Capítulo X: Problemas en la Tundra.
NARRA HAGDIEL:
(DE CAMINO A LA TUNDRA)
-Hagdiel: Entonces, ¿De qué va exactamente mi poder?
-Jheroman: Como si lo supiera, parece que olvidas que estoy muerto.
-Hagdiel: No lo olvidé, solo creí que como habitas mi mente lo sabrías.
-Jheroman: Claramente puedes comunicarte con los muertos, eso es un hecho. Fuera de eso no comprendo que habilidades poseas.
-Hagdiel: ¡AHHHHHH! Que confuso, de qué sirve comunicarse con los muertos para cerrar una puerta, para empezar, ¿En verdad será una puerta?
-Jheroman: No tengo la menor idea, si encuentran ese libro tal vez venga con algunas pistas.
-Hagdiel: Eso espero. Oye, ¿No sientes un poco de frío?
-Jheroman: Estoy muerto, ¿Cuántas veces debo decirlo?
-Hagdiel: Perdón, perdón. Ya debemos haber llegado a la Tundra, es hora de que despierte.
-Jheroman: Nos vemos en la próxima.
Abrí los ojos y estos se adaptaron casi al instante a la luz directa del sol.
-Hagdiel: ¿Dónde fueron todos?
Me levanté de la carreta y busqué a mis compañeros pero no los veía. Comencé a caminar en los alrededores hasta que escuché voces que provenían de detrás de unas rocas.
-Robert: Kaede deja de intentarlo, te digo que no entrará.
-Kaede: Solo empuja un poco.
-Robert: Tú lo pediste.
-Kaede: ¡Ahhh! No tan fuerte, vas a lastimarme. Maldición, está muy apretado.
-Robert: Ups, Creo que se atoró. Lo sacaré despacio.
-Hagdiel: *¿Qué demonios hacen estos dos?* ¡Oigan! ¿¡Qué están haciendo!?
Me asomé y vi a Kaede con su brazo dentro de una grieta en la montaña y Robert tratando de sacarlo.
-Robert: ¡Hagdiel! Ven rápido.
-Kaede: ¿Qué pasó?
-Kaede: He visto algo brillante, traté de agarrarlo pero me quedé atorada.
-Hagdiel: ¿Qué demonios eres? ¿Una niña? Permíteme Robert.
-Kaede: ¿Qué harás?
-Hagdiel: Cortarte el brazo.
-Kaede: ¿Es broma no?
-Hagdiel: Por supuesto, lo sé, no es gracioso.
Usando mi escudo rompí un poco los bordes de la grieta y Kaede pudo sacar su brazo.
-Hagdiel: Ya está.
-Kaede: Gracias. Traté de usar la paciencia pero no he resuelto nada.
Kaede activó su poder y de un puñetazo abrió la grieta lo suficientemente grande como para que una persona pasara pero a su vez el temblor ocasionó un derrumbe bajo nosotros y caímos unos cinco metros en una cueva subterránea, por suerte la nieve atrapó el daño por la caída.
-Robert: Bien hecho Kaede.
-Kaede: Ha sido un placer.
-Robert: ¿Ahora cómo regresamos?
-Hagdiel: No creo que podamos salir por el agujero, hay una cueva subterránea, deberíamos continuar por si hay otra salida.
-Robert: Que remedio...
Continuamos por la estrecha cavidad de la cueva, no sé si sean imaginaciones mías pero los túneles tenían formas muy raras, a veces daban giros muy estrechos o subían obligándonos a escalar el hielo. Seguimos caminando hasta un punto donde el túnel le faltaba un tramo hasta el otro lado, arrojé una piedra al fondo pero ni se escuchó el momento en que tocó el fondo.
-Hagdiel: Si caemos ahí subiremos pero al cielo.
-Robert: Parece que hemos llegado a un punto muerto, no podemos avanzar ni retroceder.
-Kaede: ... ... ... ¡Tengo una idea! ¿Me prestas tu lanza Hagdiel?
-Hagdiel: Claro, ¿Para que lo quieres?
Kaede agarró mi lanza como una jabalina y activando su poder la arrojó de manera que quedara clavada en la saliente opuesta.
-Hagdiel: ¡AHHHHHH! ¡MI NUEVA LANZA! Los ahorros de mi vida.
-Kaede: No seas llorón, luego te la regreso.
Amplificando su velocidad corrió hasta el borde y dió un salto de al menos 15 metros y aterrizó sobre la lanza.
-Robert: ¡Increíble! Diez puntos.
