Capítulo 25
Siento unos matices de voces lejanas. Tan sumamente distantes e irreales que me hacen creer por unos efímeros instantes que todo ha sido nada más que un sueño lúcido, creado por mi mente enloquecida y llena de deseos relacionados con la muerte.
Trato de enviar señales a cada una de mis extremidades en un vago intento de querer moverme, sin embargo, la tarea arroja resultados negativos una y otra vez. Quiero llorar, gritar y un sin fin de cosas más por la situación tormentosa que me invade. A penas y logro soltar un par de gemidos susurrantes hasta que abro los párpados, y lo primero que siento es como si estuviera dentro de una licuadora. Todo me da vueltas, el ligero dolor punzante se extiende por todo mi sistema y se hace cada vez más fuerte a medida que la luz cegadora artificial me da de lleno en el rostro.
—Déjame solo con ella.
No por favor.
Clavo mis ojos irritados en él, que es similar a un espejismo, y poco a poco empiezo a soltar las primeras lágrimas sin que pueda detenerlas. Me siento tan arrepentida de no haber podido ni siquiera acabar conmigo misma. Soy una chica patética sumida en la tragedia y este hombre es repugnante, no llego a concebir el odio que me provoca su existencia e incluso en este momento, me parece de lo más detestable.
— ¿En serio creíste que conseguirías concretar tu plan? —cuestiona en voz baja, sonando en extremo vacío. Tan lleno de falsa compasión que si bien no me sorprende, consigue darme náuseas. Las lágrimas no se han detenido, trazando un camino tibio desde mis mejillas hasta el final de mi mandíbula mientras lo noto negar con la cabeza —. Tonta, tonta Yeseo.
Una risa carente de humor lo asalta antes de aproximarse a mi inmóvil cuerpo, colocándose despacio junto a mí y extendiendo su mano derecha para poder acariciar mi brazo dañado en un acto que no paso desapercibido. No me quedan fuerzas suficientes para apartarlo, por más que duela. Lo último que pienso en estos momentos es que seguramente acabe dándome una enorme paliza o uno de sus famosos castigos. El molesto mareo no desaparece, pero soy consciente de la forma en la que lo observo y él, a su vez, también lo sabe.
— ¿Por qué? —pronuncio dolida, esperando una contestación de su parte, pero nunca llega y simplemente está mirándome fijo — ¿Por qué no me dejaste acabar con todo?
Este expulsa un largo y profundo suspiro que parece guardar una ira que le cuesta controlar —: No planeo dejarte ir tan fácil porque hay un par de cosas que debes saber. —el entendimiento me golpea al oírlo reiterar esa frase que me exaspera. No sé qué significa y no me importa en absoluto.
Mis labios se aprietan en una línea fina antes de poder lanzar una exclamación, aprieto los puños e intento apartarlo —: ¡Basta Yoongi! —reúno las fuerzas necesarias para acomodarme de mejor manera sobre la colcha. El dolor agresivo y pulsante instalado en mis brazos ciega mis sentidos más sensibles, sin embargo, el mismo pasa a segundo plano cuando la cólera invade mis venas — ¡Ya no quiero seguir, no puedo más!
Tomo gran parte de su camiseta, acortando la distancia entre nosotros y lo sacudo sin ser consecuente, sin anticipar sus movimientos o actuar frente a mi desesperante conducta. Él posa sus ojos gélidos en mí sin decir nada. Está quieto y pacífico ante mi nerviosa figura destrozada —: ¿Por qué sigues con esto? —pregunto en un hilo de voz mientras otro consistente mareo me ataca, empujándome a soltar un gemido cargado de dolor. Sorbo mi nariz y sin que pueda procesarlo, elevo las extremidades y empiezo a golpearlo un par de veces en el pecho, descargando la furia arremolinada en mi pecho. No pienso detenerme, dejo caer mis débiles puños hasta dónde la vista me permite ver, pero es en vano debido a que su expresión neutral no vacila ni un instante.
Luego de ello, me desplomo sobre su hombro. Estoy cansada, agotada, hastiada y todo sinónimo similar. Ya no puedo. Sollozos salen de lo más profundo de mi garganta a la vez que lágrimas empapan mi rostro y parte de su ropa. A estas alturas ni siquiera le tomo el peso a la situación, solo quiero desaparecer de la faz de la tierra.
