Diez.

Tenía un sueño profundo, lo más común que aparecía entre estos eran recuerdos. Recuerdos sobre lo antes vivido, las investigaciones que en ese entonces compartía con uno que otro ser mitológico. Antes se dedicaba a luchar contra ellos, pero después de un tiempo lo vio realmente innecesario, estas criaturas hacen de su mundo un lugar interesante e intrigante.

No podía creer que hubiera gente que estuviera en contra de la existencia de estos seres, a quienes eran considerados como "bestias" por la mayoría de la población. Aunque muchos de las criaturas no eran amigables, Bill sabía que merecían estar en paz ya que la gente a veces invadía su espacio personal o las capturaba como si fueran algún tipo de trofeo.

Debía admitir que antes coleccionaba uno que otro diente de criaturas mitad ciervo y mitad hombre, a quienes se le caían los dientes al chocar contra un árbol mientras intentaban escapar de algún predador. Bill los encontraba comúnmente debajo de los árboles, eran blanquecinos y afilados. Los coleccionaba con tal de hacer una portación en su diario, donde escribía sobre cualquier ser mitológico o mágico con el que se encontraba.

Momentos después, despertó de sus sueños y sólo se dedicó a admirar la paz que había en el lugar.

Ahora mismo estaba en un momento de tranquilidad, hasta que esta se vio interrumpida por una calidez desconocida cerca de su tembloroso cuerpo. Sintió unas manos entre cálidas y húmedas recorriendo con lentitud sus brazos, de arriba a abajo.

Bill seguía con los ojos cerrados, pero estaba consiente de lo que pasaba en su alrededor. La presencia de un cuerpo junto al suyo era demasiado evidente, hasta llegó a escuchar los leves suspiros que lanzaba el desconocido. Sintió una leve presión en su cuerpo y tardó unos momentos antes de realizar algo.

Alguien se estaba acurrucando en su pecho.

Entreabrió sólo uno de sus ojos ambarinos para quedar en completa sorpresa e impacto, Dipper se estaba acostando en su cuerpo. La aleta del tritón estaba levemente enredada con una de sus piernas, la cual se encontraba flotando en la superficie del agua. Podía sentir como el castaño movía su cabeza en su pecho de un lado a otro como si estuviera buscando alguna fuente de calor.

—¿Dipper? —pronunció en voz baja el rubio, esperando la razón de por qué estaba aquella majestuosa criatura acostada por completo en su cuerpo.

Al parecer decir su nombre alarmó al tritón ya que este alzó al instante su cabeza y tenía los ojos abiertos de par en par.

—¿Qué haces encima mío? —volvió a hablar con un tono de confusión mientras intentaba apoyar sus codos en la arena, pero le fue imposible por unas manos que le estaban inmovilizando los brazos.

—No puedo dormir —sus palabras sonaron como un murmuro, tan ligero y suave contra el aire.

El mayor frunció el ceño e intentó no reírse por el rostro sonrojado de Dipper.

—¿Por qué?

El otro bajó la mirada avergonzado, jugando con las mangas de la camisa del rubio hasta el punto de estirarlas o apretarlas. Los hombros de Bill subían y bajaban con rapidez provocando que el sonrojo del castaño aumentara, se estaba burlando de él.

—¡No te rías de mi! —gruñó lanzándole una mirada amenazante—, es sólo que estoy acostumbrado a dormir con compañía. Mabel no está y desde que se fue me dormía abrazado de una roca.

—¿Estás diciendo que yo seré tu "nueva roca"?

—Algo así —susurró recostando su barbilla en el pecho del rubio y empezó a mirarle fijamente para luego continuar con sus palabras—, aunque me digas que te incomodo, no me iré. 

—Okey, tranquilo. Si puedes dormir conmigo —Bill volvió a reír, nunca había tenido a una maravillosa criatura desde cerca. Todas siempre se iban corriendo ante su presencia cuando él no tenía ninguna intención de dañarlas.

Sintió como el castaño recostó su rostro en su pecho nuevamente, queriendo hundirse en su camisa. Estaba a punto de preguntar por qué actuaba tan desanimado hasta que le escuchó sollozar ligeramente.

—Fue mi culpa que Gideon la capturara —su voz estaba quebrada y apenas se le podía entender ya que su boca estaba escondida aún entre su camisa—. Estaba realmente molesto con ella ese día, yo sabía lo tanto que Mabel odiaba a ese tipo y como venganza lo atraje por medio de mi canto hasta donde ella estaba oculta. En esos momentos yo pensaba que ya no la quería más en mi vida... Soy un pésimo hermano.

Finalizó dejando un rastro de lágrimas por todo el pecho ajeno.

Bill alzó el rostro del otro con suavidad, un acto que pareció sorprenderle por completo al tritón ya que se podían oír sus fuertes y rápidos latidos desde cerca.

—Deja la negatividad de lado. Desde ahora necesito que sólo pienses en que mañana iremos al rescate de tu hermana, ¿puedes prometerme eso? —su voz sonaba arrulladora y tranquila, provocando que el castaño se derritiera por dentro. Este asintió levemente recibiendo una sonrisa como respuesta.

El pulgar del rubio acariciaba con lentitud su mentón en un intento de tranquilizarlo, se acercó a su rostro y ambos al estar tan cerca uno del otro no hicieron nada más que paralizarse.

Los orbes chocolate de Dipper estaban enfocados en los ambarinos de Bill no muy seguro de que hacer o como reaccionar.

Bill dejó salir un suspiro por todo el aire retenido y con cautela presionó sus labios en la frente del castaño, justo donde estaba la marca de nacimiento.

Un beso en la frente.





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