Capítulo 53

Jack

Camino a paso lento por la calle, me dolía demasiado el golpe de Elsa. Estaba sumamente sorprendido con lo que hizo, el malnacido de Aaron le dio poderes, unos muy peligrosos.

Nuestra conversación no fue muy amena que digamos, convencerla de matar a ese niño va a ser difícil, pero como se lo dije, lo acaba ella o lo hago yo, no estoy dispuesto a dejar nacer otra persona como ella y yo.

Me recuesto sobre un muro y me dejo caer al suelo, miro mi camisa y está destrozada, mi piel ardía, tengo que esperar un par de minutos hasta que sane por completo.

Tengo que aceptar que ahora Elsa puede ser mucho más fuerte que yo, y cómo no, si en un instante me hizo sangrar como nunca. El fuego en su mirada me destrozó el corazón, ella me odiaba con todo su ser.

Paso mis dedos por mi rostro y noto que las heridas que me provocó su furia ya han sanado, solo queda un poco de sangre manchando mi cara. Consecuencias de su frenética ira.

Cierro los ojos y reprimo el impulso de ir a buscarla de nuevo, pero es que, quiero saber por qué ahora es así, o si ha podido controlar su poder o si se siente bien o... Mierda de verdad quería hablar con ella tranquilamente, pero no se puede, siempre terminamos peleando, esa mujer me va a volver aún más loco.

Paso otra vez mi mano por mi abdomen y me aseguro de que ya estoy curado, luego me coloco en pie y limpio mi pantalón. A lo lejos una mujer adulta me observa con los ojos abiertos, pero simplemente la ignoro y retomo mi camino.

La casa de mis padres queda a kilómetros de aquí. No me importa tener que caminar un rato, necesito tranqulizarme o destruiré lo primero que encuentre.

Esa pesadilla que tuve no ha desaparecido de mi mente, es mas, se repite una y otra vez en mis sueños. Al principio pensé que estaba delirando, por eso seguí con mi farsa de vida, pero por más que quise olvidarlo no pude, contraté a un espía y le ordené que encontrara a Elsa.

Después de un par de días regresó a la mansión y me dio la dirección exacta de su apartamento. Dudé muchas veces en buscarla, temía su reacción y que me odiara aún más, pero qué esperaba, que me recibiera con los brazos abiertos, a veces creo que soy más imbécil de lo que parezco.

Perdí a la única persona que me ha importado de verdad en toda mi vida; sin embargo, podrá odiarme hasta la muerte, pero lo que voy a hacer lo hago por ella y por la tranquilidad de este mundo, con un solo monstruo tienen más que suficiente.

***

—¿Dónde estabas? —preguntó mi madre cuando llegué a la mansión, estaba de brazos cruzados.

Caminé hacia las escaleras sin decirle nada. Después de enterarme de lo que me habían ocultado nuestra relación se había enfriado. Sigo aquí porque... Ya ni sé por qué sigo aquí, cuando se me dé la gana me largaré y regresaré a las calles.

—Por ahí —respondí despreocupado mientras subía por los escalones.

—¿A esta hora? ¿Qué haces por ahí a las doce de la madrugada? —reprochó y reí —Ian, dime que no asesinaste a nadie, dime que ya has cambiado.

—Te aterra saber que tienes un hijo asesino ¿verdad? —dije y la miré desde las escaleras.

—Claro que no, pero es que, no me gusta que seas así, yo quiero a mi hijo no a un delincuente —murmuró con la voz entrecortada. Pobre mujer.

—Pero dijiste que no importaba que tuviera estos poderes. Te estás contradiciendo —le reclamé y ella desvió la mirada —Tú todavía no me aceptas.

Cubrió sus ojos con sus manos. Iba a seguir subiendo, pero su llanto me detuvo. No me gustaba oírla llorar, pero esto se podría evitar si ella quisiera, aceptando de una vez por todas que su amado hijo es una maldita escoria que nunca va a cambiar por más que ella lo desee.

—¡Yo solo quiero que seas como antes! —sollozó.

Me giré hacia ella y frunci el ceño.

—¿Cómo antes? —repetí, indignado —¡Quieres que vuelva a ser aquel idiota trastornado que hacía lo que padre le ordena! Pues te jodes, porque yo ya no puedo cambiar —grité la verdad a todo pulmón.

—No digas eso —dijo con la voz entrecortada —Tú sí puedes cambiar con...

