Snowdin Town.

— ¡HUMANO! — Papyrus gritó. — ESTE ES TU DESAFÍO FINAL Y EL MÁS PELIGROSO DE ELLOS.

No te asustaste, empezabas a encontrar cómicos tus encuentros con Papyrus y Sans, para este punto esperabas cualquier cosa.

— ¡CONTEMPLA! ¡EL GUANTELETE MORTAL DEL TERROR!

Esperabas cualquier cosa menos esto.

Por un momento sentiste tu sangre dejar tu cara, probablemente estabas tan pálida que parecías uno de los esqueletos frente a ti.

Lanzallamas, cañones, lanzas, púas y un perrito te apuntaron desde todas las direcciones bloqueando tu camino. No había forma de que Papyrus atacara con esto ¿Verdad?

El solo pensamiento te hizo temblar, quizá se había cansado de los puzzles, quizá todo había sido un acto para llegar a este momento, quizá solo había querido que bajaras la guardia. Un pequeño dolor en tu pecho se extendió rápidamente.

Levantaste las manos lista para el ataque, no ibas a morir sin intentarlo, le debías eso a Toriel al menos.

— ¡CUANDO DIGA LA PALABRA, SE ACTIVARÁ POR COMPLETO! — Papyrus gritó.

El esqueleto más alto procedió a gritar todas las cosas "geniales" que hacía su trampa. Tu atención fue robada por el esqueleto más bajito a su lado. Sans parecía completamente relajado, como si algo así fuera tan cotidiano como el desayuno mismo.

¿Papyrus le hacía esto a todas las personas? ¿O es que Sans confiaba demasiado en la buena voluntad de su hermano? Quien sabe, quizá este había sido su plan, quizá se había convertido en tu amigo para que bajarás la guardia con él.

¿Amigo? No habías pensado en esa palabra para describir a Sans hasta que salió por si misma de tu mente. Cuando Toriel dijo que los monstruos te atacarían te habías preparado mentalmente para correr y defenderte, pero conforme más tiempo pasabas en el subsuelo esa idea poco a poco había sido olvidada.

Ahora te encontrabas con algo que nunca habías pensado cuando caiste aquí. Te habías hecho amigo de un monstruo.

Claro, Toriel no te había matado, te había cuidado y era ciertamente encantadora, pero no tuviste tiempo de pensar en ella como una amiga antes de que te atacara para intentar convencerte de quedarte en las ruinas.

Este esqueleto, sin embargo, era diferente. No había querido atacarte en ningún momento y a diferencia de su hermano, que estaba intentando capturarte, Sans se había puesto en contra de su familia y en contra de los monstruos al decidir ayudarte, si es que había hecho algo más además de observar.

Sans había confiado ciegamente en ti, mientras que otros monstruo parecían hostiles y reservados cuando conocían a un extraño, Sans no. Una pequeña esperanza nació en tu pecho. La esperanza de que ese pequeño esqueleto no te estuviera traicionando, la esperanza de que podrías confiar ciegamente en él de la manera en la que él confío en ti. Tenías esperanza de poner encontrar un amigo en Sans.

— ¿ME ESTAS ESCUCHANDO, HUMANO? — Quizá te habías distraído demasiado mirando al esqueleto más bajito. Sans se estaba riendo de ti mientras que Papyrus parecía molesto de que lo hubieras ignorado.

— Oh, lo siento. — Dijiste avergonzada.

— ¡DA IGUAL! — Papyrus pareció molesto contigo y eso te hizo sentir mal de alguna extraña manera. — ¡ESPERO QUE ESTES LISTO HUMANO, PORQUE VOY A HACERLO!

Tus manos se levantaron de nuevo, lista para lo que fuera a suceder después.

...

Solo que no sucedió nada.

— ¿Qué pasa? ¿Por qué te detienes? — Sans miró a su hermano.

— ¿QUE? — Papyrus pareció nervioso ante la pregunta de Sans. — Y-YO, VOY À ACTIVARLO AHORA.

Nada pasó. Tus manos volvieron a los costados de tu cuerpo cuando te diste cuenta que no iba a pasar nada.

— Eso no parece muy activado.

— PORQUE... — Papyrus estaba dudando de sus propias palabras. — ESTE RETO ES... QUIZA... DEMASIADO FACIL PARA EL HUMANO.