-Hagdiel: Oye, si podía hacer eso ¿por qué no salió desde el principio y nos arrojó una cuerda?
-Robert: No lo sé, así es Kaede.
NARRA KAEDE:
-Kaede: ¡Seguiré a ver qué encuentro! ¡Esperen en la entrada!
-Robert: ¡Vale! ¡No tardes tanto!
Volví al camino y entré en una zona de la cueva muy amplia, en el techo se podían ver formas que me hacían recordar a una caja torácica. Ignoré mis pensamientos internos y avancé hasta un raro pedazo de hielo de color rojizo y un brillo del mismo color.
-Kaede: ¿Qué será?
Tomé mi espada y con el cabo golpeé el hielo, de este empezó a brotar sangre.
-Kaede: ¡Qué asco! ¿Qué es este lugar? Será que esto es un monstruo.
Guardé mi espada y regresé por dónde vine, tomé la lanza de Hagdiel y repetí el proceso para llegar al lado opuesto. Volví a la entrada y le entregué su preciada arma.
-Robert: ¿Encontraste algo?
-Kaede: Parece que este sitio es un monstruo que murió congelado, siendo tan grande solo se me ocurre que pueda ser un Jhen Mohran.
-Robert: Si fuera el caso ¿cómo llegó aquí desde las dunas?
-Kaede: Puede que lleve aquí cientos o miles de años, tal vez antes la Tundra fuera un gran desierto.
-Robert: Solo es una duda pero, ¿Por dónde entramos?
-Kaede: Creo que por el...
-Robert: ¡Suficiente no digas más! -pone su mano en la boca de Kaede.
-Hagdiel: Perdonen pero tenemos un problema aquí, necesitamos salir o moriremos congelados como este monstruo.
-Robert: ¿Puedes saltar hasta arriba?
-Kaede: No lo creo, una cosa es saltar en línea recta y otra muy distinta es hacia arriba.
Mientras buscaba algo que nos ayudara a subir el ojo izquierdo de Robert empezó a brillar de color azul.
-Robert: ¡Ahhh!
-Kaede: ¡Robert! ¿Te encuentras bien?
Le pregunté varias veces pero no me respondía, solo miraba un espacio vacío de la cueva hasta lo señaló con su mano temblorosa.
-Robert: Moriré... Justo ahí...
-Kaede: No puede ser, ¿Qué ves exactamente?
-Robert: Puedo ver mi cuerpo muerto en esa esquina, pero no los veo a ustedes... No sé que significa.
-Hagdiel: Escúchame Robert, nadie morirá hoy, al menos no aquí. Recuerda que solo son visiones.
-Robert: ¡No son simples visiones! Veo el futuro, a pesar de que evité la muerte de muchos aldeanos Jheroman murió, el destino no puede cambiarse.
-Kaede: Tonterías, salgamos de aquí.
-Robert: ¡Oye! ¿Qué haces?
Agarré a Robert y tras tomar impulso lo arrojé a la superficie, por suerte funcionó, esperaba que se rompiera un par de huesos al caer.
-Kaede: Sigues tú Hagdiel.
-Hagdiel: ¡Ni hablar! No dejaré que una chica me cargue como a un bebé y me arroje cinco metros de altura.
-Kaede: ¿Por qué no?
-Hagdiel: Vas a herir mi orgullo masculino, es terrible que una chica tenga más fuerza que yo, soy patético. Eres mujer, no lo entenderás.
-Kaede: Nel, no te entiendo pero igual te lanzaré.
Tomé a Hagdiel por una de sus piernas y lo lancé junto a Robert.
-Kaede: ¡Sigan buscando al Barioth sin mí, prometo que saldré en cuanto explore un poco!
-Robert: ¡¿Segura?!
-Kaede: ¡Absolutamente! ¡Mucha suerte!
NARRA ROBERT:
-Hagdiel: No creí que su fuerza le diera para tanto, a veces pienso que tenemos habilidades inútiles en comparación a ellas.
-Robert: ¿Descubriste tu habilidad?
-Hagdiel: *Maldición, metí la pata* Sí... puedo... eh... ¡Saber dónde están los monstruos!
-Robert: ¿En serio? Eso también es útil. ¿Dónde está el Barioth?
-Hagdiel: Te guiaré. *En realidad sólo me tomé un Psicosuero.*
Con Hagdiel al frente seguimos el camino buscando a nuestra presa. Al cabo de unos minutos de caminar lo encontramos durmiendo en una cueva. Un monstruo con una apariencia que bien recuerda a un tigre dientes de sable, también algo parecido en el físico de su cuerpo a un Nargacuga.