—¿Con qué? ¿Con terapia como cuando tenía quince años? —Abrió los ojos como platos y sus manos comenzaron a templar —¿Qué? Te sorprende que lo recuerde ¿verdad? Solo imagínate cuánto sufrí en ese lugar, tú no estuviste conmigo cuando lo necesité, te dejaste controlar por mi padre como siempre y me abandonaron, pero... —hice una pausa —Te confieso una cosa, años más tarde regresé a otro manicomio y allí me dañaron aún más.

Cayó de rodillas y lloró más fuerte, estaba devastada, herida por mi culpa, me hizo recordar a lo que hace poco le había hecho sentir a Elsa, como la traté tan mal. Corrí escaleras abajo hasta llegar a ella, luego la tomé por los brazos sin lastimarla.

—¿Por qué no te divorcias de él? Mi padre solo te hace débil, inferior —acaricié su rostro con mi pulgar, tratando de remediar lo que había hecho. En parte ella no lo merecía, solo que hizo una mala elección de pareja.

—N... No puedo, yo lo amo —susurró.

Lo que dijo me hizo dudar en lo bueno que se supone que es el amor, yo nunca lo he llegado a sentir, pero si voy a vivir tan ciego como ella prefiero no sentirlo.

—Bien —la solté —Entonces sigue sufriendo —mencioné seco —Buenas noches, madre.

Salí corriendo a toda velocidad y en un instante estuve frente a la puerta de mi habitación.

—¿Qué te he dicho de utilizar esos poderes? —escuché tras de mí la voz imponente de mi papá.

—Tengo la suficiente edad para poder tomar mis propias decisiones, ya no me puedes controlar como antes —respondí sin mirarlo. No lo aguantaba más.

—Vives en mi casa, yo mando aquí adentro —se atrevió a usar su poder y dinero sobre mí, pero a mí me valía lo que fuera suyo o no.

—Te recuerdo que no me he ido por mi madre y voy a trabajar a tu tonta empresa solo porque ella me lo pide, porque de lo contrario me valdría mierda —lo encaré.

—Que bien me pagas por todo lo que hecho por ti —escupió, enojado —Yo te salvé la vida muchas veces, me lo debes todo a mí no a Amanda, ella se encargó de cargarte en su vientre por nueve meses —mencionó y quise golpearlo en el rostro pero eso solo me traería problemas.

Lo fulmine con la mirada y luego abrí la puerta de mi cuarto y me encerré.

Estaba cansado de él, de sus órdenes, de sus desprecios hacia mi madre. Sabía muy bien que su matrimonio era acordado, pero si él la tratara mejor las cosas cambiarían, a veces parece que la ama, pero otras veces ni siquiera la voltea a ver.

Me quito la gorra y la camiseta y las lanzo al suelo, me acerco al espejo y observó mi abdomen, mi piel sigue todavía roja al igual que mi rostro. Sin lugar a dudas, Elsa poseía un arrollador poder que no dudó en usar en mi contra y fue impresionante su actuación, en adelante debo ser más cuidadoso con ella y actuar con audacia si quiero deshacerme de su monstruito.

Decidí darme un baño y después de eso me coloqué ropa cómoda y me tiré en la gran cama de la habitación. Tenía que dejar pasar el trago amargo que fue volver a la mujer que me lastima y enloquece.

Despierté sobresalto y con la respiración forzosa, otra pesadilla me había sacudido, era la misma que he tenido todos estos meses, Elsa siendo asesinada por esa niña. Tomé una bocada de aire y traté de dormir otra vez, pero no lo consiguí, no podré descansar en paz hasta que ese bebé desaparezca.

Elsa

—No lo puedo creer... ¿De verdad te dijo eso? —dijo atónita Rapunzel después de que le conté todo lo que vino a hacer Jack.

No he podido olvidar sus crueles palabras, esa noche no pude dormir, tenía miedo de que volviera y cumpliera su promesa. De que dañara a aquello que le dió vida, no debió reaccionar así solo por un sueño estúpido.

—Sí... —susurré —Él no la acepta, no la quiere viva y tengo miedo de que le haga daño.

Me abrece a mí misma. Jamás creí que Jack iba a reaccionar de esa forma ante mi embarazo. Por un momento creí que... Sería diferente, pero por más que lo desee él siempre será mi rival y querrá lastimarme y a los que más amo.

—Elsa, yo... No sé qué decirte —murmuró —Ese hombre de verdad está demente, es que, ¿cómo se le ocurre querer asesinar a su propio hijo? —yo pensé lo mismo al escucharlo — Cariño, ¿no pudiste enamorarte de un hombre más loco? —me reprochó, la fulmine con la mirada.

—¿Viniste solo a reprocharme eso otra vez? —respondí, enojada. Obvio que sabía que haberme enredado con él fue lo peor que pude haber hecho.

