Capítulo 34

Elsa

Quisiera golpearme contra un árbol en este preciso momento porque de verdad siento que mi vida es una completa locura. Todo lo que ha pasado en los últimos días, jamás pensé que lo pasaría; caí al mar y casi me ahogo, pero mi asesino fue quien me salvo la vida, luego descubrí que no es la persona que creía, después unos caníbales nos atacaron y dejé de creer en el cambio que había tenido, días después un lobo que habla me mordió la pierna, que aún no ha sanado por completo, luego encontramos una extraña cabaña y me emborraché como estúpida y por último fui secuestrado por otros caníbales. ¿Faltará algo por nombrar?

Siento que ya nada más puede ser peor.

—Elsa, ¿Estás bien? —me preguntó Jack sacándome de mi ensimismamiento.

Llevamos caminando un rato, hace poco encontré mi destrozado uniforme. Estaba sucio, por lo que no pude colocármelo. La camisa de Jack fue de mucha ayuda ya que no siento frío, y el olor de su colonia masculina me da seguridad.

—Sí. Estoy bien, solo quisiera acicalarme un poco —contesté con suavidad.

—No debe estar muy lejos el lago. ¿Podrás resistir otro poco? —sus ojos azules se encontraron con los míos mandándome una sensación cálida. Asentí para no tener que emitir ningún sonido.

Ahora que me doy cuenta, Jack y yo tenemos una convivencia de lo más extraña, avanzamos un paso y retrocedemos tres, es como una montaña rusa estar con él. No puedo asegurar que esté bien y en un momento no va a estar enojado o gritándome. Con él todo se puede esperar.

—¿Cómo te sientes? —soltó la pregunta abiertamente. Su extraña preocupación por mí me sacó de balance —Te pregunto por... Lo que acaba de pasar.

Desvíe la mirada con inseguridad.

—Podría decir que mejor, pero ya ni sé que es lo que de verdad siento en este momento —guardé silencio por un segundo —Quisiera poder dormir y al despertar encontrarme con una nueva vida, una... Normal y que no esté llena de tantos problemas.

Su rostro se contrajo en una mueca.

—Yo también quisiera que eso pasara. Pero nuestra realidad es completamente diferente a lo que soñamos. En esta yo soy un asesino y tú la agente que intenta atraparme, pero no lo consigue.

Quise decirle un par de cosas en la cara sobre que yo puedo llegar a vencerlo algún día, pero decidí quedarme callada y esperar su siguiente comentario arrogante.

***

—¿Ves? Te dije que estábamos cerca —dijo Jack cuando vimos el cristalino lago.

Dibujé una sonrisa en mi rostro, porque podría por fin limpiarme y olvidar parte de lo que me ha pasado.

Sin dudarlo, me saqué la camiseta de Jack por la cabeza y poco a poco me sumergí en el agua. Restregué mi cabello para eliminar la suciedad, al igual que lo hice con el resto de mi cuerpo.

Lo busqué con la mirada encontrándolo sentado en la orilla del lago mirando a la nada, sumido en sus propios pensamientos de los cuales no puedo ser partícipe. Si mi mente es un lío no puedo imaginar como será la suya.

Continué nadando un buen rato, disfrutando de la paz que me brindaba la suave agua, cuando sentí a alguien tras de mí.

—Al fin decidiste venir ¿no? —mencioné sin darle la cara.

—Sí. Como te vi divirtiéndote aquí sola, pues pensé que debía acompañarte —respondió con voz seductora, poniéndome en aprietos con su sutil insinuación.

—¿Ah sí? Y... ¿Qué pretendes? —fingí seguir su juego.

—Nada en especial. ¿Piensas que te haré algo? —soltó de pronto. Abrí y cerré la boca pero nada salió de ella —No tienes de qué dudar. Solo quiero tener un día relativamente tranquilo, no busco molestarte o incomodarte.

Mi corazón dio un vuelco al escuchar su inesperada respuesta.

Gracias a mi estado de aturdimiento no pude evitar recibir un ataque con agua por parte del peliblanco, empapándome por completo el rostro.

—¡Oye! —chillé —Así que quieres guerra ¿eh? Pues la tendrás —lancé agua a su rostro causándole una carcajada.

