Monster 4
4
Sintiendo una presión sobre su cama, el pelinegro abrió los ojos lentamente.
Había dormido gran parte de la mañana y no sabía qué hora era, pero jamás imaginó toparse frente a frente con los azules ojos de Hyunwoo. Sólo una duda llegó a su mente en ese instante... ¿Cuanto tiempo llevaba observándole?
—¿Hyun... woo? — murmuró casi inaudible en medio de la penumbra, se encontraba demasiado tranquilo, quizás porque acababa de despertar.
El cuerpo de Changkyun se sentía pesado y no podía pensar con claridad, quería hacerle tantas preguntas, pero la felicidad que sintió fue mucho más grande. Por fin estaban juntos.
El silencioso rostro del mayor logró que el calor subiera hasta sus mejillas, pero su acercamiento no le puso nervioso, más, cuando sus labios se rozaron durante un segundo, estuvo a punto de corresponderle. Sin embargo, Hyunwoo se alejó de repente, frunciendo un poco el ceño hacia arriba, y Changkyun sólo le pudo mirar totalmente confundido.
—Te haré daño.
—... No es así — no quería creerlo, no podía ser cierto — Quédate conmigo.
—¿Quieres apostar?
La sentencia de Hyunwoo resonó en toda la habitación, seguidamente, colocó ambas manos sobre el cuello del menor, apretando con fuerza y arrebatándole el aire... luego todo se detuvo.
Los golpes en la puerta despertaron a Changkyun de su largo sueño, y con su corazón martilleando su pecho, miró a su alrededor desorientado, estaba envuelto entre las sábanas y sus cabellos estaban enmarañados.
Había sido un simple sueño.
Al escuchar la insistencia, se levantó de mala gana y se dirigió a abrir la puerta mientras arrastraba los pies; con sus ojos entrecerrados, vio al viceministro Kwon e inmediatamente, trató de peinarse el cabello con los dedos de sus manos.
—Buenos días, señor — saludó reprimiendo un gran bostezo.
—Dormir se ha vuelto común en usted, eh, profesor — recriminó el mayor al detallar su aspecto, últimamente se veía muy somnoliento para su gusto, definitivamente le hacía falta un entrenamiento militar.
—Ah, no, para nada — contestó un tanto avergonzado, habría de verse como un holgazán en ese momento, no obstante, su estómago se encogió por los nervios —. ¿Puedo ayudarlo en algo?
El uniformado agudizó la vista detallándole de arriba a bajo, después arqueó una ceja.
—No luce muy bien que digamos — comentó haciendo énfasis en el color violáceo de su mejilla. Changkyun abrió los ojos petrificado, lo había olvidado —. El capitán informó que la bestia le ha atacado. ¿Cómo pasó eso?
—¿Eh? No... no fue así — titubeó mientras recordaba la mentira de los soldados que le golpearon, temía decir algo que condenara al castaño — He logrado muchos avances con Hyu... quiero decir, el sujeto está progresando. Eso fue una confusión.
—¿Y cómo se hizo esas marcas?
—... Me caí — se excusó a la vez que apartaba la vista y se encogía en hombros.
—Correcto. Ahora, bien — empezó a decir dando un paso atrás — ya sabrá que ha transcurrido poco más de dos meses desde que llegó acá. Usted ha demostrado grandes logros, pero los mandatarios creen que se ha vuelto una pérdida de tiempo. ¿Sabe usted cómo controlarle a la bestia? — sus palabras parecían ser flexibles, pero lo cierto era que le apretaban la corbata al menor.
—Todavía... — sus ojos se desviaron al no saber saber qué decir, necesitaba una excusa, algo que le diese más tiempo — hay varios ejercicios que debo responder. En una semana estarán listos.
—Cuarenta y ocho horas.
—¿Perdón?
—Si en cuarenta y ocho horas no ha resuelto lo que sea que le toma tanto nos veremos forzados a terminar el proyecto MX.
Changkyun sintió que le era arrojado un balde de agua fría sobre la cabeza, pálido, no terminaba de comprender lo que decía el contrario.
—¿Qué pasará con el sujeto entonces? — inquirió cruzándose de brazos para evitar exteriorizar cualquier atisbo de ansiedad.
—Será exterminado.
¿Qué?
... Un momento, no podía hacer eso.
Ni siquiera fue capaz de decir algo cuando el funcionario ya le había dado la espalda para marcharse, pero aunque se hubiese atrevido a contradecirle, no lograría nada. Rápidamente entró de vuelta en su habitación, caminando casi en círculos, sentía que la presión podía matarle en cualquier momento; llevó una mano a su frente y con la otra se apoyaba del escritorio.
