Capítulo 15



No puedo dejar de llorar. Soy vagamente consciente de que la mujer que se acercó hace un rato no se ha marchado, pero no puedo evitar sentirme ausente de la realidad. Estoy aquí, pero no puedo conectar mi cerebro con la realidad que me rodea.

Es como si todo pasara a través de un filtro, ya que no puedo concentrarme en otra cosa que no sea el ir y venir de los autos de la calle.

No puedo moverme. No puedo dejar de torturarme con lo ocurrido con Tyler y la forma en la que arrebató a Hayley de mis brazos. Tampoco puedo dejar de pensar en qué demonios voy a decirle a Kim cuando tenga que enfrentarla. No sé cómo diablos voy a verla a los ojos y decirle que permití que me quitaran a su hija. Va a odiarme. Yo me odiaría si fuera ella...


Las lágrimas no dejan de caer por mis mejillas y mi cuerpo entero se siente entumecido y aletargado, pero no tengo fuerza alguna para hacer algo que pueda espabilarme un poco.

La mujer a mi lado habla pero no la escucho realmente. Sé que trata de tranquilizarme, pero no puedo hacer otra cosa que no sea revolcarme en mi miseria. No puedo hacer nada más que revivir lo que acaba de pasar.


Lo único que soy capaz de hacer ahora mismo, es escuchar el tono suave y dulce que utiliza conmigo mientras me sumerjo en un mar de auto odio. Me siento como una completa idiota. Me siento como una buena para nada. ¿Cómo es posible que ni siquiera pude mantener a salvo a una pequeña?...


El sonido de la voz de la mujer se apaga abruptamente en un segundo, y una figura aparece en mi campo de visión. El torso enfundado en una camisa de botones color negra se desliza hacia abajo y, en cuestión de un instante, me encuentro mirando un par de familiares ojos color esmeralda.

Una mano grande y cálida se coloca sobre mi mejilla y los dedos largos se curvan en mi cuello hasta llegar a mi nuca.

Me toma unos instantes registrar en las cejas espesas fruncidas en un ceño profundo y la mandíbula apretada del hombre que se encuentra acuclillado frente a mí. Es hasta ese momento cuando me doy cuenta que me encuentro sentada en el suelo, con las rodillas flexionadas y los brazos agarrotados alrededor de un bulto. No sé en qué momento llegué al suelo y tampoco me interesa averiguarlo. Lo único que deseo ahora mismo es que todo esto sea una jodida pesadilla...


Mi vista viaja por el familiar rostro del chico frente a mí y no puedo evitar demorarme más de lo debido en las escandalosas cicatrices que ensucian el lado izquierdo de su rostro. No las miro por morbo, sin embargo. Las observo porque ahora más que nunca me parecen fascinantes. Hermosas a su manera.

Mis ojos viajan por el resto de su cara y me percato de cómo las largas hebras de cabello ondulado caen sobre su frente y sombrean su rostro de modos encantadores.

Harry Styles siempre ha sido una visión dolorosa y maravillosa.


—Maya —mi nombre sale de sus labios y suena como la más dulce de las plegarias. Como si estuviese agradeciéndole al cielo el hecho de tenerme frente a él sana y salva, pero yo no puedo responder. No puedo pronunciar su nombre porque si lo hago, voy a romperme. Voy a quebrarme en fragmentos diminutos.

Mi corazón se estruja con violencia en el instante en el que noto cómo la nuez de Adán del su cuello sube y baja cuando traga duro. La angustia que se filtra en sus facciones es tan intensa, que apenas puede mantener su expresión serena.

Soy vagamente consciente de cómo la mujer le dice que estoy en shock, para después escuchar la voz de Harry dando las gracias por quedarse conmigo. Entonces, su atención se vuelca hacia mí una vez más.


No es hasta que tira de la pañalera que tengo aferrada entre los brazos que me doy cuenta de que aún la mantengo conmigo. Mis dedos se sienten agarrotados y se rehúsan a dejar ir el material de la maleta.

—Está bien, Maya —la voz de Harry es un susurro tranquilizador—. Dame la maleta, cariño.