—Dulzura, eres impaciente. —habla, usando ese tono burlesco y en extremo grave que lo describe. Puedo percibir la vibración de su voz emerger desde su interior al estar tan cerca de él. A raíz de ello, cojo el suficiente oxígeno que necesito para poder alejarme y cruzar miradas, aumentando la tensión de mi cuerpo —. Si te sirve de consuelo, no eres la única que sufre en este momento. —balbucea sin mucho contexto. Hay un filo peligroso en la forma en la que me mira y reprimo todos los improperios que quieren ver la luz. En cambio, aprieto la mandíbula, sobre todo porque ya voy reconociendo sus sucias tácticas y maneras que tiene de arrojar su mierda encima de los demás.
—No trates de minimizar mi dolor con esa mierda.
El aludido eleva sus definidas cejas, soltando una pequeña carcajada ante mis ojos estupefactos —: ¿Minimizarlo? —sisea irónico, apartando la vista de mí hasta colocarla en el suelo —. Yeseo, la persona de la que te hablo comparte tu mismo dolor, pero tú aún no lo comprendes. —admite, adquiriendo esa maldita expresión otra vez.
Frunzo el ceño tan rápido como a mis oídos llega esa frase. Ni siquiera sé porqué un sentimiento similar al miedo me afecta con tanta intensidad. No tiene lógica absoluta —: ¿De qué hablas? —mi voz ya no suena fuerte como antes, pero sigo utilizando un tono alterado. Yoongi pasa su nívea mano por la alborada mata de cabello que se encuentra encima de su frente, apartándolo.
—Suficiente por hoy. —descolocada, pestañeo un par de veces mientras lo noto apoyar las palmas en sus rodillas para agarrar impulso y levantarse de la cama. Estira los músculos de su cuerpo unos segundos hasta que se dirige a mí —. Voy a salir un rato, pero antes... —una de sus manos se pierde en el bolsillo de su pantalón para posteriormente extraer algo que desconozco, algo que poco después lanza a los pies de la colcha —. Te lo dejo de tarea.
Y se marcha sin más.
Quedo por unos segundos en blanco absoluto, admirando la nada misma. Perdida entre mis pensamientos y lo particular de la situación que acaba de acontecer. Muerdo mi labio abstraída de la realidad, con los párpados pesados y la cabeza que no para de darme vueltas. No comprendo el mensaje oculto de sus palabras. En un principio, quise tomarlo como uno de sus intentos de desviar la situación a otro lado, pero entonces nace la pregunta del millón y es que, ¿a qué se refiere con que alguien comparte mi dolor y yo no lo entiendo todavía?
Es entonces cuando noto el papel que él lanzó antes de esfumarse. Algo desconocido dentro de mí se construye al mismo tiempo que debato con mi subconsciente. Esta última me advierte, bajo el poder de la sugestión, que lo que veré allí no será de mi agrado. Me limpio las mejillas, suspirando pesado y aventurándome a tomar el susodicho objeto bajo esa invisible amenaza.
Al desdoblarlo puedo ver que no se trata de una hoja cualquiera, si no de una fotografía. Con dificultad, intento discernir quiénes están en ella, y poco después puedo reconocer a mamá. La extrañeza e impresión son palabras que se quedan cortas ante lo que mis ojos contemplan.
Es ella efectivamente, cargando un bebé en sus brazos. Sonríe con amplitud, transmitiendo a través de la imagen una felicidad que me revuelve el estómago sin saber el porqué. El infante se encuentra observando al frente, admirando con singularidad la cámara que tiene delante. Ese bebé no soy yo, no lo soy para nada.
Puede ser cualquier niño, incluso alguno de mis familiares, pero esa idea es desechada a penas aparece como posible respuesta, ya que no paso desapercibido el escrito ubicado debajo de la fotografía, cuya caligrafía no es desconocida para mí y la misma forma una frase todavía aún más confusa.
" Te amo y amaré por siempre mi pequeño angelito. No lo olvides "
¿Qué rayos es esto?
Tengo más preguntas que respuestas ahora mismo. Nada de esto tiene una explicación lógica, ni siquiera las posibilidades que trato de encontrarle aún con todo el esfuerzo mental y energético que requiere. Coloco debajo de la almohada esa foto, prometiéndome analizarla más tarde, pues un ruido me pone en alerta.
— ¿Bella, estás despierta? —escucho una voz masculina llamarme desde la puerta, y no puedo evitar maldecir por lo bajo.
—Sí. —contemplo al castaño parado frente a mi frustrada mirada. Él se aproxima a grandes pasos hasta donde yo estoy, y desde esta distancia puedo sentir su aroma varonil y cítrico filtrarse por mis fosas nasales. Han transcurrido días, o al menos eso creo, desde que no lo veía por aquí.