Una vez que Papyrus se convenció de sus propias palabras, su postura segura volvió y tú sonreiste. Una parte de ti se sintió mal por haber dudado de alguien como Papyrus, aunque siendo justos, estabas en un lugar extraño con monstruos que querían matarte, no era de extrañarse que fueras desconfiada. Y quizá algo paranoica.

— SI, NO PODEMOS USAR ESTE. — Tan pronto como las palabras abandonaron la boca de Papyrus, la trampa desapareció de tu camino.

Suspiraste de alivio cuando viste las lanzas y los cañones dejar de apuntarte.

— ¿QUÉ MIRAS? — Papyrus te gritó. No te habías dado cuenta que lo habías estado mirando con una sonrisa alegre. — ¡ESTA SOLO FUE OTRA VICTORIA PARA PAPYRUS!

Papyrus se dió la vuelta para irse y tú te acercaste a Sans.

— ¿Todo bien? Te vi perder el color por un momento. — Sans dijo.

— Realmente pensé que iba a usar esa cosa conmigo, quizá me asusté un poco. — Te reiste avergonzada y Sans también se rió.

— En todo caso, no se que es lo que hará mi hermano ahora. — Dijo. — Si fuera tu, me aseguraría de entender los ataques azules.

— ¿Cómo son sus ataques azules? — Preguntaste.

— No son difíciles, lo verás cuando suceda.

— ¿Quieres decir que Papyrus intentará pelear conmigo? — El pensamiento te hizo sentir que algo amargo subia desde tu estómago hasta tu boca.

— Quizá, quien sabe. — Pusiste mala cara. — No te preocupes, te lo dije antes y te lo repito, mi hermano no es alguien peligroso.

— Si tú lo dices.

— Confía en mi, conozco a mi hermano. — Sans te guiñó un ojo.

— Dijiste que ibas a invitarme una comida ¿No? — Te cruzaste de brazos con una sonrisa en la cara.

— ¿Perdón?

— Cuando nos conocimos dijiste que me invitarias una comida si Papyrus resultaba ser un problema.

— ¿Y estás ansioso por tener una comida conmigo, no? — Sans se rió suavemente.

— Mientras tu pagues, encanto. — Le guiñaste un ojo al esqueleto de la misma forma que siempre hacia contigo.

El gesto pareció gustarle pues su sonrisa creció y sus ojos brillaron todavía más por un segundo.

— Claro ¿Por qué no? — Sans se encogió de hombros. — Asegúrate de pasar viva a mi hermano y me aseguraré de que tengas la mejor comida de tu vida.

— Tendré que esforzarme entonces. — Diste un paso antes de girarte para ver a Sans de nuevo. — Nos vemos en esa comida, encanto.

Sans se rió y se despidió con una de sus manos antes de que continuaras con tu camino.

Un gran letrero fue lo primero que viste al poco andar.

"Bienvenido a Snowdin"

Al levantar la mirada viste entonces las casas decoradas y los monstruos pasear con una sonrisa en sus rostros. El ambiente a pueblo pequeño te lleno de alegría. A pesar del frío, sentiste un calor dentro de tu pecho que casi te hace correr por el pueblo. La alegria del lugar era contagiosa, tan diferente a las ruinas.

Lo primero que hiciste fue entrar al local con el letrero "Tienda" en el frente. Dentro era más cálido y las luces amarillas le daban un toque hogareño que te relajo los hombros.

Te topaste con una mujer conejo detrás del mostrador que te dió la bienvenida con una sonrisa en el rostro. Te acercaste para ver qué cosas vendían mientras metias tu mano hasta tu bolsillo intentando recordar cuántas monedas de oro tenías encima.

— ¿Eres nueva en el pueblo? Nunca había visto tu cara. — Supiste entonces que lo malo de vivir en el subsuelo era que al ser demasiado pequeño, la mayoría de los monstruos conocían al menos la cara de todos los demás monstruos.

— Eh... Si, no estoy de por aquí. — Dijiste, aunque técnicamente no era una mentira.

— ¿Vienes de la capital? Pareces alguien que viviría ahí.

Asentiste rápidamente. La capital, Papyrus había dicho que serías enviada a la capital si lograba capturarte, ahí estaba el castillo del rey según los monstruos que te habías topado en el camino.