Lágrimas nuevas se agolpan en mis ojos y nublan mi visión; sin embargo, me obligo a soltar lo que aferro con todas mis fuerzas contra mi pecho. Mis dedos se sienten entumecidos cuando Harry aparta la pañalera y se la entrega a alguien que se encuentra detrás de él. Entonces, con mucho cuidado, aferra mi mano entre sus dedos y tira de mí hacia arriba para levantarme de donde me encuentro.

Apenas puedo moverme. Apenas puedo seguir el camino que él indica. Apenas puedo respirar...

—Te tengo, amor —murmura y, de pronto, envuelve sus brazos alrededor de mi cuerpo con mucho cuidado antes de apretarme contra su pecho.

Mis párpados se cierran con fuerza en ese instante e inhalo profundo el aroma a perfume fresco, loción para afeitar y cigarrillo que despide su cuerpo. Mis rodillas se sienten temblorosas, de pronto, y una oleada de sentimientos se agolpa en mi pecho con tanta fuerza, que apenas puedo contenerla.


Entonces, me dejo ir...

El llanto desgarrador que brota de mi garganta hace que sus brazos fuertes me aferren con más intensidad y yo me aferro a él hasta que mis nudillos duelen. Aferro el material de su camisa con mis puños cerrados y sollozo y gimoteo lastimosamente.

—Voy a recuperarla para ti, amor —susurra—. Voy a recuperarla, pero por favor, no llores. Maya, te lo suplico, no llores...

Un balbuceo incoherente brota de mis labios en el instante en el que la promesa abandona sus labios, pero ni siquiera yo entiendo lo que digo.

Una de sus manos se coloca en la cima de mi cabeza y me presiona contra él con más fuerza que antes y me mantiene ahí mientras me desmorono. Me sostiene mientras que la culpa me envuelve hasta acabar con cada parte de mí.

No sé cuánto tiempo pasa antes de que los sollozos provenientes de mis labios se transformen en quejidos suaves y bajos; sin embargo, Harry no se mueve ni un milímetro. Se limita a sostenerme contra su cuerpo y a susurrar palabras tranquilizadoras en voz tan baja, que sólo yo puedo escucharlas.


—Cree que es nuestra hija... —digo, tras un largo momento de silencio. Mi voz suena ronca, lejana y distante. Todo el cuerpo de Harry se tensa en el instante en el que pronuncio esas palabras, pero no dice nada—. D-Dijo que... —trago el nudo en mi garganta—. Dijo que, si queríamos volver a verla, tenías que darle todo lo que tienes. Tu negocio, tus clientes... lo quiere todo.


La mano de Harry que descansa en la cima de mi cabeza se desliza hasta mi espalda y siento cómo su barbilla se recarga en mí.

—Voy a dárselo todo, Maya —dice, con la voz enronquecida por la ira contenida—. Voy a darle lo que pide y lo haré a la voz de ya, ¿me oyes?...

El alivio que traen sus palabras es tan grande, que no puedo evitar dejar escapar un suspiro entrecortado.

— ¿Cómo voy a decírselo a Kim?, ¿cómo le dices a alguien algo así? —Mi voz suena más allá de lo angustiada. Me siento derrotada.

—Debemos hablar con Liam, también —dice, con un hilo de voz—. Yo también debo estar ahí cuando se lo digamos. Es mi responsabilidad. Es por mi culpa que ocurrió todo esto. Si me hubiese mantenido alejado de ustedes, nada de esto estaría pasando.

Mis párpados se aprietan con fuerza y muerdo la parte interna de mi mejilla.


— ¿Cómo diablos voy a mirarlos a los ojos y decirles que he dejado que me arrebataran a su hija? —El dolor que se filtra en mi tono, hace que sus brazos se tensen a mí alrededor—. N-No pude hacer nada. Intenté correr, pero venía con más hombres. Él... —niego con la cabeza y me aparto para mirarlo a los ojos—. Él me apuntó con una pistola. Ni siquiera sé cómo demonios fue que lo desarmé.


Un destello iracundo se apodera de los ojos de Harry en el instante en el que pronuncio esas palabras y noto cómo la línea de su mandíbula se tensa una vez más.

¿Qué?...

