Capítulo 50
—Bien, tenemos algo qué hablar
Entré al despacho donde se encontraba, estaba mirando hacia la gran ventana detrás de su escritorio, tenía en sus manos una copa de vino. Al escucharme, giró su rostro y colocó sus dedos en el puente de su nariz.
—Creo que ya nos hemos dicho todo allí abajo, ¿Qué más quieres saber? —dijo cansado y tomó asiento.
—Solo quiero saber por qué confiaste en un hombre que no conocías. Hoy en día él me quiere ver muerto.
—Yo... Solo quería que te mejoraras, pero no funcionó y todo explotó en ese lugar, los policías no me dieron razón de ti por lo que creí que seguro habías muerto. Además, ¿Por qué te querría ese hombre? —tomó un sorbo de su bebida.
Respiré profundo y cambié mi aspecto, claro que lo único que cambió fueron mis ojos porque aquella inocente niña me había sanado las marcas. Luego, me acerqué a toda velocidad a la ventana. Mi padre quedó perplejo al darse cuenta que estaba tras de él.
—¿Cómo hiciste eso? —tartamudeó.
—Esto fue lo que me ocasionó ese fabuloso virus, me hizo diferente, me convirtió en algo horrible —trague saliva y lo miré a los ojos, él seguía aturdido, incluso tiró la copa al suelo —El mundo me odia, yo me odio. He golpeado y he matado, ¿Puedes creerlo? Esto es lo que soy ahora, ya no tengo remedio. Hice sufrir a muchas personas, y lo peor es que no me dolía hacerles daño.
—No... No sé qué decirte. Nunca pensé que Aaron me engañaría de esa forma, solo espera que lo encuentre y le haga pagar por todo lo que nos hizo pasar.
—Suerte con eso —respondí despreocupado.
Me crucé de brazos indiferente mientras mi padre tramaba alguna cosa en contra de Aaron, pero lo que él no sabe es que ya no es la persona que conoció, ahora es poderoso y lo puede acabar con facilidad.
—¿Sabes una cosa? Estuve en la cárcel un par de días, luego en un centro psiquiátrico. ¿Qué pensarán tus amistades de tu maravilloso hijo? O ¿Esconderás que existo?
—Claro que no, el mundo debe saber que no has muerto, y que sigues siendo el hijo del empresario más poderoso de la ciudad —dijo con orgullo.
—¿Cómo podrás borrar lo que hice? Tengo una larga lista de antecedentes penales. A la prensa les encantaría tener eso en sus manos —mencioné tratando de dejarlo sin opciones.
Él rió con malicia. Escucharlo reír de esa forma me hizo sentir extraño. Aún no recuerdo todo de él, pero parece que lo que quiere lo consigue, ahora me doy cuenta de dónde saqué lo ambicioso.
Sacó del cajón de su escritorio una laptop, luego comenzó a buscar en el navegador. Me mantuve al margen y esperé que hiciera lo que se supone que hacía.
Me cansé de estar parado como idiota y decidí que él ya no tiene mas que decirme, me acerqué a la puerta, pero justo cuando iba abrirla me hizo detener.
—Jack Frost... —escuché que dijo, luego volteé y seguía en la computadora —Para el departamento de policía así te llamas, mataste a muchas personas, incluso a un oficial, robaste y acabaste con un bien público
Giré los ojos.
—¿No te sorprende? —pregunté con una sonrisa socarrona. Luego moví la cabeza con confusión —Oye, ¿cómo sabes todo eso?
Él sonrió airioso y se reclinó en su silla.
—No me lo vas a creer, pero tengo acceso a cualquier expediente criminal. El dinero te da poder —hice una mueca —Ya no hay problema hijo, con un solo click puedo borrar todo esto, jamás existió Jack Frost, jamás asesinaste a alguien, nunca robaste, tu rostro ya no aparecerá en las carpetas de la policía.
Frunci el ceño desconcertado.
—¿Cómo puedes hacerlo?
—El jefe de la policía me debía un favor, le pedí que me dejara ver los expedientes para buscar al asesino de mi hija, pero no lo encontré.
