Capítulo 31

Por poco somos aplastados por esa lámina metálica, pero actúe rápido y la golpeé desviándola de su claro objetivo: nosotros. Cayó en un árbol rompiendo varias ramas, por la velocidad en la que iba.

Inhalé profundo y dejé que mis pulmones se llenaran de oxígeno. Poco a poco me fui tranquilizando. No quiero herir a Elsa, gracias a mi estado de ansiedad.

—¿Estás bien? —escuché la nerviosa voz de la platinada a mi espalda. Preguntó con timidez porque sabía que cuando utilizo mis habilidades pierdo el control.

Me acuclillé en el suelo para relajar los músculos de mis brazos.

—Sí —respondí con voz neutra —¿Y tú? ¿Cómo te sientes? —dije sin verla al rostro.

—Bien. Pero me inquieta saber de quiénes eran esos aviones. No sé si fue una ilusión, pero creí haber visto el logo del escuadrón en uno de ellos.

Me quedé callado evaluando nuestra situación. ¿Quién los habrá atacado?

Una idea surca mi mente.

—Creo saber quien está detrás de todo esto —me incorporé y la observé a los ojos —¿Te acuerdas de Cedric?

Vi como apretaba sus mandíbulas con fuerza al igual que sus puños. Desvío la mirada un segundo y luego me dijo:

—Cómo no recordar a esa sabandija —su voz se tiñó de ira reprimida.

—Logré liberarme de ellos, pero antes de ello, conocí al hombre que me convirtió en este monstruo —recordar su rostro hace que quiera ir a partirle la cara en este momento.

—¿Te hicieron? —preguntó tímida.

Nunca le he dicho a nadie lo que en realidad me sucedió. Para ser honesto, nunca he tenido una conversación tranquila con alguien, solo con ella.

—Tengo una vida, pero no la recuerdo, lo único que mi mente guarda son escenas cortas de mi vida pasada que no tienen sentido —bajé la mirada —Cuando desperté me di cuenta que era esto y que mi mente exigía sangre y ya sabes lo demás.

Elsa abrió y cerró la boca pero no dijo nada al respecto, cosa que agradecí.

—El punto de todo esto, es que deben estar buscándome, lo más probable es que hayan sido ellos quienes nos atacaron.

—Tiene sentido ahora —colocó sus dedos en la cicatriz de su cabeza recordando el fuerte golpe que recibió.

Dejamos ahí el tema y nos aventuramos de nuevo en el bosque. Aún no hemos encontrado un refugio ni tampoco una salida de esta isla.

—¿Tienes hambre? —pregunté con amabilidad.

—Sí —un tímido rubor se notó en sus mejillas.

Reí por dentro. Ha cambiado mucho conmigo aunque suele ser toda una molestia cuando tiene ese drástico cambio de humor.

—¿Cómo sigue tu pierna? —señalé el trozo de tela enrollado en su pierna.

La he visto cojear un par de veces mientras andábamos, me ofrecí a ayudarla hace un rato, pero se negó reacia. Ella cree que puede hacerlo, sin embargo lo único que está buscando es lastimarse.

—Mucho mejor. No hay de qué preocuparse —contestó con una sonrisa. Que la verdad, sentí falsa.

—Ok. Busquemos un árbol con frutas, ya que no te gusta el pescado.

Ella hizo una mueca de molestia. Pero no dijo nada.


***

—No es por ser alardear, pero tengo mucha más destreza que tú para treparme a los arboles —mencioné desde la parte más alta del árbol.

Elsa enarca una ceja y cruza los brazos, se siente celosa de que yo no esté lastimado como ella y si pueda subirme al árbol con facilidad. Ya que ella no puede hacerlo por culpa de su herida, que aunque no lo quiera aceptar, le duele mucho.

—Oh, sí claro. Todos aplaudanle al gran Jack —dijo con ironía.

—Sigue muriéndote de los celos —le dije casi gritando para que me escuchara desde abajo.

Tardé unos segundos en atrapar la primera fruta, que estaba al borde de una rama.

—Elsa ¿Podrías recibirla? —miré hacia abajo buscándola, pero me asombró no encontrarla allí sentada.

Grité su nombre un par de veces sin embargo nunca me contestó. Desesperado salté de un brinco del árbol, la busqué por los alrededores, pero ni rastro de ella.

Comencé a inquietarme, hasta que grité de nuevo su nombre. A lo lejos divisé su cabellera rubia caminando hacia un... ¿Despeñadero?

