Capítulo 55


Miro una y otra vez por la ventana esperando el momento en que Jack salte por ella, pero han pasado un par de horas y todavía no ha llegado, comienzo a desilusionarme, creo que de verdad me hizo caso y no volverá a verme.

Acaricio mi vientre mientras canto un canción que mi madre siempre me cantaba cuando era niña antes de dormir.

Y... De pronto, siento que Jane patea mi estómago. Casi lloro de alegría, jamás había sentido algo como esto y me duele que solo yo sea testigo de cosas tan hermosas.

Me siento tan vacía, sola, en este apartamento, todos ya hicieron su vida, Hiccup, Gogo y Honey trabajan todo el tiempo y no pueden visitarme, Rapunzel siempre está en la agencia y sus tiempos libres los pasa al lado de Flynn, últimamente los he visto muy juntos, no sé como mi amiga pudo conquistar ese corazón frío.

De mis otros compañeros no he sabido nada, solo sé que siguen viviendo en esta ciudad.

Por otro lado, Mérida no se ha comunicado conmigo y me preocupa que pueda estar pasándole algo.

Me abrazo a mí misma y froto mis manos por mis brazos, ya que hace mucho frío y tuve que quitar las cortinas de la ventana porque estaban destrozadas, además, el frío se filtra por la ventana ya que no tiene vidrio que me protega de las bajas temperaturas de la noche.

Camino hasta la cocina y busco en el refrigerador algo de comer, pero me entristecí cuando vi que no hay mucho.

Suspiro.

Decido salir a comprar algo al supermercado porque si no Jane y yo moriremos de hambre. Tomo mi cartera y una chaqueta y después salgo del apartamento. Bajo por las interminables escaleras hasta llegar a la salida y me recibe una violenta ventisca, podré tener poderes de fuego pero eso no me exonera de sentir frío.

Cuando voy caminando por la calle siento como si alguien me observara, esa sensación jamás me ha gustado, siento que en cualquier instante alguien va a atacar.

Pasados unos minutos por fin llego al establecimiento y compró un par de cosas, pero no pude evitar antojarme de unos deliciosos chocolates. Cuando ya los tengo en mis manos camino hasta la caja registradora para pagar los productos, mientras hago la correspondiente fila miro hacia el cristal de las puertas de la entrada y el maldito encapuchado me mira con una sonrisa en sus labios.

Corro hasta la puerta y cuando llego allí desapareció.

—¡Señorita, no ha cancelado su compra! —gritó la cajera pensando que iba a robarle.

Un guardia de seguridad se acercó y me tomo por el brazo.

—¡Oiga! Suélteme, yo no me iba a robar nada, un hombre me estaba observando desde las puertas —chillé y el hombre me soltó.

—No había nadie allí afuera —respondió con el ceño fruncido.

—¿Qué? —dije atónita. No podía estar hablando en serio, yo lo vi, no estoy loca, no lo estoy imaginando, además, Jack también lo vio afuera de mi edificio.

El guardia me pidió que pagara y yo lo hice todavía confundida, la mujer que me atendió me miraba raro.

Salí del lugar con un nudo en la garganta, no me quisieron creer y, adicionalmente, me está siguiendo un psicópata.

Sujeto la bolsa del mercado con fuerza, me siento muy nerviosa y no sé por qué si tengo las habilidades como para defenderme de alguien. Por otro lado, el sector en donde vivo tampoco es muy seguro que digamos. El registro de robos en este lugar es considerable.

Me arrepiento de haber salido al mercado a esta hora, pero era eso o esperar hasta mañana.

De pronto, siento que me sujetan por la espalda y una mano grande cubre mi boca. Quien me sujeta me arrastra hasta un callejón oscuro, y yo odio los callejones oscuros porque no me traen buenos recuerdos.

Cuando salgo de mi aturdimiento golpeo con mi codo el estómago de mi captor y lo piso con fuerza, luego me giro y lo empujo con fuerza contra un muro.