Si algo le pasaba a Hyunwoo, sería culpa suya por no haber podido sacarle antes y por ser siempre tan débil.
¿Y ahora qué hacía?
—¿Por qué tan de repente? — cuestionó entonces, si lo analizaba un poco más, bien pudieron cansarse de derrochar recursos antes de que le buscaran.
—Es la presión norcoreana — concluyó Hoseok mordiéndose la uña del dedo pulgar nerviosamente. Changkyun se sobresaltó, pero le dejó continuar —. No me sorprendería que ellos supieran que hay un proyecto llevándose a cabo, usarán su equipo nuclear si sigue así.
—¿Nuclear? — repitió sumamente alarmado.
—La Delphinium es resistente a la radiación — explicó antes de que al pelinegro le diese un ataque de ansiedad —... Creo que ya saben que la agresión de Hyunwoo es particular en él.
Finalmente comprendió en ese extraño instante de lucidez —pues todo estaba dentro de su cabeza—, que no podía seguir limitándose así mismo, que habían cosas más importantes en riesgo como la vida de Hyunwoo, a quien había prometido devolver su libertad.
Cambióse de ropa lo más rápido que pudo, luego eliminó toda la información que había escrito en su portátil, al igual que con todo lo demás: nadie volvería a usar tales investigaciones para experimentación humana.
Sin embargo, no tuvo corazón para destruir el último recuerdo de Shin Hoseok, su agenda fue lo único que quedó de una persona tan extraordinaria, así que decidió llevársela consigo, junto al teléfono de radio contacto y el pendrive en donde había una copia de los expedientes y estudios pasados.
Una vez listo, corrió con la intención de llegar a donde Hyunwoo, tal vez podrían decodificar la seguridad de la celda o encontrar algún otro modo de destruir la burbuja. No obstante, había mucho movimiento militar, y al final del corredor divisó entre un considerable número de soldados a los miserables que le habían herido el día anterior.
Miró a su alrededor sin tardarse un segundo más, no debían verle; pero en el momento en que sus miradas hicieron contacto visual, se precipitó a una de las puertas de su izquierda, entrando en ella y pasando el seguro tras de sí, encerrándose por completo.
Dio varios pasos atrás cuando escuchó pisadas del otro lado, también unos murmullos que lograron erizarle los vellos del cuerpo. Analizó a su alrededor para orientarse, literalmente se había aislado y en un despacho de interrogación: no había otra puerta diferente de la que había utilizado.
Maldijo por lo bajo la suerte que tenía, si salía estaría a merced de la tunda que le darían los militares encabronados, pero no podía quedarse allí para siempre, menos cuando los otros amenazaban con tumbar la puerta.
—Piensa, Changkyun, piensa — se impulsó a sí mismo a planear algo rápido.
Alzando la mirada, encontró el sistema de ventilación, el cual era un pequeño cubículo que formaba parte del techo y, al calcular el tamaño que debía poseer, rogó poder caber en el. Así fue que, subiéndose sobre la mesa de hierro del escritorio y después de varios saltos, logró quitar la rejilla y escabullirse dentro del ducto de ventilación.
Arrastrándose con los codos y piernas, Changkyun avanzaba incómodamente y sin saber muy bien a dónde. Estaba oscuro como para notar la suciedad a simple vista, en especial cuando la suya era algo deficiente, también era como un laberinto pues parecía llegar a la mayoría de las áreas del alojamiento militar. Cuando intentó guiarse por las corrientes de aire, algo llamó notoriamente su atención.
Aparentemente, gases químicos del laboratorio se habían acumulado en dicho conducto, después de todo, no fue hecho para la investigación si no para el encarcelamiento de personas. Sus nervios estuvieron a flor de pie cuando confirmó que la mayoría era inflamable, entonces no dudó en apresurar su arrastre.
Sorprendentemente, al asomarse en otra rejilla, dentro de la brillante habitación encontró al viceministro con el capitán de escuadrón en una especie de reunión privada.
—Entonces, ¿qué va a hacer? — inquirió el de menor rango.
—Ya le dí al molesto profesor Lim un tiempo, pero de igual forma tomare las medidas necesarias — habló mientras se levantaba de la silla y se acercaba a su homólogo — ¿De qué sirve tener a un monstruo radical cuando puedes tener miles que sí te hagan caso? Quiero que en el justo momento en que parta a Seúl, aniquiles a esa criatura de una vez por todas.
Changkyun se cubrió la boca con ambas manos para no producir sonido alguno, pero le fue difícil mantenerse a raya.
—Asfixíalo con algo, quítale el oxígeno por ejemplo —habló con desdén, provocando que al pelinegro le hirviese la sangre bajo la piel, luego continuó —: pero después saca el cuerpo de allí, no quiero que se pudra en mis instalaciones.
