Capítulo 22

¿Qué?

Comienzo a negar con la cabeza, sollozante y abrumada. Me alejo con rapidez al verlo querer aproximarse, jadeando en busca de aire mientras choco con la parte posterior de la cama. Desvariando, comienzo a negar repetidamente con la cabeza, sintiendo mi pecho oprimirse a raíz de lo inimaginable.

—Esto es una broma. —murmuro en repetidas ocasiones, tratando de convencerme de algo que estoy segura así es.

— ¿Una broma? —cuestiona con una sonrisa cínica. Lentamente acerca su semblante al mío, haciendo el amague de intentar tocarme, pero vuelvo a poner distancia con un nudo en la garganta — ¿Tengo cara de estar jugando?

Mierda.

Las arcadas no tardan en aparecer y estoy completamente revuelta. Deseo con todas las fuerza expulsar cada gramo de comida fuera de mi sistema al imaginarme las diferentes formas y maneras en las que el cachorrito pudo haber muerto en manos de este psicópata.

— ¡¿Por qué?!, ¡¿por qué me haces esto?! —exclamo con voz quebrada, apretando los puños y con el corazón palpitándome vigorosamente. Ya no soporto tenerlo ni un minuto cerca y mucho menos verlo mofarse de mi terrible aspecto.

Sus felinos ojos se tornan, sacudiéndose el cabello y una sonrisa plena hace acto de presencia en sus delgados labios —: Tae me informó lo que dijiste de mí el otro día. —habla paulatinamente —. Que lástima, ¿no? —añade con repudio.

— ¡Maldito enfermo! —escupo con el mayor de los fervores, odiando cada centímetro de lo que es él y su hipocresía. Yoongi se sorprende por mi altanería al contestarle, arruga la frente y casi de inmediato me coge del cabello, alertándome.

— ¡A mí me respetas, insolente de mierda! —vocifera a solo centímetros de mi rostro contraído. Cierro los párpados por unos segundos, ignorando su aliento a alcohol que hasta ahora he pasado por alto.

Soltándome bruscamente sobre el piso, me propina una fuerte patada en el abdomen, ocasionando que el aire se me escape y un mareo repentino ataque mi cabeza. Con las pocas fuerzas que reúno, intento cubrirme en un intento vago de protegerme del próximo golpe, más este nunca llega —: Te advertí que tu comportamiento sería castigado. Quedas sin comida por dos días.

Seguidamente, noto que se larga de la habitación, dejándome como otras tantas veces lo hizo. Me llevo una mano al lastimado cuero cabelludo, acariciando parte del mismo en un intento de mermar el dolor instalado allí.

Con cuidado, me incorporo del suelo, admirando la bandeja vacía como si fuese mi jodido karma hasta que pego un grito ahogado, tomando el susodicho material entre mis temblorosas manos ante de arrojarlo a la otra esquina de la habitación, ignorando el estruendo que este produce al colisionar contra la pared. Percibo las lágrimas bajar desesperadas poco después de mí accionar, sintiéndome poco satisfecha.

Introduzco uno de mis dedos índices en la boca, cuyo objetivo es hacer una ligera presión en la parte detrás de mi lengua, las arcadas no tardan en llegar, pero nada pasa. Repito esta acción un par de veces con la ilusión de vomitar la abominación hecha por el pelinegro, no obstante, mi cuerpo se niega a sucumbir ante mis llamados.

Jodido hambre.

Debo salir de aquí lo antes posible y de cualquier manera. Estoy dispuesta a humillarme si eso conlleva mi libertad. Ya estoy harta de esta maldita situación, y esto fue la gota que rebasó el vaso.

Me quedo apreciando el desastre producto de mi arrebato segundos atrás para que luego una idea venga a mí. Me coloco de cuclillas y tomo un trozo de porcelana perteneciente al plato. Lo inspecciono, notando que el objeto es lo suficientemente punzante para lo que tengo planeado, así que lo escondo debajo de la cama rauda y veloz.

Para mi buena suerte lo hago antes de que la puerta sea nuevamente abierta y mis ojos puedan captar la figura esbelta de Taehyung, asomándose a través de esta. No sé que sentir en este momento, pero verlo precisamente a él no es señal de algo muy bueno.

—Hola bella durmiente. —saluda tratando de sonar cordial y amable, sin embargo, las alertas saltan cuando lo veo cerrar la puerta —. Vine hacerte compañía, estoy aburrido y mi hyung acaba de salir.