—No, claro que no. Lo que pasa es que, ese hombre es muy peligroso. ¿Por qué no te vas a vivir conmigo a mi departamento? —sujetó mi mano con fuerza.

Su propuesta era tentadora, pero yo no quería ser una carga para ella, prefiero seguir aquí y pues si Jack viene a buscarme estaré preparada. No lo dejaré cometer esa locura, si tengo que acabar con su vida, lo haré, por mi niña.

—No le daré el gusto de amedrentarme. Yo puedo darle la pelea con esto—encendí mi mano.

Rapunzel no parecía estar muy conforme con mi respuesta.

—¿Sabes yo qué creo? —mencionó de pronto —Que tú lo único que quieres es volverlo a ver, tus ojos brillan cuando pronuncias su nombre.

—Ese brillo es de odio —la interrumpí —¿Acaso no escuchaste lo que te conté? Quiere ver muerta a mi niña —eso bastaba para querer verlo muerto.

—Pero no a ti, Elsa, aceptalo quieres tenerlo cerca —siguió insistiendo.

Me puse de pie y llegué hasta la puerta y la abrí. Me estaba sacando de quisio que dijera tal estupidez.

—Vete de mi departamento Rapunzel Corona, no quiero seguir escuchando tus locuras —señalé la puerta.

Ella abrió la boca y colocó su mano en el pecho pretendiendo verse la ofendida. Luego se levantó del sofá, tomó su cartera y caminó hasta mí.

—De acuerdo, como quieras. Pero después no digas que yo tenía razón —dijo como despedida y después se fue.

Suspire y acaricié mi vientre.

—Nadie te lastimará mi amor, ni siquiera tu papá —susurré.

***

Trato de dormir, pero no puedo hacerlo, lo que ha acontecido últimamente no me deja vivir en paz. Todo iba tan bien hasta que llegó a mi apartamento. Mi vida es mucho mejor sin él acechandome hasta en mis sueños. Su presencia me pone mal, afecta todo en mí, no quiero sentirme intranquila en las noches, quiero ser feliz al fin.

Doy muchas vueltas en la cama tratando de conciliar el sueño pero lo único que consigo es que me doliera el vientre. Olvidé por completo que debía cuidarme por mi bebé.

—Lo siento, preciosa —susurré y la abracé . Sé que ella siente lo que yo, siente mi frustración y desespero.

Después de una maldita hora me quedé por fin dormida. Sin embargo, no pude disfrutarlo porque comencé a escuchar ruidos en la habitación.

Me puse alerta y abrí los ojos, los ruidos continuaron por lo que saqué mi arma de debajo de mi almohada y apunté a la oscuridad.

—¿Quién anda ahí? —dije pero no me contestaron.

Me levanté con mucho cuidado de la cama aún con el arma en mano y salí para averiguar qué sucedía. Llegué a la sala, encendí el interruptor y el alma me regresó al cuerpo cuando me di cuenta que el que hacía los ruidos era solo el gato que me habían regalado hace un par de días.

Suspire y me acerqué al animal que estaba jugando con mi lámpara que se había caído de mi mesa.

—Basta, olaf —le dije al gato blanco. Lo tomé en brazos y lo llevé hasta su cama —Ya no me asustes más.

El animal comenzó a ronronear y pasé mis dedos por su suave pelaje.

Sonreí como idiota. Ya estaba delirante, no puedo creer que guarde una pistola bajo mi almohada.

Caminé hacía mi cuarto pero de pronto escuché que habían golpeado el vidrio de mi ventana, recién colocada, con una piedra.

Me acerqué a la ventana con sumo cuidado, luego miré hacia abajo y me topé con un hombre encapuchado observándome. Por un momento pensé que podía haber sido Jack, pero él no necesitaba ocultarse y mucho menos tirarme piedras, lo conozco y sé que él preferiría subir y plantarme cara acá arriba.

El desconocido siguió viéndome, pero después de unos segundos se marchó.

Toda mi ventana estaba hecha trizas y los pedazos de vidrio estaban tirados en el suelo junto con la roca; sin embargo, algo había llamado mi atención. La roca estaba envuelta en un papel blanco. Caminé hasta la roca y tomé el papel, tenía algo escrito.

"Te observo todo el tiempo y he vuelto para quedarme"

Tiré el papel al suelo y lo quemé, no conocía la caligrafía del escrito, ni a la persona que estaba allí afuera. Parece que tengo más enemigos de los que creo.

Jack

—¿Para dónde vas esta noche, Ian? —preguntó mi madre cuando estaba a punto de abrir la puerta principal.

