Capítulo 32

—Te vas a acabar toda la botella. Déjame un poco —le dije a Jack, arrebatándole la botella de vino.

Llevamos un buen rato aquí sentados en esta silla mirándonos el uno al otro. Cada trago nos hizo entrar en confianza, reíamos y charlabamos de cosas triviales.

—No pensé que fueras tan divertida borracha —se burló y tomó la botella dándole un gran sorbo a su contenido.

—Yo n... no estoy borracha —no pude evitar reírme como idiota. El alcohol en mis venas me está afectando.

Me recline en el respaldo de la silla, él no dejaba de verme con un brillo extraño en sus ojos. La poca luz que había aquí adentro lo hacía ver más atractivo.

No ha parado de llover. Aún siento mi ropa húmeda, pero no pienso quitármela y menos en presencia de aquel  hombre.

—Elsa, dime una cosa. ¿Qué es lo más malo que has hecho? Y no me digas que nada porque todos tenemos un lado oscuro. Solo dime lo más sucio que has cometido. Quiero saber que escondes detrás de esa máscara de indiferencia —me sorprendió su insidiosa pregunta. No sé si deba responderle o no.

Me quedé unos segundos pensando qué decir. No quiero darle armas con las cuales pueda lastimarme. Sin embargo estoy tan ebria que no me importa si sabe o no.

—Te gustará lo que tengo por decirte —tomé otro sorbo del poco vino que quedaba.

—Mataste a una persona —dijo emocionado.

Hice una mueca de desagrado.

—¿Qué? Claro que no. A diferencia de ti, yo jamás he matado a alguien —dije ofendida —¿Por quién me tomas?

Él se encogió de hombros pero no dejó el interrogatorio.

—Entonces, eras prostituta —abrí la boca con asombro.

—No seas imbécil. No juzgo a las chicas que trabajan en eso, pero no sería capaz de vender mi cuerpo. Como mujer me sentiría sucia. Además no es la primera vez que me dices eso —crucé los brazos con enfado.

Él comenzó a reírse de mí, incrementando mi ira. Me levanté de la mesa y me dispuse a caminar hacia la habitación, no aguanté más sus estupideces.

Sentí una mano envolverse alrededor de mi brazo.

—Hey. Perdona, no tienes por qué molestarte. No arruinemos el momento ¿Sí? —sonrió —Sigamos con la charla, prometo ser prudente con mis comentarios.

Me dejé llevar por él, hasta llegar a la mesa y retomar mi lugar.

—¿Vas a contestar mi pregunta? Aceptaré que no quieras hablar.

Suspiré y luego le contesté:

—La verdad es que... Mi pasado no es el más alentador de todos —hice una pequeña pausa y desvíe la mirada —Mi vida era un completo asco. Primero mis padres murieron y mi tía se hizo cargo de nosotras, ella era una zorra alcohólica, que nos golpeaba cada que le daba la gana. No supo educarnos como mi padre hubiese querido, me humillaba cuando tenía la oportunidad, ella me tenía celos porque yo era mucho más hermosa que ella. A Anna solo la tocó una vez, las demás veces yo recibía los golpes por ella —apreté la botella que tenía en mano al recordar a esa bruja.

Él estaba atento a mi relato esperando la mejor parte y pidiéndome que continuara.

—Crecí llena de rencor y de moretones, hasta que un día decidí que mi vida era una completa mierda y que no merecía vivirla. Un día como cualquier otro empecé a cortarme, solo así me sentía bien, después traté de quitarme la vida un par de veces, pero siempre había algo o alguien que lo impedía —no sé por qué, pero después de años ya no me duele contar mi pasado —Quise ir a terapia, pero no funcionó.

—Y tu hermana ¿Qué pensaba de eso? —preguntó Jack sacándome una triste sonrisa.

—Ella no sabía nada, todo lo oculté, nunca supo de mis momentos de depresión o ganas de suicidio, ella pensaba que su hermanita mayor era muy feliz —tragué saliva y luego seguí —Todo cambió desde que estaba en la secundaria, por influencia de mis amigos, me adentré en el mundo de las fiestas y el alcohol, la vida ya me valía mierda. Pero una noche cometí el peor de los errores...

—¿Qué hiciste? —preguntó Jack interesado.

Hice una prolongada pausa, respiré profundo y respondí:

—Me acosté con el novio de mi hermana —confesé. Aún recuerdo ese día cuando Anna se enteró.

