harry vuelve a hablar—: ¿Tiene novia?

— ¿De cuándo a acá estás interesado en la vida amorosa de Jeremiah? —Lo miro, con las cejas alzadas.

Él se encoje de hombros, sin apartar la vista de la calle frente a él. Un suspiro cansado brota de mis labios, sólo porque esta situación es ridícula. No puedo creer que esté haciéndome una escena de celos cuando Hayley está desaparecida.

—Su nombre es Emma —digo, en un murmullo—. No sé cómo puede llamársele a eso que tienen, pero sé que él está enamorado hasta los huesos.

—Ya veo —dice, y es el fin de nuestra conversación.


El resto del camino lo pasamos en silencio. No he dejado de pensar en Hayley, ni en la propuesta de Tyler. No he podido arrancar el sonido de su insidiosa voz y el tono persuasivo que utilizó conmigo. Ni siquiera he tenido el valor de decirle a Harry que tomé su teléfono sin permiso. ¿Eso ya cuenta como ayudar a Tyler?, ¿mantener en secreto esa información es traicionar al chico que se encuentra sentado a mi lado?...

Nos toma cerca de quince minutos más llegar a nuestro destino y, una vez ahí, me apresuro a salir del vehículo a toda velocidad. No puedo estar cerca de Harry sin sentirme una traidora, a pesar de que aún no decido qué haré.

— ¡Maya! —Él alza la voz a mis espaldas y me detengo en seco para girarme.

Está inclinado sobre el asiento del copiloto, de modo que soy capaz de mirar la silueta recortada de su cuerpo. Su vista está fija en mí, su ceño está fruncido ligeramente y la determinación tiñe sus facciones.

— ¿Si? —Mi voz suena temblorosa.

—Voy a recuperarla. Lo prometo —dice y yo asiento, incapaz de decir nada. Entonces, añade—. Si tengo noticias te lo haré saber.

Trato de esbozar una sonrisa agradecida, pero apenas logro dibujar una mueca en mis labios.

Harry luce dubitativo. Es como si estuviese intentando discernir si debe o no decir algo más, sin embargo, decide no hacerlo y vuelve a poner en marcha el auto antes de desaparecer por la avenida.



~*~



No veo a Jeremiah hasta el mediodía. Al parecer, un fiscal bastante famoso en el mundo del derecho dio una conferencia en el campus. Mi amigo, por supuesto, no podía dejar pasar la oportunidad de aprender un poco acerca de ese hombre; así que tuve que esperarlo por casi tres horas para poder hablar con él.

Ahora mismo nos abrimos paso por el atestado pasillo principal de uno de los edificios alternos. Nos dirigimos hacia el estacionamiento, donde ha dejado su vehículo, al tiempo que le pregunto cosas triviales de su día a día.


A pesar de que actúo relativamente normal, no puedo arrancar de mi mente todo aquello que debo decidir. Estoy a punto de volverme loca. Estoy a punto de perder los estribos...

El sonido de una bocina siendo tocada con desesperación, me hace percatarme de que un extraño silencio se ha instalado entre Jeremiah y yo; sin embargo, no tengo cabeza suficiente como para buscar algo para decir. No aún. Quiero esperar a que estemos dentro de su coche para contárselo todo, así que, sin más, pregunto—: ¿Y Emma?

Mi amigo se toma unos segundos antes de responder—: No la he visto en todo el día.

Eso es lo único que necesito para saber que han discutido.

— ¿Qué pasó?

Se encoje de hombros, en un gesto despreocupado, pero noto, por el rabillo del ojo, cómo su mirada se entristece notablemente.

—Todo.

—Eso no es muy específico que digamos.

—Pero es la verdad —su voz se quiebra un poco.

— ¿Quieres hablarlo?

Un suspiro cansino brota de sus labios y comienza—: Estábamos en su casa. En la sala. Besándonos... —niega con la cabeza, y sus facciones se tiñen de frustración y... ¿vergüenza?—. Las cosas se pusieron un poco... intensas.

—Santo Dios —de pronto, no sé si quiero seguir escuchando.

—Ella se volvió loca cuando intenté... tú sabes.

— ¡Dios mío, Jeremiah! —Sueno más alarmada de lo que espero—. Dime, por favor, que al menos llevabas protección.

