Monster
1
—¿Lim Changkyun?
Alejando su vista del libro que llevaba traduciendo desde hace rato con suma concentración, se giró sobre su silla hasta quedar de frente al hombre de facciones robustas que había entrado en su pequeña oficina acompañado por otros dos.
El aludido le miró sobre sus grandes gafas encogiéndose entre hombros; los tres individuos llevaban ropas militares, desde el típico estampado verde con fuertes cinturones, hasta las grandes botas negras y las condecoraciones de las que debían hacer alarde seguramente, sin mencionar que también cargaban distintas armas consigo. Supuso de inmediato que quien le dirigía la palabra, pertenecía a un alto mando debido a las estrellas que brillaban en su sombrero.
Tragó duro, tales personalidades habían logrado intimidarle sin siquiera haber dicho una palabra más.
—¿Sí?
Su tono de voz solía caracterizarse por ser grave, pero esta vez sonó como el quejido de un animalito indefenso.
Frente a él estaba nada más y nada menos que el viceministro de defensa surcoreana en persona, mirándole con semblante estoico y reposando ambas manos detrás de su espalda.
Nunca hubiera imaginado recibir visitas tan extravagantes, igual nunca las recibía de nadie más, por lo que no pudo evitar trabarse al hablar.
—Soy Kwon Jin Hong, vengo en representación del gobierno de Corea del sur —se presentó rápidamente en una especie de tono robótico, lo había hecho más por educación que por darse a conocer, pues la expresión del contrario le confirmaba que ya sabía quién era —. Necesitamos de sus conocimientos, profesor.
Changkyun no daba crédito a lo que sus orejas habían oído, ¿el qué suyo necesitaba?.
Su mente se puso en blanco durante un instante, segundos en los cuales sus manos habían empezado a sudar.
—¿Conocimientos? — repitió mientras se recuperaba de la impresión, frotando sus palmas en el pantalón.
—Usted ha hecho grandes aportes a la química orgánica y sus estudios sobre el comportamiento humano también son famosos, necesitamos que haga uso de dichos conocimientos en favor a la nación.
Antes de que la institución cerrase debido a la guerra, Lim dio clases y talleres en la principal universidad de ciencias y tecnología de la República de Corea, ahora llevaba trabajando en un laboratorio encargado de manipular materiales de alta radiación. En conclusión, era un genio en la materia, por lo que allí estaba una de las razones por las que lograran contactar con él.
Changkyun se irguió en su asiento.
—En favor a la guerra querrá decir — corrigió riguroso y sin preocupase en ocultar su desconfianza. No deseaba patrocinar ni formar parte directamente de la guerra, a pesar de que sus investigaciones fueran dirigidas al uso armamentista —. Estoy en contra de las armas nucleares.
—Créame que no lo buscamos para eso — contestó haciendo ademanes con la mano, le irritaba la conducta del joven profesor, claramente no entendía que habían asuntos más urgentes que un libro en hebreo de quién sabe qué tema —. Las pocas personas que hemos encontrado para esta labor en particular... no han servido de mucho — explicó sin rodeos, tenía prisa en volver a su base en Wonju.
Las palabras habían sido arrebatadas de su boca, pero negarse sería una pérdida de tiempo, por fin comprendió que lo llevarían cueste lo que cueste y que lo mejor era obedecer. Lo peor que podría pasar era no tomar en cuenta su endeble cuerpo, darle un rifle y mandarlo al frente a combatir los tanques norcoreanos.
En poco tiempo, sólo logró guardar en un bolso sus pertenencias más importantes, que consistían en su mayoría de materiales de investigación, anotaciones y libros, el resto eran viejas prendas y unas gafas de repuesto: siempre las rompía. Después se vio a sí mismo abordando un gran helicóptero con más soldados.
Una vez en Wonju, el lugar no era nada de lo que había imaginado. Lo que anteriormente había sido una de las cárceles de mayor seguridad de la nación —cuya ciudad más cercana se encontraba a kilómetros de distancia—, había sido transformada en una base militar con tecnología de punta, y su zona Este estaba dirigida únicamente a los laboratorios y salas de experimentación.
