Capítulo 14

La cabellera rubia de Jimin junto con la de Doyeon logran captar mi atención una vez ingreso a la cafetería. Suspiro largamente antes de dirigirme a la extensa fila del almuerzo mientras de reojo percibo como toman asiento en una mesa desocupada de la estancia.

No es que me molestara, de hecho me alegro por él, suele ser muy tímido con todos en general lo que lo llevaba a estar todo el día, todos los días pegado a mí. Sin embargo, ahora es distinto y sé que solo actúa así de indiferente cuando se enoja en serio.

¿Y por qué se enfadó?

No es muy difícil de entender.

Cuando fui al departamento de Yoongi, no fue una cosa de unos momentos. Aquello se alargó más de lo que tenía previsto y para cuando decidí que era hora de irme, había caído la tarde. Obviamente no fue fácil despegarse del susodicho, pues como imaginé antepuso trabas para que yo me quedase, prácticamente armó un escándalo que pude detener antes de tiempo.

Sinceramente me alegro de que haya terminado.

Y la situación no mejoró, debido a que al llegar a casa, Jimin estaba aguardando por mí. Se le notaba preocupado por mi estado anímico y agradecí aquel gesto tan lindo de su parte con una sonrisa, pero luego su expresión corporal y gesticular cambió al notar las "marcas" para nada disimuladas que nacían de mi cuello y gritaban por atención. Se me había escapado ese pequeño detalle.

No tuve de otra que mentirle porque la verdad lo destrozaría, comunicarle que solo me besé con alguien con quién frecuentaba últimamente. Sin embargo eso parece haberle dolido en lo más profundo de su ser, pues jamás lo había visto así de desvariado, parecía otra persona y para ser honesta, sentí lástima por él y yo misma. Me maldije por no haber sido cuidadosa y haber roto un poco su corazón sabiendo que está enamorado, pero ya no podía hacer nada al respecto más que intentar arreglar de alguna manera mi estupidez.

Tomo asiento justo delante de ellos con la vaga esperanza de escuchar su conversación, esa que tanto los tiene embelesados. Sé que no es correcto, entrometerse en cosas ajenas no me representa, pero anhelo en este mismo instante poder atestiguar sea lo que sea. Él ya sabe que estoy allí, sin embargo, prefiere fingir que no existo.

La comida que elegí no se me apetece en absoluto. Consiste en verduras y entre ellas se encuentra la infame betarraga. La odiaba. No obstante, el hambre que traigo encima es arrebatador, sin contar el hecho de que aquello es lo único que pude conseguir a esta hora.

Lo que me gano por llegar tarde.

Comienzo a jugar con lo que hay en el plato como quién no quiere la cosa, agudizando mi experta audición y frunciendo el ceño, alcanzando a oír una cosa que no me gusta para nada.

— ¿No crees que ya va siendo hora de que la olvides? Ella no te ama. —llevo un bocado de lechuga a la boca, tratando de seguir el hilo de la conversación. Claro que lo amo, pero no de esa manera.

—Pero yo sí la amo. Y tú lo sabes.

—No mereces esto Jimin.

—Puede que tengas razón, tal vez deba olvidarla, pero es difícil. —sus ojos se dirigen a donde estoy y clavo la vista en mi comida, disimulando —. Tenerla cerca es insoportable y lo de ayer me... Sé muy bien que a Yeseo no le gusta que se metan en su vida, pero tan solo me preocupo por su bienestar. Tal vez ella tenga razón y deba cambiar mi...

— ¡Basta Jimin! —interrumpe al rubio, molesta —. No tienes porqué cambiar nada, debes sacarte esa venda de los ojos y ver la realidad. Es una zorra.

Arrugo la nariz disgustada por oírla decir aquel insulto con todo el veneno del mundo. Pero sin duda lo que más me dolió fue verlo bajar la cabeza y asentir en silencio.

Ni siquiera me defendió de semejante acusación.

El tenedor de plata es sostenido con rabia entre mis dedos y las lágrimas no tardan en acumularse poco a poco alrededor de mis ojos, impidiéndome ver con claridad.

Duele, el dolor es comparable a como cuando te apuñalan directamente en el pecho.

Cierro los párpados, dejando escapar una gran bocanada de aire en un intento vago de calmar el ardor ubicado en el centro de mi cuerpo.