—Espera, ¿qué? —Me mira con aire escandalizado—, ¡no!, ¡Dios, Maya!, ¡no hablo de eso!, ¡yo sólo quería tocarla!

—Oh... —siento cómo el rubor se apodera de mis mejillas y noto como su rostro se enrojece, también. Mi amigo niega con la cabeza, pero una sonrisa avergonzada tira de las comisuras de sus labios.

—Como sea... —masculla—. ¿En qué me quedé?, ¡oh, sí!..., empezamos a discutir —de pronto, la sonrisa se esfuma y da paso a un rostro con aire desconsolado y triste—. Le dije que estaba harto de nuestra situación; y no por el sexo, sino porque ni siquiera yo sé qué diablos es lo que somos —la frustración en su voz aumenta con cada palabra que pronuncia—. Nos besamos. Nos decimos lo que sentimos a cada segundo del día. ¡Dios, Maya!, no sabes cuántas veces he estado a punto de decirle que la amo... —traga duro. Nos hemos detenido. Estamos parados junto a su auto y en lo único que puedo pensar ahora mismo en que ha dicho que la ama—. Le dije que estaba cansado de su falta de confianza en mí, que no planeaba hacer nada que ella no quisiera, que yo sólo quería... —noto cómo sus mejillas se tiñen un poco más, y frota sus palmas contra su cara antes de continuar—: Ella comenzó a excusarse y yo estallé. Le dije que, si no quería algo real conmigo, que lo mejor era que todo terminara.

— ¿Y qué te dijo? —Un extraño dolor se instala en mi pecho, sólo porque sé cuán enamorados están el uno del otro. No puedo creer que no puedan dejar de complicarse la existencia y amarse como se merecen hacerlo.

—Que no podía darme lo que yo quería. Que ella nunca iba a tener una relación conmigo porque no puede darme una relación ordinaria —su voz se quiebra ligeramente—. Me dijo que era un tonto soñador si creía que era posible que ella aceptara la posibilidad de estar con alguien. Me gritó que era VIH positivo y que no debía olvidarlo. Que lo mejor era que me largara de su vida para siempre... —no me atrevo a apostar, pero creo que está a punto de echarse a llorar. Un silencio largo se instala entre nosotros y, entonces, dice—. Me rindo, Maya. Ya no puedo más con esto. La amo, pero yo ya no puedo seguir de esta manera.


La mirada de Jeremiah está clavada en el suelo y noto cómo su cuerpo se estremece. Su espalda está encorvada hacia adelante, en un gesto inseguro; sus manos están dentro de los bolsillos de sus vaqueros y luce como si pudiese quebrarse en cualquier momento.

No sé qué decir para aliviar el horrible estado de ánimo en el que se ha sumido y me odio por haber sacado el tema a relucir. Me odio por no ser capaz de mantener la boca cerrada cuando debo hacerlo.


Nunca he sido buena a la hora de consolar a otros. A decir verdad, se me da terrible. Sin embargo, hago mi mejor esfuerzo y lo abrazo con fuerza.

Al principio, luce desorientado; sin embargo, parece relajarse con el paso de los segundos. Entonces, envuelve sus brazos alrededor de mi cintura.

—Esto es una mierda... —su voz ronca murmura contra mi oreja y aprieto mi agarre en él.

—Estoy segura de que ella está igual de enamorada que tú —susurro y me aparto para mirarlo a los ojos—. Sólo dale un poco de tiempo para asimilarlo todo, ¿de acuerdo? —Él asiente, pero no luce convencido—. Ella va a buscarte. Yo lo sé. Sólo dale tiempo.


Jeremiah suelta una risita amarga, pero no dice nada. No es necesario que lo haga. Su expresión lo dice todo. Él no cree que Emma vaya a buscarlo.

—Como sea —masculla, pero aún luce afectado.

Se frota el rostro con ambas manos y toma un par de inspiraciones profundas antes de abrir las puertas de su coche. Acto seguido, se encamina hacia el lado del copiloto y abre la puerta para que trepe en él. Entonces, le da la vuelta al auto por la parte de adelante y sube antes de encender el motor.