Encontrarme a solas con el castaño es un error gravísimo porque estoy expuesta a una de sus pataletas con finales horrorosos. Este individuo tiene problemas mentales y la última vez que nos vimos me confirmó hasta dónde es capaz de llegar su locura extrema.

— ¿Y dónde está Moyeon? —la pregunta se desliza por mis labios sin que pueda detenerla. Él parece tensarse ante la cuestionable, pero aún así es capaz de formular una sonrisa a medias.

—Anoche salió y no ha vuelto. —contesta encogiéndose de hombros. Luego se acerca a mí — ¿Comiste? —luce extrañamente amigable y contento. Como Yoongi.

Seguro él tuvo algo que ver.

—Si, pero de casualidad se me cayó la bandeja al piso. —miento en un susurro, retrocediendo unos cuantos pasos y señalando mi "accidente".

Taehyung observa el lugar que le indico y después clava sus ojos en los míos —: No te preocupes, yo lo limpio después. —otra peculiar sonrisa se dibuja en sus labios. Asiento sin saber que más agregar — ¿Cuántos años tienes Yeseo?

—Dieciocho.

— ¡Wow, eres muy joven!, ¡yo tengo veintidós! —replica emocionado, casi como si estuviera orgulloso de portar esa edad en particular. 

—Que bien. —no puedo sonar más sarcástica que eso, fingiendo alegría solo para que el sujeto delante mío no me asesine o peor.

— ¿Cierto? —corrobora mi contestación —. Ya voy para mis veintitrés, solo me faltan...—frunce el ceño, empezando contabilizar con sus largos dedos — ¡Un mes!—exclama en cuanto obtiene la respuesta.

—Que bien. —repito, torciendo una sonrisa de lo más falsa. Él se limita a ofrecerme un mismo gesto, con la única diferencia de que el suyo es real.

— ¿Y tú cuando cumples años? —interroga jugando con las manos. Ese ademán me inquieta, pues no tengo idea alguna de lo que significa y la última vez que lo vi hacer aquello no terminó muy bien.

—Uno de Enero. —manifiesto sin apartar mis nerviosos ojos de las extremidades del castaño.

— ¡Solo un día después de mí! —sonríe aún más, y casi puedo percibir el dolor en sus mejillas ocasionado por la contracción de sus músculos faciales. Suspiro débilmente.

—Ajá, amm... ¿Tae? —carraspeo antes de proseguir —. Tengo una pregunta. —en un abrir y cerrar de ojos borra todo rastro de regocijo enmarcado en sus facciones al notar mi voz temblorosa.

— ¿Cuál? —cruza los brazos, pero aún así sus manos no detienen esos movimientos frenéticos.

— ¿Cuándo llegué aquí?

—Ha pasado una semana y media, ¿por qué? —ladea la cabeza. Abro los ojos a tope, sintiendo un malestar en mi pecho. Tambaleante me acomodo como puedo en el borde de la cama. Ida y llena de una tristeza absoluta, a penas pudiendo percibir que una lágrima rebelde se me escapa.

—Una semana y media. —murmuro para mí misma. Y bajo la mirada analítica de Taehyung proceso, o mejor dicho, me imagino todo lo que pudo haber sucedido en mi casa los días que llevo desaparecida.

Diablos.

Me llevo las manos a la cara, rompiéndome en mil pedazos sobre la colcha.

— ¿Por-por qué lloras bella?, ¿hice algo mal? —a pesar de mis sollozos puedo oír la preocupada voz del castaño y seguidamente su toque sobre mi espalda. Quiero oponerme, quiero apartarlo, quiero moverme lejos de él, sin embargo, todo esto es tan aniquilador para mí y son tantas situaciones e información para procesar que solo me quedo llorando sin cesar —. Por favor, no sigas. —pide acariciándome lento —. Yeseo, yo...

—Déjame sola. —pido con un hilo de voz.

—Pero estás...

— ¡¿Y qué importa?! —un grito se construye en mi garganta por su hipocresía, por la impotencia y rabia que me carcome las entrañas —. Tú eres igual que ellos. —admito, quitando con brusquedad las lágrimas que empapan mis mejillas. Taehyung se limita a admirarme con un sentimiento indescriptible en sus ojos, uno que hasta ahora no habían visto. Mi lado consciente me repite que detenga las palabras que brotan de mi boca, pero no creo ser capaz de obedecer —. Mataron a mi perro. Son unos monstruos. —él se muestra algo contraído y estupefacto mientras no aparta sus ojos marrones de mí.

