Capítulo 28
30 de Diciembre 2019
— ¡Yeseo!
Despierto sobresaltada, con una sensación de desorientación total. Estoy envuelta en un sudor frío y tengo que tomarme unos segundos para ganar estabilidad por haber sido sacada del sueño que tanto trabajo me costó conciliar. Lanzo un quejido aún adormilada, observando con pesadez la figura del castaño. Reprimo unos cuantos improperios para nada agradables que me cosquillean los labios y a continuación, quedo con mi cuerpo apuntando hacia el suyo.
— ¿Qué ocurre?
—Adivina que día es hoy. —musita emocionado. Una sonrisa ilumina su rostro como un foco cegador, y quiero largarme a reír por sus palabras.
¿Qué tipo de pregunta es esa?
—No lo sé. —reparo con un deje de molestia. Por supuesto él no se percata de ese detalle, al contrario, me mira como si hubiera dicho la ofensa más colosal en la historia. Taehyung decide que es buena idea sentarse a mi lado, invadiéndome hasta el punto de dejarme casi a la orilla de la colcha, con el peligro de ir a parar al piso.
— ¡Es mi cumpleaños! —sus palabras cargadas de emoción de alguna forma me irritan. No comprendo porqué tiene ese afán de endulzar todo, si se hunde en el mismo fango de mierda que yo. Frunzo el ceño, visiblemente disgustada y con los ánimos arrastrados —: ¡Tengo veintitrés años ahora! —vuelve a poner esa sonrisa, curvando las comisuras de sus labios.
Como si me importara.
Parpadeo junto al repentino silencio que encaja perfecto en estas cuatro paredes. Sin embargo, luego caigo en cuenta.
— ¿Qué día es hoy? —pregunto, un tanto inquieta.
—Treinta de Diciembre.
Al principio quedo muda hasta que despues me percato de la magnitud y peso de su respuesta inofensiva, pero cargada de significado, ¿ha pasado todo ese tiempo?
Puedo sentirlo. Puedo sentir en carne viva como las esperanzas se me están escapando de las manos al igual que agua de río.
Un suspiro entrecortado abandona mis pulmones mientras me reincorporo al borde de la cama, dándole la espalda a Taehyung para ver lo inhóspito que me rodea.
—Felicidades Taehyung, pero si esperas que te dé algo, no lo tengo. —digo con una mezcla de resignación y cansancio. Lo primero, por la conformidad inequívoca a la que me he acostumbrado estos últimos meses; y lo segundo, porque simplemente quiero meditar sobre la vida y deseo que Taehyung se largue a soplar velitas o qué se yo.
—Tú eres el mejor obsequio que el destino me pudo dar. —comenta detrás de mí. Para mi consternación, un calor que identifiqué como la mano de Taehyung se me posa en el hombro, y se desliza por toda la extensión de mi brazo en un vaivén que no me produce nada más que tensión.
Sonrío irónica, como si fuese un chiste remotamente gracioso. Soy lo bastante mayor para poder distinguir la adulación detrás de ese mensaje y lo odio —: Lo dudo. —me giro de vuelta a su persona, apartándome de él unos centímetros.
—Es en serio. Para mí significas mucho. —no sé en qué momento ha sucedido, pero ahora yace más proximo a mí y frunzo el ceño por milésima vez — ¿Sabes lo que puedes darme este día? —sonríe encantador, o al menos intenta aparentarlo —. Un besito. —estira sus labios, cerrando los ojos.
Vaya, este chico resultó ser más atrevido de lo que imaginé.
Evito dar ese tipo de comentario o similar para solo dedicarle una mueca negativa seguido de un —: Olvídalo. —bastante sensato. Veo como su expresión aparentemente imperturbable flaquea, como cuando regañas a un niño que ha hecho una maldad. Abre sus temblorosos párpados y me observa con sus ojos entrecerrados mientras un puchero se dibuja en su boca.
—Por favor, sólo...
—He dicho que no. —repito sin vacilar ante cualquiera que fuese su objeción. No es como si tuviese expectativas con él, sin embargo, han pasado días desde que no nos topamos las caras y cuando por fin tengo el "agrado" de verlo solo es capaz de pedirme eso. Sus desesperados intentos de besarme o tocarme comienzan a ser un auténtico fastidio.
Me recuerdan a...