De pronto sentiste muchas ganas de preguntarle tanto a la mujer coneja detrás del mostrador, pero el dolor de tus pies te hizo recordar algo.

— Y am... Como no soy de por aquí. — Dijiste. — ¿Me puede decir que se puede hacer en el pueblo? Quizá un lugar donde dormir me vendría bien.

— Bueno, Snowdin no es muy grande. — Dijo la coneja. — Tenemos la biblioteca, dónde encontrarás toda la información que quieras. También está Grillby's para tener algo de comida y claro, al lado está la posada para que puedas descansar, la dirige mi hermana.

Abriste la boca para agradecer antes de que la mujer siguiera hablando.

— Y si estás aburrida siempre puedes sentarte afuera y ver a esos dos esqueletos hacer sus cosas. — La mujer se rió quizá con un recuerdo de Sans y Papyrus.

— ¿Esqueletos?

— Hermanos, creo. — Dijo la coneja. — Un día simplemente aparecieron y desde entonces el pueblo es mucho más interesante.

— Oh. — Tu mirada viajó entonces a las fotos detrás de la mujer, algunas de ellas solo eran paisajes nevados. — ¿Y que hay del pueblo? Su historia, quiero decir.

— Piensa en tus clases de historia. — La coneja frunció el seño por un segundo, te sentiste regañada.

— Hace mucho tiempo, los monstruos vivían en las ruinas más allá del bosque. Para hacer la historia corta, decidimos dejar las ruinas y viajar por el resto de las cavernas. — Pusiste atención a las palabras de la mujer. — Durante el camino, algunos monstruos decidieron que les gustaba el frío y se quedaron en Snowdin. Oh y no pienses en tratar de explorar las ruinas, la puerta ha estado cerrada por años, así que a menos que seas un fantasma o que puedas deslizarte debajo de la puerta, olvídalo.

Bueno, al menos ya sabías que Napstablock podía pasearse por dónde quisiera.

Espera ¿Deslizarse debajo de la puerta? El recuerdo de una risa malvada y pétalos amarillos te hizo tener un escalofrío. Decidiste no pensar en eso.

— Y... ¿Qué hay de ti? — Preguntaste intentando distraerte de los horribles recuerdos que habías tenido.

— ¿De mi? — La mujer no parecía esperar esa pregunta. — Bueno, la vida es la misma de siempre. Un poco claustrofobica...

El ceño fruncido de la mujer casi te hace arrepentirte de haber preguntado.

— Pero. — La expresión de la mujer regreso a una sonrisa. — En el fondo todos sabemos que la libertad vendrá ¿No? Mientras haya esperanza podremos apretar los dientes y enfrentar lo que venga, día tras día... Así es la vida ¿Verdad?

Un pequeño hueco en el pecho te impidió responder con palabras. Le sonreiste a la mujer de la manera más amable que pudiste. No volviste a hablar.

Compraste algo de comida de la tienda, algo llamado "Bisicle." El letrero sobre la comida decía que podías comerlo dos veces y a tu estómago le agradó esa idea.

Saliste de la tienda después de eso. Caminaste hasta la posada y entraste, para tu mala suerte las monedas de oro que llevabas contigo no fueron suficientes. Saliste de la posada con el ceño fruncido y sintiéndote más cansada que nunca.

Caminaste y te topaste con más monstruos que parecían demasiado ocupados en sus propios asuntos como para preguntarse quien eras tú.

Un árbol decorado te hizo recordar a los pinos que ponías en tu hogar cada navidad. Un amable monstruo que estaba dejando un regalo debajo del árbol te contó la historia de como unos adolescentes solían molestar a los monstruos que tenían cuernos, decorando su cuerpo sin su consentimiento, eso te hizo recordar al pobre monstruo que te habías encontrado hacia más o menos una hora atrás. El monstruo te explicó que ahora, como tradición, dejaban regalos debajo del árbol decorado para esos monstruos que habían sido víctimas de los adolescentes.

Seguiste tu camino y te encontraste a un pequeño monstruo sin brazos que te sonrió encantado apenas te acercaste.

— ¡Hey! ¿Eres un niño? Nunca había visto un niño tan grande como tú. — Dijo.

— Oh no, no soy un niño.

— ¿No? Pero las rayas son para los niños. — Señaló, con la cabeza, tu suéter a rayas.