-Robert: ~El Barioth es el monstruo más rápido y ágil de esta región, hay que prever un plan o nos hará papilla.~
-Hagdiel: ~Según leí la parte más frágil de su cuerpo es la cabeza, si logro darle de frente con mi lanza lo mataremos rápida y limpiamente, aunque dudo que sea sencillo de lograr.~
-Robert: ~Concuerdo contigo, apenas te vea se apartará del camino.~
Nuevamente mi ojo reaccionó mostrándome una visión futura, cada vez que veo una es como si esa otra realidad se superponiera sobre la actual. En esta visión volví a presenciar mi muerte, esta vez víctima del Barioth.
-Hagdiel: ~¿Otra visión? ¿Qué viste?~
-Robert: ~Mataremos al Barioth y volveremos a casa, nada raro.~
-Hagdiel: ~Menos mal, me preocupé por nada. Hagamos esto, lo atacaré primero mientras tú esperas el momento oportuno para cortar su cola.~
-Robert: ~Y cuando esté desconcertado y adolorido le das de lleno en la cabeza.~
-Hagdiel: ~Es un plan simple pero tal vez hay una posibilidad de que funcione.~
-Robert: ~De momento no tenemos otra idea, hagamos eso.~
-Hagdiel: ~A la de tres.~ 1, 2... ¡3!
Saltamos desde las rocas en que nos escondíamos solo para llevarnos una gran desilusión. El cuerpo del Barioth seguí ahí pero su cabeza había estallado esparciendo sangre y sesos a su alrededor, sobre la inexistente cabeza estaba Kaede con una mueca de asco a la que correspondí.
-Robert: ¿De dónde demonios saliste?
-Kaede: De allí -señala un agujero en un acantilado sobre el Barioth- Abrí un agujero en la cabeza del Jhen Mohran y caí al perder el equilibrio,creí que moriría pero este amable monstruo amortiguó mi caída.
-Robert: ¿Y le llamas monstruo? Saltar de más de veinte metros sin sufrir daños te convierte en un verdadero monstruo.
-Kaede: ¿De casualidad dices que soy fea?
-Hagdiel: ¡No Kaede te estás confundiendo! Robert solo quiso decir que tienes mucha fuerza.
-Kaede: Vale pero no te pongas tan nervioso, solo hice una pregunta, incluso estás pálido.
-Hagdiel: No es nada.
-Kaede: Si te sientes mal dímelo y te cargaré hasta la aldea.
-Hagdiel: ¡No muchas gracias! Mi orgullo sigue lastimado.
-Robert: Oye Kaede.
-Kaede: ¿Qué?
-Robert: Las líneas negras de tus brazos no desaparecieron junto a las otras, ¿No habrás...?
-Kaede: Nadie tiene por qué enterarse, si le dices a alguien voy a patearte en sitios que no se me permite decir, créeme, no será agradable.
-Robert: *Glup* C-comprendo. No diré nada.
-Kaede: Deberíamos volver, quiero tomar uno o tal vez tres baños. Mañana podemos hacer una cacería doble.
-Robert: De hecho tenía pensado hacer tres.
-Hagdiel: ¿Tres?
-Robert: En el programa de misiones del rango 2 tenemos tres presas en Misty Peacks, una Rathian, un Nargacuga y un Qurupeco.Podemos cazarlos a todos y en el caso de necesitarlo acampamos en el campamento base.
-Kaede: No es una mala idea, siempre y cuando no implique quedar atrapados en una cueva estoy de acuerdo.
-Hagdiel: Recuerda que fuiste tú quien nos llevó a esa situación.
-Kaede: ¿Yo lo hice?
-Hagdiel: ¡No finjas haberlo olvidado!
-Robert: Dejen de discutir de un vez y ayúdenme con esto.
Sacamos todo lo que pudimos del monstruo y dejamos el resto para que el gremio viniera a recogerlo, obviamente para nosotros. De regreso en Yukumo Kaede pasó como tres horas en el baño y luego entró en los baños termales.
-Kaede: Ya me siento mejor, ¿de casualidad no han visto a nadie por los alrededores últimamente?
-Robert: No, ¿Por qué?
-Kaede: No quise preocuparnos pero siento que alguien me vigila desde la distancia.
-Robert: ¿Será un acosador?
-Kaede: ¡Kyaaa! Ahora tengo miedo.
-Hagdiel: No finjas estar asustada, de hecho siento pena por ese acosador.
-Robert: ¿Sí?
-Hagdiel: No quiero imaginar lo que le sucederá cuando Kaede lo descubra.
