Capítulo 33
—Jack, de verdad lo siento si dije algo que te molestó —le dije tratando de alcanzarlo por el viejo pasillo.
Mientras lo hacía me subía el cierre de mi chaleco, la vergüenza ya me está acogiendo.
Él no se detenía, sus hombros estaban tensos y ni imaginar cómo estará su rostro de contraído. Se ha colocado su camiseta y se direge a la puerta, pero primero logro tomar su muñeca.
—Detente —supliqué, sin embargo él no giró para encararme, solo se detuvo.
—¿Qué quieres? —dijo aún sin verme y con voz gélida.
No sabía qué decirle en ese momento, por un instante mis ideas se bloquearon.
—¿Sabes? Arruinaste el momento mencionando a ese idiota, claro como todavía no lo has superado —me recriminó —Esperabas que yo fuera él, y que te estuviera haciendo el amor rico ¿no?
Después de mencionar eso, volteó y me miró con enojo, a lo que yo contesté con más molestia.
—¿Esperabas que lo superara en tan poco tiempo?
—Estuviste apunto de acostarte conmigo, si lo hubiéramos hecho, él se estaría revolcando en su tumba. Pero creo que para ti ya es costumbre traicionar a los que más quieres ¿verdad? —aportó con cizaña —Como con tu querida hermana.
Creí que Jack había dejado esa mala costumbre de echarme mis errores en cara, pero no.
—A ella no la menciones, porque tú no tienes derecho de meterte en mi vida.
—Ay, lo siento, toqué un tema delicado para ti —ironizó —Pero bien que sí te gustó revolcarte con Hans, acabas de aceptarlo —dio un paso hacia mí.
Frunci el ceño, esta conversación no tendrá un buen final.
—Tú no sabes nada —empujé su duro pecho con mi dedo.
—Lo que sé es que te dejas enredar por cualquier hombre, que eres débil con el alcohol y que te acuestas con él primer idiota que vez.
No aguanté más mi ira y estrellé mi mano por segunda vez en su rostro, haciendo que volteara a un lado su cara, luego se masajeó la mejilla.
—A mí me respetas. No tienes por qué tratarme de esa forma, pensé que habías cambiado, pero otra vez me equivoqué. Contigo no se puede.
Jack dio otro paso hasta estar muy cerca de mi cuerpo. Luego con sus dedos sostuvo mi mandíbula con fuerza, tomándome por sorpresa.
—No vuelvas a tocarme de nuevo porque de lo contrario...
—¿Qué? ¿Me matarás como a todas esas personas? ¿Como a Tadashi? —lo interrumpí —Él era mucho mejor hombre que tú —apretó más mi rostro.
—Cállate —siseó.
—¿Qué? ¿Te enoja que te digan la verdad en la cara? —Sonreí con malicia.
Él me respondió con una risa malvada.
—No me arrepiento de haberlo hecho, me encantó ver su rostro sangrar y a ti como una estúpida llorando por él, que patético.
Me intenté zafar de su agarre, pero él era mucho más fuerte que yo. Se acercó más a mi rostro y luego plantó un beso salvaje en mis labios.
—Dime si él te besaba así —sostuvo mi rostro con sus dos manos, dejándome sin escapatoria —Dime si él te tocaba así —bajó sus manos hasta mi cadera y me apretó a su cuerpo.
Me estaba comenzando a asfixiar su toque por mi cuerpo. Necesitaba deshacerme de él.
Después de pensarlo un poco, empujé con fuerza su pecho, alejándolo unos pasos de mí, trató de acercarse otra vez pero pateé su entrepierna. Cayó de rodillas al suelo y me maldijo, luego salí corriendo.
—¡Vete si quieres Elsa! ¡Ya no me importa lo que te pueda pasar! Ya no te necesito —gritó antes de que saliera de la cabaña.
No aguantaba un segundo más cerca de él. Mis labios estaban hinchados por su culpa y me sentía usada por él, logró hacerme flaquear y contarle hechos importantes de mi vida. Dije que no lo iba a hacer, pero lo hice, le di armas.
El frío de la noche me acogió al salir, me siento estúpida por dejarme llevar por él, por el efecto que tiene en mí, con una sola mirada suya siento que... Que... Bueno no sabría explicarlo, el punto es que prefiero alejarme de él, sin embargo siempre hay algo que me atrae a él, quizás sea el misterio que lo rodea, esa aura peligrosa o esos hermosos zafiros que pueden cautivar a cualquier mujer. He de aceptar que mi corazón está hecho un lío, nuevos sentimientos han nacido incluso más fuertes de lo que sentía por Tadashi. Y... Quisiera golpearme por no tenerlo tan presente en mi vida, por no pensar en él como es debido, y lo peor, replamplazarlo por aquel odioso peliblanco.