—¿Crees que con eso arreglarás todo? No puedo creer que todo en esta ciudad se arreglé con dinero. Pero ya qué, puedes hacer lo que te venga en gana.
Abrí la puerta.
—¿Sabes? Solo quiero que hagas una cosa por mí. Quiero que te presentes ante la prensa, quiero que des una entrevista a todo el mundo, quiero que todos se enteren que estás vivo. Toma tu lugar en mi empresa y tratemos de olvidar todo esto —llegó hasta mí y me tomó por el hombre —Vuelve a ser Ian Overland.
—Estás loco —dije y salí por la puerta.
***
—No puedo creer que esté haciendo esto —dije mientras me ajustaba la corbata del traje.
Han pasado un par de semanas y mi madre no paraba de decirme que hiciera lo que dijo mi papá, que me presentará ante el mundo, ya no como un monstruo sino como el niño rico de papá. Me negué muchas veces a hacerlo, pero ella insistía tanto que por más que le dije que no, ella seguía insistiendo hasta que colmó mi paciencia y le dije que sí.
—Te ves muy elegante, hijo —dijo mientras ella terminaba de ajustar la corbata, ella estaba sonriendo y yo solo me sentía como un imbécil así vestido, ya me había acostumbrado a la ropa informal, pero ahora todo es muy diferente.
Pasé mis dedos por mi cabello muy bien peinado, ella me obligó a arreglarlo, tuvimos una discusión porque yo no estaba de acuerdo.
—Me gustaba más blanco —dije mientras me observaba al espejo. Ahora tenía el cabello castaño igual al de mi madre, lo habían teñido porque mis padres querían que dejara atrás el color de cabello de Jack, porque ya no soy él, ahora soy Ian.
Ya habían acordado la dichosa cita con un canal de televisión muy importante, tenía que responder un par de preguntas. Me sentía nervioso, no recuerdo cómo debo responder y lo último que quiero es decepcionar a la mujer que más amo, aquella que me dio la vida.
—A mí me gusta más este color. No entiendo por qué lo cambiaste a blanco. Tu hermanita te tenía un apodo por eso, era...
—Canoso, lo recuerdo muy bien. Ella era mi ratoncita y yo su canoso. Pero, pues ya no está aquí por lo que el apodo ya no tiene sentido —bajé la mirada a mis zapatos negros que hacían conjunto con el saco, el pantalón y la camisa azul. De verdad me veía diferente, me sentía diferente.
Mi madre traía puesto un elegante vestido haciendo acorde con su posición.
—Ya debemos irnos, se nos hará tarde. ¿Recuerdas lo que debes decir? —preguntó ansiosa.
—Sí, no estuve muerto solo de viaje por Europa, de verdad ¿crees que nos creerán? Me parece absurdo decir que estuve de viaje por casi un año.
—No te preocupes, amor, tu padre tiene todo bajo control —respondió con una sonrisa.
Rodé los ojos.
—Él siempre tiene todo bajo control. Todos siempre tienen que hacer lo que él diga. Estas semanas me ayudaron para recordar lo controlador que es.
Alisó mi saco y besó mi mejilla.
—Vámonos —sonrió y salió de la habitación.
***
—Wow, es un gusto tenerte aquí en nuestro programa, Ian. Ya te extrañábamos —dijo la mujer que me estaba entrevistando, era delgada y sonreía todo el tiempo.
Me encontraba en una sala, sentado junto a ella en un sofá, detrás de las cámaras estaban mis padres y varias personas más.
Estaba muerto de los nervios, me sentía incómodo con tantas personas viéndome, quería salir corriendo y tirar este molesto traje.
La mujer se me quedó viendo esperando una respuesta. Tomé aire y respondí lo que mi padre quisiera que respondiese.
—Se siente bien volver —dije lo más relajado que pude —De verdad me hacían falta todos ustedes —para mí sonó tan falso, pero todos sonrieron como idiotas.
—Y dime, ¿Por qué has estado tan ausente los últimos meses? Nadie sabía nada de ti —preguntó la periodista.
Miré hacia la cámara y después contesté:
—Pues, estuve de viaje por un largo tiempo. Ya sabes, negocios. Estaba cerrando un contrato con unos alemanes —mi padre sonrió y asintió con la cabeza.
