Capítulo 60
Abro la puerta y la veo recostada en la cama, con los ojos cerrados y con la respiración suave.
Me acerco a ella y toco su frente, su cuerpo está muy frío, pero sigue viva, solo que está dormida.
Su cuerpo no presenta ninguna herida, está limpia. Pude notar que su vientre ha dejado de estar abultado, me duele saber que tendré que devastarla con la noticia de la muerte de Jane. No sé cuál será su reacción, temo que acabe con todo o con ella misma, su poder es increíble, al punto que puede llegar a ser destructivo.
Miro mis manos con sangre seca y decido lavarlas en el baño. Cuando estoy ahí aprovecho para lavar mi rostro y tratar de mantenerme fuerte para ella, pero no es tan fácil aceptar que no la protegí como debía y que quien ha pagado las consecuencias a sido el ser que ella más quería.
Cierro la llave del agua y pasó mis manos por mi cabello, recordando que no traigo con qué cubrir mi identidad, podrían reconocerme con facilidad; sin embargo, creo que en este momento lo último que quiero es pensar en banalidades.
Salgo del cuarto de baño y miro por la ventana, el panorama no es muy alentador, está lloviendo sin cesar, las nubes cubren el cielo.
Camino hasta la cama de Elsa, acerco una silla y me siento a su lado, tomo su mano y recuesto mi cabeza sobre el blando colchón, estoy cansado de tener que pasar por todo esto, no me puedo resignar ante el dolor.
Cierro los ojos y en pocos minutos me quedo profundamente dormido.
***
Despierto desconcertado y fuera de lugar. Levanté la cabeza de la cama y pasé una de mis manos por mi nuca.
Miro nuestros dedos entrelazados y siento algo extraño. Su cuerpo ha tomado una temperatura diferente. Ya no estaba fría, ahora estaba demasiado caliente.
Recorro su cuerpo con mi mirada hasta toparme con sus ojos abiertos de par en par.
Parecía estar calmada. Temblé al verla así de... Silenciosa.
—Elsa —susurré y acaricié su brazo con suavidad.
No me respondió, se quedó callada y mirando a la nada.
Comprendí que lo mejor que podía hacer era dejarla tranquila, por su salud y la mía.
Sin embargo, ella pasó su mano por su vientre y se sorprendió al no sentirlo abultado.
—J... jack —tartamudeó.
—Elsa, todo está bien, no te alteres —dije nervioso ya que su temperatura estaba incrementando considerablemente. Traté de mantenerla concentrada en mí, pero ella no era tonta sabía lo que estaba sucediendo.
—¿D... donde... Está... Jane? -—preguntó. Desvié la mirada y ella apretó mi mano para atraer mi atención.
—Elsa, mmm, ella...
—Ella ¿qué? —dijo con más claridad —¿Dónde está... Mi hija? —aumentó su fuerza hasta que sentí que estaba rompiéndome los huesos de la mano —Responde.
Comencé a sudar. Jamás me había sentido tan nervioso como ahora.
Demonios por qué tengo que ser yo quien le diga.
Tomé una bocanada de aire y solté la noticia.
—Elsa, tengo ser claro. Jane está...
—¡Ve al maldito punto! ¡Quiero a mi bebé! —me interrumpió más alterada que nunca.
—¡¿Quieres una maldita respuesta?! ¡Pues está muerta! —exploté y me arrepentí de haberlo hecho cuando vi la expresión de desolación en su rostro.
—¿Qué? —susurró atónita. Un par de lágrimas se asomaron por sus ojos.
—Lo siento, yo no quería decírtelo de esa forma, pero esta es la realidad. La bebé no pudo sobrevivir a los golpes que te propinaron —traté de explicarle.
Elsa seguía congelada en esa cama. Se reincorporó y soltó mi lastimada mano.
—No es cierto. Me estás mintiendo —sus lágrimas cayeron por sus mejillas.
—Pues, no. Es verdad —susurré. Parecía que no iba explotar como creí.
Contuvo la respiración por un rato hasta que comenzó a hiperventilarse.
