Capítulo 16 pt. 2
Yoongi
En estos momentos yazco recostado sobre la cama junto a ella. Normalmente a estas alturas estaría tirándomela como tantas veces lo he hecho, pero ahora no tengo ni ánimos para follar. Mi mente está enfocada en otra persona y en el encendedor que juguetea entre mis dedos.
— ¿Cuándo es que vamos a proceder con ese tipo? —cuestiona dubitativa, acariciándome el cabello. Maldición, sabe cuánto odio que me haga preguntas estúpidas.
—Joder, ya te lo dije. —respondo cortante, sin apartar la mirada de la llama que sale del tubo. Sus ligeros toques se alejan para después clavar sus marrones ojos en mi rostro contraído.
—Pues te estás tardando en cumplirlo, cariño. —murmura mortificando el poco buen humor que llevo encima, así que dejo de lado mi accionar, acomodándome mejor en la colcha.
—Joder, deja de llamarme así. —replico enervante, dibujando en mis labios una línea. Otra maldita razón para irritarme, son esos apodos tan cursis que utiliza, tratándome como a un niño.
—Bueno ya, eres un pesado. —se queja, cruzando los brazos, apartándose.
—Pues si eso piensas, la puerta está abierta para que te vayas un rato a la mierda. —ofrezco con mi ya típica sonrisa sarcástica, señalando el lado donde se encuentra la salida.
Moyeon eleva una ceja con seriedad absoluta, sin embargo luego de unos segundos rodea con sus delgados brazos mis hombros, acercándome hacia sí misma para después besar lentamente la piel descubierta de mi cuello.
—¿Te apetece un poco de diversión? —susurra coqueta sobre el oído, provocándome escalofríos por su cercanía tan escasa. Sin embargo, lo último que deseo en este instante es eso.
Desde mi inesperado y fantástico encuentro con Yeseo en el departamento que estaba rentando no he podido tener sexo con absolutamente nadie porque cada vez que hago el intento de, a mi mente llegan vívidas imágenes donde ella es la protagonista y... No puedo.
Odio estar así, odio tener que lidiar con esta basura. Me está matando no verla, y todo por la supuesta promesa que le hice. En realidad, no fue suficiente tenerla para mí ese miserable día, necesito más.
—No esta vez. —musito, quitándomela del camino mientras me reincorporo de la cama. Rápidamente la chica frente a mí me dedica la usual expresión de fastidio y molestia que estoy acostumbrado a ver.
—Maldita sea Yoongi, ¿qué te pasa? —refunfuña enojada —. Me llevas diciendo lo mismo desde hace tiempo, ¿es por ella acaso? —me tenso unos segundos por la pregunta, pues las otras ocasiones en que la rechacé no se tomaba la molestia de indagar mi aversión a mantener relaciones.
—No digas estupideces. —me limito a contestar, manteniendo la serenidad porque ella no está enterada de "eso". La muchacha solo se digna a observarme disgustada por mi contestación y no contenta con eso, voltea los ojos.
—Hijo de puta. —balbucea por lo bajo con la vaga intención de no ser escuchada, aunque a pesar de su tono puedo oírla claramente. Aprieto la mandíbula, conteniendo la repentina rabia e ira que me invade de un segundo a otro.
— ¿Cómo me has llamado? —me giro encarándola y cuando lo hago, esta baja la guardia, percatándose de que acaba de cagarla. Traga saliva y sus ojos se oscurecen.
—Lo siento Yoongi, fue un...
—Vuelves a llamarme así y te juro que te vuelo los sesos de un tiro, ¿oíste? —trato de conservar la calma, tragarme la furia que ha desatado con su insulto. Es un verdadero dolor de cabeza que fastidien a mi fallecida madre, en especial cretinas como la peliroja.
—Si, cla-claro. —asiente frenética al mismo tiempo que se levanta de la cama y se encamina a la puerta —. Te dejo, lo siento. —se disculpa una vez más.
—Lárgate. —hago un ademán con la cabeza, inclinándome para alcanzar el teléfono que descansa sobre el diván. Miro la hora entre tanto oigo como la chica expulsa un suspiro y sale de la habitación.
Me pregunto que estará haciendo, hace días que no se nada de ella y la curiosidad me carcome las entrañas, pero debo mantenerme al margen y cumplir mi palabra. Al menos durante más tiempo.
—Yoongi.
— ¿Otra vez? Creí haberte dicho que te fue...
—Es mi hermano y quiere verte. — interrumpe con recelo en su mirada.
— ¿Eres lenta?, ¿por qué rayos lo dejaste pasar? —una queja sale de mis labios a medida que camino para quedar frente a su pequeña anatomía. Se encoge de hombros — ¿Y el otro?