Por otro lado, no sé a dónde me dirijo, dejé que un impulso actuara en mí y me hiciera escapar, porque eso hice, no enfrenté mis problemas con coraje, ha regresado la Elsa de hace años; la insegura, la débil, la sufrida. No quiero demostrarle que me afectan sus palabras porque con eso ayudaría a que me humille aún más.
Camino por un largo rato buscando un lugar dónde sentirme segura, no obstante, este maldito bosque está lleno de peligros; bestias más malvadas que la persona con la que viajaba, cuyo nombre no quiero volver a mencionar.
Por un instante pensé que nada podía ser peor, pero me equivoqué.
Sentí como mi cuerpo era levantado. No me fijé por dónde andaba y pisé una cuerda que me dejó colgando de cabeza.
Traté como pude de soltarme, pero en mi posición no conseguí nada. Era una trampa.
Comencé a sentirme mareada y luego sentí como me golpeaban en la cabeza.
Jack
—¡Mierda! —gritó con ira y pateó por milésima vez la mesa destruyéndola por completo.
Estoy tan enojado conmigo mismo por ser un estúpido que deja que una mujer juegue con sus sentimientos. No paro de recreminarme por qué la salvé aquella vez en la cascada, todo hubiera sido mejor si ella hubiera muerto; porque no tendría que estar lidiando con mis explosivas emociones.
Sin embargo, cada vez que cierro lo ojos la veo a ella besándome y... Un deseo incontrolable de tenerla junto a mí, se apodera de mi mente y de mi cuerpo. El solo hecho de poder tocarla ya me transmite un millar de sensaciones placenteras que creí que ya no podía experimentar.
Fue un error haberla conocido, cuánto desearía volver al pasado y eliminar ese momento tortuoso cuando la miré a los ojos por primera vez, porque ahora lo único que hago es pensar en ella, en la suavidad de sus labios, y en el placer que me provoca tener su cuerpo junto al mío.
Sacudí mi cabeza para dejar de pensar en ella. Sin embargo, mi subconsciente me traicionaba a cada rato pensando en que podría estarle pasando algo malo.
Decidí salir un momento y desahogarme golpeando un árbol hasta que mis nudillos se colocaron rojos y el árbol cayó produciendo un fuerte ruido. Encontré la mejor manera de relajarme.
Pasaron varias horas, no quise dormir, no podía hacerlo. Por eso pasé mi tiempo desatando toda la ira que tenía reprimida.
Miré hacia el cielo, el sol se estaba poniendo, los primeros rayos de sol me iluminaron el rostro.
Ya es de día y no he sabido nada de Elsa, de su paradero. Una parte de mí me dice que es una estúpida que no vale la pena, pero otra me dice que salga a buscarla y enmiende las cosas. No sé a quién hacerle caso.
***
Miro por tercera vez hacia el espeso bosque. Llevo horas aquí sentado en la entrada de la vieja casa, que por cierto aún me causa interés saber cómo diablos es que está en medio del bosque.
Me siento sólo y abandonado. Y mi terquedad no me deja aceptar que Elsa me hace falta.
Comienzo a inquietarme un poco, pero luego recuerdo que ella es una zorra y que se atrevió a nombrarme a ese imbécil. Ha lastimado mi ego y solo por eso voy a dejar que se vaya a la mierda. No sé por qué me preocupo por ella, por quien debo hacerlo es por mí mismo. Por lo que decido pasar página y olvidarla. No merece siquiera que la piense.
Paso mi día tranquilo después de que recapacité y decidí dejar atrás a esa chiquilla. Fui demasiado idiota al pensar que ella significa algo para mí.
Camino por entre el bosque buscando algo que comer, ya son pasadas las tres de la tarde, creo, no puedo asegurar nada cuando aquí no hay ni un reloj.
Continúo andando campante porque nadie puede hacerme daño, soy más fuerte que cualquier cosa.
Estaba tan abstraído en mis pensamientos que no me fijé que había pisado un pedazo de metal pequeño. Me agache a mirar la pieza de metal y mi ceño se frunció cuando noté el águila y las espadas cruzadas que estaban estampadas en él.