Una canción desconocida para mí canta en la radio, pero no tengo ánimos para intentar averiguar de quién se trata. Mi mano se estira hasta llegar al aparato y lo apago.

Jeremiah sale del campus a paso lento y pausado. Ninguno de los dos habla mientras que conduce sin ningún rumbo en específico.


Han pasado ya alrededor de diez minutos, cuando Jeremiah habla—: ¿A dónde iremos?, ¿de qué querías hablarme?

El golpe de realidad es más fuerte de lo que espero. De pronto, se siente como si pudiese vomitar en cualquier instante. Ni siquiera sé por dónde debo empezar, así que guardo silencio durante unos instantes antes de decir, con un hilo de voz—: Ha pasado algo muy grave.

Jeremiah maniobra para dejar atrás a un anciano que conduce muy por debajo de la velocidad permitida.

—Te escucho.

Entonces, se lo cuento todo...

La forma en la que Tyler llegó conmigo, la manera en la que arrebató a Hayley de mis brazos, mi desesperado llamado a Harry... Omito los detalles de mi estancia en el apartamento; sin embargo, le hablo sobre la conversación que tuve con Tyler.


Para cuando termino de hablar, Jeremiah ha aparcado en un parque a pocos kilómetros de la Universidad. Sus ojos incrédulos y escandalizados me miran y se siente como si llorar fuese la cosa más fácil por hacer ahora mismo.

— ¡Maldición! —Exclama, con asombro genuino—, ¿te pierdo la pista unos días y te ocurre todo esto? —Niega con la cabeza—. ¡Joder, Maya!, ¡ni siquiera sé qué decirte!

En cualquier otro momento, su chiste me habría hecho reír; sin embargo, ahora me encuentro tan preocupada, que no me causa nada de gracia. Él parece notarlo por el gesto de impaciencia que esbozo, y se aclara la garganta antes de adoptar una actitud seria y analítica.


—Estoy seguro de que la propuesta de Tyler es una trampa —dice, tras unos minutos de silencio absoluto—. No creo que vaya a entregarte a Hayley si entregas a Harry. El tipo es un completo lunático que lo único que hace es pensar en sí mismo.

Sus palabras son sólo la confirmación de eso que ya había pensado con antelación. Tyler no es un tipo de fiar y eso lo tengo bastante claro, sin embargo, necesitaba que alguien lo dijera en voz alta.

—No sé qué hacer, Jeremiah —la angustia se filtra en el tono de mi voz—. Estoy tan desesperada...

—Debes tranquilizarte —mi amigo me reprende—. Necesitamos pensar en cómo diablos debemos proceder a la propuesta de ese hijo de puta. Si le dices que no, probablemente va a enfurecerse y dañará a Hayley. Por otro lado, si dices que sí, es probable que el tipo se encargue de refundir a Harry en la cárcel durante un montón de años y va a quedarse con la niña para seguir chantajeándolo aún cuando esté encerrado. Eso puedo asegurártelo.

Mis manos se presionan en mis ojos y una nueva oleada de pánico me asalta. El antiguo dolor de cabeza vuelve a mí y me siento aturdida, abrumada y entumecida.

"¿Qué demonios voy a hacer?..."

—Voy a volverme loca. Estoy perdiendo la cabeza, Jeremiah, te juro que... —me detengo en seco. El nudo en mi garganta quema con fuerza y las lágrimas que amenazan con abandonarme me impiden ver con claridad—. No sé cómo diablos voy a salir de todo esto.

El silencio se apodera del ambiente, mientras que mi mente vaga por cientos de escenarios caóticos. No puedo dejar de reproducir esa llamada y lo que he estado haciendo desde que la recibí.


—Es que, no entiendo cómo es que... —se detiene en seco. Su mirada se alza con brusquedad y exclama—, ¡eso es!

— ¿Qué?, ¿qué cosa?

— ¡Lo tengo! —Medio grita—, ¡Carajo!, ¡lo tengo!

— ¿De qué estás hablando?

—Tenemos que hacer que Tyler caiga en su propia trampa, Maya. Debemos tenderle una —Apenas puedo seguirle el hilo a su conversación, pero lo escucho mientras habla a toda velocidad—: Vamos a hacer que Tyler crea que vas a entregarle a Harry, pero vamos a entregarlo a él a la policía.

