Capítulo 44

Jack

Te lo voy a repetir una vez más, ¿quién eres? —dije con un tono de voz mucho más amenazante.

Ella dio un par de pasos hasta llegar hacia mí, caminaba con orgullo, confiada y segura. Me tense al ver sus ojos, que eran bastante peculiares, de un azul hipnotizante y profundo.

—No me recuerdas ¿verdad? —mencionó haciendo una mueca.

—No recuerdo a muchas personas —respondí a la defensiva.

La mujer era hermosa a su manera; tenía cabello negro, piel jodidamente blanca, incluso un tono más claro que el mío, además, vestía un vestido negro ajustado.

Traté de encontrarla en mi memoria, pero nada, ella es una desconocida para mí. Sin embargo, su voz me era muy familiar.

—Vaya, que mal. No te acuerdas de tu íntima amiga. Me siento decepcionada contigo —desvió la mirada y luego dibujó una sonrisa lobuna en sus labios.

—Pues entonces soy pésimo para elegir bien mis amistades, no me veo en el pasado interactuando con una mujer bastante... Particular —me burlé. Esperaba que se enojara, pero por el contrario, rió como si no le hubiese ofendido.

—Sigues siendo tan gracioso —rió aún más fuerte.

Me puse en pie de manera abrupta, tratando de hacerle ver que aquí soy yo el que intimida.

—Será mejor que te vayas desconocida.

—¿Por qué? —reprochó —Si apenas iniciamos a convensar.

—Yo no quiero hablar contigo —frunzo el ceño y me alejo de ella.

Le di la espalda y caminé hacia el catre que había en la habitación. Las cadenas hicieron contacto con el suelo, arrastrándose de tal manera que sonaba como un chirrido, en los extremos de cada cadena había una esfera de hierro que me impedía  moverme con facilidad.

Cuando estaba a punto de acostarme en la cama sentí como me sujetaban con fuerza y luego me estrellaban contra la pared.

—Escúchame bien imbécil de mierda, he venido aquí para hablar contigo quieras o no. Necesitas recordar todo el daño que me causaste, Ian —la pelinegra me acorraló en la pared colocando su brazo en mi cuello.

Esa mujer, además de estar loca, es muy fuerte y me mira con mucho odio, puedo respirar el inconfundible aroma de la muerte y la venganza en ella.

—Ya te dije que no sé quién seas y que no recuerdo mucho de mi pasado —musité y ella gritó enfadada.

—¡Mentira! —golpeó mi rostro con su puño.

—¡¿Qué quieres de mí?! —estallé y la empujé con fuerza pero ella se mantuvo en su lugar, demostrándome que no soy nada sin mis poderes.

—Quiero que recuerdes, quiero que pagues por lo que me hiciste —susurró.

—¡¿Qué te hice?! —grité exasperado.

—¡Acabaste con mi vida! —respondió y colocó sus manos en mi cuello asfixiándome.

Ella ejercía mucha fuerza en mi garganta que no pude moverme. Su ceño estaba fruncido, su mirada era furibunda

—P... para —dije como pude y coloqué mis manos sobre las suyas. Era la primera vez que me tenían de esa manera, débil y vulnerable.

La presión de mi cuello se deshizo y pude respirar de nuevo. Tosi un par de veces y la observé alejarse de mí.

—¿Sabes? No deberías estar aquí encerrado —mencionó mientras veía las paredes oscuras de mi celda —Es demasiado para ti, deberías estar muerto, como yo.

—Estás loca —dije con la voz ahogada.

—Eso no decías cuando estabas conmigo —enarcó una ceja.

Me aclaré la garganta y después dije:

—No sé quién eres, ¿cuántas veces tengo que decírtelo?

Ella puso los ojos en blanco y cruzó los brazos.

—¿Podrías decirme por favor a qué viniste? —dije más calmado.

—Por favor... —hizo una pausa —No sabes cuántas veces te dije esas palabras; Ian, por favor no me hagas daño, por favor no me golpees, por favor perdóname, pero tú hiciste oídos sordos y acabaste conmigo, no tuviste misericordia.

