Capítulo 23

—Toma el volante —le repetí a Rapunzel.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó, Jack seguía moviéndose.

—¿Tú qué crees? Pues evitar que este idiota despierte. Ahora maneja —le ordené. Cambiamos de lugar con cuidado de no estrellarnos con otro auto.

Saqué de mi muchila un pañuelo impregnado con el olor de la amapola que me robé del laboratorio de Honey. Lo coloqué en su nariz, él forcejeó pero lo sujeté con suficiente fuerza hasta que quedó otra vez inconsciente. Digamos que fue una pequeña venganza después de que él me capturara tiempo atrás de la misma firma.

—¿Va todo bien allá atrás? —me miró Rapunzel a través del retrovisor del auto.

—Sí. Todo bien —respondí cansada gracias al esfuerzo que tuve que hacer para dormir a Jack.

Me ubiqué en la silla que estaba al lado de Punzie. Ella me miró de refilón. Para mi amiga no fue fácil aceptar lo que tenía planeado hacer, y es que aún no ha llegado lo mejor.

—Aquí es —mencionó Rapunzel al llegar. Como bien lo dijo la casa abandonada se encuentra en la playa, las olas son suaves al igual que la brisa

La casa es pequeña, justo lo que necesitaba.

Aparcamos el auto cerca de la casa.

Bajamos juntas el cuerpo de Jack, Rapunzel sacó las llaves de su cartera y abrió la puerta. Al entrar me di cuenta que esta casa no tiene ningún mueble y solo es de una planta.

—Pensamos venderla en unos días —comentó —Esta casa ha sido comprada para cuando yo desee relajarme un rato, pero no creo utilizarla mucho, ya que el modelaje no me da tiempo para descansar.

—¿Tiene sótano? —le pregunté.

—No.

—Bien. Llevemos a este sujeto a una de las habitaciones —sujeté con fuerza su cuerpo para que no se cayera.

La habitación que mencioné se encontraba al final del pasillo, una completa tortura para nosotras dos.

Colocamos el cuerpo de él en medio del cuarto, el cual estaba sucio y desarreglado. Miré a Rapunzel.

—Ya te dije, este lugar ha estado deshabitado desde hace días. Es más que obvio que está en un estado deprimente —respondió a mi pregunta no formulada.

—¿Podrías traer mi maleta? La dejé en el auto —ella asintió y salió.

Observé a Jack tendido en el suelo, se ve tan indefenso.

En unos segundos Punzie trajo mi maleta negra.

—Quitale la chaqueta y camisa —le ordené.

—¿Qué? ¿Estás loca?

—Solo hazlo —contesté.

Ella después de pensarlo un poco hizo lo que le dije. Saqué de mi muchila unas largas cadenas de hierro, pesadisimas por cierto.

—Wow, Elsa, me estás asustando. Nunca te creí capaz de hacer algo como esto —mencionó mi amiga, no le respondí.

Ajusté ambas cadenas a dos de las paredes de la habitación, luego le coloqué el otro extremo de ellas a Jack en las muñecas.

—No te imaginas el daño que me produjo este hombre —mencioné sin verla a la cara.

—¿Qué puede ser tan malo para que lo encadenes?

—Él fue quien me atacó la noche de tu fiesta de cumpleaños —por fin le confesé, un peso se me quitó de encima —Y también asesinó a Tadashi.

—No lo puedo creer —ahogó un grito con sus manos. Estaba perpleja. Parpadeó un par de veces y después dijo:— siendo así, puedes hacer lo que quieras con este desgraciado. Cualquier cosa que necesites aquí estoy yo amiga.

—Quiero que te vayas. No quiero que te vea cuando despierte, puede tomar represalias contra ti. Lo enfrentaré yo sola

—Pero...

—Tranquila, nada me pasará —la interrumpí antes de que se opusiera a mi decisión.

—De acuerdo. Sin embargo prometeme que te cuidarás —asentí con la cabeza.

Vi como mi amiga salia de la casa, escuché el sonido del auto marchándose.

—Solo quedamos tú y yo —le susurré al hombre que estaba frente a mí.

***

Veo otra vez mi rostro a través del espejo, estoy pálida y sin vida. Dejé de ser esa chica dulce para convertirme en una mujer dura.

Juago mi rostro con el agua del lavamanos, no he dormido lo suficiente mi rostro lo refleja. Me quito la camiseta y observo mi espalda, las marcas no se han ido, muchos recuerdos vienen a mi mente. Mi espalda es un asco. Sé que han pasado días, pero mi piel todavía no sana por completo. Todos esos moretones producto de golpes y patadas no se han logrado borrar de mi cuerpo.