—No. ¿En serio? Si que eras una zorra —lo fulminé con la mirada.

—¿Qué esperabas? Estaba drogada y además Hans, me manipuló para hacerlo.

Sus cejas se dispararon hacía arriba con asombro.

—¿Con Hans? Wow esa si no me la creo. Ahora entiendo porque se conocen tan bien —insinuó el muy descarado —Además ¿Te drogabas? De verdad creí que serías una niña educada, nerd o algo así, pero eras todo lo contrario. Vaya que eso no me lo esperaba.

—El punto de todo esto, es que traicioné a mi hermana y mandé a la mierda el cariño que me tenía. Así fue como creamos esa separación.

Sentí que mi corazón se rompió otra vez cuando recordé el día en que Anna me encaró.

Estaba yo tranquila hablando con una amiga sobre nuestro proyecto de ciencias en el pasillo, cuando una enfadada Anna se acercó a a toda prisa.

Le sonreí, sin embargo no me respondió de buena manera, sino que estampó su mano en mi mejilla, era la primera vez que me pegaba y se sintió horrible.

—Anna ¿Qué pasa? —le pregunté tocándome la zona herida.

—Eres una zorra, Elsa. Creí que éramos hermanas, que jamás nos traicionaríamos, que me defenderías de todos, pero resultaste ser la peor de las perras. No sabes cuánto te odio

—¿De qué hablas? —pregunté desconcertada.

No te hagas la estúpida. Ya que revolcaste con Hans en la fiesta de Ariel. ¿Cómo pudiste hacerme eso? Sabías cuanto amaba a Hans, pero te importó una mierda mis sentimientos —Sus ojos se cristalizaron y la resolución llegó a mi mente.

—Anna, Y... yo... No

—Ni te atrevas a negarlo, porque hay un vídeo de ti y de Hans teniendo sexo. Tuviste tan poca decencia, que te dejaste grabar como una puta —mi corazón se fragmentó y mis lágrimas no se esperaron en ser derramadas.

Sin darme cuenta, mi supuesta amiga me dejó abandonada con una herida pelirroja.

—Hermana...

—No te atrevas a volver a decirme así, y yo ya no somos nada. Para estás muerta. No me busques, me iré y no veré tu asqueroso rostro nunca más.

Giró en sus talones y me dio la espalda, sujeté su brazo pero ella me respondió con un golpe en la boca.

Ese año fue el peor para mí, todos me trataban de puta, de golfa, y miles de insultos más, mi secundaria fue un asco. En mi casa todo era un infierno, no aguantaba la filosa mirada de Anna. Quién después de unos meses desapareció de mi vida, se fue a Francia con Kristoff, su supuesto mejor amigo y se casaron, me perdí su boda, el mejor día de su vida, todo por drogadicta y estúpida —lágrimas se acumularon en mis ojos, pero impedí que fueran derramadas.

Jack enmudeció por completo, su expresión era de sorpresa.

—Y eso no es todo.

—¿Ah no?

—Me enteré días después de que estaba embarazada de Hans, olvidamos utilizar protección. Mi vida se desmonoró a pedazos, creí que nada podía ser peor —apreté los ojos para evitar llorar —M... me practiqué un aborto, no dejé a ese niño nacer, y hoy en día me arrepiento de haberlo hecho, pero es que... Yo solo era una niña de diesiceis años, una niña cuidando de otro niño.

Jack pasó sus manos varias veces por su cabello.

—De verdad necesito un trago para digerir esto —mencionó agarrando la botella —Y tú lo necesitas aún más.

Quise sonreír pero lo único que pude hacer fue una mueca.

Bebimos hasta la última gota de alcohol. Yo necesitaba ahogar mis penas, como lo hice tantas veces en mi adolescencia.

—¿Sabes? N... no he tomado en años —dije a media voz —Desde que salí de terapia psicológica.

—Y... yo la verdad, no me acuerdo cuando fue la última vez que me emborraché, pero da igual, lo importante es pasarla bien —gritó de emoción.

Reímos hasta que nuestros estómagos dolieron.

—Jack —lo llamé. Él estaba viendo a la nada.

—¿Mmm?

—¿Qué sentirías si fueras padre? —sonrió.

—Mi querida Elsa, yo jamás he querido serlo, no me imagino yo en esa posición. Olvídate de que yo algún día me haré cargo de un niño, primero muerto —dijo sin remordimientos.