La mujer siguió haciéndome preguntas tontas de trabajo, yo solo respondía seguro. Ya me estaba aburriendo de todo esto, la cabeza me iba a explotar con tanta tensión. Ya me quiero ir.
—¿Alguna cosa más que quiera preguntarme? —pregunté un poco irritado. Mi padre me fulminó con la mirada.
—Oh claro, debes tener muchos pendientes ahora que volviste a esta ciudad —asentí —Bueno, entonces una última pregunta. ¿Sigue siendo importante para ti el recuerdo de tu novia fallecida? Sabemos muy bien que Ángela significó mucho para ti. Fue una lástima enterarnos que murió, aunque fue hace mucho tiempo.
¿Ángela? ¿Mi novia?
No sabía de quién estaba hablando esa mujer, yo no recuerdo a ninguna Ángela. Y si está muerta, por qué no la dejan descansar en paz, ya los periodistas no saben más que preguntar.
Me quedé mudo por unos segundos, pensé que me iba a preguntar sobre la empresa, pero jamás creí que tocaría un tema personal. No estaba preparado para preguntas como esas.
Permanecí en silencioso, uno muy incómodo.
Traté de recordar a mi supuesta novia, pero nada venía a mi cabeza.
Ángela, Ángela... Ángela.
Comenzó a dolerme la cabeza y comencé a desesperarme. Muchos recuerdos se acumularon en mi mente aturdiéndome.
Una mujer se instaló en mi mente, pelirroja de ojos marrones y piel blanca. Ella me hablaba, pero yo no entendía lo que decía. Su rostro ya había estado presente en mis recuerdos, ella me suplicaba por su vida mientras que yo la estrangulaba.
Abrí los ojos como platos cuando lo recordé todo. ¡Yo asesiné a esa mujer!
—Ian... —empezó a hablar la mujer, pero yo ya no le escuchaba.
Poco a poco comencé a sentir que me estaba saliendo de control, las luces se encendían y apagaban. Todos estaban confundidos, hasta que hice estallar las cámaras y las pantallas. Empezaron a gritar porque todo se estaba quemando.
Mis padres llegaron rápido ante mí y mi madre me tomó por los hombros, pero yo seguía pasmado.
Mi papá llamó por teléfono y sus guardaespaldas llegaron en un santiamén. Sin que se diera cuenta de lo que estaba haciendo me coloqué de pie y salimos todos juntos.
Ya en el estacionamiento del edificio logré controlarme y volver en sí.
—¡Sube al auto! —gritó Arnold enojado.
Frunci el ceño. No me gustaba su tono de voz.
—No —respondí y golpeé a uno de los hombres que trataban de hacerme subir a la fuerza.
—Pero, ¡¿Qué te pasa?! —gritó mi padre y me sujetó por el brazo. Estaba a punto de empujarlo, pero mi madre gritó la maldita frase que me hace detener.
—¡El pequeño cachorro debe volver a casa!
Y con eso logró que me tranquilizara. Como sea debo saber por qué tiene ese efecto en mí. Mientras tanto tenía a un hombre pelinegro enojado y a punto de golpearme.
Elsa
—Estamos acabados por completo, nuestro equipo se fue a la mierda, el cuartel se fue a la mierda, mi vida se fue a la mierda —suspiró —Hemos luchado por tanto tiempo para que ahora nos despidan de esa forma. Protegimos esta ciudad por todos estos años.
Me acerqué a Flynn y le ofrecí un vaso de agua para que se refrescara.
Todos estábamos reunidos en mi departamento, ya que era el único lugar en donde podíamos hacerlo, mis compañeros, al igual que yo, estábamos devastados después del último golpe que recibimos. Ese ser oscuro acabó con todo.
—¿Ahora qué haremos? —preguntó fred jugueteando con el emplema del cuartel.
—Me imagino que será seguir con nuestras vidas, empezar de nuevo —respondió Wasabi cabizbajo.
—Ánimo muchachos, no todo se ha perdido. Sé que será difícil, pero con esfuerzo podrán salir adelante —aseguró Rapunzel, quien en tampoco tiempo se había hecho amiga de todos —Pueden buscar un trabajo, formar una familia —miró a Flynn.
