Capítulo XXVI: Vacaciones en una isla tropical. ¿O no?
El Brachydios logró salir de la trampa y en un notable estado de furia lanzó otro de sus puñetazos el cual impactó en el escudo de Enrique, antes que la sustancia explosiva estallara lo arrojó lejos.
-Enrique: Mi escudo...
Ignoré por completo la depresión que se generaba en mi compañero y arremetí contra el monstruo esquivando sus ataques, cuando estuve lo suficientemente cerca realicé un corte vertical que fue fácilmente detenido por los puños del Brachydios. Me alejé rápidamente pero cuando lo noté fue un poco tarde, mi espada estaba cubierta por la baba verde y estalló antes de que pudiera reaccionar.
-Enrique: ¡Kaede!
-Kaede: ¡Cof Cof! Estoy bien.
La explosión había alcanzado mi brazo derecho y terminé con severas quemaduras en la zona. Tomé una poción y dejé caer el contenido sobre las heridas para calmar el dolor. El verdadero problema no era mi brazo, mi espada se había hecho pedazos y sólo quedaba un trozo de hoja sin filo.
-Kaede: Mi espada... Kirk va a matarme...
El Brachydios continuó atacando, sin mi arma me vi limitada a solo esquivarlo moviéndome a todos lados como una idiota. Entre ataque y ataque escuché que alguien gritaba mi nombre.
-Capitán: ¡Kaede!
Desde lejos el capitán arrojó dos objetos que cayeron clavados en la tierra, eran dos espadas de un material similar a la machalita pero con un tono más oscuro, en sí las espadas tenían una forma peculiar y desprendían un aura fría.
-Kaede: Ya me había olvidado de como usar estas, espero que salga bien.
Crucé el dúo de espadas y al separarlas se produjo un estallido de energía que recubrió las hojas de ambas armas de un color rojo vivaz. Cargué contra el monstruo y esquivando su primer puñetazo hice un profundo corte en su pata delantera. Sin perder el impulso me deslicé por debajo de su abdomen y realicé dos cortes en equis. No tuve que prestar mucha atención para notar como una escarcha crecía en las heridas que le había infligido.
-Kaede: ¿Atributo hielo?
-Enrique: ¡Mi turno!
El hielo seguí expandiéndose y Enrique aprovechó la oportunidad, dió un salto con su espada abrazada por llamas de gran furor apuntando a la cabeza del monstruo pero sucedió algo no calculado. El Brachydios se arrancó su propia pata antes de que el hielo se apoderarse de ella y al girarse para escapar golpeó a Enrique con su cola. Como no era un objetivo vital para la expedición lo dejé ir y acudí a socorrer a mi compañero.
-Kaede: ¿Estás bien? ¿Tienes heridas? ¿Te rompiste algún hueso?
-Enrique: No, estoy perfectamente.
-Kaede: Tch, ¿qué debo hacer para que desaparezca de forma convenientemente natural?
-Enrique: Escuché eso ¿sabes? Da igual, volvamos.
Volvimos al campamento y con lo necesario para el cumplimiento de la misión nos tomamos un descanso para recuperar energías y volvimos a Val Habar. Las quemaduras de mi brazo no eran nada de que preocuparse pues se curarían rápidamente; Enrique solo tenía laceraciones menores, nada que no se pasara con reposo. En la aldea traté de devolver las espadas pero el capitán se negó diciendo que las iba a necesitar hasta reparar o comprar otra arma. Como no tenía que hacer me quedé con Sophia y tomé prestados algunos de sus libros.
Tras una semana de absoluto aburrimiento realizando misiones hiper sencillas como recolectar materiales o ahuyentar Rhenoplos el capitán nos avisó que iríamos a otra aldea, no pude evitar sentirme aliviada y preparé mis cosas con rapidez. Entre todos subimos la caravana a bordo del barco que nos esperaba en las afueras de Val Habar y zarpamos a nuestro próximo destino. El trayecto duró dos días y medio hasta que arribamos a puerto, la verdad no era lo que esperaba pero tampoco estaba del todo mal.
-Kaede: ¡Cuántos Felynes!
En esta aldea situada en una playa tropical había un enorme barco varado en la orilla y un cantidad absurda de Felynes, tantos que me tomaría más de un día contarlos. Uno de pelaje blanco se acercó a nosotros e hizo una graciosa reverencia.
-Felyne: ¡Miau! Bienvenidos a Cheeko. Síganme, la Miautriarca los espera.