— ¿Puedo hacerte compañía? —una voz grave resuena cerca de mí. Sorbo mi nariz, viendo a un muy sonriente Yugyeom sosteniendo una bolsa pequeña café.

—Amm... Adelante. —respondo serena o al menos lo más que puedo. Él se acomoda delante, obstruyendo gran parte de la jodida escena, pero enseguida sus facciones cambian por un gesto de confusión.

— ¿Te pasa algo?

—No, ¿por qué lo dices?

—Tus ojos están llorosos. —señala, y maldigo mentalmente.

—Son solo alergias, pensé que no se me notaría. —replico.

—Uff... Por un segundo creí que te había ocurrido algo. —se relaja — ¿Y como estás? —inclina su cuerpo hacia adelante.

—Estoy viva, ¿eso cuenta? —quiero sonar divertida, pero fracaso en el intento. Aún así él ríe, tal vez para no hacerme sentir ridícula —. Sí, supongo que bien.

— ¿Supones?

—Tengo problemas con mi trabajo, temo que van a despedirme.

—Oh, lo lamento mucho pero, ¡ánimo! —gesticula una porra con sus brazos, lo que me parece de lo más tierno —. Somos jóvenes todavía, hay muchos locales de comida rápida que nos necesitan. —bromea, haciéndome reír entre dientes.

—Gracias Yugyeom. —bebo un poco de mi jugo de limonada.

—De nada, para eso estamos. —abre la pequeña bolsa que traía anteriormente en sus manos, extrayendo un emparedado junto a una caja de jugo. Cuando deja todo sobre la mesa me observa otra vez —. Oye, sobre lo que hablamos el otro día, me preguntaba si todavía querías ir conmigo a, ya sabes... —vacila tímido y yo no puedo evitar sentirme un parásito.

—No es por ser grosera Yugyeom, pero no tengo muchas ganas de salir. —confieso, viendo la decepción dibujada en su rostro.

—Oh, entiendo. —asiente repetidas veces —. Descuida, no te preocupes.

Ay, ¿por qué?

—En otra ocasión podríamos juntarnos fuera del ámbito escolar, ¿te parece? —propongo tratando de enmendar mi estupidez. Es obvio que se siente mal, pues anteriormente le dije que si iría.

—Genial, me parece estupendo. —me regala otra de sus sonrisas amplias.

—Gracias por entender.

Hablamos por unos minutos hasta que en un momento determinado me disculpo con él, pues me urgía ir al baño. Me levanto enseguida, divisando a esos dos detener su charla para verme fijamente.

Ambos trasmitían dos cosas. Un odio corrosivo que me revuelve las entrañas, y por otro lado, un sentimiento lleno de ese algo que nunca supe descifrar.

Apresuro el paso lo más que me permiten las piernas hasta llegar a los tantos cubículos ubicados dentro del cuarto de baño. Entro a uno de ellos y hago mis necesidades para después limpiarme, tirar de la cadena y ordenar mi uniforme.

Cuando salgo, me lavo las manos con un poco de jabón, asegurándome de que todo rastro de bacterias desaparecieran. Ya terminando, las seco con un pedazo de papel higiénico que guardo en uno de mis bolsillos y giro sobre mi eje para botar lo usado en el basurero.

—Aléjate de Jimin. —tiemblo al oírla detrás. Procuro mantenerme al margen y doy la vuelta solo para topármela, ni siquiera noté que había ingresado.

—Ah, eras tú. —espeto, encaminándome hacia la salida. Doyeon al ver mi acción me detiene del brazo y me lanza nuevamente dentro.

— ¿No me escuchaste acaso? —espeta. Intuyo lo que quiere conseguir y para ser sincera muchas ganas de discutir no tenía.

—Si, pero no me interesa. —mi semblante es despreocupado al ver como aprieta su mandíbula.

—No puedo creer todo el daño que le haces, ¿acaso no te das cuenta de lo mucho que te ama y tú simplemente finges no saberlo? —abro los ojos estupefacta. Ella se encuentra furiosa, estoy segura de que en cualquier momento se me lanzará encima.

—Eso es algo que tengo que hablar con él, no contigo. —contraataco. Aunque luzco totalmente tranquila por el exterior, por dentro estoy que echa un lío.

—Pues no dejaré que te acerques.