No es fácil aceptarlo, pero me divertí mucho en esa tarde junto a él, jugando como dos niños chiquitos. Jamás creí que volvería a sentirme de esa forma, tan... Plena y ... Segura, que parece mentira que después de tanto insulto hoy podamos compartir momentos como este.

—¿Cuál era tu mayor sueño cuando eras niña? —dijo mirando al cielo, ahora nocturno. Estábamos en la orilla del lago con los pies sumergidos en el agua disfrutando de una charla amena.

—Siempre quise conformar una familia, poderles dar un ejemplo a mis hijos de lo que es ser una mujer fuerte y valiente —me detuve  y tomé aire por la nariz, luego seguí — Demostrarles que nosotras no somos el sexo débil, pero con el tiempo ese sueño se perdió, junto con mi vida. Me hice vulnerable y me dejé mal influenciar. Perdí todo lo que quería por un error.

—¿Sabes? Tienes al mejor ejemplo de fracaso ante ti. Una persona que nunca va a ser lo que los demás quieren que sea —empezó a hablar, abriendo su corazón ante mí, fue increíble —Soy un monstruo que tortura a personas. Pude haber sido la bestia de tus pesadillas cuando niña y no el príncipe azul que quieren todas. Y... —desvió la mirada a sus puños. Estaba tan vulnerable, que en parte me gustó —En ocasiones no me gusta ser así, pero mi otro yo me controla y se obsesiona con la muerte y el dolor —terminó soltando un leve suspiro.

No sé en qué momento sucedió, pero mi mano estaba apretando la de él, en un gesto reconfortante. Me sentí torpe y por eso la retiré de allí, sin embargo no pude evitar sonrojarme por el hecho de estar tan cerca de él.

—¡Oh mira, una estrella fugaz! —dije cambiando de tema —Pide un deseo.

—Deseo que... —mostró una media sonrisa.

—No seas tonto, no se dice en voz alta —lo interrumpí con un gesto des aprobatorio.

—Me vale mierda —espetó —Mi deseo es no volver a la ciudad y quedarme aquí... Contigo.

Mi corazón se detuvo por un instante. No reconocía en absoluto al hombre que me hablaba en ese momento. Mi cuerpo se quedó estático y mis manos comenzaron a temblar.

—¿Qué dices? Eso es absurdo —fue lo único que se me ocurrió decir — Sonó hasta divertido —solté una falsa risita — Jack no eres un adolescente para estar diciendo esas cosas —me reincorporé y me coloqué mi uniforme que ya estaba lavado y seco con ayuda del sol.

—Lo dice la mujer de veintitrés años que cree en las estrellas fugaces —ironizó y luego hizo lo mismo que yo.

—Mejor regresemos a la cabaña ¿sí?

Fue lo único que pude decir para ocultar lo que en realidad siento. Y es que tengo miedo de cometer otro error, no quiero caer de nuevo en las manos de un manipulador hombre.

***

—Mmm, no es por incomodarte, pero tendremos que compartir cama —dijo Jack al llegar a la casa, me giré para encararlo.

—Tú puedes dormir en el suelo —enarqué una ceja con altivez.

Él colocó su mano en su pecho con fingida indignación.

—Ay gracias linda, siempre tan amable —dijo con sarcasmo.

Quería contestarle, pero de un momento a otro, corrió muy rápido a la habitación. Luego llegué junto a él y lo encontré en la cama, a cobijado y muy cómodo.

Frunci el ceño.

—De verdad lo siento, pero yo no soy como esos hombres que aparentan ser caballeros, y dejan a la chica con toda la cama. Como ya te dije, yo no soy un príncipe azul —mencionó y se encogió de hombros —Si no te gusta estar cerca de mí, ahí está el cómodo suelo para que duermas.

Giré los ojos y emití un bufido. Después me acomodé a su lado, a una distancia prudente de su cuerpo. Luego le di la espalda, no quería ver su rostro y quedarme hipnotizada viendo sus ojos azules.

No pude quedarme dormida al instante porque algo rondaba por mi cabeza, y estaba decidida a preguntarle:

—Jack.