-Robert: Así que solo finge miedo para despistarlo, las mujeres son temibles.
-Hagdiel: Ni que lo digas.
-Kaede: ¿Qué están susurrando ustedes dos?
-Hagdiel: N-nada.
-Kaede: Los veo muy cercanos, espera un momento, ¿No serán...?
-Robert: ¡No confundas las cosas!
-Kaede: Tranquilos solo estoy jugando, además en caso de que hubiera algo entre ustedes no soy quien para juzgarlos.
-Robert: Entonces tú...
-Kaede: Tampoco te confundas, solo digo que no soy nadie para juzgar a otros, cada quien es libre de vivir como quiera. Si me disculpan debo irme, mañana será un largo día así que quiero estar en plena forma.
-Hagdiel: Yo también, nos vemos mañana.
-Robert: Me quedaré un rato más, hasta mañana.
Todos salieron de los baños exeptuandome. A cada rato tengo visiones, todas con algo en común y es mi muerte, desde el día en que tuve mi primera visión mi muerte solo se ha ido posponiendo, creo que es inevitable y en cualquier momento moriré. Salí del baño y también me fui a mi casa, tras comer algo me metí a la cama y me dormí, después de todo el sueño es el único escape de mis horribles visiones.
NARRA KAEDE:
En la mañana como es habitual fui despertada por Lou, desayuné algo ligero, me cambié a mi armadura y salí con rumbo al gremio. Me pareció un poco extraño no ver a la Jefa al pie de las escaleras como siempre, debe estar pasando por un mal momento. Fui a su casa y toqué varias veces pero no obtuve respuesta desde el interior. Cuando me dirigí de nuevo al gremio noté a muchas personas de otras aldeas que venían con carretas llenas de productos y tiendas para armar, se nota que el Festival del Héroe está cerca. Entré al gremio, esta vez el número de cazadores estaba disparado, las recepcionistas apenas podían atender a todos así que esperé un poco y en eso llegaron mis compañeros.
-Robert: Menudo caos hay aquí. Algo me dice que el festival de este año será increíble.
-Kaede: ¿Alguna vez has ido a alguno?
-Robert: No, me contaron cuando llegué al continente pero nunca he ido.
-Kaede: ¿Y tú Hagdiel?
-Hagdiel: Tampoco, Robert y yo llegamos en el mismo barco, quien iba a creer que nos volveríamos buenos amigos.
-Kaede: El destino a veces actúa de formas muy extrañas y difíciles de comprender.
-Robert: ¿Crees en el destino?
-Kaede: Sí, dudo que desde el momento en que mi aldea natal fue atacada hasta ahora sea todo una coincidencia, al menos yo pienso así.
-Robert: ¿Y crees que se pueda cambiar?
-Kaede: Claro, creo en el destino pero no en que esté escrito, de seguro si le hubiese hecho casa a mi padre y me quedaba escondida tal vez no hubiese conocido a Jheroman y nunca hubiera venida a esta aldea.
-Robert: Pues yo creo que de un modo u otro ibas a llegar aquí y nos hubiésemos conocido de todas formas.
-Kaede: Estás muy interesado en el tema, ¿Sucedió algo?
-Robert: Nada en especial, creo que nos toca.
-Kaede: ¡Cierto! El tiempo pasa volando cuando hablas.
Fuimos a la recepción y tomamos las tres misiones que Robert había planteado, justo antes de salir alguien se acercó a nosotros. Llevaba una armadura de Rathian y una ballesta del mismo material en su espalda.
-¿?: Veo que pueden llevar un miembro más. ¿Puedo acompañarlos?
-Kaede: ¿Qué haces aquí hermana?
-Yami: Vine a quedarme hasta que acabe el festival, veo que has avanzado mucho últimamente. Especialmente me impresionó la forma en que acabaste con ese Barioth.
-Kaede: ¿Me has seguido?
-Yami: Me has descubierto, que vergüenza...
-Robert: ~Ahí tienes a tu acosador~ -le susurra en el oído.
-Yami: ¿Me dejarán ir o no?
-Hagdiel: No tengo problema.
-Robert: ¿Podrías decirlo sin mirarle los pechos? Yo tampoco tengo problema.
-Kaede: Me gustaría negarme pero prefiero tenerte cerca a que me vigiles desde las sombras.
-Yami: ¡Yei! Vamos hermanita.
-Kaede: No te me tires encima, la gente nos mira raro.
Tengo el presentimiento de que estos próximos días no serán nada tranquilos, espero equivocarme.
CAPÍTULO X: Problemas en la Tundra.
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