— ¡Bella! —exclama con una sonrisa de oreja a oreja. Es raro que lo mencione, pero ya no se me hace tan irritante y aterrador, al menos no tanto como cuando lo conocí — ¿Estás mejor?
—No realmente, me duele todo. —expreso con sinceridad, esperando que con ello me deje sola, pero en vez de conseguirlo, Taehyung me enseña su peculiar sonrisa, para luego transformarla en una mueca comprensiva en un abrir y cerrar de ojos.
—Yo estuve todo el tiempo a tu lado, yo te puse las vendas y cuide. —admite de pie a un lado de la cama, luciendo aparentemente preocupado. Su confesión consigue helar cada fibra sensible de mi anatomía, aunque pretendo esconder la reacción que ha ocasionado manteniendo el rostro serio —. Había mucha sangre, creí que te irías al cielo.
Ojalá.
No sé que contestar, ¿debo agradecerle por algo que seguramente Yoongi le ordenó y no nació como un impulso empático de su parte?
—Deberías haberme dejado morir. —lo detengo antes de que prosiga. Él abre los ojos impresionado.
— ¡No!, ¡eres mi amiga Yeseo! —clama instantáneamente, seguro de sí mismo —. Cada vez que estoy contigo me siento feliz, y lo que hiciste dolió, ¿acaso fue porque te hice daño? —se expresa tan rápido que tengo que poner un poco de mi parte para entenderlo a cabalidad. Sus mejillas se encienden de un tono rojizo, jugando como de costumbre con sus grandes y delgados dedos.
—Para nada. —me limito a soltar. Intento controlar las inmensas ganas que tengo de llorar o soltar un par de lágrimas mientras noto que vuelca su mirada expectante a mí de nuevo —. Sólo estoy cansada. —complemento, tragando saliva e intentando a duras penas hacer desaparecer ese molesto nudo en mi garganta. Duele, y más saber que estuve tan cerca de conseguirlo. Ahora lo único que me queda es existir y ser consecuente, puesto que mi tiempo de vida se reduce a la nada si pienso en las muchas posibilidades que me depara el destino.
— ¿Por qué?
En ocasiones, se me da por creer que este sujeto no tiene una idea clara o cercana de la "relación" enfermiza que existe entre el pelinegro y yo. Evidencia clara de ello es su notable preocupación por mí y su forma de actuar conmigo, debido a que ha cambiado desde esa vez que se disculpó.
Hay dos opciones posibles para este caso; o es parte del plan de Yoongi para tratar de enloquecerme o simplemente es que Tae actúa así de manera natural. Y sinceramente prefiero pensar en la segunda como respuesta a mi incógnita.
—Prefiero no tocar el tema por ahora. —replico con una sonrisa forzada, empuñando los párpados durante unos segundos en un intento por mermar el ardor instalado allí.
—Lo siento, estabas sufriendo y no sabía. —profiere insistente. Luce abrumado, aturdido y confundido, incluso por sus propias emociones. Sus labios tiemblan en un vaivén incontrolable que se une al de sus manos —. Perdón, en serio. Jamás volveré a hacerte nada. —clava sus orbes marrones en los míos, haciendo que mi corazón se agite rápidamente, cortándome la respiración.
—Lo sé. —intento tranquilizarlo, incluso si debo mentir, puesto que no planeo que nadie salga lastimado. Mucho menos por el innombrable — ¿Cómo estás tú? —desvio su atención hacia otra dirección, apoyando mi adolorida espalda en el respaldo de la vieja cama. Soy capaz de notar como arruga la nariz, esbozando una sonrisa breve que tira de las comisuras de sus labios.
—Hyung no me ha vuelto a castigar y está más calmado.
—Eso es... Genial. —hago el amago de querer sonreír, fracasando olímpicamente. Algo como eso no puede causarme alegría o regocijo — ¿Por qué Yoongi te hace esas cosas? —mierda, ¿por qué pregunté eso?
Soy una idiota.
Estoy por rectificar, pero él se me adelanta —: Es su forma de amarme. —afirma, enviando escalofríos por toda la extensión de mi espalda y espina dorsal.
Pestañeo varias veces al percatarme sin ningún tipo de filtro lo perturbado que está el castaño frente a mí. Resulta tan surrealista e inadmisible que me espanta. No puedo evitar que mi lado más empático sienta lástima y pena por su persona, ¿hasta que punto debe ser su desvarío psicológico que considera "amor" todo tipo de maltratos físicos?