—¿Sí? —respondió con voz ronca. Además me sorprendió que me respondiera de inmediato, pensé que quizás estaría dormido.

Tomé una bocanada de aire, y aún sin girarme le dije.

—Ayer en la noche cuando tomamos un poco y... Pasó lo que pasó, te pregunté si sentías algo por mí. Tú respondiste que quizás —hice una pausa —¿De verdad sientes algo por mí o solo lo dijiste porque estabas borracho?

—¿Por qué me preguntas eso? —quiso saber, pero no supe qué contestarle en su momento.

Me sentí un poco incómoda dándole la espalda, por lo que decidí darle la cara.

—Es... Solo una pregunta inocente —respondí, él pareció estar formulando una respuesta en su mente, por su gesto de concentración.

—Como tú dijiste, estaba borracho, y cuanto estás en ese estado no sabes lo que dices —dijo mirando hacia el techo —Sin embargo... —se acercó a mi rostro y pude sentir su respiración en mis labios —Lo único con lo que te puedes dar cuenta de lo que siento, es con esto —besó con suavidad mis labios. Su beso fue fugaz pero de todas formas me hizo estremecer.

Me quedé pasmada en mi lugar, no me esperaba algo como esto.

—Ahora te regreso la pregunta ¿Qué sientes por mí? —susurró, juntando su frente con la mía. Después retiró algunos mechones de mi cara —Se franca.

—Es... Es que... Simplemente no lo sé. Yo solo... —no me dejó terminar porque depositó otro beso en mis labios. Éste duró un poco más que el anterior, y de manera irracional lo correspondí.

—¿Esto te ayuda? —dijo sin separar nuestros labios.

Yo solo le respondí con un gruñido y pasé mis manos por su cuello, para darle profundidad a nuestro apasionado beso.

Y... De repente, olvidamos que existía el mundo, que existían las barreras de la sensatez y nos dejamos llevar, por lo que sea que estamos sintiendo, que además parecía prohibido para nosotros, pero ya nada importaba.

Jack besó mi cuello, retomando lo que habíamos dejado la noche anterior, y lo peor, es que no se lo impedí. Al contrario, yo también comencé a acariciar su abdomen por debajo de su camiseta.

Sin embargo, él se detuvo un momento y me miró detenidamente.

—Elsa ¿Estás segura de lo que vamos a hacer? —preguntó con duda. Me pareció tierno de su parte.

—Cállate y bésame —respondí y lo atraje hacia mí.

Sus traviesas manos se deshicieron de la parte superior de mi uniforme, pero yo no me quedé atrás y le quité la estorbosa camisa.

Cada beso suyo me hacía sentir un sin fin de emociones, que creí que ya se habían extinguido con la muerte de Tadashi, en quien no quiero pensar en este momento. Solo dejaré que todo pase como tenga que pasar.

Jack desabrochó el cinturón de mi pantalón con ansiedad. Y no tardó en deshacerse de esa prenda, dejando expuestas mis largas piernas. Luego pasó sus manos por ellas, lo que me produjo un gemido.

No pude evitarlo y mordí su labio por segunda vez por puro placer, él se quejó, pero siguió con su labor de desvestirme. Trazó un camino de besos desde mi cuello hasta mis pechos, sentí una sensación tan placentera, que cuesta describirla.

Invertimos la posición quedando yo encima de él. Besé su cuello y pasé mi lengua por su duro pecho, él me respondió con un gemido de placer. Luego acabó con mi diversión y giró mi cuerpo quedando yo otra vez debajo de él. Haciendo acorde de su superioridad sobre mí, de su arrolladora fuerza y seducción. Pero yo no me quería quedar atrás y que él se divirtiera solo. Bajé mis manos por su torso hasta llegar a la evilla de su cinturón, que no fue muy amable conmigo. Por más que trate de bajarla no pude y eso me hizo enojar.

—Te ayudo —dijo Jack con una sonrisa traviesa en sus labios. Se estaba burlando de mí y de mi torpeza al no poder soltarle el maldito pantalón.

Al final por si solo quitó los pantalones y la poca ropa que le quedaba encima, yo estaba ansiosa por conocer hasta la última parte de su anatomía masculina, mis hormonas estaban alborotadas y solo quería que me siguiera tocando sin parar, quería ser suya y que él fuera mío sin darnos cuenta de los papeles que tenemos en esta historia.