Entonces, cae sobre mí como balde de agua helada. En ningún momento mencioné que me amenazó con una pistola. A decir verdad, no le he contado nada de lo que ocurrió; así que lo hago.

Relato detalle a detalle la forma en la que se acercó a mí y cómo apuntó un arma hacia mí cuando grité para poder escapar. Con cada palabra que digo, su mirada se oscurece un poco más; sin embargo, se las arregla para escuchar toda la historia con atención hasta que termino.


Furia cruda e intensa se apodera de sus facciones y un escalofrío me recorre la espina dorsal en el momento en el que noto cómo su expresión se transforma en una familiar mueca sombría.

Un viejo recuerdo sale a la superficie y mi estómago se revuelve al instante. Sólo una vez he visto ese gesto en su rostro y fue cuando estuvo a punto de prenderle fuego a Tyler en la bodega donde solía reunirse con la gente de Rodríguez.


De pronto, su mirada busca a alguien detrás de mí. Es entonces, cuando espabilo un poco y giro sobre mi eje para encontrarme de frente con un chico que no puede ser mucho más grande que yo. No sé de dónde salió o si estuvo aquí todo el tiempo, pero acabo de notarlo.

Él y Harry parecen tener una conversación con la mirada, y no puedo evitar preguntarme cuánto tiempo tuvieron que pasar el uno con el otro para tener esa clase de comunicación corporal.

—Tengo que darle lo que pide —la voz de Harry llega a mis oídos. Sé que se dirige al chico que se encuentra a pocos pasos de distancia.

—Aún es muy pronto —preocupación genuina se apodera del rostro del desconocido, mientras que niega con la cabeza. Es joven. No puedo calcularle muchos años. Debe tener la edad de Harry. Su cabello oscuro está corto casi a rape y su piel morena le da un aspecto exótico.

—No puedo permitir que le haga daño a la niña. Es hija de uno de mis mejores amigos, Tom —las palabras de Harry son como una bofetada en el rostro. No sabía que Liam y él habían convivido lo suficiente como para que un chico como Harry lo considerara uno de sus mejores amigos.

Harry es una persona incapaz de confiar en alguien a la primera de cambios. El hecho de que llame a Liam algo así como su mejor amigo, hace que mi pecho se caliente de formas extrañas.

—Tenemos que hablarlo con Ferguson. También debemos mantener a Doug y a Paula al tanto —dice el tipo de nombre Tom y las náuseas me invaden en el instante en el que escucho los últimos dos nombres.

Doug debe ser el abogado Douglas Schneider y Paula debe ser la mujer de la que hablaron cuando me enteré de que se conocían.


Mi vista viaja en dirección a Harry y noto cómo la duda se apodera de sus facciones.

—Necesito que te encargues de hablarlo con ellos, ¿puedes hacerlo?

—Monstruo, pero...

—No puedo dejarla sola —Harry lo interrumpe—. Necesito estar ahí cuando se lo diga a los padres de la pequeña.

Tom parece dudar unos instantes, pero termina asintiendo en dirección a nosotros.

—Repórtate con Ferguson antes de que caiga la noche. Sabes que odia que desaparezcas como sueles hacerlo —dice, finalmente y Harry asiente.

—Lo haré. Mantenme al tanto de todo, ¿de acuerdo?

—Dalo por hecho —Tom habla y le regala una sonrisa fugaz al a mi lado antes de posar su vista en la mía—. Lamento haberte conocido en estas circunstancias, Maya Bassi —su sonrisa ahora es grande y un tanto burlona—. Monstruo no hace otra cosa más que hablar de ti. Haremos lo que sea que esté en nuestras manos para ayudarte. Tienes mi palabra.

Entonces, sin decir nada más, se gira sobre sus talones y se echa a andar en dirección a la avenida.


Mi atención se vuelca hacia Harry a toda velocidad y lo único que puedo decir en ese momento es—: ¿Monstruo?

Una sonrisa suave se dibuja en sus labios y, de pronto, luce avergonzado.

—Es una larga historia —dice, y niega con la cabeza—. Ya habrá tiempo de contártela. Por lo pronto, vamos a casa de Liam. Esto va a ser un jodido desastre.