Esta chica está bien chiflada, me tiene confundido y no sé si de verdad le hice daño, desde que desperté en esa habitación en llamas nunca he visto su rostro como para haberla golpeado.

—Dime tu nombre —le pedí.

—Mi nombre ya no importa —se negó y se encogió de hombros —Por lo que tengo entendido te conocen aquí por otro nombre. Mmm déjame recordar —colocó sus dedos en su mentón —¡Ya! Te llaman Jack Frost, también conozco tus asombrosos poderes, tus antecedentes criminales y el motivo por el que te tienen recluido aquí, sin olvidar que conozco a tu creador. Sé todo de ti.

—¿Cómo sabes todo eso si jamás te he visto?

—¿Me creerías si te dijera que yo también tengo poderes? —preguntó divertida.

En un nanosegundo se había esfumado del cuarto dejándome boquiabierto. Di dos pasos vacilantes y de pronto apareció detrás de mí sonriendo con maldad.

—¡Boo! ¿Te asustaste? —río como loca —Soy sorprendente ¿verdad? Aunque, no tanto como tú. Tienes unos poderes asombrosos; eres fuerte, te autocuras, tienes control con la electricidad y corres como un rayo. ¿No te sientes poderoso?

—No, lo único que quiero es deshacerme de ellos, me han convertido en un monstruo, desalmado y vil. Quiero ser normal.

—¡Ow! Quieres ser normal, que tierno —se burló de mí —Lo siento Ian o Jack como quieras, pero el único que puede quitarte esos poderes es tu creador.

—¡¿Eso es posible?! —dije esperanzado, ella asintió con la cabeza —Entonces, tendré que obligarlo a que me regrese a lo normalidad.

—Black no aceptará si no le das algo a cambio —apareció en la cama sentada y muy cómoda —Además la última vez que se vieron no lo recibiste muy bien.

—¿Qué podría querer a cambio? —le pregunté y ella ensanchó su sonrisa.

—No quiere mucho... Solo una niña.

—¿Una niña?

—Pero no cualquiera, quiere a una muy especial —apareció de nuevo a mi lado.

—¿Por qué no se la llevas tú? —contrapuse —No que eres muy poderosa.

—No quiero ensuciarme las manos con una simple niña. A la mierda, no tengo por qué estar detrás de una mocosa cuando puedo decirle a otra pensona que haga lo que yo no quiero hacer —sonrió por milésima vez —Entonces te elegí a ti ya que te vi aquí solito sin hacer nada. Black trató de dar contigo a través del robot ese, claro que fue a la fuerza, después yo le pedí que me dejara hablar contigo y aquí estoy.

—¿Quieres decir que no veniste aquí solo por venganza, sino a pedirme que haga tu trabajo?

—Sí y sí. Lo de la venganza lo dejaremos para después.

Hice una cara de completa confusión. Esta mujer es una cajita de sorpresas. ¿Viene a decirme que le hice daño y después me pide ayuda? Está jodidamente desquiciada, pero si entregando a esa niña consigo ser normal, valdrá la pena ayudar a esta desconocida.

—De acuerdo, primero lo primero, tienes que sacarme de aquí y luego decirme cuál es la niña que tengo que robarme —dije y sacudí las cadenas para ser más específico.

—Te quedará fácil, porque esa niña está aquí —chilló de alegría.

—¿Aquí? ¿Qué hace una niña en un centro de entrenamiento? —pensé con claridad y la resolución llegó a mi cabeza —A menos que sea —hice una pausa —¡Jódete! Yo no le voy a hacer daño a Angie.

Prometí protegerla y no puedo hacerle esto a Elsa. Esa niña no se merece ser raptada para ser utilizada como rata de laboratorio por Aaron.

—¿Entonces piensas quedarte de por vida con esos poderes y en esta cárcel? —dijo con el ceño fruncido.

—Prefiero eso ha lastimarla.