Me quedé unos minutos, embobada, observando su cuerpo deseosa por pasar mis manos por cada espacio de su piel pálida. Él se dio cuenta que lo estaba mirando con mucho deseo y me dedicó una espléndida sonrisa que me pareció la más encantadora de todas sin importar que perteneciera a la persona más mal de la cabeza de mi mundo.

Jack acercó su boca a mi oído, me dio un leve mordisco en el lóbulo y por último susurró:

—Adelante, todo lo que ves es tuyo, puedes tocarme si quieres —su voz se escuchó tan jodidamente sexy que no pude evitar sentir un fuerte cosquilleo por todo mi cuerpo.

Él regresó su mirada a mi rostro y lo vi pasar la lengua por sus labios, de inmediato se me cortó la respiración. Tardé unos segundos en recuperar el aliento y cuando lo hice me decidí y atraje aún más su cuerpo al mío, luego empecé a tocar su piel como mi enferma mente lo exigía. La suavidad y calidez de su cuerpo me llenaron de un incontenible deseo carnal.

Ataque su boca y lo besé con tanta fuerza que pensé que me lo iba a terminar comiendo, aunque ganas no me faltaban. El me respondió con la misma fiereza y repartió suaves caricias por todo mi cuerpo, encendiéndome en el proceso. Me estaba muriendo por sentirlo más y más mío hasta poder consumirnos en nuestro propio deseo, en la lujuria de sentir nuestros tan expuestos juntos.

Por fin se decidió por quitarme la última prenda que tenía puesta, que empezaba a molestarme. Sus manos no paraban de tocarme pero más ansiosas y las mías tampoco se alejaban de su piel.

El tiempo se detuvo a nuestro alrededor, ya nada importaba más que entregarnos a nuestros más oscuros deseos. Las caricias, los besos, los gemidos no cesaron durante minutos que parecían horas. Nos entregamos el uno al otro y nos dimos placer como dos seres humanos calientes y locos. Nos fundimos en el infierno de la pasión y por un instante todo marchaba como una maravilla y no podía creer que la persona que más daño me ha causado me haya hecho sentir mujer como nadie lo había hecho.

En un momento no duramos más y nos tuvimos que separar para tomar aire y recuperar algo de energía pero en cuanto estuvimos bien, no pudimos aguantar un segundo más alejados y nos volvimos a querer las veces que fueron necesarias para estar satisfechos con lo que él otro daba.

En mi vida me había sentido tan plena y tan consentida con la ferocidad de sus besos pero con la delicadeza de sus caricias, el monstruo resultó ser mejor de lo que pensaba, tan experto, tan salvaje pero tan tierno al mismo tiempo, fue el mejor amante, y no fue necesaria ni una palabra, nuestros cuerpos se comunicaban por si solos, era nuestra naturaleza.

Todo tuvo que terminar en un momento, ya estábamos satisfechos y cansados, con recuerdos mojados de un encuentro pasional entre dos personas que en un principio se odiaban y que ahora no saben ni qué sienten.

Puede que haya sido solo sexo, sin involucrar sentimientos, pero no me arrepiento porque fue el mejor sexo de la vida, con la última persona que esperaba. No me arrepiento, ni me arrepentiré de esta locura que hemos cometido.

Al final solo quedó dedicarnos una mirada cómplice y sonreirnos, a ambos nos había encantado eso era seguro. Se me ocurrió tocar la piel de su rostro, caliente y sudorosa para decaer caer un beso sobre sus hinchados labios como agradecimiento por tan increíble atención.

Me separé de su boca, aunque en el fondo no quisiera, y me quedé viendo sus ojos, tan azules como el mar, tan hermosos como el cielo; por fin podía notar emoción en ellos y no era odio precisamente, como era antes, esta vez me mira con... Cariño.

Terminamos el día, la noche, no sé, acomodados uno junto al otro, desnudos, abrazados y sintiendo el calor del otro, como debía.

Sin lugar a dudas fue lo mejor del mundo y no tengo idea de que pasará después.

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