Me coloco nuevamente mi camiseta. Busco entre mi muchila y de allí saco una chaqueta. Será una noche fría.

Un sonido proveniente de la habitación llama mi atención. Jack ha despertado y no creo que esté muy feliz.

—Por fin has despertado —le digo desde el marco de la puerta, él me mira con odio.

—¡Tú! ¡Sácame de aquí! —me exige yo solo cruzo mis brazos —¿Qué es esto? —sacude las cadenas.

Me acerco a él con sigilo. Su mirada azul se encuentra con la mía.

—Esto, querido amigo son cadenas de hierro.

—Sé que son estúpida. Quiero... —no lo dejo terminar, le di una fuerte patada en la entrepierna dejándolo arrodillado en el suelo.

—Más respeto —le dije y sujeté su rostro con mis dedos —Te ves mal Jack, la posición de víctima no te queda bien.

—Cuando me libere te ahorcare con estas mismas cadenas —me amenazó.

—Quiero ver como lo intentas —susurré cerca de su rostro. Esa frase fue la última que me dijo la noche que asesinó a Tadashi.

—Eres despreciable ¿lo sabías? —afirmó con seguridad.

—Tú me convertiste en esto —apreté con fuerza su cara.

—¿Yo? Yo te hice fuerte. Mírate eres capaz de secuestrar a alguien. ¿No te parece genial?

—No volveré a hacerlo. Tú te mereces esto y más —me alejé de él —¿Puedes dormir tranquilo después de que matas a alguien?

—Sí. Como un bebé —dijo con descaro. Quise estamparle mi mano en el rostro, sin embargo no lo hice.

No aguanté más tiempo viéndole y me marché.

Necesitaba pensar, así que salí a la playa, me senté en la arena y observé el mar.

¿Por qué Dios trae a este mundo personas como él? Es orgulloso, grosero patán, asesino y cruel. En este momento debe estar pensando la mejor manera para matarme. Él ha perdido completamente su humanidad.

***

—Déjame adivinar. ¿Has vuelto para disfrutar de tu glorioso momento? —escupió con rabia. La oscuridad de la habitación lo hacía ver aún más peligroso con ese ceño fruncido y con los músculos de los brazos tensionados.

—Solo he venido a hacerte una única pregunta. ¿Por qué?

—No sabes cuantas veces me han hecho esa misma pregunta.

—¿Quieres ver las consecuencias que traen tus actos? —me quité la chaqueta y después la camiseta —Mira estas marcas, son de tus manos —le señalé una de las marcas de mi espalda.

—Tú te lo buscaste —ira recorre mis venas al escuchar su molesto comentario. Cubrí mis heridas con mi camiseta.

—¿Dónde están tus sentimientos? —le pregunté, él se encogió de hombros como si no le interesaran.

Es tan testarudo.

—¿Podría pegruntarte que está pasando por tu cabeza ahora? —observé sus ojos claros. Él esperó un momento y después dijo:

—No sé, tú y yo... Nuestros cuerpos tan pegados que puedo llegar a escuchar tus pensamientos ¿Qué tal te parece la idea? No se necesita cama para pasarla bien —insinuó. Sonrió al ver mi cara de confusión, hace unas horas quería matarme y ahora me hace propuestas indecendes.

Si que está loco.

—Puedo ayudarte con esa calentura cariño —susurré cerca de él.

—¿Ah sí? ¿Y cómo? —dijo con voz seductura y ensanchó su sonrisa, acercando sus labios peligrosamente a los míos.

No le di tiempo siquiera para rozarme cuando le he vaciado un baldado de agua, bastante fría, en la cabeza. Su sonrisa desapareció, todo su cuerpo quedó empapado.

—¡Arruinaste el momento! —gritó. Su cuerpo tiritiaba de frío, sus dientes castañeaban. —¡Eso no fue divertido!

—Para mí lo fue —reí — Si tan solo hubieras visto tu cara de estúpido —me burlé con saña.

Él gruñó.

—Oye, que lindo collar —señalé una cadena de plata que colgaba de su cuello —¿No eres muy mayorcito para utilizar cadenas con corazones? —tomé el dije de corazón entre mis dedos.

—¡Suéltalo zorra! —regresó ese hombre patán dejando atrás al seductor y atrevido —¡me lo dio mi hermana!