Ellos se habían hecho muy cercanos últimamente, aún no puedo creer cómo es que está derritiendo el corazón frío de mi ex comandante.
—No es tan fácil, niñita. Tú lo dices porque tu tienes un papi poderoso. De verdad que eres muy ilusa —dijo Gogo cruzando sus piernas.
Ella había sido perdonada por su falta, ya que había sido manipulada por la oscura. Incluso, comenzamos a tratarnos mejor últimamente.
—Por mi parte, tendré que regresar a la mansión junto a mi padre y volver a los videojuegos y a la pizza —mencionó el rubio —Amaba ser parte del cuartel.
—Pero el gobierno nos dejó fuera de todo, nos despidió. Ahora ellos se harán cargo de Pitch Black y de su séquito de imbéciles —agregó Flynn
Me senté al lado de Rapunzel, quien sujetaba el brazo del castaño.
—Yo tendré que trabajar, como lo hacía antes de que muriera mi hermana —dijo Hiccup mirando sus manos.
Escuché que Honey soltó un suspiro derrotado.
—No puedo creer que ya no seamos héroes, se sentía tan bien atrapar villanos, pero ya no nos queda más que conformarnos con esta simple y aburrida vida —colocó un cabello tras su oreja.
—Bueno, creo que tendré que ser de nuevo Eugene el perdedor fotógrafo —mencionó Flynn.
Entiendo que se sienta decepcionado, él había dado todo de sí para sacar adelante a su equipo. Comenzó siendo rango 1 hasta llegar al 5 y convertirse en comandante, pero ninguno de esos títulos le van a servir para la vida.
—Al menos nos hubieran indemnizado —soltó aburrido Wasabi.
Todo nuestro equipo había quedado hecho trizas. Ahora teníamos que separarnos de lo que más amábamos ser.
Por otro lado, me duele que Hiro haya decidido alejarse de nosotros y no venir a la reunión, entiendo que en este momento me esté odiando, pero es su equipo, sus amigos.
—Bien, pues yo ya me cansé de toda esta charla de losers, me largo de aquí —Gogo se levantó de la silla y salió por la puerta.
Y así como ella, Fred, Honey y Wasabi salieron, solo que ellos si tuvieron la decencia de despedirse como se debe.
Quedamos solo Flynn, Hiccup, Rapunzel y yo en el apartamento.
—Demonios. Cuanto quisiera seguir siendo su comandante, pero ahora solo me queda decirles, que tengan buena vida —Flynn se levantó del sofá y caminó hasta la puerta.
Rapunzel lo alcanzó, susurró algo en su oído y él no pudo evitar sonrojarse. Ella es toda una matadora. Le guiñó el ojo y le dio un beso en la mejilla.
Luego, se acercó a nosotros con una radiante sonrisa.
—Bueno chicas, pues yo también me voy —mencionó Hiccup, besó mi frente y la mejilla de Rapunzel como despedida —Cuida bien de tu hijo, Elsa. Quiero ser su padrino.
—De acuerdo —Sonreí y después salió por la puerta.
Suspire y me recoste en el sofá.
No me vendría mal dormir un poco; sin embargo, Rapunzel seguía aquí.
—Bueno, ¿Qué tal un poco de televisión? —tomó el control remoto y encendió el aparato.
Pasó un par de canales hasta que por fin dejó uno.
—Queridos televidentes demosle la bienvenida al churro, de churros. El joven que había desaparecido de nuestras vidas por tanto tiempo. Recibamos a Ian Overland.
Levanté la mirada y miré el programa de televisión, una mujer muy bien vestida parloteaba sin cesar, pero eso no fue lo que llamó mi atención, sino ver quien era el invitado de su programa.
Salté de un brinco del sofá y me quedé viendo el aparato.
Mi corazón se rompió al ver a Jack, vestido con ropa diferente y con el cabello castaño, campate y feliz como si no le importara que me abandonó.
—Se siente bien volver... —mencionó y la sangre se me calentó de ira.
Le grité un insulto y lancé una bola de fuego hacia el televisor, este empezó a incendiarse al igual que mi alma...
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