El capitán se encogió de hombros y empezó a caminar tras el Felyne. Este terminó llevándonos a un sitio donde se hallaba una señora wyveriana de avanzada edad. Hablando con ella habían también dos personas. Uno era un hombre que aparentaba una actitud seria, vestía una armadura cuyo nombre no recuerdo pero sé que la usan los Caballeros del Gremio, en su espalda descansaban unos sables de este mismo grupo. Junto a él una hermosa mujer piel oscura a la cual identifiqué rápidamente como artillera teniendo en cuenta que llevaba una Amerrathalladora.
-Matriarca: Bienvenidos, ustedes deben ser los enviado del Gremio. Me alegra que por fin hayan llegado, hemos tenido muchos problemas con los monstruos últimamente. Pónganse cómodos, iré a decirle a los Felynes que preparen una comida para que todos disfruten esta noche.
El Caballero del Gremio se puso de pie rápidamente.
-¿?: No se preocupe por nosotros, de todas formas no planeamos quedarnos mucho.
-Matriarca: Deberían quedarse hasta mañana, el mar a veces es muy peligroso cuando el sol se pone, sigue el consejo de esta anciana que ha visto muchas cosas.
La artillera a la que claramente le interesaba quedarse a comer le habló a su compañero.
-¿?: Será mejor que esperemos a mañana Julius, aún podemos seguirle la pista al Gore Magala.
-Julius: Está bien Nadia, nos quedaremos.
El hombre llamado Julius regresó a su asiento. Hubo silencio por unos minutos hasta que el capitán decidió romperlo con una pregunta.
-Capitán: ¿Así que están siguiendo al Gore Magala?
-Julius: Sí, es un monstruo muy agresivo que está alterando el ecosistema, tenemos que cazarlo o el equilibrio natural se verá afectado.
-Kaede: *Mentiroso, los altos mandos del Gremio ya deben sospechar que el virus proviene de ahí.*
-Capitán: ¿Y saben a dónde se dirige?
-Julius: No con certeza pero creemos que busca su nido para mudar de piel.
-Kaede: En lugar de ver a dónde se dirige deberían concentrarse en de donde vino.
Todos incluso el capitán se me quedaron viendo como exigiendo una explicación.
-Nadia: ¿Qué quieres decir?
-Kaede: ¿Nadia verdad?
La mujer asintió en aprobación.
-Kaede: Los Gore Magala podrán ser muy agresivos y capaces de matar a grandes wyverns o incluso Dragones Ancianos, pero aún así hay algo que evitan a toda costa, a su forma adulta, el Shagaru Magala.
-Julius: ¿Shagaru? Eso es imposible, no se ha visto uno de hace décadas.
-Kaede: Seré franca, no tengo la certeza de que sea así pero es lo único que se me ocurre. Si hay algo que el Shagaru Magala detesta es la competencia, el virus que genera lo utiliza para marcar su territorio y frenar el proceso de muda de otros Gore Magala, así evita futuros rivales.
-Julius: Sabes mucho del Shagaru Magala para ser una novata.
-Kaede: Alguien me lo contó.
Justo entonces llegó Sophia corriendo.
-Sophia: ¿Qué estás haciendo Kaede? Tienes una misión que completar, si tardas mucho caerá la noche.
-Kaede: ¡Ah! ¡Lo había olvidado!
Me despedí de todos y sin detenerme agarré el pedido de las manos de Sophia y lo leí mientras andaba. Siguiendo las indicaciones del los amables Felynes salí de Cheeko incursionando en la Selva Jurásica. Cómo había descansado lo suficiente ignoré el campamento base y entre directamente al área de caza. Frente a mí se extendía un amplio delta donde pastaban herbívoros y sobrevolaban flamencos. Caminé hasta la zona dos dónde había cientos de huesos enormes por todos lados, y también un Congalala, el objetivo de mi cacería.
Este no es un monstruo difícil de cazar, solo idiotas descuidados mueren al cazarlo. Lo único que hay que hacer es esquivar sus zarpazos, embestidas y... ¿gases? Sobre todo prestar atención a la seta que lleven en su cola. Siguiendo mis propias indicaciones esquivé los dos zarpazos que lanzó y lo apuñalé en el cuello con mis espadas.
-Kaede: Esto es muy sencillo aún sin mis poderes.
Habiendo completado el objetivo decidí saciar mi curiosidad y seguí explorando la Selva Jurásica. Teniendo cuidado de no caer en un charco venenoso o terminar atrapada en una telaraña llegué hasta una zona que quedaba cubierta por una gigantesca columna vertebral.
-Kaede: ¿De qué monstruo serán estos huesos?
Una especie de sexto sentido me avisó del peligro y me agaché instintivamente evitando un arañazo que pasó muy cerca de mi cara.
-Kaede: ¿Pero qué...? ¿Cómo es posible?