El desconocido me grita un insulto y llama a más hombres para que traten de atraparme. Sin embargo, ninguno de ellos era el encapuchado del supermercado.

—Vamos, nenita, colaboranos y danos todo tu dinero, preciosa, si lo haces no te haremos sufrir... Tanto —pronunció uno de ellos y los demás se me acercaron peligrosamente.

—¡Alejense de mí o la pagarán! —grité y protegí con mis brazos a mi bebé.

Ellos comenzaron a reírse y sacar sus armas.

No quería, pero ellos me obligaron, tiré la bolsa al suelo y encendí mis manos. Los ladrones se sorprendieron a más no poder, uno de ellos me disparó pero alcancé a crear un escudo de fuego antes de que la bala me atrevesara.

—Es un demonio —dijo un hombre de cabello rubio.

Sin importar que estuviera prendida en llamas los delincuentes se acercaron a mí. Comencé a temblar de miedo no por mí, sino por Jane, si llegan a tocarla morirá.

Sentí un fuerte dolor en el vientre que me hizo caer de rodillas y apagar mis manos. Acaricié mi vientre suplicándole al cielo que no le esté pasando nada a mi hija.

—Ahora sí rarita, te haremos sentir mucho dolor por insolente —se relamio el labio.

Caminó hacia mí y me tomó por el brazo, pero se lo doblé y me pareció escuchar su hueso rompiéndose. El hombre gritó de dolor y golpeó mi rostro con su otra mano, agradecí que no haya sido mi vientre.

Me arrastré hacia atrás, cerré los ojos y le lancé una bola de fuego al cuerpo, era él o era yo.

El hombre comenzó a incendiarse en frente de mí, yo estaba pasmada ante tal espectáculo, los demás hombres salieron corriendo mientras que su amigo pedía ayuda, pero luego abrí los ojos cuando fueron alcanzados por un par de rayos.

Mi corazón se detuvo cuando vi a Jack acabar con esos sujetos sin siquiera pensarlo.

Observé como el ladrón que había atacado caía muerto al suelo, las llamas se estaban comiendo su piel.

Pasé mis manos por mi rostro desesperadamente, era la primera vez que asesinaba a una persona, comencé a respirar de forma acelerada.

Jack llegó hasta mí y se arrodilló frente a mí.

—S... Soy un monstruo —susurré con los ojos bien abiertos.

—No lo eres —sostuvo mi rostro con sus manos —Solo yo puedo llamarme así.

—¡Claro que lo soy! ¡Acabo de asesinar a una persona! —grité y comencé a llorar.

Él pasó sus brazos por mis hombros y me abrazó con fuerza. Lloré en su hombro y lo abracé por la cintura, de verdad lo necesitaba en este momento. El dolor de mi vientre fue reemplazado por el de mi corazón. Jack susurraba que todo iba a estar bien, pero yo no le creía, nada estaba bien.

Acarició mi cabello con dulzura y besó mi mejilla. Lo apreté aún más.

—Tranquila, estoy aquí, nadie te lastimará —susurró en mi oído.

—¿P... Por qué los mataste? —dije entre el llanto.

—Tenía que hacerlo. Sabes que a mí no me tienta la mano para acabar con alguien, y más cuando quería hacerte daño —me separé de él y lo miré a los ojos, los cuales tenía de color dorado.

Limpió mis lágrimas con su pulgar y besó mi nariz. Lo abracé de nuevo con más fuerza.

—No me dejes, no me dejes nunca —le supliqué y no estaba arrepentida de hacerlo, lo necesitaba a mi lado así haya sido una mierda conmigo en el pasado.

Respiré su perfume y con eso pude tranquilizarme solo un poco, todavía no puedo olvidar la expresión de horror del hombre que está tirado a unos metros de mí.

—Debemos irnos, pronto vendrá la policía y no quiero tener problemas con ellos —mencionó pero yo no me quería separar de él, me estaba volviendo muy dependiente a él —Vamos, te llevaré a tu casa.