Miré hacia la lluvia consciente de que lo que pasé aquí lo olvidaré mañana.

—Oye, eres un bebé, te chorreaste —comenté con burla.

—¿Dónde? —dijo dejando la botella en la mesa, parece que ese vino es interminable.

Rodeé la mesa hasta llegar a su lado, sin siquiera pensarlo dos veces me senté en sus piernas.

—Aquí —limpié la gota de vino que resbalaba por la comisura de su labio con mi lengua.

—¿Q... qué haces? —preguntó por primera vez nervioso.

—Nada —contesté con voz seductora —Solo te estoy ayudando a limpiarte.

Él enarcó una ceja dejando atrás el nerviosismo. Luego pasó sus manos peligrosamente por mis piernas por encima del pantalón.

—¿A sí? Pues que amable eres —dijo mirando mis labios —¿Quieres que te devuelva el favor? —me tomó por sorpresa su atrevimiento.

—No lo sé —pronuncié en un susurro, muy cerca de sus carnosos labios.

Tenté al destino, y dejé que mis manos viajaran por todo su torso, aún con la camisa puesta, puedo sentir la dureza de sus músculos. Miré sus ojos y pude notar que sus pupilas estaban dilatadas por el deseo.

Luego sus labios se juntaron con los míos y no dudé en corresponderle dejando que se apoderara de mí. Su beso era ansioso y desesperado. Para hacer más profundo el contacto, pasé mis brazos por su cuello, atrayéndolo más a mí. Él no dudó y apretó mis caderas con sus manos, dejando que se me escapara un gruñido.

La posición incómoda en la que estábamos comenzó a molestarnos, en un segundo pude dejar de sentir que estábamos en la silla. Jack me sujetó con fuerza y yo enrolle mis piernas en sus estrechas caderas. Él me estampó en la pared más cercana sin lastimarme.

No paramos de besarnos en ningún momento, solo hasta el momento en el que él comenzó a besarme el cuello y parte de mi hombro, haciéndome soltar pequeños gemidos. Mordisqueó un par de veces la zona ya mencionada, haciéndome sentir una descarga por todo mi cuerpo.

La razón no tiene cabida en este momento, a ambos nos importa una mierda si lo que vamos hacer está bien o mal y el vino también fue de ayuda.

Él besó nuevamente mi boca y aproveché ese instante para morder su labio inferior, él gimió como respuesta. Acaricié su nuca con insistencia y pasé mis manos por su corto cabello.

Jack me cargó hasta la habitación, lanzándome en el viejo colchón, luego siguió con su tarea de besarme hasta el cansancio.

Mis manos viajaron hasta el borde de su camiseta y minutos después logré sacársela de encima. Mis ojos se degustaron con la vista de su torso desnudo, de verdad que lo tiene bien formado. Jack sonrió, mientras que acariciaba sus fuertes brazos, con los cuales alguna vez me lastimó.

—D... dime que lo que vamos a hacer no es solo porque nuestros cuerpos lo desean —jadee —D... dime que sientes algo por mí.

Sentí como sus expertas manos se paseaban una y otra vez por mi cuerpo, aún con la ropa puesta sentía que mi piel quemaba.

—Q... quizás te quiera un poco —dijo en medio del beso sin separar nuestras bocas.

Una de sus manos se acercó al cierre de mi chaleco y lo bajó completamente, dejando expuesto mi abdomen plano. El peliblanco hizo un camino de besos desde mi mentón hasta mi clavícula. Luego retiró por completo la prenda, también bajo la tira de mi sostén para tener mejor acceso a mi hombro.

—T... te voy a demostrar que soy mejor que Hans, y que puedo hacerte sentir el cielo —dijo bensando mi esternón, muy cerca de mis pechos.

—No alardees... De ser un buen amante. Porque no eres el único hombre que puede hacerme estallar en miles de sensaciones —dije acariciando su ancha espalda.

—Entonces ¿Quién? —pasó sus manos tras mi espalda buscando el cierre de mi sostén.

—T... tadashi también lo hacia muy bien —dije y los besos y caricias cesaron.

—¿Qué? —preguntó enojado —No encontraste mejor momento para nombrarlo ¿Verdad? Acabas de arruinarlo todo.

Se retiró de encima mío y salió enojado por la puerta.

Acabo de apagar toda la magia del momento con un simple comentario...

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