—El emblema del uniforme de Elsa —susurré para mí mismo. Me parecía extraño que se la haya arrancado.
Caminé por el mismo sendero, esperando encontrarme con ella.
Pero no la hallé por ningún lado.
Di por finalizada mi absurda búsqueda. No necesito verla. Iba a regresarme a la cabaña pero un grito femenino me dejo ahí congelado.
No voy a ir.
No voy a ayudarla.
Ella es una idiota que no hace mas que envenenarme la cabeza.
Soy más que ella.
Que la salve su Tadashi.
Varios pensamientos contradictorios se acumularon en mi cabeza, pero ni eso me detuvo de salir corriendo a buscarla.
—¡Auxilio! —gritó de nuevo alertándome.
El sonido se escuchaba cada vez más fuerte y mi corazón comenzó a palpitar como loco. Miré de un lugar a otro buscando su rostro y poder saber qué le está pasando.
Otro grito me tomó por sorpresa, junto con un sollozo audible.
Atravesé un par de árboles a toda velocidad y la encontré.
—Elsa... —pronuncié al verla amarrada de manos a un árbol grande; estaba en ropa interior y con todo el cuerpo sucio. Su rostro estaba mojado.
—Tú no —dijo a media voz y con lágrimas acumuladas en sus ojos. No sé qué demonios le ha pasado pero su rostro refleja sufrimiento.
Ella gritó asustántome, luego noté una serpiente enroscada en su pierna.
—¡Quitámela! —chilló. Dudé en hacerlo, me quedé congelado y en shock —¡Vamos hazlo!
Retrocedí un par de pasos.
—No lo haré —susurré y ella abrió los ojos como platos.
—¡¿Por qué?! —gritó una vez más.
—¡Le he tenido pánico a las serpientes desde que era niño! —contesté. Acabo de recordar esa fobia que tengo.
—¡Eres un puto cobarde que no puede superar un miedo! —espetó con odio —Ya no eres ese hombre fuerte ¿verdad?
Su insidioso comentario hizo que me enojara y le arrancara la serpiente de la pierna y la electrificara, venciendo así ese absurdo miedo de mi pasado.
—¿Contenta? —dije aún molesto. Su gesto cambió y comenzó a llorar inconsolablemente.
Me acerqué a ella y levanté su barbilla. Su rostro estaba contraído y lleno de tierra.
—¿Qué te pasó? —pregunté pero ella no respondió, solo siguió sollozando.
La liberé de sus ataduras y ella lloró con más fuerza, que no pude evitar estrecharla entre mis brazos. Sé que no hacemos más que pelear todo el tiempo, pero de verdad no me gusta verla en ese estado.
Sentí mi camiseta mojada gracias a sus lágrimas. Su cuerpo tembló contra el mío y la apreté aún más.
—Todo está bien —susurré acariciando su cabello rubio platinado.
—Creí que iban a matarme —dijo con la voz rota —Pero no sé por qué no lo hicieron.
—¿Quiénes querían matarte?
—Los caníbales —susurró —Me atraparon en una trampa, me golpearon y ensucieron. T... también me hicieron partícipe de lo que hacían. Fue... Horrible.
Ya puedo imaginarme por lo que ha pasado y siento el deseo de acabar con cada uno de esos malditos. Sentí su miedo calar en mis huesos y me arrepiento de haberla dejado sola por tanto tiempo.
Coloqué mi cabeza en su cuello reconfortandola. Luego noté que aún conserva ese delicioso aroma de su perfume.
—Ya sé cual fue la causa por la que no te comieron —dije mirándola a los ojos —Tu perfume es demasiado fuerte.
—¿Eso crees? —preguntó con esperanza.
Asentí y le regalé una sonrisa sincera, a la cual ella respondió con una mueca.
—¿Dónde está tu ropa? —instintivamente Elsa cubrió su pecho con sus brazos.
—No lo sé. Quizás está por ahí tirada.
—Voy a buscarla —me levanté pero ella me detuvo.
—¡No! No me dejes sola —suplicó.
La ayudé a levantarse y me saqué la camiseta por la cabeza.
—Bien. Entonces cúbrete con esto —le tendí mi camiseta y ella lo tomó con timidez y se la colocó. Le quedaba un poco grande, pero con eso podría no sentir frío.
—Gracias —dijo con una tímida sonrisa, luego limpió sus lágrimas.
—Será mejor que nos larguemos de esta isla cuanto antes. Ya no sé que más pueda pasar con nosotros...
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