—Ian, Ian, Ian, esta es una mala elección. No eres el protector de esa chiquilla, deja de lado los sentimentalismos y vuelve a ser ese ser frío de antes —susurró a mi oído.

—Te dije que no. Mejor vete, y gracias por la oferta.

—No me iré de aquí sin esa mocosa —me tomó del cuello de mi camisa y de manera sorpresiva me levantó del piso y me lanzó contra una pared —Si no es por las buenas, será a las malas.

Se acercó a mí y de su puño cerrado comenzaron a emanar sombras.

—¡Aléjate, zorra! —le grité y ella pateó mi cara haciéndome sangrar.

Las sombras me empezaron a rodear como fieras mientras que ella se inclinaba y tomaba mi rostro a la fuerza. Colocó sus dedos en mi cien y me miró a los ojos, yo miré los de ella y sentí como poco a poco se metía en mi mente sin que yo pudiese hacer nada.

En poco tiempo se hizo con el control de mi mente.

Todo lo que pensaba antes fue reemplazo por lo que ahora ella quiera que haga.

—Harás lo que a mí se me dé la gana —mencionó y yo asentí con la cabeza, luego me coloqué en pie —Ahora, hay que quitarte esto —con su magia destruyó las cadenas y pude sentir mi poder correr por mis venas.

Moví mis brazos relajándome y deshaciéndome de la tensión de mis músculos.

—Bien, vamos por esa mocosa —dije sonriente.

—Esa actitud me agrada, ya dejaste de ser un niño sentimental, para ser lo que yo más quiero, una marioneta, te lo confieso siempre quise controlarte —sonrió y me mantuve estático esperando sus órdenes —En fin... Hora de salir.

Me tomó por el brazo y las sombras nos envolvieron. En un segundo estuvimos fuera de la celda sin causar ningún destrozo.

Los guardias se nos quedaron viendo y cuando estaban apunto de atacar la pelinegra los asesinó fácilmente dejando sus cuerpos inertes en el suelo.

Caminamos campantes por el pasillo. Cada guardia que aparecía ella lo mataba.

Cuando estábamos apunto de salir de la planta en la que me encontraba, ella se detuvo e hizo que las sombras aparecieran otra vez cambiando nuestro aspecto para pasar desapercibidos.

Miré el uniforme de oficial que tenía puesto y como los demás oficiales pasaban a mi lado sin percatarse de quién soy en realidad. Ella también había cambiado su aspecto, su cabello era rojizo y sus ojos verdes.

Era de noche y muchos corrían a las celdas buscándome.

En un par de minutos llegamos a la zona de las habitaciones donde se encontraba la niña.

Caminamos por los pasillos hasta que mi acompañante se detuvo en frente de una puerta marrón.

—Está aquí —susurró y abrió la puerta.

La niña reposaba en su cama, dormía tranquila.

—¿Podremos salir de aquí sin ningún problema? —pregunté.

—Sí. Gracias a toda esta revuelta nadie sospechará de nosotros, además, tenemos una ayudante que hace parte del escuadrón que nos ayudará a irnos sin que lo noten. Jamás estuvimos aquí.

La infante comenzó a removerse en su cama hasta que despertó y nos encontró observándola.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó asustada.

La mujer desapareció y apareció al lado de la niña asustándola, ella gritó y saltó de la cama.

—Oye, no temas. Soy Mavis —dijo mi compañera.

—¡Tía! ¡Tía! —gritó la chiquilla y se escabulló de la mujer.

Mavis se acercó a ella y la tomó por el cuello, luego la tiró a la cama.

—Vendrás con nosotros mocosa —espetó.

Escuchamos que pateaban la puerta y nos escondimos en la oscuridad del cuarto.

Después vi a Elsa entrar en la habitación, estaba exaltada.

—Me quieren lastimar —nos señaló la niña castaña.

Di un paso al frente y salí de las sombras.

—Hola, Elsa —dije y ella quedó paralizada.

—¿Quién eres? —se colocó en posición de batalla.