~*~



La mirada desencajada de Kim es lo único que puedo ver en este momento. Incredulidad, dolor, ira, desesperación y angustia se arremolinan en sus facciones y lo único que quiero en este momento, es desaparecer. Diluirme en un montón de nada, para así no sentir. Para sí dejar de mirar esa horrible expresión en su rostro.

¿Qué?... —Su voz sale en un susurro ronco y entrecortado.

Yo no puedo sostener más su mirada, así que la desvío y me abrazo a mí misma para reprimir la nueva oleada de lágrimas que amenaza por abandonarme.

¡No! —El sonido mitad sollozo mitad gemido que la abandona, es desgarrador—, ¡no, no, no!, ¡por favor, dime que no es cierto, Maya!

En ese momento, todo mi autocontrol se va al caño y me cubro el rostro con las manos para evitar que me vea llorar.


De pronto, todo es caos. Kim llora y grita desconsoladamente mientras que Liam trata de tranquilizarla. Soy vagamente consciente de cómo un brazo se envuelve alrededor de mis hombros y lo único que puedo hacer es recargarme contra el torso de Harry para esconder la cara en el hueco entre su hombro y su mandíbula.

Hace un rato que llegamos a casa de Liam y le contamos lo ocurrido. De hecho, fue Harry quien habló con él. Yo no pude hacerlo. No pude pronunciar una sola palabra acerca de lo que pasó.

Liam se puso como loco. Estuvo a punto de salir del apartamento a buscarla en su coche. Harry apenas pudo contenerlo y creo que en el proceso fue golpeado varias veces por un Liam desesperado y furioso.

Yo ni siquiera pude mirarlo a los ojos. Ni siquiera fui capaz de implorar su perdón porque estaba ahogándome en mis propias lágrimas.

"Todo es mi culpa. Debí hacer algo más. Debí..."


— ¡FUE TU MALDITA CULPA! —El grito violento de Kim llena mis oídos e irrumpe la retahíla de negatividad en la que he sido envuelta. Mi vista se posa en ella, al tiempo que me aparto de Harry para dar un paso hacia adelante. La mirada cargada de ira cegadora que me dedica, es como un puñetazo en el estómago—. ¡DEBÍAS CUIDAR DE ELLA!, ¡DEBÍAS HABER IMPEDIDO QUE SE LA LLEVARAN!

Un sollozo estrangulado brota de mi garganta y balbuceo una débil explicación acerca de cómo traté de impedir que se la llevaran, pero ella ya ha avanzado hacia mí a toda velocidad.

De pronto, soy interrumpida por el impacto brutal de su mano contra mi mejilla. El dolor estalla en mi sistema y todo mi rostro gira debido a la fuerza de la bofetada que acaba de propinarme.


— ¡Kim, por el amor de Dios! —La voz de Liam resuena cerca, mientras que Harry tira de mí para alejarme del alcance de mi amiga.

El dolor es bien recibido, sin embargo. El dolor es aceptado y abrazado por mí, porque alivia un poco la sensación de malestar que apenas me permite respirar correctamente.

La culpa y la opresión angustiante que se ha apoderado de mí, apenas me permite funcionar y lo único que deseo ahora mismo es recibir un jodido castigo por no haber podido impedir que Tyler se llevara a Hayley.


— ¡USTEDES DOS TIENEN LA PUTA CULPA DE TODO ESTO!, ¡TÚ, JODIDO IMBÉCIL!, ¡SE LLEVARON A MI HIJA POR TU CULPA, MALDITO HIJO DE PERRA!, ¡TE ODIO! —Dice, en dirección a Harry.

— ¡Kim, basta! —Liam habla detrás de ella, pero no se detiene.

— ¡TÚ DEBISTE CUIDAR DE HAYLEY! —Grita hacia mí—, ¡DEBISTE MANTENERLA A SALVO!, ¡¿ES QUE ACASO NO PUEDES HACER UNA PUTA COSA BIEN?!

El dolor intenso que provocan sus palabras, es insoportable; pero no me atrevo a decir nada. No me atrevo a decir nada porque sé que tiene razón. Sé que lo he arruinado todo. Sé que no he dejado de joderlo todo para las personas que me rodean. Soy un maldito desastre.