—¡No! ¡Es mentira! ¡Ella sigue viva!
Oh no, creo que me equivoqué.
—Wow, oye tranquila — me acerqué a ella.
—¡No! —me lanzó contra la pared.
Mis huesos crujieron, el impacto me dejo débil, Elsa es mucho más fuerte cuando está enojada.
Me reincorporé con cuidado. Ella lloraba sin consuelo y abrazaba sus piernas.
—De verdad lo siento —musite.
—¡Tú no lo sientes, tú querías que ella muriera. Debes estar feliz por eso ¿no?! —gritó y me lanzó una bola de fuego que logré esquivar a tiempo.
—¡Claro que no! ¡Yo no quería que muriese de esa forma! —respondí en su mismo tono.
Elsa no paraba de llorar y gritar que era mi culpa, que yo quise que eso pasará. Tiró las sábanas al suelo y enterró sus uñas en su vientre plano.
Corrí hasta ella y la tomé por los brazos, seguía demasiado caliente, tanto que lograba quemar mi piel. Traté de tranquilizarla, pero cada vez se salía más de control.
Sus gritos se comenzaron a escuchar por toda la habitación, incluso, su poder rebasó sus límites cuando los cristales de las ventanas se estallaron y la habitación comenzó a incendiarse. Sin embargo, mi salvación llegó cuando la alarma de incendió sonó y la habitación se llenó de agua que salía del techo, lo cual nos empapó por completo y disipó la ira de Elsa.
Por fin la pude abrazar y susurrarle que todo iba a estar mejor, que no la iba a dejar sola. Ella lloraba en mi pecho, tomó mi camiseta entre sus puños con desesperación.
Un par de sujetos de seguridad entraron por la puerta e inspeccionaron todo el lugar.
—¿Qué sucedió? —preguntó uno de ellos.
Guardé silencio y no dejé de abrazar a Elsa. Esos sujetos se pueden ir al demonio.
—Señor, no hay señales que nos indiquen qué produjo el fuego y el tremendo estallido —Mencionó otro hombre.
—De acuerdo —respondió —¿Se encuentran bien?
Lo encaré y asentí con la cabeza sin soltar a la rubia.
Elsa cesó de llorar y de gritar. Su quietud me tomó por sorpresa, observé su rostro, sentí que su cuerpo era demasiado liviano. Se había desmayado en mis brazos.
***
—¿Te encuentras mejor? —le pregunté cuando despertó.
Nos habían trasladado de habitación y nos habían prestado ropa limpia.
Observé a Elsa desde la ventana. Ella parecía muerta en vida, en pocas palabras, había quedado hecha mierda.
—Jack, quiero verla —me suplicó teniendo los ojos cristalizados.
—No es buena idea —contesté. Comenzó a sollozar.
Caminé hasta la cama y me senté a su lado. Se reincorporó, recostó su cabeza en mi regazo y siguió llorando, creo que se va a deshidratar si sigue haciéndolo.
Acaricié su cabello y su espalda.
—Te juro que le haré pagar a ese maldito por lo que te hizo, acabaré con su vida y vengaré la muerte de Jane —aseguré.
Se levantó y observó mi rostro.
—N -no, yo lo haré —mencionó abatida.
La abracé con fuerza, colocó su cabeza sobre mi hombro y me abrazó por la cintura.
—Lo haremos juntos —susurré.
—Han arrancado una parte vital de mí. Jack, siento que voy a morir, quiero hacerlo, quiero acabar con todo esto —dijo entre sollozos —No quiero seguir perdiendo a las personas que quiero.
Cerré los ojos. Podía comprender su dolor, su sufriendo, también pasé por un momento como este, aunque ella ha perdido más seres amados que yo.
Elsa
Me sentía tan vacía por dentro, mi corazón estaba hecho trizas, mis ojos ardían de tanto llorar, pero necesitaba hacerlo, sacar todo ese dolor de mí.