El viceministro Kwon se le acercó mucho más para decir en voz baja la contraseña que abriría la impenetrable celda de vidrio. Tal oportunidad no fue desperdiciada por el joven profesor: había alcanzado a oírla a la perfección.
El cuerpo del pelinegro vibró de felicidad, aún así, se abstuvo de emocionarse más de lo que podía.
—¿Me deshago del profesor Lim como con los otros? — preguntó el capitán de pronto atrayendo nuevamente su atención.
—Ese tipo me desagrada por completo, no obstante, a demostrado tener un gran potencial — le defendió el mayor, aunque no se sintió nada reconfortado por ello —. El mismo nos ha entregado la fórmula que nos dará un completo manejo de los próximos sujetos de prueba. Esta guerra ya tiene un ganador.
Cuando ambos salieron, distintos sentimientos se encontraron en el pecho de Changkyun, debía ir lo más rápido dónde su Hyunwoo y ponerlo al tanto de todo, seguramente le habría estado esperando desde hace rato, dándole una mirada acusatoria por llegar tarde.
Su buena suerte no duró mucho más, a penas quiso pasar sobre la reja por donde les había espiado, esta cedió ante su peso, haciendo que él cayera a través de la misma y se golpease con el suelo salvajemente.
Su cabeza dolía demasiado y su visión se nubló hasta oscurecerse por completo, quedando inconsciente en un santiamén.
...
Cuando abrió los ojos, el alivio le embargó en cada parte de su maltratado cuerpo. Luces blancas iluminaban el techo a la vez que el olor a antiséptico invadía sus fosas nasales, ¿en dónde estaba? Hacía mucho que no descansaba en un ambiente parecido.
—Veo que ya despertaste — dijo una voz indiferente a su costado, inmediatamente pudo reconocer el acento con el que había hablado, entonces giró el cuello en su dirección, para confirmar que el individuo de bata blanca, era chino en realidad.
—¿Donde estoy? — preguntó suavemente, estaba cansado y la camilla en la que se encontraba le impulsaba a dormir un poco más.
—Estás en la enfermería — respondió sin dejar de mirar los papeles que tenía en sus manos — Llegaste en malas condiciones, ¿sabías?: deshidratación, agotamiento, magulladuras y una contusión en la cabeza... — enumeró mentalmente aún sin mirarle —. Te dí algunos calmantes y antibióticos, también atendí algunos de tus golpes.
—... Gracias.
Changkyun le detalló velozmente: cabello rubio teñido, ojos rasgados con unas pequeñas ojeras debajo, piel tostada y facciones finas que no encontrarías en cualquier chino, aún así, su fría amabilidad iba muy bien con la Z de su nombre grabado en su identificación.
—Es mi trabajo.
—¿Cómo llegué aquí? — preguntó entrecerrando los ojos, lo último que podía recordar era el caer desde el ducto de ventilación.
—El conserje te trajo, llevas inconsciente casi seis horas.
Como un vampiro levantándose de su ataúd, el pelinegro se irguió sobre la camilla en cuestión de segundos. Era mucho tiempo que no tenía como compensar.
—Mejor quédate recostado un poco más, sobreexplotar tu cuerpo no trae nada bueno — se apresuró en decir el médico encargado antes de encararle por primera vez —. Además, se ha regado el rumor de que tendremos que irnos de aquí.
—¿Te refieres a dejar la instalación? — inquirió confundido.
—Muchos estamos incomodados por el trato que tenemos, aunque el proyecto también será llevado a la capital — comentó como si no formara parte de ello en realidad — Yo me iré por el paso subterráneo, ¿has visto cómo está el tiempo afuera?, parece otra era del hielo más bien.
¿De qué hablaba esta persona?
— Espera, ¿existía un paso subterráneo?
—Sí, pero no se utiliza mucho, al final te deja a kilómetros de distancia de la ciudad más cercana. A mi me van a estar esperando, no pretendo seguir en esta porquería de cuartel.
Con suma atención, memorizó la dirección del corredor, si todo salía bien, escaparía al lado de Hyunwoo por allí mismo. Después, tuvo que marcharse a pesar de la recomendación del doctor; tenía que decidirse a marcar el número telefónico que había sacado de la red, había planeado hacerlo cuando estuvieran lo suficientemente lejos de aquel infierno, pero las horas perdidas no le dejaban otra opción.
Caminaba dando largas zancadas, sabía que sería rastreado y localizado en cuestión de minutos, en cambio, su vida pareció ir mucho más lento.
¿Por qué se tardaban tanto en contestar?
—Yeobuseio?
Era el Ministro de Defensa Norcoreana en persona.
Ya no habría vuelta atrás.
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