— ¡Kim!, ¡por Dios, para ya! —Liam espeta, con violencia y la toma por los hombros para girarla y mirarla a los ojos—, ¡no vas a solucionar una mierda buscando culpables!, lo que tenemos que hacer ahora mismo es pensar en cómo vamos a proceder con todo esto.

—Voy a darle a Tyler todo lo que pide, Kim —Harry habla. Trata de sonar sereno, pero hay un destello de angustia en la forma en la que habla—. Prometo que voy a solucionar esto.


Una risa amarga brota de los labios de mi amiga, quien se retira del agarre de Liam para encarar a Harry medio gritando—: ¡¿Esperas que te crea eso cuando no fuiste capaz de cumplir las putas promesas que le hiciste a Maya?! ¡Eres patético, Harry!, ¡eres el hombre más despreciable del jodido planeta!, ¡ojalá te pudras en el infierno!

— ¡Kim! —La palabra sale de mis labios sin que pueda detenerla y ella me mira con resentimiento y coraje.

— ¡No te atrevas a defenderlo, Maya! —Escupe, interrumpiéndome. Lágrimas nuevas abandonan sus ojos y me siento miserable—, ¡no de nuevo!, ¡te lo advertí!, ¡te lo dije mil veces!, ¡te dije que este imbécil no era bueno para ti y mira lo que pasó!, ¡eres una maldita buena para nada!, ¡estoy cansada de todo esto!, ¡estoy harta de que te comportes como una idiota cuando Harry está cerca de ti!, ¡ni siquiera puedo mirarte ahora mismo! —Me digo una y otra vez que está enojada, que todas sus palabras han sido dichas cegadas por la angustia y la tristeza, pero aún así duelen como la mierda. Calan y escuecen en mi pecho como el peor de los venenos—. ¡Lárgate de aquí!, ¡vete!, ¡no quiero tener que ver tu puta cara nunca más!


Quiero responder. Quiero escupirle que este apartamento también es mío. Que pago la renta y los servicios justo como ella y que no tiene derecho alguno de echarme de mi propia casa; sin embargo, reprimo todas las palabras que se agolpan en mi garganta y amenazan con salir por voluntad propia.

La impotencia, el coraje y la culpabilidad se mezclan en mi sistema, creando un monstruo que amenaza con acabar con todo; sin embargo, muero mi lengua para evitar dejarlo salir.


La mirada suplicante que Liam le dirige a Harry es todo lo que necesita para que el chico de las cicatrices me tome por el brazo y tire de mí con suavidad en dirección a la entrada del apartamento. Yo no opongo resistencia. No quiero estar más aquí. No quiero seguir escuchando palabras hirientes de Kim y tampoco quiero mirar la expresión angustiada de Liam. No cuando yo soy la culpable de todo lo que está pasando...

Quiero decir algo -lo que sea- para aminorar el enojo de Kim, pero nada viene a mí mientras Harry guía nuestro camino hacia la salida del apartamento que comparto con ella. No creo que haya nada que pueda decir para remediar algo como esto.


Soy empujada hasta el pasillo del edificio con suavidad, y no opongo resistencia. La puerta del apartamento es cerrada por Harry, y el impacto de la madera me saca de mi estupor. De pronto, la realización me azota de lleno. Estoy fuera de mi casa, con Harry, y no sé a dónde demonios es que nos dirigimos.

Una parte de mí, esa que es orgullosa y terca, me dice que debo quedarme justo donde estoy; sin embargo otra, esa que es un poco más sensata y centrada, me dice que ahora no es tiempo de hacer esa clase de cosas.

En este momento, lo último que necesitamos es discutir entre nosotros.


—Vamos —la suave orden proveniente de sus labios me pone la carne de gallina, pero no puedo moverme de donde me encuentro.

Trato de procesar el hecho de que, después de semanas, estoy aquí, con él, sin discutir o pelear por estupideces. Hacía mucho tiempo que no estaba a su alrededor sin sentirme a la defensiva.