El viceministro Kwon le aclaró inmediatamente que la mayor parte de su estadía estaría confinada al área de investigaciones, aún así, le dio un pequeño tour por las principales instalaciones del lugar para que no le ocasionara problemas al resto del personal.
Changkyun a penas y tenía tiempo de memorizar todas las indicaciones que se le daban.
¿Dónde dijo que quedaba el baño?.
El ajetreado ambiente de la universidad no era nada comparado con el que vivía en ese momento: no paraba de tropezar con los otros soldados o hasta con sus mismos pies, provocando que el capitán que les seguía, tuviera que tirar de su bata blanca para levantarlo y mantenerlo de pie de vez en cuando.
Odiaba ser algo torpe, pero tampoco tenía muchas opciones, tan sólo era tratado como un objeto que pudiera sustituirse de llegar a no servir.
Y sin permitirle asentarse en el nuevo espacio, fue llevado hasta un ascensor que no era concurrido, allí se le indicó que bajarían a la parte más segura y resguardada de la base: la zona X, en donde bien yacía la razón de haber sido contratado.
Miró con recelo la poca cantidad de guardias que les esperaban, lo que sea que mantenían oculto debía ser el secreto más grande del gobierno... o más peligroso de lo que se esperaba.
Finalmente, fue empujado por el capitán para que avanzara hacia una especie de celda de vidrio, hecha con un material parecido a los cristales de los tanques de guerra, prácticamente irrompible, y que tenía a su vez un fornido armazón de barrotes de acero reforzado.
Nada podía salir ni entrar, o eso le hicieron creer.
—Allí dentro se encuentra el proyecto MX — habló después de un rato; aparentemente, no pretendía acercarse más — vea con sus propios ojos el paso más grande que haya dado la ciencia.
—General... — titubeó el profesor Lim —Usted dijo que otros científicos trabajaron en esto antes, ¿qué pasó con ellos?
—Pregúntele a él.
—... ¿Qué es?
—Un monstruo.
Aquella respuesta no aclaraba ninguna de sus dudas, pero bajo la insistente mirada del viceministro, no tuvo otra opción que acercarse con sigilo hasta dicha jaula. Al observar mejor, el cristal tenía pequeñas aberturas en la parte superior y otra mucho más grande justo en el frente, permitiendo que el aire fluyera y la comunicación fuera posible.
¿Con quién rayos iba a conversar?
La oscura figura de un hombre sentado en el suelo crispó al pelinegro. ¿Qué era esto? todo su cuerpo se había congelado y su corazón hacia eco en sus oídos; sus sentidos estaban alertándole sobre un peligro.
El hombre dentro de la jaula ladeó la cabeza en su dirección, le había oído desde el ascensor y le esperaba con falsa paciencia, ya sabía por qué estaba él ahí.
Changkyun observó esos ojos brillantes en medio de la lúgubre luz, tan parecidos a los ojos de un gato durante la negrura de la noche que resultaron aterradores para alguien como él. Se sentía expuesto, pero cuando la criatura se puso de pie y se dirigió hasta él, creyó volverse mucho más pequeño.
Era alto.
Tenía todas las cualidades de un ser humano vigoroso, más no poseía cuernos o garras afiladas, su cuerpo tampoco estaba cubierto de pelo ni sus orejas eran puntiagudas. ¿Este era el temible monstruo al que todos temían? Sus facciones eran increíblemente perfectas: cabello castaño, piel ligeramente morena y bíceps bien moldeados, lo único filoso eran sus pequeños ojos, que a través del vidrio le apuñalaban sin compasión.
El que la seguridad se viese reforzada no le sorprendió en absoluto, tampoco ponía en duda su fuerza física.
Sin embargo, era extraordinario poder estar cara a cara.
Changkyun trataba de mantenerse calmado, aún así, el lado de él que ansiaba por descubrir qué era lo que le hacía diferente a las personas, se sentía emocionado, hasta cautivado con su presencia. Incluso se sorprendió a sí mismo admirándole más tiempo del debido, ¿tenía que decir algo?, ¿era capaz de razonar siquiera?, ¿qué... qué pensaría de su existencia en ese instante?