Entonces tú teoría de que Toriel había cuidado, o esperado, un niño se hizo cada vez más sólida.

Te topaste con el lugar llamado Grillby's, pero no entraste, el oso al lado de la puerta te intimidaba demasiado como para pasar a su lado.

En su lugar entraste a la biblioteca, un amable monstruo te dió la bienvenida antes de decir algo como "si, sabemos que el letrero de afuera está mal escrito". Te acercaste para hojear algunos libros de los estantes. Bueno, no todos los días te caes a un mundo nuevo lleno de monstruos, estabas disfrutando tu tiempo aquí y aprendiendo de una cultura totalmente diferente a la tuya. De nuevo, la curiosidad siempre fue tu mayor defecto.

Leíste sobre algo llamado "alma", al parecer era algo muy importante para los monstruos, pero no había mucha información al respecto. Cuando habían pasado casi treinta minutos decidiste que lo mejor era seguir.

Saliste de la biblioteca y te topaste a dos monstruos más, ambos estuvieron felices de que te acercaras a ellos, aunque solo habías querido pasar a su lado cuando ellos comenzaron a hablarte.

— Todo el mundo siempre está riéndose y haciendo chistes, intentando olvidar nuestras crisis. La monotonía, el hecho de que nos estamos quedando sin espacio y la falta de luz solar. — De nuevo ese pequeño sabor amargo en tu boca te hizo poner mala cara. — Me gustaría unirme a ellos, pero no soy graciosa

— Sabemos que tenemos problemas en el subsuelo, pero sonreímos de todos modos. — El monstruo a tu lado comenzó a hablar también. — ¿Por qué? No podemos hacer nada más ¿Entonces para que quejarnos?

Te obligaste a sonreír. La esperanza y positivismo de los monstruos era... Algo digno de admirar, al menos en tu opinión. En su lugar te habrías rendido hace mucho tiempo, pero como había dicho el libro de la biblioteca, el alma de los monstruos estaba hecha de amor, esperanza y compasión. ¿Por qué se había desatado una guerra entonces?

Todo lo que habías vivido hasta ahora te hacía creer que los monstruos no eran esos villanos que contaban tus abuelos y los libros de historia humanos. Sintiéndote confundida seguiste tu camino.

Pásate una casa grande de dos pisos, con dos buzones en el frente, uno lleno de cartas y el otro vacío. Seguiste caminando hasta que las casas desaparecieron de tu vista y entonces un frío viento te golpeó el rostro.

A cada paso la nieve comenzó a caer con más fuerza, tuviste que poner uno de tus brazos frente a tus ojos para cubrirlos de la nieve que caia de forma violenta contra el suelo.

Escuchaste los pasos de alguien caminando en la nieve y te detuviste. Frente a ti apareció una figura, no pasó mucho para que reconocieras esa bufanda roja ondeando por el aire, supiste de quién se trataba inmediatamente.

— ¿Papyrus? — La nieve pareció calmarse por un momento y pudiste quitar el brazo frente a tu rostro.

Papyrus estaba frente a ti, tenía una expresión extraña en la cara, como si estuviera meditando frente a ti.

— HUMANO. — Su voz había bajado de tono, todavía era alto, pero sin duda era lo más bajo que lo habías escuchado hablar. — DEJAME HABLARTE DE SENTIMIENTOS COMPLEJOS.

No interrumpiste a Papyrus, en cambio te acercaste unos pasos más para poder verlo mejor, parecía decidido, determinado a hacer algo, pero no sabías que. Quizá era lo más determinado que lo hubieras visto nunca.

— SENTIMIENTOS COMO... ENCONTRAR A OTRO AMANTE DE LA PASTA, LA ADMIRACIÓN DE OTRA PERSONA RESOLVIENDO TUS PUZZLES Y EL DESEO DE ENCONTRAR A OTRA PERSONA COOL E INTELIGENTE QUE CREA QUE TU TAMBIÉN ERES COOL.

Sonreiste, las palabras de Papyrus te hicieron sentir un calor en el pecho, sentiste ternura por el esqueleto frente a ti, tuviste que contenerte para no correr a abrazarlo.

— ESO SENTIMIENTOS...

— Paps... — Sonreiste lista para escuchar lo que venía a continuación.