— ¿Acaso olvidaste que casi nos pillan? No voy a arriesgarme. —le recrimino, siendo consciente de que el incidente fue en parte culpa mía por dejarme llevar por mis bajos instintos. Entonces, el castaño asiente serio, se levanta de donde está sin protestar, lo que me da cierto aire de satisfacción.
—Sé perfectamente que lo nuestro es un secreto. —pronuncia con voz arrastrada y más grave de lo normal. Esta vez, Taehyung no me dirige la mirada, pues la tiene puesta en una parte de la estancia y no parece contento —. Hace mucho que no nos veíamos y te echaba de menos. —argumenta — ¿Tú no me extrañaste?
Por supuesto que sí, pero no de una forma romántica como él seguramente imaginaba. Sino que simplemente quería corroborar, asegurarme de que mi pase a la libertad no hubiera sido exterminado por Yoongi o algo por el estilo.
—Claro que te extrañé, pero no es tan difícil de entender lo que te digo. —señalo firme e intento brindarle algo de falsa lástima.
—Mejor me voy. —pasa completamente de mi expresión fingida. Segundos le hacen falta para abandonar la habitación, dejando atrás una carcasa silenciosa y de paso, a una anonadada Yeseo. Aprieto los labios, pestañeando varias veces.
—Dios... ¿Por qué todos aquí tienen que ser tan intensos?
07 de Enero 2020
Las cosas en estos días han marchado peor de lo que alguna vez pude concebir.
Carezco de fuerza de voluntad y motivación intrínseca para ejercer el mínimo esfuerzo. Desde despertar, ir al baño, inhalar, exhalar, hablar, etc.
No he visto a Taehyung en absoluto y mucho menos he oído su voz a través de las paredes. Rara vez he podido ver a Moyeon y al monstruo de apellido Min venir hasta esta inmunda pocilga para visitarme y traerme de vuelta a la cruel realidad en la que me revuelco.
Percibo el entorno sumamente distorsionado. Como si me encontrara desconectada de mí misma. Como si nunca hubiera intentado suicidarme. Como si nunca hubiera visualizado aquella fotografía que me llenó la mente de preguntas. Como si nunca hubiera forjado aquel malicioso plan mientras la cólera me tragaba viva. Como si nunca hubiera desarrollado esa conexión obligada con el enloquecido castaño de actitud afectuosa y explosiva al mismo tiempo.
Quiero fallecer. Sin embargo, me aferro a la ilusa esperanza de que alguien ingrese por esa puerta, salvándome de este abismo infernal que me sostiene en sus brazos humeantes.
Ni yo comprendo qué es lo que anhelo.
Sé que juré no volver a llorar, pero es inevitable y antes de poder siquiera frenarlo, las lágrimas dan rienda suelta y no tardan en empapar por completo mis mejillas, ocasionándome un quiebre emocional acompañado de lamentos internos.
—Ya no aguanto. No puedo. No puedo más. —mi vista está cubierta por una pared delgada y trasparente. Ahogo cualquier tipo de sonido que produzco con la ayuda de la almohada, que es donde descansa la mayor parte de mi entumecido rostro.
Escucho la puerta del cuarto abrirse. Lo sé porque distingo ese chirrido causado por sus desgastadas visagras, pero eso no me empuja a recomponerme. Sigo hundida en mi escondite, sollozando sin ningún tipo de censura.
—Ay, pero estás llorando. —su voz cargada de burla explícita se filtra por la delgada tela que cubre el relleno de la almohada hasta llegar a mi campo auditivo. Carezco de valor para dirigirle siquiera un suspiro, en especial cuando no se me ocurre una idea clara de porqué y con qué fin se haya aquí, pero puedo percibir su fastidio inexplicable — ¡Escúchame cuando te hablo, hija de puta!
A penas y puedo procesarlo.
Su mano se empuña en las hebras delgadas de mi alborotado cabello, obligando a levantarme entre quejidos rotos que provienen de mi seca garganta. El dolor se expande como pólvora, haciendo que sea tan sumamente profundo y agobiante que me tambaleo en la misma cama.
Poco después, caigo hacia atrás, impactando contra el respaldo de la misma. Un nubarrón gris bloquea mi vista. Estoy mareada hasta la médula producto del golpe y a penas puedo reconocer su inconfundible pelo rojo —: Mírate, estás hecha un desastre. Pareces un indigente asqueroso. —señala hiriente.