Apreté con más fuerza el cuerpo de Jack, no quería que me dejara, él en este momento es todo para mí, es lo único que me queda porque todos los que amo están muertos, Jane se ha agregado a la lista de la muerte.
—Por favor, déjame verla, déjame conocer a mi bebita, te lo suplico —susurré.
—No se puede —respondió y me separé de él desconcertada.
—¿Por qué? —le pregunté, desvío la mirada —Jack, habla.
—La cremaron cuando nació. Su cuerpo estaba muy mal herido.
Mi corazón se destruyó aún más. Mi pequeña niña sufrió una horrible muerte, no se lo merecía. No pude conocerla, no pude ver su rostro o si se parece a mí o a Jack. De nuevo, he perdido la oportunidad de ser madre.
—¿Pudiste verla? —pregunté.
—Mmm, sí —respondió vacilante. Bajé la mirada con resignación.
Pude imaginarme su bello rostro, su risa, su llanto. Había soñado tanto con el día en el que la iba a tener en mis brazos, pero no se pudo cumplir.
—¿Era bonita?
—Sí, pero era muy pequeña y frágil.
Acaricié mi vientre plano recordando la sensación de tenerla allí pateándome. La extraño, extraño ser mamá.
—Jack, me quiero ir de aquí —susurré.
—El médico dijo que podrías irte mañana.
—¡¿Acaso no escuchaste?! ¡Me quiero ir de aquí! —grité desesperada.
—De acuerdo. Solo espera que te consiga algo de ropa ¿sí? ¿Podrás esperarme? —acarició mi rostro.
Me quedé viendo a la nada. Jack se levantó de la cama, besó mi frente, y luego salió por la puerta.
El silencio se hizo presente en la habitación. Me sentí muy sola, quería que él regresara y calmara mi frío.
Tomé la almohada y me dejé caer sobre la cama abrazándola como si fuese mi bebé. Parecía demente, pero esa era la única forma de sentirme bien. No quería llorar, no quería romperme otra vez. Desde ahora el mundo será diferente para mí.
Tarareo una vez más mi canción favorita, aquella que mamá me cantaba, y que alguna vez le canté a mi bebé. No pude detener las lágrimas rebeldes que descendieron por mis mejillas.
No puedo soportarlo más, siento que ya no tiene sentido la vida. Me levanto de la cama y camino hasta la ventana, el aire frío me golpea en la cara al abrirla. Miró hacia abajo, la altura es considerable.
Tomo un respiro, cierro los ojos y comienzo a pensar.
¿Será buena idea? ¿Acabando conmigo me liberaré del dolor? Por qué siempre busco esta opción.
Demonios esto es mala idea.
Me retiro de la ventana, no puedo creer que haya pensado en hacerlo de nuevo, pero parecía tan tentadora la idea.
Golpeo mi frente con mi mano y me siento en la cama. No puedo estar sola o cometeré una locura. Jane me debe estar viendo desde el cielo con un gesto desaprobatorio.
Limpió mis lágrimas y espero a que Jack regrese pronto.
Pasa casi una hora, aún no ha llegado, comienzo a preocuparme y llegar al punto de desesperarme.
Trato de dormir, pero no lo consigo, siento que alguien me está viendo, siento esa sensación de peligro; sin embargo, no hay nadie más en la habitación.
Escucho que la puerta se abre, me levanto de inmediato y lo envuelvo con mis brazos.
-—Te extrañé mucho —susurré en su pecho.
—Solo estuve fuera por un rato —contestó.
—¿Ya nos podemos ir de este lugar? —me separé de él. Colocó uno de mis cabellos tras mi oreja y besó mi mejilla.
Me mostró el morral que traía con una sonrisa. Abrí la maleta y encontré parte de mi ropa.
—Fue lo primero que encontré —colocó su mano tras su nuca.
—No importa —dije. Saqué las prendas y en frente de él me las coloqué, eran cómodas y abrigadas.
Jack se me quedó viendo. Pude notar que se había cambiado de ropa.
—Bien, vámonos.
Ajusté mi chaqueta de cuero. No pude evitar ver que no tenía el vientre abultado como me gustaba, había regresado mi anterior figura.