El clima se vuelve hostil por el silencio incómodo que se forma alrededor. Él no comprende la gravedad de su afirmación, está acostumbrado. Yo misma pude presenciar cual es más o menos la pauta o trato que hay entre medio de los dos.
Por alguna absurda razón, estoy derramando un par de lágrimas de un instante a otro mientras me pregunto sin cesar si yo seré así de fuerte o débil como Taehyung, si estaré lo suficientemente preparada para lo que se avecina. Si saldré con vida o no de aquí.
Maldito lunático.
Estoy segura de que tarde o temprano deberá pagar. O tal vez yo lo haga pagar.
Doy una mirada rápida al hombre que tengo al frente y de pronto, se me ocurre una grandiosa idea.
Le daré en donde más le duele. Su orgullo.
— ¿Es-estás llorando? —ignoro su llamado entrecortado mientras la ira que siento en estos instantes es tan apabullante que tiemblo.
— ¿Acaso no lo ves? —comento, levantándome de donde estoy para tener una vista más clara de su estupefacta expresión —. Eso que te hace es maltrato, no es amor. —le recrimino sin remordimiento, ignorando la tensión provocada por su mandíbula.
—Tú no sabes nada. —ni siquiera me importa la manera asidua que usa para dirigirse a mí, suelto una risa carente de gracia por su ingenuidad lo que termina por enfadarlo más — ¡Nada!
— ¡No te ama, abre los ojos! —estallo de vuelta, acariciando con los dedos ambos lados de mi cabeza. Noto como lentamente sus globos oculares se cristalizan, sus manos se transforman en puños y la respiración se le acelera, señales claras e inequívocas de que está preparado para atacar.
Lo que estoy a punto de soltar puede o no costarme su confianza y la vida misma, pero no tengo nada que perder. Dije que haría pagar a ese monstruo, y eso planeo hacer, no importa el costo —: Cuando una persona ama a otra se lo demuestra con abrazos, con besos, con comprensión y apoyo mutuo, sin necesidad de humillaciones o insultos. Cuando una persona te quiere de verdad no te hace sufrir ni llorar. —lo tomo por los hombros, sacudiéndolo. Sé que le duele. Sé que acabo de destruir una pizca de su cordura. Sé que sabe que tengo la razón, y eso me indica que voy por buen camino — ¿Acaso Yoongi ha hecho alguna de esas cosas? —no contesta, notándose ligeramente conmocionado y dirigiendo su atención a otro lugar, evitando todo tipo de contacto visual. Noto a través de su sofisticado perfil como derrama las primeras lágrimas —. Lo dudo.
—Mentira. —rápidamente se yergue, empujándome sin fuerza alguna. Su voz está rota, es arrastrada y cuando decide observarme una fina capa transparente cubre su visión — ¡Tú no lo conoces como yo! —contradice en un grito repentino, alejándose mientras se propina algunos golpes en la cabeza —. Él me ama, él lo hace. Él me ama. —repite hasta la saciedad, como un recurso que intenta alejarlo de la realidad. Puedo verlo flaquear al percatarse de que mis palabras son verídicas.
—Imposible. Él es un monstruo.
Vuelvo a pasar saliva por mi seca garganta y bajo la guardia, retrocediendo cuando lo veo detenerse y avanzar en mi dirección, conservando esa expresión dolida en el rostro, pero adquiriendo una serenidad que no está bien —: Te prohíbo que hables así. —cuando mi espalda choca con la pared, me siento intimidada hasta la mierda. No obstante, me mantengo al margen. Él coloca ambos brazos sobre mi cabeza, inclinando unos centímetros su cuerpo, permitiéndome apreciar la oscuridad de sus orbes. La lucha interna de su cabeza se hace presente en todo su lenguaje corporal y sé que no va a decir nada más así que tomo esta oportunidad, aproximando mi cuerpo al suyo unos míseros centímetros.
Espero sirva de algo mi jodida existencia en este infierno.
Él yace tenso y helado ante mí atrevimiento, así que simplemente dejo que todo fluya, incluso mi voz —: Bésame Taehyung. —si me rechaza, definitivamente acabaré condenada a permanecer pudriéndome en este agujero.
— ¿Qué has di-dicho? —balbucea embobado, eclipsado por nuestras respiraciones aceleradas. Estoy con los nervios a flor de piel, la adrenalina de que entre cualquiera y nos descubra así de juntos podría arruinar mi plan, pero no me interesa y parece que a él tampoco.