El Congalala al que hacía menos de 10 minutos había matado estaba nuevamente de pie delante de mí. Las heridas en su cuello seguían frescas y no mostraba signos de estar infectado por la Cólera.
-Kaede: ¿Lo habré dejado vivo? Da igual, no fallaré de nuevo.
Ataque a la Bestia de Colmillos con una variedad de ataques distintos, aún así no conseguí acertar ninguno, incluso desde posiciones en que no podía verme me evitaba al último segundo.
-Kaede: *Esto no es normal, un Congalala no hace ese tipo de movimientos, es como si no le doliera torcer su cuerpo de formas imposibles, como si estuviera... No, no, no, los muertos no vuelven a la vida, aunque ya nada me extraña. ¿Será algún poder de Dragón Anciano?* ¡Agh! ¡Ya tengo migrañas! Odio pensar en tantas posibilidades, no sé cómo a Robert no le duele la cabeza. Me siento... cansada...
Apunté una de mis armas al monstruo y comprendí el motivo de mi cansancio, desde que activé la Demonización en el Vergel Eterno enfundé las espadas y olvidé desactivarla.
-Kaede: *Tal vez sí debería pensé un poco más las cosas. Conque una semana...*
Mis párpados empezaron a cerrarse y me costaba mantenerlos abiertos, me pesaban como si estuvieran hechos de plomo. Mi corazón decreció el ritmo de sus latidos y me sentí sin fuerzas.
-Kaede: ¿Q-qué... me pasa...?
Un segundo antes de casi perder el conocimiento una ráfaga de energía como un choque eléctrico recorrió mi cuerpo y un montón de escamas con un brillo metálico se formaron en mi brazo derecho acompañadas de púas cristalizadas. Cuando el Congalala intentó rebanarme con sus afiladas garras estas se quebraron en pedazos al impactar contra la dureza que se había generado en mi brazo. Sin intentar nada más el Congalala se desplomó nuevamente en el suelo, lo empujé con el pie un par de veces pero ya no se movía.
-Kaede: ¿Me estaré volviendo loca? O quizás...
Volteé la vista rápidamente y pude ver una figura humana que desaparecía entre las vértebras del gigantesco esqueleto.
-Kaede: ...alguien quiere que me vuelva loca.
Me sentí tan exhausta que no creí ser capaz de llegar a Cheeko, pese a eso reuní la suficiente fuerza de voluntad como para llegar. Al ver mi estado el capitán y Julius corrieron a ayudarme y me llevaron a una cama donde me dejaron descansar, menos mal que mi brazo volvió a la normalidad durante el camino, sería algo problemático de explicar.
Desde esa tarde dormí prácticamente hasta el mediodía del otro día, cuando quise levantarme mis piernas fallaron y caí como un recién nacido que aún no aprende a caminar, no solo las piernas, mi cuerpo no me respondía.
-Sophia: ¡Kaede!
Sophia que recién entraba en la habitación dejó un plato de comida sobre la mesa, corrió a levantarme y me dejó sobre la cama.
-Sophia: Tus músculos están hechos trizas, te costará moverte hasta que te hayas recuperado. La Miautri- la Matriarca hizo que algunos Felynes te revisaran y bueno, tus tejido muscular se vió sometido a mucha presión y se desgarró en su mayoría. ¿Segura que no te estás esforzando mucho? Has hecho muchas misiones seguidas últimamente.
-Kaede: Estoy bien, eso creo. ¿Cuánto tiempo me tomará curarme?
-Sophia: Bastante, pero en parte dependerá de ti, si no mantienes reposo y en su lugar te pones a hacer locuras tardarás más.
-Kaede: ¿Dónde está...? Julius ¿no?
-Sophia: Julius y su acompañante se marcharon esta mañana, dijeron que lo más probable es que el Gore Magala también estuviera descansando tras volar tanto tiempo. ¿Necesitabas algo?
-Kaede: Había algo que necesitaba preguntarle pero no es importante.
-Sophia: ¿Tienes hambre? Te traje algo de comer.
-Kaede: Gracias pero ahora no me apetece comer, trataré de dormir y así recuperarme pronto.
-Sophia: En ese caso seguiré con mi trabajo, si necesitas algo llámame.
Sophia se levantó y salió para volver a su habitual puesto. Por mi parte cerré los ojos y traté de quedarme dormida.
CAPÍTULO XXVI: Vacaciones en una isla tropical. ¿O no?
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Vaya, vaya, vaya, las cosas empiezan a tornarse complicadas para Kaede. Alguien acecha desde las sombras a la vez que cosas inexplicables ocurren. ¿Quién será y cuáles son sus intenciones? Tal vez lo averigüemos en el siguiente capítulo...
X_AKUMA.
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