Capítulo 6

—¿Cómo podría usted salvar a mi hijo? —dijo incrédulo Arnold.

—Este no es el lugar más indicado para hablar sobre este tema, señor Arnold —le respondió Aaron —vamos a un restaurante cercano.

—Está bien, pero quiero que me aclare lo que acaba de decir.

Cada uno se subió a sus respectivos autos, los encendieron y juntos partieron al mencionado restaurante.

Sonó el teléfono de Arnold.

—Hola —puso su celular en altavoz y contestó.

¿Arnold dónde estás? ¿Por qué aún no has llegado a casa? —le regañó su esposa Amanda.

—Querida, he tenido que tratar unos asuntos de última hora de la empresa, por eso he tardado.

¿Asuntos de la empresa? por favor Arnold, nuestro hijo está muy mal. Y... Y esto me está afectando demasiado  —comenzó a sollozar la mujer —ven a la mansión pronto ¿quieres?

—Lo lamento, pero tengo una reunión muy importante —miró a través del retrovisor y observó el auto de Aaron, que estaba justo detrás de él —Tardaré un poco.

¿Reunión a esta hora?

—Es muy importante te lo repito. Comprende, amor.

Okey, te espero, te amo.

—También te amo —y así terminó con la llamada.

En el camino encontraron un restaurante que estaba, convenientemente abierto. Aparcaron los carros cerca, bajaron de ellos e ingresaron al establecimiento.

—Adelante señores, ¿Qué desean ordenar? —los atendió el mesero.

—Yo tomaré un café cargado.

—Que sean dos —dijo Aaron.

Tomaron asiento y esperaron a que el mesero se retirara.

—¿Cómo piensa detener el cáncer de Ian? —comenzó a hablar Arnold.

—Muy sencillo señor Overland, yo le inyectaré a su hijo el virus rojo y éste lo sanará.

—¿Esta completamente seguro que funcionará?  —dudó Overland.

—¿A qué le teme? —le miró a los ojos Aaron.

—Temo por la vida de mi heredero.

—Es por la vida de su hijo por lo que va a pagar.

—¿A qué se refiere con pagar? — quiso saber el pelinegro.

—Nada en la vida es gratis, señor. Mi virus es único e irreemplazable. Y el tiempo que he trabajado en él debe ser pagado.

Llegó el mesero y les entregó lo que habían pedido.

—¿Esta pidiéndome dinero para salvar a Ian?

—No debería exaltarse. Tiene usted dinero suficiente —tomó un trago de café —además, piénselo bien. Quizá no lo sepa pero estoy al tanto del pronóstico de su hijo, y no es muy alentador, si no le amputan la pierna el tumor se propagará hacia sus órganos y poco a poco lo matará.

—No creo que usted sea el indicado para ponerle en sus manos a mi hijo —se puso en pie —no confío en usted.

—Bien. Debería pensarlo con cabeza fría, aquí esta mi tarjeta, por si decide acceder a lo que le propongo —y sin más salió del restaurante antes siquiera que Arnold se diera cuenta. Lo dejo allí con una tarjeta y con una cuenta por pagar

Tiempo después

—¡Míralo! Está muy mal. Solo veelo, el cáncer se lo está llevando, se está llevando a nuestro hijo, Arnold.

Ian llevaba días en estado bastante complejo, cada vez empeoraba. Tanto que ahora tenía una máscara de oxígeno en su boca. Poco a poco los padres de Ian se estaban quebrando al verle así. Pero él insistía con su negativa de no dejarse amputar la pierna.

—Debemos dar la autorización para que apunten su pierna. Es... Es lo mejor —dijo Amanda cada vez más destrozada.

—Es demasiado tarde, quizás el cáncer haya avanzado. Además Ian no lo permitirá —Ante esto Amanda comenzó a llorar, Arnoldo la acogió entre sus brazos para así tranquilizarle.

—Deberías ir por Emma a la escuela —él rompió el abrazo, y le miró a los ojos azules.

—Mandaré a alguien —volvió a abrazarlo.

—Amanda, amor, es mejor que vayas tú, la familia debe estar unida en estos momentos ¿Entiendes?

Ella asintió y salió de la habitación.