—No sabía que era él. —argumenta —. Por si lo olvidaste, tu enamorado fue por el encargo. — pone énfasis en la palabra "tu"
—Bien, ya sabes lo que tienes que hacer, ¿verdad? —paso por su lado, girando unos centímetros el cuello para verla asentir.
—Si, pero a cambio quiero que más tarde salgamos. —dijo, me conozco esa táctica y solo la usa con la intensión de chantajearme.
—No me jodas.
—Vamos Min, me la debes por las de favores que te he hecho. —sigue insistiendo y no me queda más remedio que acceder a su capricho.
—Como digas. —contesto de mala gana antes de marcharme escaleras abajo.
Al estar ahí puedo ver la figura angulosa y ya fornida del castaño, esperándome paciente mientras ve con atención un par de cuadros decorando en la pared.
—Mira lo que trajo el viento, al niñato más grande de toda Corea del Sur. —hago mi entrada triunfal con palabras cargadas de ironía. Él ríe entre dientes antes de encararme por completo.
—Madre mía Yoongi, veo que tu humor sigue intacto. —sonríe burlesco, sacando de su chaleco gris un cigarrillo.
—He bajado el nivel para no ofender tu ego, ya sabes... No me gusta ver sufrir a los bebés. —un puchero se forma en mis labios y enseguida el castaño niega con la cabeza —. Mira, si vienes por lo de Moyeon, ya te he dicho mil veces que es ella la que se quiere quedar aquí, yo no la obligo para nada.
—No vengo por esa. —aclara y mi rostro debe haberse visto como un poema —, vengo por Yeseo. —mi sonrisa cargada de ironía se borra al instante ni bien lo escucho decir aquello. Él no percibe mi tensión, pues se encuentra concentrado en encender aquel cilindro de nicotina.
— ¿Qué?
Cuando consigue su meta, se lo lleva a la boca, inhala unos segundos y luego expulsa el humo para hablar —: Sé lo que planeas, y debo comunicarte que no te saldrás con la tuya. —suelta súbitamente con veneno marcando cada palabra —. No esta vez.
— ¿Ahora eres su vengador personal o que mierda? —una rabia inconmensurable se empieza a adueñar de mi sistema y aprieto los puños, de pronto tengo ganas de atestarle un par de golpes en ese hocico que se carga.
—Sé que eres de todo Min, menos honesto y amable. Sé lo que puedes llegar a hacerle a alguien que se niegue a lo que dices. —se pasea por la estancia, extasiado por verme al borde del colapso —, y no pienso callarme. Soy capaz llevarte a prisión si es necesario. —cesa su caminar hasta detenerse frente a mí a unos cuantos metros.
—No eres capaz. No sabiendo que yo también puedo hundirte. —una vez más, esa maldita sonrisa se abre paso en sus labios. Joder, se está burlando de mí.
Él no continúa fumándose el cigarrillo, lo deja a la mitad para posteriormente apagarlo, no sin antes dar la última calada. Me mira unos segundos para luego contestar —: ¿Y qué sucedería si les hablase de Choi Sun?
Mierda.
Aprieto la mandíbula, aproximándome iracundo hasta él y lo empujo hasta llevarlo a la pared contraria, dónde lo tomo de la camiseta impidiendo que se mueva, pues coloco una de mis piernas entremedio de las suyas.
—Escucha bueno para nada. —escupo lleno de coraje al verlo mantener esa expresión de serenidad—, será mejor que te tragues tus palabras o te puedes arrepentir. —amenazo, esperando que él tenga una mala reacción, pero no es así.
Forcejea conmigo un par de segundos antes de zafarse de mi agarre, se acomoda la chaqueta de mezclilla desgastada que llevaba puesta y prosigue —: Lo único que te vengo a decir es que no podrás quitarme del camino tan fácil, ella está comenzando a sospechar.
— ¿Qué?
—Wow, pensé que la mantenías bajo vigilancia veinticuatro siete. Es una pena que no sea así, no obstante, me alegra que Yeseo se esté dando cuenta de la clase de monstruo que eres. —declama, dejándome confundido a más no poder.
—Oh Jungkook, no me conoces.
—Te conozco Yoongi, o al menos sé lo suficiente como para destruirte, así que ve con cuidado, no vaya ser que el juego se te voltee y termine por perjudicarte. —puedo oír como la saliva se abre camino en mi garganta a medida que se acerca a la salida, no sin antes dedicarme una de sus tantas sonrisas absurdas —. Nos vemos.
Una vez me hallo completamente solo, emprendo dirección a las escaleras con mi mente hecha un lío. Esto cambia por completo todo.
— ¿Qué pasó? —una preocupada Moyeon se precipita a mi anatomía en cuanto ingreso al cuarto.
—Cambio de planes. —apenas manifiesto. Ella me observa confusa.
— ¿Te refieres a...? —pregunta atenta a mis movimientos.
—Sí, debemos actuar cuanto antes.
—Carajo.
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