_ DEBE SER LO QUE ESTES SINTIENDO JUSTO AHORA. — No estuviste listo para el cambio de roles.

Tu sonrisa se borró y fue reemplazada por una expresión confundida, incluso te sentiste ligeramente ofendida cuando descubriste que todas esas buenas palabras no eran para ti.

— NO PUEDO IMAGINAR LO DIFÍCIL QUE DEBE SER SENTIR ESO, DESPUÉS DE TODO SOY INCREÍBLE. — Casi rodaste los ojos cuando tu sonrisa volvió a tu boca. — NO TE PREOCUPES HUMANO SOLITARIO, YA NO ESTARÁS SOLO. YO, EL GRAN PAPYRUS SERÉ TU...

Algo pareció molestar a Papyrus, su expresión rápidamente se transformó en una triste que te hizo borrar tu sonrisa.

— ¿Papyrus...? ¿Estás bien?

— NO. — Papyrus ni siquiera pareció darse cuenta de que le habías hablado, estaba demasiado concentrado en su discurso como para darse cuenta. — NO, ESTO NO ESTA BIEN. NO PUEDO SER TU AMIGO ¡ERES UN HUMANO Y TENGO QUE CAPTURARTE! ASI PODRE CUMPLIR MI SUEÑO.

Papyrus levantó la mirada un momento, parecía imaginar su vida cuando esté sueño se hiciera realidad, te sentiste mal que los sueños de Papyrus solo podrían realizarse a costa de tu libertad y probablemente tu vida.

— ¡ESE SOY YO, EL NUEVO MIEMBRO DE LA GUARDIA REAL! — Papyrus bloquea el camino.

No sabías que esperar ahora, pero definitivamente no te esperabas que varios huesos salieran de la tierra y fueran a tu dirección. No fue realmente difícil de esquivar, pero el hecho de que era Papyrus quien te estaba atacando no te hizo sentir mejor.

— ¡Papyrus, no tienes que hacer esto! ¡No quiero pelear! _ Gritaste, pero Papyrus parecía todavía muy ocupado pensando en su gran sueño porque ni siquiera te miró.

Esquivaste otro par de huesos que pareció venir desde la espalda de Papyrus, está vez uno de los huesos estuvo cerca de golpearte, pero todavía estabas bien.

Gritaste de nuevo, dijiste que no querías pelear, pero Papyrus no parecía escuchar ¿Qué podrías hacer si él no iba a escuchar? Las palabras de Toriel hicieron eco en tu cabeza. Una buena charla siempre podía resolver las cosas.

¿De que podías hablar? Estabas ocupada esquivando huesos como para poder pensar en un tema de conversación. ¿Qué le gustaría a Papyrus escuchar?

— ¡Papyrus! ¡Yo creo que eres genial! — El esqueleto pareció escucharte entonces, su mirada rápidamente viajo hacia ti. Decides seguir. — ¡Tus puzzles son los mejores, tu spaghetti el mejor, no podría poder encontrar a nadie tan genial como tú nunca!

Los ojos de Papyrus se abrieron con sorpresa y casi podías jurar que viste algo de anaranjado en sus mejillas.

— ¿Q-QUE? ¿ESTAS COQUETEANDO CONMIGO? — Quizá te pasaste de halagos. — LO SIENTO, PERO NO PUEDO CORRESPONDERTE, HUMANO. NO CUANDO CREO QUE HAY ALGUIEN MAS QUE TIENE INTERES POR TI.

No tuviste tiempo para pensar en sus palabras cuando otra oleada de huesos te atacó, está vez huesos azules se toparon en tu camino, demasiado grandes y demasiado rápidos para esquivar. Te cubriste la cara esperando el golpe que nunca llegó.

"Ataques azules." Había dicho Sans. ¿A esto se refería? "Una señal de Stop azul." Oh, Sans. Si el esqueleto más bajito hubiera estado aquí probablemente lo habrías besado de la pura felicidad.

Al menos eso pensaste hasta que sentiste tu cuerpo repentinamente más pesado y al ver tus manos viste un aura azul rodear tu cuerpo.

— ERES AZUL AHORA, ERES ES MI ATAQUE. — Oh Sans...

Con una leve molestia, seguiste esquivando huesos y gritándole a Papyrus que no querías pelear. Sin embargo, cuando nada pasó decidiste dejar de gritar, ya te sentías demasiado cansada como para seguir gastando energía en algo que definitivamente no iba a funcionar.