Lanzo una carcajada minúscula, irónica —: ¿Acaso no te lo dijo? —me aproximo hasta quedar a centímetros de su aniñado rostro—. Él vive conmigo, así que me parece algo difícil mantener la distancia. —Doyeon frunce el ceño, tratando de entender mi declaración hasta que la capta y niega mientras sonríe.

—Zorra mentirosa, Jimin me dijo que convive con su mamá, así que deja de hacerlo quedar mal. —lanza ofuscada. Los papeles se invierten, pues ahora yo soy la confundida —. También me comentó muchas cosas más. En verdad no pensé que fueras así, hasta yo confíe en ti y al final me terminaste alejando de él aún más.

Si antes estaba devastada, ahora creo desfallecer, ¿qué cosas ?, ¿por qué?, ¿es por despecho acaso?

— ¿Qué? —mi garganta se cierra y mi respiración se comienza a acelerar. Ella cruza los brazos, mirándome como si fuese una basura.

No lo soy. Por supuesto que no.

—Ni siquiera el maquillaje puede ocultar la poca cosa que eres. —sus palabras calan en lo más profundo de mi débil alma, que intento tapar las marcas con las manos. Estoy destruida, triste, pero sobre todo, me siento tan patética y sucia. Mi incredulidad me lleva a creer que esto se trata de una pesadilla, que pronto voy a despertar y todo será nada más y nada menos que una juerga cruel del destino, más no es así —. En fin, sólo aléjate de él, ¿sí? Es lo mejor que puedes hacer o si no, yo misma me encargaré de hacerle saber a todo mundo que no eres una santa.

Me muerdo el labio inferior algo mareada, retrocediendo lentamente hasta chocar con una de las puertas del cubículo. No estoy dispuesta a negarme, por supuesto que me alejaría de ese hombre al que tuve la desgracia de llamar "mejor amigo".

—Está bien. —contesto a duras penas, viéndola sonreír complacida por mi respuesta y manteniendo ese jodido gesto en su cara, se aproxima a mí e inclina la cabeza, acercando sus labios a mi oído.

—Nos vemos. —murmura, saboreando la victoria. Después de aquello se aparta, saliendo del cuarto.

Quedo estática en mi lugar, analizando y procesando toda esta situación.

¿Cómo llegamos a esto?

Desde hace ya un momento lágrimas se deslizan libremente por mis mejillas, entretejiendo un camino húmedo mientras caen al suelo. Cierro los párpados en un intento fallido de parar el chorro caliente que sale sin cesar.

Con la manga de mi chaleco gris, limpio todo rastro de aquellas imparables gotas saladas y sollozando abro el grifo del agua para mojarme, refriego mi rostro con molestia al notar que el dolor en mi pecho se hace cada vez más grande.

Apoyo todo mi peso en el borde del lavamanos, observándome al espejo. Llorar no me sirve de nada más que para mostrarle al mundo lo débil que soy, cosa que detesto con todo mi ser. Cuando logro estar más calmada, decido volver al comedor para recoger mis pertenencias.

Al salir del baño me topo con la figura distraída de Jimin aproximándose por el pasillo. Me impresiona y a la vez asquea la tranquilidad que denota en cada paso mientras yo estoy hecha un desastre. No obstante, debo tragarme la humillación y aclarar todo de una buena vez.

Así que espero paciente detrás de la puerta y cuando lo tengo a una distancia considerable, salgo de mi escondite tomándolo de la camiseta con fuerza, empujándolo dentro del baño para chicas. Le echo cerrojo a la puerta para asegurarme de que nadie se meta en nuestra charla.

Cuando me giro, noto lo nervioso que está, con las mejillas rojas y sus ojos abiertos de par en par —: Yeseo, ¿por qué... ?

— ¿Qué se supone que haces?, ¿cuál es el afán de hacerme ver como una perra? —farfullo molesta sin poder contenerme por más tiempo. Él sólo me contempla en silencio y confundido.

—No entiendo lo...

— ¡Ahh, deja de fingir Jimin!, ¡ya basta! —lo detengo con una exclamación — ¿Cómo es que ella lo sabe?

—No sé a que te refieres.

—Sabes perfectamente de que jodida mierda estoy hablando. —ya no me importa controlar mi lenguaje.

— ¿Qué... ? —sus orbes cafés deslumbran cierta culpa camuflada, lo que me lleva a deducir que él tiene plena conciencia de qué se trata todo este penoso show.