Esta noche será muy importante para mí, esta noche... Pasará de todo.

—Daré una vuelta —mencioné con una sonrisa pintada en mis labios —No te preocupes, no haré nada ilegal, solo iré a visitar a alguien.

Ella sonrió y corrió a abrazarme. Hice una mueca de desconcierto, pero de igual forma correspondí a su caluroso abrazo. Todo para que sintiera bien y dejará de llorar por todo.

—Mi amor, tienes novia. Me da mucho gusto que quieras ser feliz —chilló con emoción y enarque una ceja ¿De verdad creía eso?

—Mmm, creo que estás...

—No digas más, ve con ella y después me la presentas —interrumpió. Estaba tan contenta que no quise contradecirla.

—Oh, claro —respondí vacilante —Bien, tengo que irme, nos vemos luego —abrí la puerta, pero ella volvió a abrazarme con más fuerza. Estaba tan aferrada a mí que me dolía dejarla sola con ese enfermo con el que se casó.

—Recuerda que te amo y solo quiero verte feliz —dijo y sostuvo mis manos.

Giré mi cuerpo y caminé hacia la salida, pero de pronto mi madre me detuvo por el brazo.

—Ya, déjame ir que llegaré tarde a mi cita —reí.

Se quedó callada y palideció una vez más. Me quedé quieto mirándola, algo no estaba bien con ella.

—Ian... ¿Por qué llevas un cuchillo en tu pantalón? —preguntó atónita.

Revisé mi ropa, ella había levantado mi camisa dejando al descubierto mi arma blanca.

Maldeci para mis adentros. Pensé que lo había escondido bien.

—Adiós madre, te amo —dije, besé su cabeza y salí corriendo a toda velocidad.

—¡Ian!

***

Salté por la ventana de su apartamento y me pareció extraño que después de una semana no haya cambiado el vidrio. Todo estaba parcialmente oscuro y no escuchaba más que mi acelerada respiración. Estaba algo ansioso por llevar a cabo la misión que no me ha dejado dormir en las noches.

Sin muchos rodeos me acerque a la habitación y abrí con sumo cuidado la puerta. Allí la encontré acostada en su cama, dormida y con respiración suave, me acerqué a ella y acaricié su rostro y sus cabellos que ahora eran más oscuros que antes. Se veía tan indefensa allí dormida.

—Lo siento mucho... —susurré y saqué de la parte de atrás de mis vaqueros el cuchillo que logré robarme de la cocina de la mansión.

Aparté con cuidado las cobijas de su cuerpo y observé la curva que tenía su abdomen. No estaba seguro de lo que pretendía hacer, pero no me quedaba otra salida para salvarla, era ella o ese engendro, solo... Tenía que hacerle una simple cortada.

¿Prendes acabar con su vida de esa manera? —escuché una voz dulce en la habitación. Miré para todos lados y no encontré a nadie.

Estoy paranoico.

Levanto el cuchillo y aprieto las mandíbulas. Es ahora o nunca.

—Pérdoname, Elsa, pero esto te va a doler mucho —dije en tono bajo.

¡No lo hagas! —insistió la voz que ahora estaba en mi cabeza.

Luego, una niña apareció de la nada a mi lado, casi grito de sorpresa al darme cuenta que era mi hermana... Emma está aquí.

Su figura era casi fantasmal y tenía puesto un vestido blanco y no traía calzado. Parecía como sacada de un sueño o yo era el que estaba soñando otra vez.

—Emma... —susurré atónito y Elsa comenzó a removerse en la cama.

No le hagas daño —dijo en mi mente y me tomó por el brazo.

—¿Por qué? —pregunté con el ceño fruncido.

Es solo un bebé.

—Que acabará con la vida de la mujer que quiero. No debe nacer —parecía un idiota hablando con una alucinación.

Hermano, no. Perdonale la vida. Él tiene la oportunidad de vivir, yo nunca la tuve, está en tus manos elegir, si acabar con él o por primera vez en tu vida recapacitar una lágrima cayó de sus ojos —Hazlo... Por y por la mujer que amas.

—Yo... No quiero perderla. Emma, tú solo eres un fantasma, no existes —dije con la voz entrecortada, un nudo se instaló en mi garganta.

Ella se alejó de mi lado y comenzó a llorar, cada lágrima deshacía una parte de su cuerpo hasta que desapareció, no sin antes decirme una última cosa.

Vence tus miedos.

Volví en sí, solo había sido una ilusión creada por mi subconsciente, Emma jamás estuvo aquí.

Levanté otra vez el arma y...

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