Pero antes de que pudiera decidirse a por una de esas preguntas, la criatura golpeó con violencia el cristal, el cual vibró salvajemente. Del susto, Changkyun se fue hacia atrás, tropezando y cayendo sobre su trasero.
Petrificado, sus gafas se habían descolocado y terminado sobre sus labios, mientras que sus ojos abiertos de par en par, veían como el contrario le daba la espalda, muy satisfecho con su intimidación.
Iba a ser más duro de lo que creía.
El menor necesitó de la ayuda de los soldados para ponerse de pie, aún seguía desorientado y sus piernas flaquearon los primeros pasos.
—¿Estoy despedido? — inquirió más como un ruego que como una duda, estaban devuelta en la seguridad del elevador y su estómago empezaba a revolverse.
—Al menos no se orinó en los pantalones — se mosqueó el mayor, este científico se veía prometedor a diferencia de los anteriores, pero de igual forma se encargaría de colocar sobre sus hombros una buena carga de estrés —. Para la próxima quiero resultados.
Las siguientes horas Changkyun se las pasó leyendo los cuadernos y agendas que habían escrito los anteriores estudiadores sobre el misterioso proyecto MX. Algunos eran creativos y acompañaban las palabras con imágenes hechas por sí mismos —aunque no entendió el dibujo de una flor en uno de ellos —, otros eran tan matemáticos que ponían complejas ecuaciones y gráficas con fórmulas difíciles de resolver, causándole un intenso dolor de cabeza.
Todo lo que hasta entonces había leído durante las primeras horas lo comprendía a la perfección, pero el agotamiento empezaba a pasarle factura: hacía un día que no dormía lo suficiente.
Entonces, sus parpados se volvieron tan pesados que le que le fue imposible mantenerlos abiertos, consecuentemente, se quedó dormido sobre los papeles en el escritorio.
—¡Profesor! — gritó repentinamente el viceministro.
El menor levantó la cabeza de golpe mirando a su alrededor alarmado.
¿Cuánto tiempo había dormido?
—¿Qu... qué s...?
—Espero haya tenido una linda siesta, profesor — le interrumpió con ironía, viéndole desde el marco de la puerta con sus usuales cejas pronunciadas.
Changkyun se recostó del espaldar de la silla; todo su cuerpo estaba entumecido, las cervicales también le dolían y la presión de las gafas habían dejado una leve marca roja en su mejillas... justo como cuando se trasnochaba siendo estudiante universitario.
Siempre creyó ser un viejo atrapado en el cuerpo de un joven muchacho.
—Venga conmigo — le ordenó con voz autoritaria.
Ya tenía una idea de a dónde se dirigían. El lugar al que estaba confinado la criatura tenía el acceso restringido para todo aquel que no tuviera la autorización del General.
—Debido a su trabajo, será el único que podrá entrar y salir de la sala X cuando desee. También quiero un registro diario, ¿entendió, profesor? — declaró sin detener su rápido andar. A Changkun le sorprendió la rapidez con la que le entregaron el carnet con sus datos más el pase de seguridad —, Tiene indiscutiblemente prohibido compartir información respecto al proyecto.
Pero si no conocía a nadie más.
—No sacará a la bestia de su burbuja — así llamaba a la celda de vidrio — y todo contacto será a través del cristal, a menos que le meta la mano y corra el riesgo de perder el brazo... ¿Le quedó todo claro?
Cuando cayó en la cuenta, estaba devuelta en el área X, y completamente solo. A diferencia del día anterior, los soldados más cercanos estaban varios pisos más arriba, resguardando la entrada al ascensor.
Apretó con fuerzas el cuaderno de observaciones, buscaba inútilmente algo a lo que abrazar y reconfortarse un poco. En definitiva, era pésimo el trato que le daban, tal vez hubiera sido mejor convertirse en cantante.
Respiró profundo, al menos ya no tenía las miradas juiciosas de los militares en su espalda.
Sólo eran él y la criatura.
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