— ¿Te refresco la memoria? —espero su reacción, la cuál solo es morder su labio —. Lo que pasó ayer se supone que era entre tú y yo. —señalo el nacimiento de mi cuello, casi temblando de la impotencia —, estas marcas, ¿me hacen ser una zorra? —Jimin se ve impactado por lo que acabo de decir y abre la boca para decir algo, pero no lo dejo continuar — ¿Entonces que rayos eres tú, al mentir que te estamos dando con mi madre un techo para que estés tranquilo? —exclamo casi en un grito ahogado, sintiendo una fuerte presión en mi garganta y las lágrimas agolparse en mis ojos — ¿Por qué?, ¿por qué de todas las personas que conozco tenías que ser tú?

—Yeseo, no. No eres nada de... —apenas lo escucho decir mi nombre, pues su voz sufre un quiebre, y seguidamente noto una lágrima bajar por su mejilla. Al contrario de darme lástima su estado, me siento satisfecha por provocarle el mismo dolor que siento yo.

—Siempre te he tratado de la mejor manera posible e incluso a veces dejo de lado mi propia estabilidad emocional para ofrecerte mi consuelo, en especial cuando tus padres pelean. —hablo recapitulando los recuerdos en mi mente con una sonrisa rota —. Aún recuerdo cuando los niños te molestaban en el jardín y yo te defendía golpeándolos. Durante esos días pasé más tiempo en detención que en clases, ¿pero sabes algo? Estaba feliz, porque sabía que tú lo estarías. —de pronto todo lo anterior se derrumba y hago una mueca triste, ahogando un sollozo —. Maldita sea Jimin, lo arruinaste todo.

—No linda, por favor. Lo siento, perdóname. —su voz entrecortada es, a la vez, desesperada —. Yo no pensé lo que decía, estaba dolido porque últimamente has cambiado mucho y te has alejado de mí. —da un paso hacia adelante, así que me alejo otros dos —. Me sentía terrible al pensar en perder tu amistad y tu... —se acomoda el cabello con frustración, empuñando los ojos—. No soportaría tenerte lejos, no soportaría que me odiaras. Sólo fue un error.

—Pues tu "error" acaba de destruir más de diez años de amistad. Felicidades. —le regalo una última sonrisa y me giro con intenciones de salir del a salir del baño, pues no pretendo escucharlo ni un minuto más.

— ¡Espera! —eleva la voz al verme a punto de irme, pero no me detengo — ¡Yeseo, yo te amo!

Esas simples palabras me descolocan. No llegué a pensar que lo diría tan pronto.

—Es verdad Yeseo, te amo. —gimotea, un escalofrío me recorre cada vez que oigo esa palabra en concreto —. Nunca te lo dije porque le temía exactamente a esto; a tu rechazo, a que tú no entendieras lo que sentía por ti. Y si me preguntas como pasó, no sabría como responderte porque un día como cualquiera desperté y te vi ahí, tan hermosa, amigable, risueña... Tan tú, y desde ese momento supe que te quería conmigo para toda la vida y si eso conllevaba ser solo tu amigo, lo haría sin pensar. —diablos, sus palabras son las más hermosas que nadie nunca me ha dicho y solo pueden provenir de él. Mi pecho se remueve; conmocionada y un tanto dudosa, cierro los ojos para tratar de calmarme.

Y a pesar de tener mis párpados cerrados puedo sentirlo cerca debido al calor que desprende su cuerpo —: Mírame linda, mírame por favor. —siento un ligero tirón en mi falda tableada. Abro los ojos e inmediatamente los mismos se fijan en su figura posicionada en el suelo —. Te estoy rogando de rodillas que me perdones. Sé que no merezco tus lágrimas, pero al menos dame tu perdón.

¿De verdad está dispuesto a tragarse su orgullo? La culpa de pronto me carcome las entrañas, de verdad se nota afligido y triste, pero el rencor es lo único en lo que pienso ahora.

—No lo haré. —argumento, sus ojos vagan por mi rostro con tristeza. Ya no me importa su corazón, sino el mío. Ya no más compasión con nadie —. Tienes dos días para abandonar la casa así que invéntate una excusa para usarla con mamá, adiós.

Sin esperar respuesta salgo de allí, dejándolo en esa posición tan sumisa y deplorable. Tal vez no debía haber dicho lo último, porque mi madre quiere a Jimin como su hijo y doy más que timbrado que preguntará un montón de cosas absurdas.

Pero sinceramente ya no me interesa nada.

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