Me encuentro dividida entre la abrumadora realización de este hecho, y la angustia lacerante que me provoca saber que Hayley está en manos del hombre más despreciable que he tenido la desdicha de conocer.

Quiero quedarme aquí e implorarle a Kim y a Liam que me perdonen, y al mismo tiempo quiero desaparecer. Quiero que todo esto sea una maldita pesadilla porque no tengo idea de cómo mierda voy a solucionar todo esto.


Una figura familiar se interpone en mi campo de visión y, en ese momento, me doy cuenta de que había dejado de mirar a Harry para contemplar la puerta de madera que me separa de mi mejor amiga y su ex novio.

De pronto, me encuentro observándolo directo a los ojos.

—Maya, déjalo estar —sé que trata de sonar duro, pero fracasa terriblemente.

—N-No puedo marcharme —mi voz sale en un susurro tembloroso e inestable—. Necesito...

—No puedes quedarte aquí —me interrumpe. Su ceño está fruncido con preocupación—. Kim está demasiado enojada. Va a terminar destrozando su amistad si te quedas aquí a escuchar toda la mierda que lleva dentro. Necesitas darle espacio.


El agujero que se ha instalado en la boca de mi estómago desde hace horas, parece hacerse más grande con las palabras de Harry, sin embargo sé que tiene razón.

—Nunca va a perdonarme —el murmullo inestable, suena triste y derrotado.

—No pienses en eso ahora, Maya —una de sus manos grandes ahueca mi mejilla—. No te tortures así. No ha sido culpa tuya y lo sabes. Esto es entre Tyler y yo.

Niego con la cabeza una y otra vez, mientras que reprimo las ganas que tengo de echarme a llorar una vez más.

—Debí mantenerla a salvo. Debí luchar más, Harry. Debí impedir que se la llevaran —mi voz sale en un susurro ahogado por el nudo de mi garganta.

— ¿Cómo?, ¿recibiendo un disparo?, Maya, hiciste lo que estuvo en tus manos. Estoy seguro de que así fue —sus palabras calientan mi pecho y un destello de alivio corre por mi torrente sanguíneo. Sé que miente para hacerme sentir mejor; sin embargo, agradezco el gesto.

Mis ojos se cierran con fuerza y tomo una bocanada de aire antes de dejarla ir con lentitud. Siento cómo su pulgar traza una caricia suave en mi mejilla y, cuando vuelvo a abrirlos, noto cómo sus ojos se han oscurecido varios tonos.

De pronto, la preocupación se marca en sus facciones, haciéndolo lucir más grande de lo que en realidad es. En ese momento, la confusión se arraiga en mi sistema.


— ¿Qué ocurre? —Pregunto, porque no comprendo el motivo de su cambio de humor tan repentino.

—Ocurre que necesito llevarte a un lugar seguro o voy a enloquecer —dice, casi en un gruñido—. No he podido dejar de pensar en la probabilidad que hay de que Tyler vuelva a intentar llegar a ti. Si ya lo hizo una vez, va a volver a hacerlo. Pensar en ello está acabando con mis nervios.

—Harry...

—Por favor, déjame ponerte a salvo —me interrumpe—. No voy a perdonarme nunca si Tyler vuelve por ti y te encuentra. Cometí un error terrible, Maya. Te descuidé y mira lo que ocurrió...

Niego con la cabeza.

—No era tu responsabilidad cuidarme, Harry —digo, porque es cierto—. Sigue sin serlo. Además, fui yo quien te pedí que te alejaras.

Los ojos esmeraldas de Harry se cierran con fuerza y noto cómo un músculo salta en su mandíbula.

—Déjame mantenerte a salvo ahora, Maya. Por favor... —la súplica en el tono de su voz, envía un escalofrío por todo mi cuerpo.

—Debes dejar de pensar que puedes mantenerme lejos de todo peligro, Harry. No es sano para ti. Vas a destruirte.

De pronto, su mirada encuentra la mía de nuevo.

—Por una vez en la vida, déjame hacer las cosas a mi manera, Maya. Por favor, déjame llevarte a un lugar seguro. Déjame cuidar de ti —ruega—. Necesito hacerlo.