Se separó de mí, se colocó de pie y me ayudó a levantar. Volteé mi rostro hacia el muerto, pero él tomó mi mentón.

—Mirame a mí, solo a mí, tus ojos aquí —se señaló a si mismo y noté que sus ojos habían retomado su color natural, ese azul profundo que tanto me fascinaba.

Miré sus finos labios y sin pensarlo mucho me puse de puntas y lo besé. El pareció sorprendido pero después correspondió el beso. Cada parte de mí anhelaba hacer eso, sentir sus labios junto a los míos y poder tocar el cielo con las manos.

Pasé mis manos por su cuello para profundizar el contacto, él me tomó por la cintura y me acercó más a su cuerpo.

Sin embargo, toda la magia se fue cuando una tercera voz interrumpió el momento.

—Así te quería encontrar, Elsa, en los brazos de otro hombre —esa voz se me hizo sumamente conocida.

Me aparté de Jack y volteé hacia el desconocido.

—¿Quién eres? —pregunté con el ceño fruncido, era el hombre que me estaba persiguiendo todo este tiempo, tenía el rostro cubierto y no pude saber de quién se trataba.

—¿Tanto tiempo ha pasado para que olvides mi voz? —sonrió con malicia.

Jack entrelazó sus dedos con los míos demostrándole al sujeto que no estaba sola.

—Muéstrate. No seas cobarte y dejanos ver tu maldita cara —exigió.

El hombre rió a carcajadas y luego se quitó la capucha, cuando lo hizo me quedé en shock al saber de quién se trataba.

Jack

No puedo creerlo, maldita sea, está aquí.

—Tadashi —dijo Elsa con la voz entrecortada.

—¡Maldito hijo de puta, yo ya te había asesinado! —grité y sostuve con fuarza a Elsa para que no se desmayara.

El estúpido pelinegro comenzó a reírse como un demente.

—Que gracioso ¿no? Todos creían que estaba muerto, pero heme aquí, estoy vivo y he venido por lo que me pertenece —mencionó muy decidido.

Elsa comenzó a temblar.

—¿Cómo es posible? —preguntó con lágrimas en sus ojos —Te vi morir.

—Sí, lo hiciste, pero después saliste corriendo y me dejaste allí tirado como una maldita basura —escupió y dio un paso hacia nosotros.

Sentí que se me calentaba la sangre y de mis manos comenzaron a salir pequeñas corrientes de energía.

—Acercate un paso más y te mandaré al infierno por segunda vez —amenacé y rió.

—Jack, imbécil, no me das miedo —me miró despectivamente —Elsa, ven conmigo —estiró su mano.

Sujeté a la rubia con fuerza para que ese sujeto no se acercara a ella, no iba a permitir que me la arrancara de mi lado. Ella no parecía estar aquí, estaba demasiado conmocionada.

—Ella no va a ir contigo —espete y él dio otro paso hacia nosotros.

Sin pensarlo dos veces le lancé un potente rayo de electricidad queriendo verlo muerto, pero el infeliz me sorprendió cuando esquivó mi ataque con un escudo oscuro.

Mierda, no más malnacidos de esa clase.

Elsa abrió los ojos como platos cuando mostró sus poderes.

—¿Cómo hiciste eso? —mencionó asustada.

—¿Esto? Esto no es nada comparado con lo que puedo hacer —jugueteó con su magia oscura, muy parecida a la de Aaron y Mavis.

—Trabajas para Black ¿verdad? —pregunté molesto.

Comenzó a reírse, quise romperle la cara a golpes, pero tenía a Elsa a mi lado y debía protegerla ahora que está tan vulnerable.

—Mmm, es el nuevo amo de las sombras, lo conozco, pero no trabajo para él, defiendo mis propios intereses. Aunque... —titubeó —pude haberlo ayudado en algunas cosas.

Apreté las mandíbulas con fuerza.