Miré hacia atrás y le hice señas a Mavis para que dejara que viera mi verdadero rostro. Elsa abrió sus ojos como platos al reconocerme.

—Oh, creo que se te han comido la lengua los ratones —mencioné para molestarla.

—Jack... Pero, ¿cómo? Tú deberías estar encerrado —susurró atónita.

—Creo que yo tengo que ver en eso —intervino Mavis mostrando su verdadero rostro.

—¿Quién eres? —preguntó con el ceño fruncido.

—No es necesario que le digas quien eres, hemos venido por algo ¿recuerdas? —mi mirada viajó hacia la atormentada niña.

La rubia retomó su posición protectora y tomó a Angie de la mano.

—No sé qué te pasa, Jack, pero no les permitiré tocarla. La defenderé con mi vida si es necesario —mencionó muy segura de sí misma.

—Como tú quieras —dije y en un segundo llegué hasta ellas, empujé a Elsa de mi camino y ésta se golpeó con la cama.

—¡Jack, infeliz, no lo hagas! —gritó reincorporándose.

—Hablas mucho, rubiecita —Mavis la tomó por el cuello y la levantó como lo hizo conmigo, luego golpeó su estómago con fuerza, ella escupió sangre en la cara de la pelinegra, ésta se enojó y la tiró al suelo.

Sujeté a Angie por el brazo, pero ella trataba de zafarse.

—¡Tú no eres así, tú eres bueno! —exclamó.

—Lo siento pequeña, pero el que nace malo muere malo —la noqueo con mi mano y ella cae inconsistente, después la tomó en brazos.

—¡Suéltala! —gritó Elsa desde el suelo con la voz entrecortada.

Ignoré su comentario y caminé hasta la puerta. Mavis golpeó una vez más a Elsa y después llegó junto a mí.

—Adiós Elsa, que estés bien —se burló —Ah, y felicidades.

—¡Jack! —gritó una vez más antes de que saliera de la habitación.

Ya en el pasillo cambiamos de imagen y nos dirigimos a la salida. Mavis invocó a las sombras y aparecimos en las puertas de la entrada, allá nos esperaba una mujer de cabello negro corto con mechones morados.

—Hola, Mavis —la saludó y ella la miró restándole importancia.

—Has que abran las puertas —ordenó la ojiazul.

—Claro, de inmediato.

Se acercó a los guardias y con alguna mentira hizo que nos abrieran las grandes puertas. El aire puro nos recibió en la salida, una vez más siento que soy libre.

Elsa

Escupí otra vez aquel líquido carmesí que estaba en mi boca. El cuerpo me dolía como si me hubiese pasado por encima un elefante.

Me levanté con esfuerzo y mi llanto resonó en la habitación, además de que estoy tan golpeada siento que le he fallado a mi hermana al no proteger a su hija, el desgraciado de Jack se la llevó a no sé donde, él todo el tiempo estuvo fingiendo que le importábamos, lo único que quería era lastimarme como siempre lo ha hecho.

Un dolor punzante en el vientre hizo que gritara de dolor, tal y como había sucedido en mi sueño, que no era sueño sino realidad.

Caí otra vez al suelo.

Escuché pasos en el pasillo y después pude ver el rostro de Hiccup en la puerta, al verme ahí tirada gritando corrió hasta mí y me tomó en sus fuertes brazos.

—¡Demonios! Elsa, ¿Qué te pasó? —preguntó preocupado.

—Llévame a la enfermería —le susurré y él no dudó en salir casi corriendo por el pasillo.

Esa mujer me había golpeado demasiado fuerte, no era normal, de eso estaba segura, y su relación con Jack era incierta, el punto es que esos malditos raptaron a mi sobrina.

—¡Todo se descontroló! —medio gritó mi amigo, estaba enfadado y estresado.

Poco a poco sentía que me estaba quedando inconsciente, pero logré llegar despierta a la enfermería.

Luego sentí el blando colchón de la camilla, una enfermera me susurraba que no me quedara dormida, que siguiera con ellas, pero fue imposible no dejar que mis párpados se cerraran...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top