—Que me beses. —repito. Su vista no se aparta de la mía y luce como si anhelara conseguir un acercamiento más profundo; sin embargo, no acorta la distancia.
—No, no, no, tú... No puedo... —niega tropezando con sus palabras.
—Silencio. —lo callo de un sopetón, colocando mis manos sobre sus hombros por segunda vez para brindarle comodidad y seguridad —. Nadie lo sabrá. Será nuestro secreto. —él baja la cabeza, y a pesar de la poca iluminación que nos envuelve puedo distinguir un pequeño sonrojo cubriendo sus mejillas.
—Nunca he besado a alguien. —admite avergonzado. Y es algo que esperaba para ser honesta, con ese carácter y comportamiento de sublevación que posee dudo que alguien haya siquiera intentando algo con él, por muy atractivo físicamente que fuera.
—Eso puede cambiar.
Acaricio su rostro masculino suavemente, viendo a través de sus ojos un brillo de curiosidad entremezclada con miedo. Luce previsible, observando cada uno de mis movimientos faciales y luego me acerco a sus labios poco a poco. Sin pausas. Nuestras respiraciones se entremezclan de manera asidua y cierro los ojos cuando la suavidad de su boca colisiona con la mía.
En un principio se mantiene estático, ni siquiera se mueve de su lugar y creo por unos segundos que aquel acto no le gustó en absoluto, pues hace ademán de querer alejarse segundos después, pero sostengo entre mis dedos su cuello, acercándolo a mi aturdido cuerpo tembloroso. Muevo mis labios en un vaivén lento y pausado, ganándome de su parte un gruñido enronquecido que interpreto de buena manera. Después siento bajo la piel descubierta de mi espalda sus fuertes manos sosteniéndome.
Abre la boca, dándome acceso a su cavidad bucal e invitándome a jugar con su tibia lengua. Es inexperto en ello, pero lejos de asquearme sus intentos de profundizar el beso, me provocan espasmos y escalofríos que no puedo entender.
Con dificultad, me aparto de su rostro para tomar una bocanada de aire. Él sigue con los ojos cerrados, y la respiración entrecortada por la acción tan íntima entre los dos.
— ¿Te encuentras bien? —abre sus ojos lentamente. Aquellos luceros cafés que antes lucían temerosos, ahora brillan tenues y me miran profundamente.
—Sí, fue algo... —asiente, relamiendo sus labios todavía mojados y quedándose a media frase — ¿Puedo hacerlo de nuevo? —pregunta y antes de que pueda contrarrestar, intenta unir su boca con la mía, pero por suerte consigo girar el rostro, ocasionando que el beso caiga en mi mejilla.
—Aguarda. —lo vuelvo a observar y recibo una mirada llena de extrañeza por su parte.
— ¿No lo hice bien?
—Para ser la primera vez no estuvo tan mal. —me aparto de golpe, dejándolo estático en su lugar.
— ¿En-en serio?
—Claro. —no sé que más decirle —. Tengo sueño, voy a descansar un rato. —acabo por contestar. Taehyung vuelve a sonreír, dejando su anterior tristeza de lado y desechándola poco después.
— ¿Así se siente el amor entonces? —murmura por lo bajo — ¿Tú me besaste porque me quieres, verdad?
Dios, que difícil será esto.
—Te aprecio muchísimo. —expreso corta y precisa —. Y recuerda una cosa. Esto es un secreto, nadie se debe enterar, ¿entendido? —le recuerdo. Él asiente con frenéticos movimientos positivos de cabeza.
—Claro. —vuelve a dibujar una sonrisa y beso cortamente su mejilla, tomándolo desprevenido, por lo que abre la boca con sorpresa por mi atrevida acción.
—Nos vemos mañana.
—Adiós Yeseo. —suspira largamente y antes de irse me suelta con timidez una frase que me deja de piedra—. Te quiero.
Cuando por fin me encuentro sola, borro todo rastro de felicidad fingida y me permito recostar mi cuerpo sobre la dura colcha para después cubrirme con las sábanas y abrigos de la misma. Cierro los ojos, intentando recobrar el sueño cuando a mi mente viene la imagen de Yoongi y el como se pondrá cuando se percate de lo que sucedió y sucederá a partir de hoy. Ya quiero saberlo, quiero ser espectadora de ese momento.
Me las pagarás todas.
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