—Hijo, sé que me estás escuchando —se acercó a Ian —te sacaré de esto, te lo prometo. Sobrevivirás. Haré todo lo posible para salvarte.

Se levantó, sacó la tarjeta que le dio Aaron y llamó al número indicado.

¿Bueno? —le respondieron en la otra línea.

—Estoy dispuesto a salvar a mi hijo con su virus rojo, doctor — dijo firme.

Muy buena decisión. Lo espero a las diez en punto con su hijo, en la dirección que tiene en el respaldo de la tarjeta que sostiene en sus manos.

—¿Cómo sacaré a Ian del... —muy tarde ya le habían colgado.

Bastante difícil la tenía Arnold, ahora que había accedido a las peticiones de Aaron y ocultarle esto a su esposa tampoco era muy fácil.


***

Ya en la noche, Arnold logró convencer a Amanda para que le dejara quedarse esa noche con Ian. Salió de la mansión, en su gran camioneta y con un par de hombres que le ayudarían a sacar a su hijo del hospital.

Ya en el hospital, logró deshacerse de la enfermera que atendía a Ian. Burló al sistema de seguridad del hospital y sacó a su hijo, difícilmente, en una silla de ruedas y le cambió la ropa. Los hombres le ayudaron a subirlo a la camioneta. Le indicó a el chofer hacia donde deberían dirigirse y salieron de allí.

Llegaron a una casa alejada. Arnold llamó a Aaron.

—Ya estamos aquí

Bien, pasen.

Se introdujeron a la casa y allí encontraron a Aaron. Ian estaba prácticamente inconsciente, y eso a Arnold le preocupaba.

—Coloquenlo en la camilla —les ordenó el médico. Estaban en una especie de sala médica, que contaba con todo lo necesario para atender a un herido.

—Déjenos solos —le dijo Overland a sus empleados. —¿Qué harás ahora?

—Prepararé una jeringa con el medicamento, claro que primero lo anestesiaré, aún sigue despierto.

—Vamos hijo resiste —sujetó su mano con fuerza.

—P... padre —consiguió susurrar Ian.

El teléfono de Arnold comenzó a timbrar.

—¿Y ahora qué? —dijo para sí mismo.

—Hola —descolgó la llamada.

Querido, Emma está enferma, tiene un resfriado terrible y tiene mucho dolor de cabeza, ven ahora —dijo Amanda preocupada.

Mierda. Pensó él

—Mmm ¿Y no puede esperar?—observó a Ian.

¡¿Pero qué estás diciendo?! Es tu hija y necesita de ti. Te quiero en diez minutos acá y sin más colgó.

—Tengo que ausentarme unos minutos. Si algo le pasa a mi hijo me encargaré de undirte hasta el fondo Aaron ¿entiendes?—amenazó.

—No le pasará nada. Confíe.

Arnold salió con mucha preocupación y dejó a Aaron con Ian.

—Vaya que estás mal. Espero y esto funcione, me llenarás de mucho dinero —le dijo a Ian. Introdujo el virus y esperó.

—Aaron... —le llamó una voz femenina.

A la habitación entró una mujer con un cigarro en la boca, era de cabello rubio y ojos azules.

—¡Astrid! ¡¿Qué mierdas estás haciendo aquí?! ¿No ves que estoy en medio de algo? —le gritó Aaron a la chica.

—Vine por mi dinero, me debes un montón.

—¡Ahora no! —Ian comenzó a retorcerse.

—¡¿Cómo qué ahora no?! Llevó tiempo pidiendotelo —lanzó el cigarrillo con enfado.

—¡¿Pero qué haces?!

Todo pasó en cámara lenta el cigarrillo impactó contra un cilindro de oxígeno e hizo estallar todo. Ian salió disparado hacia una pared, pero reaccionó a tiempo rodando por el suelo. Aaron quedó tirado entre las llamas, despertó y prefirió escapar herido antes de que algo más estallará.

Ian observó a través de sus dorados ojos el cadáver de Astrid que estaba destrozado. Caminó como si nada entre las llamas y estás no le hacían daño, solo sintió arder parte de su rostro.

Simplemente salió a la calle con sus ropas destruidas y sin un rumbo fijo...

***
Espero sus votos y comentarios |°з°|(•ᴗ•)❤

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