Tomé su mano y juntos salimos de la habitación.
Estando fuera, un hombre de bata blanca se nos acercó.
—Disculpen. Ya tenemos las cenizas y la carta de defunción de su hija —le entregó un papel a Jack —Le traerán la caja en un momento.
Cenizas. Habían quemado a mi bebé y no pude conocerla.
—No —interferi —No las quiero. No quiero tener lo que quedó de mi Jane.
—Elsa...
—¡Dije que no! —grité, me solté de su mano y salí corriendo por el pasillo.
Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver que un mujer en silla de ruedas traía en sus brazos a su bebé. Sentí tanto dolor y envidia, que me acerqué a ella y la empujé de la silla.
—¡¿Qué le pasa?! —gritó el esposo, empujé su cuerpo y seguí corriendo.
Bajé por las escaleras como alma que lleva el diablo, varias personas se quejaron porque me las llevaba por delante sin pensar.
Después de un par de minutos pude salir del edificio y respirar el aire gélido del atardecer.
Caminé hasta la calle, tomé aire y me eché a llorar en frente de las personas que transitaban cerca de allí.
Caí de rodillas al suelo.
—¡Elsa! —escuché un grito masculino.
Jack llegó hasta mí y me levantó del suelo.
—No puedo soportarlo más —solloce —libérame de este dolor.
Tomó mi rostro entre sus manos, nuestras miradas se cruzaron, pude sentir su calidez a través de su mirada. El azul oscuro de sus ojos reflejaba preocupación, por mí, por lo que he hecho.
—Basta de todo esto, basta de llorar —limpió con sus pulgares mis lágrimas —prométeme que serás fuerte y que podrás superar esto.
—Trataré —coloqué mi mano sobre una de las suyas.
—Bien, entonces nos iremos juntos a mi departamento ¿de acuerdo?
—¿Por qué no al mío? —quise saber.
—Porque destruí parte de él y porque mi padre ha encontrado mi ubicación, él no quiere que yo sea feliz contigo, por eso tenemos que estar lejos de él.
Asentí con la cabeza. Jack llamó un taxi y nos dirigimos a su casa. Miré por la ventana del auto, no puedo prometerle que de un día a otro pueda superar el hecho de que perdí a mi hija. Tiempo, solo eso necesito.
Él se mantuvo apartado de mí mientras íbamos en el taxi, le agradezco que trate de darme mi espacio, aunque siento que cada vez lo necesito más cerca.
Trascurrieron un par de minutos hasta que llegamos al edificio, este se encontraba en un sector menos peligroso que el mío, podría decir que el lugar se encontraba en una zona donde vivía gente rica y poderosa.
Jack le pagó al taxista y salimos del auto. Me abrazó y besó mi cabeza, luego entramos al lujoso edificio.
Subimos por el ascensor y llegamos a una de las plantas más altas. Caminamos tomados de la mano por el pasillo. Pronto estuvimos en frente de una puerta de madera. Jack la abrió.
El apartamento era moderno y estaba muy bien organizado.
—¿Aquí vives? —pregunté.
—No, bueno solo vengo aquí cuando quiero estar solo —respondió y me permitió el paso —¿Quieres algo de tomar?
—Una copa de vino.
Se me quedó viendo con el ceño fruncido.
—Claro que no —espetó.
—Jack, necesito ahogarme en alcohol. Solo así podré liberarme de este dolor.
—Estás demente. No voy a darte nada de eso, el vino tiene un peligroso efecto en ti. Olvida por completo esa absurda idea.
Suspire. Me senté en uno de los sofás y cubrí mi rostro con mis manos, no voy a llorar, no voy a llorar.
—Lo siento, es que... No sé qué es lo que se me está pasando por la cabeza.
Jack caminó hacia mí, se arrodilló y tomó mis manos.
—No importa, sé que no estás pasando por tu mejor momento, pero superaremos esto juntos.
—Dime una cosa ¿Te dolió la muerte de nuestra hijita?...
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