Espero un reclamo, una reacción desfavorable e incluso un golpe, pero lejos de ello él solo yace allí hasta que recibo su contestación simple —: Tu mascota está bien.

En ese instante me congelo en mi lugar. Toda la sangre de agolpa en mis pies y mis sollozos cargados de lamentos se detienen abruptamente por lo que llega a mis oídos. Reúno todo el valor que puedo para soltar a duras penas un —: ¿Qué? —presiento qué perderé estabilidad, así que acomodo mi cuerpo sobre la colcha, esperando que mis suposiciones no sean verídicas.

—Mi hyung tiene al perrito, yo lo vi hoy. —declama con simpleza. Pestañeo, en busca de un atisbo de titubeo o burla en sus ojos u expresión, sin embargo, el castaño prosigue, bajando la mirada como si recordase algo en especial —. Me gustan los perritos, son lindos. —lanza aquel comentario con una media sonrisa y la tensión en mi cuerpo aumenta. Suena tan surrealista. Como si todo fuera parte de un cruel ensayo para una obra de teatro.

— ¡Mentira! —exclamo entre una mezcla de dolor y enojo puro — ¡Él lo mató, me dijo! —me inquieta todo esto, me confunde hasta la mierda el no saber si juegan o no con mis emociones y estado anímico.

—Hyung tiene un sentido del humor algo retorcido. —encoge los hombros para restarle importancia —. A veces hace estas cosas solo para asustar.

Llevo mis manos a la cabeza, negándome a creerle. No quiero ceder. Sigo sin poder aceptar la verdadera naturaleza inhumana de Yoongi, sigo sin procesar su maldad y hasta donde es capaz de llegar.

¿Es acaso esto una especie de tortura?

Porque si es así, definitivamente está matándome.

—No, no, no, no. Es un mal... —el tono alterado de mi voz se detiene de golpe al percatarme de lo que estoy a punto de decir — ¿Y cómo sé yo que es verdad lo que dices? —él no aparta sus ojos de los míos, pudiendo sofocarme entre estas cuatro tristes paredes.

—Tal vez pueda pedirle a hyung que te deje verlo. —hace una mueca de tristeza, analizando mi rostro desfigurado por una oleada de sentimientos que desestabilizan mi sistema interno —. Por favor, no le digas que te hice llorar. Por favor. —suplica susurrante, trayendo mi desviada mente al presente —. Por favor, por favor, ¿sí? —mi boca se abre para decir algo, pero la cierro al instante porque no confío en mi timbre de voz, así que procedo a asentir de manera pausada, aún sumida en una especie de shock. Tae acorta la distancia entre nosotros, esta vez rodeándome con sus extremidades por los hombros al mismo tiempo que siento a través de la ropa que nos cubre su calidez.

Me quedo de piedra, apretando la sábana con mis palmas por su repentino atrevimiento. No sé que hacer.

La firmeza de sus brazos no cede ni un segundo, a pesar de que han pasado ya unos cuantos minutos.

—Lo lamento. —él parece reaccionar y me deja en libertad con un leve sonrojo instalado en sus mejillas. 

—No debiste hacerlo. —reprendo insegura e incomoda por igual. El susodicho intenta responder con una milésima sonrisa, pero falla en el intento.

—Yo... hace mucho no daba un abrazo. —admite melancólico antes de que el silencio reine el perímetro.

Ambos nos miramos directamente a los ojos. En circunstancias anteriores no hubiese conseguido soportar esta situación, sin embargo, quiero llegar a entender, a través de sus expresiones, lo que intenta esconder. Tengo la certeza de que hay algo en este sujeto, puede que sea la respuesta a mis dudas pues se nota a simple vista que es alguien débil.

En cierto sentido retorcido, se parece a mí ahora mismo.

—Yeseo.

— ¿Sí?

— ¿Puedo darte otro abrazo? —ruega atemorizado por mi respuesta, trago saliva con dificultad, pero no contesto.

Él me toma desprevenida nuevamente y sin permitir que dé consentimiento a su respuesta, apega su cuerpo al mío. Su cálido aliento choca contra mi cuello y los latidos desenfrenados de su corazón logran descomponerme. La forma en la que me rodea con sus extremidades me provocaba ansiedad, miedo, seguridad, nerviosismo y ese algo que todavía no comprendo debido a que días atrás parecía detestarme.

¿Qué está pasando?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top