— ¿Y Hayley? —Mi voz suena más allá de lo inquieta. Estoy aterrorizada.

—Si todo sale como espero, también vamos a recuperarla. Creo que tengo la estrategia perfecta.

—Soy toda oídos —digo, y comienza a hablar.


El plan de Jeremiah consiste en hacerle creer a Tyler que voy a entregar a Harry a la policía. En teoría, se supone que debo esperar por el llamado de Tyler para decirle que acepto su trato, pero que deberá ser con mis términos y condiciones.

Debo pedirle mandar a alguien a algún centro comercial con la niña a la misma hora en la que él se reunirá con Harry; con el argumento de que eso va a asegurarme que el trato no es una trampa. Esto con la finalidad de reducir las probabilidades de que alguien salga herido si algo sale mal.

Después de hacer el trato, debemos llamar a Harry para ponerlo al tanto de lo que va a ocurrir, para que no se presente al punto de reunión acordado con Tyler. Él deberá hacerle creer que asistirá para caer en su trampa, cuando en realidad nunca va a llegar.

Una vez que Harry esté enterado, voy a comunicarme con la policía e informarles acerca del paradero de Tyler, quien aún es buscado por lo que me hizo hace más de un año. Según Jeremiah, lo conveniente es hacer la llamada una hora antes de que todo ocurra, para que así, los agentes y detectives tengan oportunidad de preparar una emboscada apropiada.

Si todo sale conforme al plan, recuperaríamos a Hayley y Tyler sería atrapado esta misma noche, pero...


—Puede funcionar, Maya —Jeremiah está más que entusiasmado; sin embargo, yo estoy a punto de tener un ataque de pánico.

—Es demasiado arriesgado —digo, con un hilo de voz. Niego con la cabeza, frenéticamente. Estoy perdiendo la compostura. Estoy ansiosa. No puedo seguir con esto. No puedo, no puedo, no puedo...—. Tyler es capaz de vigilar mi línea telefónica sólo para asegurarse de que no voy a traicionarlo. Si descubre que llamo a Harry, va a sospechar y no va a entregarnos a Hayley. Va a matarla si nos descubre y...

¡Hey!, ¡hey, hey, hey! —Sus manos ahuecan mis mejillas— ¡tranquila! —me mira a los ojos y noto la preocupación en su mirada—. Vamos, respira conmigo...

Jeremiah comienza a inhalar y exhalar con lentitud, de modo que lo imito. Poco a poco, el aire comienza a abrirse paso hasta llegar a mis pulmones, y me tranquilizo un poco.


—Es demasiado riesgoso —niego con la cabeza. Aún estoy bastante alterada, pero al menos ya puedo hablar un poco.

—No lo es. Puedo ser yo quien llame a Styles para contarle el plan. Tú solo tendrías que llamar a la policía. Ibas a hacerlo de cualquier modo, ¿no es así?... Si Tyler estuviese vigilando tu línea telefónica y encontrara una llamada a la policía desde tu teléfono, no sospecharía nada porque es parte de su plan para acabar a Harry, ¿no es cierto? —Razona—. No van a descubrirnos. Vamos a estar muy lejos con Hayley para cuando sus trabajadores se den cuenta de que todo era una farsa —me alienta y espera unos segundos antes de agregar—: Maya, es probable que esta sea la única oportunidad que tengamos.


El sonido del timbre de mi teléfono me hace saltar en mi lugar y Jeremiah suelta una maldición en voz baja. El número en la pantalla es completamente desconocido para mí, pero sé que es Tyler. Tiene que serlo. Dijo que me buscaría, ¿no es así?...

—C-Creo que es él.

—Maya, por favor... —Jeremiah suena suplicante y aprieto los ojos con fuerza. Si no lo intento, voy a tener que negarme al trato de Harry y eso va a complicar las cosas. Es probable que, después de eso, él ya no quiera negociar con nosotros. Podría matar a Hayley y...

Niego con la cabeza, para ahuyentar los pensamientos tortuosos y miro la pantalla de mi teléfono antes de tomar una inspiración profunda. Estoy a punto de lanzarme al vacío...

—De acuerdo. Hagámoslo —digo y, antes de que Jeremiah pueda decir algo, respondo el teléfono.

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