No soy capaz de responder. Todo dentro de mí es una maraña inconexa de sentimientos y sensaciones encontradas. Odio que sea capaz de poner mi mundo de cabeza. Odio que provoque todo esto en mí.

Él parece notar la duda en mis facciones, ya que aprovecha ese momento para envolver sus dedos alrededor de mi muñeca.

—Ven aquí, pequeña —ordena, pero suena más bien una petición suplicante.

Entonces, sin darme tiempo de decir nada, tira de mí en dirección a las escaleras del edificio.



~*~



La oscuridad lo llena todo en el instante en el que pongo un pie dentro del espacio. Doy un par de pasos dubitativos mientras que mis dedos tantean la pared más cercana. Trato de mirar más allá de la tenue luz que se filtra a través de las pesadas cortinas que ondean debido al viento que se cuela a través de las ventanas, pero nada funciona. Estoy caminando a ciegas en la oscuridad.

Soy capaz de sentir cómo Harry entra detrás de mí antes de que todo sea alumbrado por la luz que emana el foco que cuelga al centro de la estancia.

Mis ojos se cierran debido al cambio brusco y tengo que parpadear un par de veces para acostumbrarme a la nueva iluminación.


La pequeña sala del apartamento donde ahora vive Harry Styles, es más pequeña que la de su antiguo espacio; sin embargo, la distribución no es muy diferente.

Los sillones de cuero son similares a los que adornaban el lugar que dejó a mi nombre; sin embargo, aquí las paredes son totalmente blancas. Hay un puñado de papeles regados sobre la mesa de centro, así como un montón de restos de comida chatarra sobre los muebles decorativos. El suelo no está alfombrado, así que soy capaz de notar algunas manchas en él.

—Lamento el desastre —se disculpa, cuando repara que mi vista se encuentra fija en la caja de pizza que se está arrumbada sobre uno de los sillones—. No he tenido oportunidad de poner un poco de orden aquí.

—Está bien —digo, tan rápido como puedo—. No te preocupes.


Harry atraviesa la estancia con aire ansioso y levanta la caja de pizza y los contenedores de comida china para después desaparecer por la puerta que, asumo, lleva a la cocina. Cuando regresa, se encarga de apilar los papeles de la mesa y acomodarlos de modo que es posible ver la superficie de vidrio que cubre la estructura metálica del mueble.

—Casi no paso tiempo en este lugar —se disculpa, de nuevo—. Prácticamente sólo vengo a dormir, es por eso que...

—Harry —lo interrumpo. Una sonrisa amenaza por abandonarme—. Está bien.

Entonces, su mirada se alza para encontrar la mía. De pronto, su expresión se transforma en algo más. Algo que no logro comprender del todo. Entonces, traga duro y dice—: Puedes tomar la habitación. No tengo problema alguno durmiendo aquí en la sala.


El dolor se apodera de mi pecho en el instante en el que las palabras abandonan su boca. Una oleada de recuerdos me invade en un abrir y cerrar de ojos, y mi corazón se estruja en el momento en el que revivo el instante en el que Harry me ofreció su habitación para dormir cuando me sacó del apartamento en el que vivía con Leandro.

Supongo que algunas cosas nunca cambian...

—Sabes que puedo tomar el sillón —digo, en un susurro amable, pero me siento más inestable que nunca.

—Y sabes que esto puede convertirse en una horrible discusión —él medio sonríe—, así mejor ahorrémonoslo, ¿te parece?, tu aceptas la habitación de buena gana y nadie se enoja con nadie.

Una sonrisa irritada se dibuja en mis labios sin que pueda evitarlo.

—Hay cosas que nunca van a cambiar, ¿cierto? —Digo, en voz baja.

Entonces, su sonrisa flaquea. El anhelo que se refleja en su rostro es doloroso.

—Y hay cosas que nunca van a volver a ser lo que eran. Así uno lo deseé con todas sus fuerzas —dice.


Algo dentro de mí parece romperse en ese momento, pero me las arreglo para aclararme la garganta y decir—: N-No creo poder dormir, de todos modos.

Harry se deja caer sobre uno de los sillones y apoya los antebrazos sobre las rodillas.