—Por favor Moyeon... —medio sollozo, superada por el mar agresivo de emociones desatándose dentro de mí.
— ¿¡Por favor qué, idiota!? —replica, en un tono arrastrado y ronco. Mi primera reacción ante su respuesta es apartar las lágrimas con un trozo de la manga de mi suéter, destrozada y humillada en todos los sentidos, sabiendo que he quebrado el falso juramento de no parecer rota frente a los habitantes de esta casa.
Una sacudida me recorre entera cuando puedo tener una mejorada vista de ella. Mantiene las manos a sus costados, formando puños bien definidos y apretados. Su pálido e impecable rostro está ligeramente contraido por la molestia, tanto así que hasta su respiración es irregular —: Por tu maldita culpa Yoongi ya no me ama. —masculle, y de alguna manera, parece que el mirarme en este estado la enfurece — ¿¡Qué carajos le hiciste!? —pregunta en un grito, aturdiéndome por el sonido estridente que produce.
Antes de que pueda siquiera contestar, su palma se estampa con rudeza a un lado de mi rostro. El escozor familiar producto de su golpe no tarda en aparecer acompañado de un, para nada disimulado, gemido ahogado.
Un segundo tirón en mi cabello me hace alzar la cabeza con brusquedad para encontrarme directamente con su expresión furiosa —: ¡Te odio! —escupe con veneno, sacudiéndome —. Yoongi necesita cobrárselas, pero dudo que te mate después de que se acabe. —sus palabras me confunden, pero estoy lo suficientemente concentrada en el dolor que no puedo permitirme analizarlas con calma y claridad.
—Para. —consigo articular, pero su agarre parece cobrar fuerzas, lo que me hace retorcer de agonía.
—Eres hermosa. Igual que ese. —dice, eclipsada por las emociones exorbitantes que la corroen —. No creo que a Yoongi le importe si arruino tu linda carita. —unos segundos le toman extraer con su mano libre un objeto enajenado del bolsillo.
Un sollozo brota de mi garganta. Me toma unos breves instantes percatarme de qué es y niego aterrada.
Ya he estado en esta situación.
—Moyeon, no... No lo hagas.
—Claro que lo haré, no me importan las consecuencias. —estipula sin titubeos, haciendo caso omiso a mis intentos por detenerla. No reconozco a la muchacha frente a mí, jamás se había atrevido a revalsar los límites conmigo ni mucho menos a violentarme.
Sostengo sus ropas, empuñandolas para apartarla al notar como acerca ese cúter anaranjado a mi cara desencajada por el terror —: ¡Ayuda! —grito como último recurso. Ella larga una carcajada fingida, acariciándome con el filo gélido del artefacto a un lado de mis labios temblorosos.
—Ridícula, nadie vendrá a salvarte. —se burla, enterrando en aquella parte de mi anatomía ese objeto. Gimoteo, soportando lo insoportable entre lágrimas —: ¡Grita perra, hazlo! —la sangre no tarda de emanar, dibujando un camino tibio desde mi barbilla hasta gotear en las sábanas espacidas por el perímetro en el que reposo dolorosamente.
Cierro los ojos un instante y de pronto, todo se vuelve confuso.
Alguien entra al cuarto. Ya no siento dolor. Estoy agradecida. Me encojo sobre mí misma y me doy leves caricias. La cabeza me da vueltas.
—Yo-Yoongi. —a penas y escucho a la pelirroja susurrar —. Pe-pensé que...
— ¿Así que no te importan las consecuencias? —pregunta sereno. Su tono de voz es rasposo, grave y lento —. Eso dijiste, ¿no?
—Yo... yo...
—Abres demasiado ese hocico tuyo, querida. —suspira profundo —. Debo encargarme de eso más tarde. —lanza como un comentario al aire —. Por el momento me limitaré a darte la paliza de tu vida.
—No Yoongi, por fa-favor.
Maldita psicópata.
— ¿Estás bien, dulzura? —siento una calidez rodearme el hombro y por acto de reflejo le rehuyo un poco —. Mírame nena. —ordena de una manera tan dulce que quema. Volteo la cabeza unos centímetros hasta ver su expresión, y a pesar de que es dura y violenta, es a la vez cálida —. No dejaré que esta zorra retrasada vuelva a tocarte nunca más. Lo prometo.
Muchas gracias por el segundo lugar en #btssuga 😭 💜 sé que no durará demasiado, así que viviré este momento al máximo.
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