—Tad, ¿Qué te sucedió? —dijo Elsa y se zafó de mi agarre, luego se acercó al despreciable sujeto.

—¡Elsa! —grité, pero no me atendió, seguía muy confundida y Tadashi podía aprovecharse de eso y manipularla a su antojo con su magia negra.

Llegó hasta él y acarició su rostro, haciendo que mi ira incrementara.

—Primero, esto es por abandonarme —golpeó con su puño cerrado su hermoso rostro —Y esto es por traicionarme —tomó su cuello con sus manos.

Sin pensarlo mucho corrí hasta ellos y le ateste un certero golpe que lo lanzó metros de Elsa, quien estaba tosiendo y escupiendo sangre.

—¡Pagarás por haberla tocado! —le grité y caminé hacia él, estaba reincorporándose, pero no lo dejé levantar cuando ya le propiné una fuerte patada.

—¡Mira quien habla! ¡El hijo de puta que la golpeó en un callejón oscuro! —se levantó y golpeó mi abdomen con fuerza.

Caí al suelo de espalda y por unos minutos me quedé sin aire, pero luego me levanté y le hice frente.

Sin embargo, tenía razón en una cosa, yo la lastimé con mi fuerza iracunda, él solo fingió estar muerto.

—¡Tienes razón! ¡Pero estoy aquí enmendando mis errores! ¡No como tú que te escodes como un cobarde! —lancé otro rayo y logró esquivarlo.

—No sabes cuanto te odio Jack Frost, arruinaste mi vida, trataste de matarme y te robaste a mi novia —creó una lanza oscura y me la tiró, pero logré esquivarla.

—No es mi culpa que me haya preferido a mí, y no a un aburrido oficial de policía. Yo supe darle lo que tú no, acción —dije y sonreí con saña para sacarlo de quisio.

—¡Basta! —dijo Elsa y se interpuso entre nosotros llorando —N... No sigan. Tadashi, quiero respuestas.

—Yo también las quiero, como ¡¿Por qué demonios te acostaste con este hijo de perra?! —gritó.

Quedé aturdido, solo Elsa y yo sabíamos lo que habíamos vivido juntos en esa cabaña, a menos que...

—¿Qué? —susurró.

—¿Te sorprende que lo sepa? Pues no es lo único que sé, también sé que estás esperando un bastardo de él. Maldita zorra traidora, yo te amaba, pero meses después de mi muerte te revolcaste con él, en tan poco tiempo pudiste olvidar lo que vivimos ¿no? —escupió.

Ella lloró con más fuerza y me acerqué pero me detuvo con la mano.

—N... No digas eso, yo te quería mucho.

—Pero no me amabas, jamás lo hiciste. Mi hermano tiene razón no vales la pena —espetó a las patadas —¿Sabes por qué no estoy muerto? Porque la muerte, vestida de mujer, me dio otra oportunidad, me uní a sus secta y me convertí en un Renacido, personas que desean con todo su podrido corazón la destrucción de sus enemigos, yo no descansaré hasta que ustedes dos estén muertos.

—¿P... Por qué?

—¿Y todavía tienes el descaro de preguntarmelo? Todo este tiempo te estuve vigilando, fui tu maldita sombra, a donde tú ibas yo iba. Por un momento creí que podía volver a tu vida y ser felices, pero te dejaste endulzar el oído por este criminal —me señaló con un dedo —Ah, y una cosa más, al cadáver en el cementerio que le lloraste por un día era solo un muñeco.

—Tadashi yo...

—Nos vemos en tus pesadillas, zorra —desapareció del callejón dejando a Elsa destrozada.

La abracé, pero ella no paraba de llorar y de susurrar que era su culpa lo que le había pasado a Tadashi.

—Tú no tienes la culpa de que ese idiota haya decidido unirse al bando equivocado —besé su cabeza.

—Es mi culpa, mi maldita culpa —mencionó y después se desmayó en mis brazos...

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