—Yo tampoco creo poder hacerlo —se sincera antes de pasar sus dedos entre las hebras gruesas de su cabello.

— ¿Qué vamos a hacer, Harry? —El miedo se filtra en mi tono de voz.

—Vamos a darle a Tyler lo que quiere —Harry habla, con resolución—. Voy a dárselo todo.

El alivio se mezcla con un puñado de preguntas.

— ¿Cómo vamos a localizarlo?, ¿cómo vamos a asegurar que Hayley esté a salvo hasta que lo haga?

—Tom va a encargarse de eso —Harry me mira a los ojos—. Es tiempo de que toda esta mierda acabe.


Estoy a punto de hacer otra pregunta -esta vez acerca de ese chico llamado Tom-, cuando el sonido del aparato intercomunicador que se encuentra junto a la puerta, salta a la vida.

El ceño de Harry se frunce ligeramente y mira el reloj en su muñeca para verificar la hora antes de levantarse y pasarme de largo para presionar el botón y decir—: ¿Si?

—Soy yo —la voz femenina que resuena en la pequeña caja, envía una punzada de angustia a todo mi cuerpo.

La vista de Harry se posa en mí casi de inmediato y trato de lucir serena y tranquila mientras me abrazo a mí misma y finjo inspeccionar la estancia desconocida para mí.


— ¿Harry? —La chica habla, de nuevo—. Thomas me lo ha dicho todo. Vine a ver cómo te encuentras.

—Ahora te abro —dice él, pero no luce nada complacido con la idea de abrir la puerta seguridad del edificio; sin embargo, presiona uno de los botones y, de pronto, se corta la comunicación con la chica.

El nombre "Paula" viene a mi cabeza casi de inmediato y mi estómago se revuelve con la sola idea de toparme con ella de frente.

Estoy aterrorizada. Mi pulso palpita con fuerza contra mis orejas, pero me obligo a decir, con aire casual—: Tu apartamento es bonito.

Mi mirada se posa fugazmente en él y noto cómo cambia el peso de su cuerpo de una pierna a otra, con incomodidad. Luce ansioso.

—Gracias —dice, pero suena tenso. Un claro contraste con el aspecto desgarbado que tenía hace unos instantes.

De pronto, el sonido de la puerta siendo golpeada, hace que ambos nos volquemos hacia la entrada. Harry parece dudar unos instantes, pero termina avanzando hacia ella para abrir.

No estoy segura, pero creo haber notado algo de palidez en su rostro.


La madera se abre por las bisagras y, de pronto, la figura de una chica aparece en mi campo de visión. Entonces, un vago recuerdo viene a mi cabeza...

La he visto antes. Estoy segura de que la he visto en algún otro lugar.

"¿Dónde?"


Poco a poco la escena toma fuerza y, de pronto, quién es. La vi hablando con Harry la noche en la que fui a corroborar con mis propios ojos que estaba de vuelta en la ciudad.

Es la misma chica rubia con la que él charlaba mientras que yo trataba de mantenerme oculta entre el mar de cuerpos drogados dentro de una vieja bodega.

—Tom me ha dicho todo —dice ella, sin percatarse de mi presencia—. ¿Cómo estás?, ¿has hablado con Liam?, ¿qué te ha dicho...? —Entonces, su vista se topa conmigo y enmudece por completo.


Los ojos de la chica frente a mí me miran de pies a cabeza y me mantengo firme ante su escrutinio.

— ¿Quién eres tú? —Dice, finalmente, en un susurro ronco. No me pasa desapercibido el tono impaciente y molesto en su voz.

—Paula...

—Maya —interrumpo a Harry, sin dejar de mirarla a los ojos—. Maya Bassi.

Entonces, todo su rostro palidece. Terror crudo y poderoso se apodera de las facciones de la mujer que se encuentra de pie delante de mí y una oleada de satisfacción me golpea.

— ¿M-Maya Bassi? —Tartamudea y mira en dirección a Harry para preguntar—: ¿Esa Maya Bassi?

Los ojos de Harry encuentran los míos y noto cómo sus ojos se llenan con algo cálido e intenso.

—Si —dice, con la voz enronquecida por las emociones—. Es esa Maya Bassi.


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