CAPITULO 5




( ACTO UNO; CAPÍTULO CINCO )
Alemania



Cuando Loki le dijo a Rhyfedd que se preparará, no sabía para qué. Sin embargo, lo descubrió cuando subió a una camioneta con el tal Agente Barton, y escuchó el plan que narraba a los otros dos soldados.

— Y tú irás con Loki cuando esté salga del edificio — la señala a ella.

Pero Rhyd creyó que era una mala jugada e inocentemente giro a sus lados, viendo que solo era ella, se rinde y asiente. Suspira, como odiaba su vida en esos momentos. Llegado al lugar, y cada quien se bajó y fue a donde se le fue indicado por lo que la azabache se fue a más adelante de todos.

De la nada, la gente del museo empezó a salir con gritos de desesperación e histeria, haciendo preguntarse qué hizo el dios para que salieran así, por otra parte, no requería la información. Aunque venía a paso tranquilo mientras su disfraz se transformaba a aquel con él la neoyorkina lo conoció; este mira sobre su hombro izquierdo, siendo una señal para ella, quien de inmediato sale de su escondite.

Todos corrían a la plaza enfrente del edificio, e iban cruzando la calle cuando observaron un auto de policía con las sirenas encendidas. La azabache interfirió antes que lo hiciese el asgardiano con miedo de que lo asesinará, por lo que elevó sus manos y apareció un muro transparente amarillo, deteniéndose el auto. Ambos hechiceros siguieron su camino.

Consecutivamente, el azabache hizo duplicados de él, acorralando al gentío. Sin embargo, para Dwyer, Loki se puso un poco exagerado con la petición de rodillas y el grito haciendo que todos y cada uno se arrodillaran ante él. Loki seguía su recorrido entre los alemanes, pero es tan vanidoso que comenzó a decir un discurso del cual Rhyd no pudo evitar escuchar, provocando que la mujer rodase los ojos y bufara. No sabía que el dios pretendiera ser así de egolatra afuera con el resto del mundo.

— ¿No es esto más simple? — empezó a decir el dios del engaño — ¿No es este su estado natural? La verdad de la que la humanidad no quiere hablar es que anhelan ser sometidos, el seductor encanto de la libertad despoja de dichas a sus vidas con su pelea interminable por el poder — sigue hablando con su poderosa voz, haciéndose paso entre todos mientras la neoyorkina seguía de pie al inicio del mar de gente — Por identidad. Fueron creados para ser gobernados. Al final siempre se arrodillarán — termina de narrar con una sonrisa malvada.

Sin embargo, el corazón de la joven quiso detenerse al ver un hombro levantarse y darle la cara al dios.

— No ante hombres como tú — se rebela el buen hombre.

El asgardiano se ríe sonoramente — No hay hombres iguales a mi — y levanta un poco su cetro.

— Los tiranos siempre van a existir — contesta el hombre y Rhyd solo se esperaba lo peor.

Loki estaba listo para disparar, pero de momento un extraño objeto lo detiene y recibe el su propio disparo; Rhyfedd no podría estar más que sorprendida, sin embargo, sus manos como acto reflejo, sacaron unas chispas amarillas. Arriba del Capitán América se posiciona una clase de helicóptero, y una voz se escucha por toda la plaza.

— Loki, suelta el arma y entrégate — exclama una voz de mujer.

Más que actuar razonablemente, lo que hizo fue disparar y recibir un golpe del escudo y caer, en cambio, esta distracción fue aprovechada por la gente, quienes salieron huyendo de la escena. La joven se acercaba a la pelea del soldado y del dios, mas no tenía intenciones e intervenir, no es una experta en peleas, corrección, no sabe pelear.

— Dwyer — escucha que dice Loki, pero no respondió.

¿Cuál parte de que no sabe luchar no entendió? Se preguntaba la maga heredera observando al dios cuando de la nada se escuchó una canción ruidosa que rápidamente ubico de AC/DC, Rhyd vio una luz brillante moviéndose a tal velocidad que identificó como Iron Man, y supo sus intenciones, creando una barrera haciendo que Loki chocara en ella y cayera en los escalones. Primero es ella, y luego lo demás; ese ha sido su lema desde siempre.

Sucesivamente, el hombre hojalata hace aparecer un montón de armas alrededor de su armadura, haciendo que el dios se rindiera y desapareciera su traje y levantara sus manos. "Que fácil" pensó la chica, imitando al invasor porque al fin de cuentas era cómplice.

— Pero que tenemos aquí — exclama con sarcasmo al ver a la chica detrás del dios — Esta es una grata sorpresa —

El capitán toma a Rhyd de los bazos, llevándolos a la espalda y obligándola a caminar hasta la nave, así como el millonario tomo al dios. Que buena noche, dice sarcásticamente la chica en su mente. Ya en el cielo, la azabache iba en un asiento viendo a Loki, y este solamente estaba serio, provocándole curiosidad a la joven de porque se rindió tan rápido.

— Y yo que pensaba que eras todopoderoso y un genio — dice con un alto índice de ironía para luego apuntar al hombre que estuvo congelado y un playboy — Pero creo que estás igual que toda está bola de superdotados —

Ambos hombres voltearon a verla, por el modo en que le estaba hablando al que podría ser un asesino en serie y se les hizo aún más extraño cuando este solo giro los ojos como respuesta. De hecho, la pelirroja, quién ni estaba viendo la situación, le pareció raro no escuchar gritos de furia. En cambio, el invasor se asustó más al escuchar tremendos truenos acompañados de relámpagos.

Ella frunció el ceño ante la reacción de este, no lo pensaba tan infantil para tenerle miedo a unos rayos.

— No me hace muy feliz lo que viene — fue lo que respondió al Capitán América.

Algo cayó encima de la nave, causando que se sacudiría. Los dos héroes tomaron sus máscaras, colocándoselas y el rubio tomo su escudo; y Iron Man bajo la puerta de acceso de la que entró un hombre fornido y de cabellera larga rubia con un traje parecido al de su secuestrador, pero en plata. Golpea con su martillo a la hojalata, lanzando hacia atrás y toma del cuello al azabache, saliendo con él volando. Rhyd se quedó observando todo eso con el ceño fruncido al no entder nada.

— Stark — le llama el rubio — Necesitamos un plan de ataque —

— Yo tengo mi plan — replica la hojalata — Atacar — y sale de la rampa.

En cambio, el otro toma un paracaídas, abrochándoselo mientras la pelirroja le decía que en su lugar no iría porque prácticamente está tratando con dioses, sin embargo, él no la escucho; camina a la rampa, y salta.

La azabache suelta un suspiro y observa a la pelirroja.

— Hombres — dice ella para aligerar el aire — Se creen dueños de todo — y se ríe.

Natasha solo giro en su asiento, y siguió adelante. Rhyfedd solo suspiro y se preguntó porque no tardó más en el supermercado para no estar en esta situación.

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