—¿Hermana? ¿Los monstruos tienen hermanas? —comenté con sarcasmo. Sus mandíbulas se apretaron  considerablemente.

—No te atrevas a decirme otra vez así —gruñó. Sus ojos reflejaron odio puro.

—¿Te ofendiste? Lo siento —dije con ironía —Entoces puedo tomarla prestada —se la arranqué del cuello.

—¡Devulvemela! —gritó. Me alejé de él y observé con más detalle la joya.

He encontrado su punto débil ¡Genial!

Ante sus ojos destruí la cadena, tal y como él lo había hecho con la pulsera de mi madre. Uña por uña y Diente por diente.

—¡Esto lo pagarás! Al igual que su muerte.

—¿La de quién? —mencioné con confusión auténtica.

—Sé para quien trabajas. Te has creído la heroína de esta ciudad, la protección de ese escuadrón no te ayudará —hizo una prolongada pausa —ese maldito robot la mató.

—¿A quién? —insistí.

—Tú y esa máquina tienen el mismo escudo que los representa —miré mi uniforme y en efecto mi chaqueta tiene estampado un logotipo, un águila con dos espadas cruzadas tras ella.

La verdad no sabía que Baymax también la tenía.

—Pero, ¿Por qué matarla?

—¡¿A quién?! —exploté.

—¡A mi hermana pedazo de estúpida! ¡Vi como ese puto robot le arrebató la vida! —gritó —¡Ustedes le ordenaron que lo hiciera!

Una sensación extraña me sacude. Baymax mató a esa chica. Y yo he destruido su último recuerdo, me estoy convirtiendo en él, una persona sin sentido común.

Sin embargo, nosotros no tenemos la culpa, sus acusaciones son erróneas.

—¡Eso no es cierto! —afirmé.

—¡No mientas! Yo lo vi, como le atravesaba una varilla en su cuerpo —su tono de voz era doloroso —E... Era solo una niña.

¡No! Su declaración me deja en shock. Veo por primera vez dolor en su expresión. Es... Tan extraño.

—Pero sabré muy bien cómo vengar su muerte —hizo crujir las cadenas sacándome de mi ensoñación.

Sus facciones se hicieron duras. Sus ojos cambiaron de color, su ira se incrementó. Vi como con su fuerza sobrenatural trataba de liberarse.

—Oh no, no lo harás —le disparé con paralizador, que funcionaba con energía eléctrica, pero no funcionó su cuerpo seguía igual.

—¿Sabes qué es lo bueno de ser un monstruo? —cerró los ojos un momento —Es que, lo que no te daña te hace más fuerte.

A continuación una clara demostración de lo que puede hacer. Mis ojos se abrieron como platos al ver como salían corrientes de energía de su cuerpo y sé trasladaban a las cadenas.

Lo siguiente que vi fue como se liberaba de las cadenas. Las arrancó de la pared con una facilidad... Impactante.

Al verse las manos liberadas creó una esfera de energía eléctrica y después me miró.

—Ahora corre.

Sin pensarlo dos veces, salí disparada  de la habitación a toda prisa. Lo siguiente que escuché fue un estruendo y mi cuerpo siendo lanzado contra la pared de la sala. Gemí de dolor ante el impacto.

Vi su rostro asomarse.

—No sabes cuanto daño me han hecho. Tú no sabes de dolor. Donde estuve me torturaron con crueldad. La electricidad ya no es mi debilidad ahora es mi fuerte.

Me levanté y seguí corriendo como una cobarde. Yo no tenía oportunidad de ganarle.

Sentí la arena bajo mis pies, y el miedo en mi interior.

Cometí un error, bajé la guardia.

Un fuerte dolor en mi pierna derecha fue lo que me hizo detenerme y tirarme en el suelo. Observé la zona afectada, era una quemedura grave. El bastardo de ojos claros me había acertado con su nuevo poder.

—Vaya, vaya. Ya no eres la valiente damisela ¿eh? —comentó con acidez.

Retrocedí unos metros alejándome de él. Pero no fueron suficientes porque en un instante lo tuve acuclillado ante mí.

—Eres tan predecible —balbuceó.

Su mano comenzó a brillar, señal inequívoca de que va a atacar, pero no se lo permití.

Agarré un puñado de arena y se lo tiré directamente a los ojos y boca, sumándole una patada que lo apartó de mí.

Saqué fuerzas de donde no tenía y aún con mi pierna lastimada aceleré mi paso llegando a la carretera.

Tengo que escapar como sea.
Jack no se detendrá hasta matarme.

—¡Elsa ven aquí!

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