Frunci el ceño por la confusión. Corrí hacia ella, encontrándola a punto de lanzarse al precipicio.

—¡Elsa! —grité pero no me atendió. Opté por sujetarla por sus caderas para no dejarla caer. Pataleó resistiéndose.

Trastabille porque Elsa no lograba quedarse quieta. Perdí el equilibrio y caí con ella encima mío.

Giré nuestros cuerpos y la sujeté por los brazos, no paraba de gritar y de balbucear incoherencias.

—¡Elsa, para! —apreté aún más sus muñecas, haciéndola chillar de dolor.

Sus ojos se encontraron con los míos, por un segundo creí que se había calmado, pero luego me dio un cabezazo desconsertandome.

Reprimí el impulso de golpearla pero en lugar de eso incrementé mi fuerza.

Tenía que buscar una manera de hacerla entrar en sí o terminará lastimándose. Sé que me matará por lo que voy a hacer, pero no hay otra opción.

Inclino mi cabeza hacia la suya y uno mis labios con los de ella. La beso despacio, dejándola en shock. No me corresponde al beso, pero por lo menos he saciado las ganas de besarla.

El beso no dura mucho, porque no quiero que piense que me estoy aprovechando de ella, por eso mismo me alejé de ella solo un poco para ver su rostro.

—Suéltame —musitó con rabia.

Me quité de encima y dejé que se incorporara.

—¿Por qué demonios hiciste eso? —preguntó fulminándome con la mirada.

¿Ahora yo tengo la culpa?

—¿Qué querías que hiciera? estabas como loca.

—No era motivo para besarme —espetó. Giré los ojos con fastidio.

—Podrías decirme por lo menos ¿Qué carajos te sucedió? —pregunté con tono derrotado.

Ella suspiró cansada.

—Mientras que estabas en el árbol caminé por los alrededores buscando cualquier cosa interesante, hasta que encontré unas frutas pequeñas de color morado...

—Eran bayas ¿Verdad?

—No lo sé —se encogió de hombros con indiferencia.

—Cualquier fruta de estas que encuentres en un bosque, son venenosas —Abrió los ojos como platos —Provocan alucinanaciones.

Se quedó callada hasta que yo hablé.

—¿Con quién estabas hablando cerca del precipicio?

—Con nadie —desvió la mirada —No quiero hablar de eso.

***

Elsa

Todo lo que ha sucedido en estos días junto a Jack, han sido de lo más extraños, lo digo por ese cambio que ha mostrado, de ser un monstruo a una buena persona.

Perdirme perdón fue impactante para mí. Y como bien se lo dije, no estoy segura de llegar a perdonarlo algún día. Además, el solo hecho de haberme salvado me confunde, ¿Por qué lo haría? Y aún más confuso ¿Por qué estuve a punto de liberarlo? Es una pregunta que he llevado conmigo desde el día en que desperté en esa cueva junto a él.

La verdad no sé que está sucediendo, o lo que pretende hacer Jack. Cada gesto amable de su parte, me hace preguntarme si de verdad lo hace por ayudarme o solo por hacerse ver el fuerte.

Aún me arrepiento de dejar que se acercara de la forma en que lo hizo hace poco, no fui consiente de lo que hacía, ni en que momento estuve tan cerca de su cuerpo, a tal punto que casi pude sentir sus labios. Sin embargo una parte de mí, la racional, me dijo que no lo hiciera, que no me dejara envolver por ese hombre, de ojos hipnotizantes y hermosos.

Y cuando creo que ya lo he superado, me despierto y lo abrazo. Ese día me azotó una pesadilla horrible en la que veía como mi hermana me lastimaba con palabras hirientes. Eso me devastó al punto de abrazar tan fuerte a Jack, buscando consuelo, sin embargo nunca correspondió mi abrazo, actuó seco, tal y como yo se lo había pedido. Por un momento me sentí estúpida al pedir una muestra de cariño de su parte.

Esta isla es un misterio completo, cada día trea consigo un nuevo suceso impactante para mí.

Como el que me acabó de suceder. Lo que dije era cierto, probé una fruta venenosa, y de verdad me arrepiento de haberlo hecho. Vi a través de una ilusión a mi hermana, ella no ha hecho más que atormentarme. Me dijo que la siguiera por el acantilado, que sujetara su mano y que solo así llegaría a perdonarme.

Sus palabras me cegaron y poco a poco me dejé llevar por ella, además me decía que me extrañaba y que quería tenerme a su lado. Después Jack me detuvo y evitó que me matara.