Te concentraste en esquivar y aunque lo estabas haciendo relativamente bien, tenías que admitir que te asustó un poco saber que Papyrus todavía tenía su ataque especial bajo la manga. Sin embargo no pudiste evitar reírte a carcajadas cuando un perrito blanco se llevó el ataque especial de Papyrus.

Papyrus pareció molesto, pero dijo que usaría un ataque normal en su lugar. Le creiste y aunque al principio te reíste con la palabra "Cool Dude" escrito con huesos (y el pequeño hueso en patineta) sentiste que sudabas cuando viste el gran montón de huesos que venía hacia ti.

Saltaste y por un momento sentiste que volabas en los aires, definitivamente esto ya no era normal. Incluso Papyrus pareció levemente sorprendido, sin embargo, cuando solo quedaba un gran hueso por sobrevolar, caiste.

Gritaste y tu suéter se atoró en el gigante hueso, salvadote de una gran caída, a medias. Escuchaste el sonido de la tela romperse y antes de poder mirar hacia arriba estabas cayendo de al menos dos metros de altura.

Tu cuerpo tembló cuando intentaste ponerte de pie, te sentías terrible. Consideraste seriamente la idea de quedarte en el suelo y dormir, quizá fingir que estabas muerta, pero no lo hiciste.

— BUENO. — Papyrus se veía cansado. — VEO QUE NO PUEDES DERROTARME, HUMANO. ASI QUE YO, EL GRAN PAPYRUS DECIDÍ OFRECERTE PIEDAD.

Te sientes mareada. Papyrus te da la espalda, parece totalmente derrotado, incluso sino has dado ningún golpe durante la pelea.

— NO PUEDO NI SIQUIERA DETER A ALGUIEN TAN DEBIL COMO TU. — Ouch. — UNDYNE ESTARÁ TAN DECEPCIONADA Y MI CANTIDAD DE AMIGOS... SE QUEDARÁ INTACTA.

A pesar de todo, sentiste lastima por el esqueleto frente a ti. Ese esqueleto tierno que estaba renunciando a su sueño de toda la vida por ti.

— Podemos ser amigos. _ Dijiste.

Papyrus se dió la vuelta tan rápido que incluso te asustó. Sus ojos brillaban tanto como nunca los habías visto brillar y la sonrisa en su rostro te hizo sentir bien con tu decisión.

— ¿DE VERDAD? — Papyrus llevó sus manos hasta su pecho con emoción. — ¿QUIEN DIRIA QUE PARA HACER AMIGOS LO UNICO QUE TENIA QUE HACER ERA DARLE A LA GENTE PUZZLES HORRIBLES Y PELEAR CON ELLOS?

Sonreiste de forma incomoda, no estabas de humor, ni tenías las fuerzas para explicarle a Papyrus porque eso estaba mal. Tus piernas, cansadas de sostener tu propio peso, te hicieron caer y no hiciste un intento para levantarte. Uno de tus brazos dolía suavemente, quizá habías subestimado el daño que podía hacer Papyrus.

— ¡HUMANO! — Papyrus se acercó corriendo hacia ti. — ¿ESTAS BIEN? ¿NO ESTAS MUERTO, VERDAD?

— Todavía no. — Dijiste antes de cerrar los ojos ¿La nieve siempre fue tan cómoda?

— ¡OH NO, SANS TE HA CONTAGIADO SU PEREZA! — Si hubieras tenido la fuerza, habrías sonreido. — RESISTE HUMANO, NINGUN AMIGO MIO SE QUEDARÁ A DORMIR EN LA NIEVE.

No sabes mucho de lo que pasó después. Sentiste que algo o alguien, probablemente Papyrus, te sacaba de la nieve y te llevaba a otro lugar. Sentiste el movimiento de una caminata suave, escuchaste una puerta abrirse y después sentiste el agradable calor de un hogar.

Después de eso te quedaste dormida, nunca te habías sentido tan cómoda como en este momento, ni siquiera cuando tú ropa estaba rota o cuando tú cuerpo estaba sudando en un clima tan frío como el de Snowdin.

Después de horas de caminata y esquivar cosas que podrían matarte, pudiste descansar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top