Lo que pasó después me dejó desconcertada, él... Me besó, y no sé qué decir al respecto, lo que sentí en su momento es inexplicable, jamás había sentido algo parecido.

Preferí alejarlo de mí, porque su solo toque hacía que perdiera el sentido común.

Lo mejor es evitar a toda costa acercamientos como ese. No está bien que yo lo esté tratando tan bien después de que él me tratara como una basura, y aunque me contradiga es la verdad.

—Elsa, ¿Te pasa algo? —preguntó él a mi espalda.

—No, absolutamente nada —respondí fría.

Él se quedó en silencio mientras caminábamos uno detrás del otro.

Mi herida ha mejorado y ahora puedo caminar sin su ayuda, el lobo que me lastimó de verdad me odiaba. Aún me cuesta digerir que esos animales le hayan hablado a Jack, y aún más que nos hayan echado. Pero no es lo peor que nos ha pasado.

Suelo pensar que quizás Hiro me está buscando, porque es claro que en el cuartel general no han dado aviso de nuestra llegada, al menos eso es lo que yo creo.

Luego de un par de horas caminando y comiendo lo que pudiésemos encontrar. Nos deteniamos a descansar y después retomábamos nuestro camino a quién sabe dónde.

Sentí la primera gota de agua resbalar por mi rostro, miré hacia el cielo nublado.

—Se acerca una fuerte tormenta —comentó Jack mirando también el cielo, nuestras miradas se cruzaron por un momento.

—Parece que en esta isla llueve todos los días —limpié la gota de mi rostro —Y aún no hemos encontrado un lugar donde quedarnos.

Él hizo una mueca como respuesta.

—No te desesperes. Tengo la sensación de que pontro encontraremos algo.

La lluvia se hizo presente como habíamos pronosticado. El agua empapó nuestras ropas. No quiero que sea como la de la primera noche en la que cayeron rayos, porque de verdad les temo.

Resbalé un par de veces, a causa del molesto barro que se formó en el camino, pero no dejé que el peliblanco arrogante tratara de ayudarme. Soy una mujer independiente y sé valerme por mí misma.

El frío comenzó a azotarme, la inclemente lluvia no cesaba, mis dientes castañeaban al igual que los de Jack.

—Wow, este si que es nuestro día de suerte —dijo Jack.

En medio del bosque nos encontramos una cabaña de aspecto antiguo y rústico.

—Vamos —caminó hacia ella.

Me detuve y lo miré a los ojos.

—Estás loco. ¿No te parece extraño ver una casa en una isla deshabitada?

—Oh vamos, no creo que haya nadie, además me estoy muriendo de frío —pasó sus manos por los brazos dándose calor —No pasará nada. Confía en mí.

Dudé un momento en seguirlo, pero era eso o quedarme allí parada monjándome como idiota.

—Vaya, te lo dije, está vacía no creo que nadie haya estado aquí en años. Mira todo este polvo —dijo cuando entramos a la misteriosa casa, todo olía a moho.

No habían muchos muebles, solo un par de sillas de madera en mal estado junto con una mesa. La cabaña estaba acabada, sin vida.

—No sé por qué, pero esto no me trae buena espina. ¿A quién le pertenecería esta casa? Y ¿Por qué venirse a vivir a un lugar como este?

—Al demonio todo eso. Tenemos un refugio que es lo importante. Si le perteneció a una bruja me vale mierda —dijo sentándose en una de las sillas.

Giré los ojos, este tipo no cambia nunca.

Me dispuse a observar con detalle la cabaña, es de un solo piso, la cocina está hecha un desastre al igual que el baño, que me provocó una gran repulsión. Caminé hacia una puerta de madera al fondo, la abrí y encontré una habitación, con una cama, la cual tenía las sabanas sucias.

—Vaya, que mugrienta —dije para mí misma, mientras sacudía las sábanas polvorientas.

—Mira lo que encontré en la cocina —mencionó Jack en la puerta, asustándome.

Traía en sus manos una botella de vino. Hice una cara de desagrado y me acerqué a él.

—Estás demente. No tomaremos de eso. No sabes cuántos años ha estado aquí.

Él giro los ojos con desagrado.

—El vino se conserva, entre más viejo más delicioso —destapó la botella y le dio un trago a la botella —¡Está buenísimo! Te calentará, te lo aseguro.

Me ofreció la botella, la sostuve en mis manos dudando si debería probar. Jack insistió a que tomara un sorbo, pero le respondí con una mueca.

—Esto saldrá mal —dije dándole por fin un trago a la botella...

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