Capítulo VIII: Despedida.

NARRA KAEDE:
(DESPIERTA DE SU “SUEÑO INDUCIDO”)

-Kaede: *Maldición... Tengo un dolor terrible en el cuello. ¿Qué me sucedió? ¡Cierto! El Rathalos había aparecido. ¿Dónde está?*

-Hagdiel: Mmm, que a gusto se está aquí.

-Kaede: Maldito Hagdiel... ¿¡Qué crees que haces!?

AlL instante en que noto a Hagdiel abrazándome lo pateó lejos.

-Hagdiel: ¡Aghh! ¡Como duele! Ten cuidado donde pegas esas violentas patadas.

-Kaede: Te la mereces. No te conformas con abrazarme mientras estoy dormida y también tocas mis pechos.

-Hagdiel: ¡Perdón! -se arrodilla- No fue mi intención.

-Kaede: Te debería castrar ahora mismo -saca su cuchillo- ¿No estás de acuerdo?

-Hagdiel: Nooo, lo que sea menos eso.

-Kaede: Tranquilízate, solo estoy bromeando.

-Hagdiel: No hagas bromas de ese tipo, casi me matas del susto.

Intento ponerme de pie pero me es imposible, apenas lo intento pierdo la fuerza y termino sentada otra vez. A mí alrededor veo los cadáveres de los Nargacugas y muchas llamas consumiendo parte de las plantas cercanas.

-Kaede: Oye Hagdiel, necesito tu ayuda para llegar donde los demás.

-Hagdiel: Ni hablar Kaede, Jheroman me pidió que te mantuviera vigilada justo aquí. Desconozco el porqué estás tan empeñada en matar a ese Rathalos pero es obvio que si te dejo ir morirás.

-Kaede: Mató... a mi padre...

-Hagdiel: Lo siento. No quiero meterme pero, ¿En serio crees que a tu padre le hubiese gustado verte exponerte al peligro de esta manera?

-Kaede: Estoy segura que no, pero si no lo mato siento que soy yo la que no podrá vivir sin preocuparse.

-Hagdiel: ¿Sabes? Yo tenía una hermana pequeña, te pareces mucho a ella aunque tú eres mayor.

-Kaede: ¿Ella...?

-Hagdiel: Bueno ella no fue asesinada por un monstruo gigante, murió hace poco de una enfermedad terminal.

-Kaede: No conocía ese lado de ti.

-Hagdiel: Es que no le he dicho a nadie. Me recuerdas tanto a mi hermana que siento el impulso de protegerte aunque sea un bueno para nada. Te llevaré a la aldea pero me quedaré contigo.

-Kaede: Gracias, te pagaré en otra ocasión.

-Hagdiel: Claro que me pagarás, jejeje, ya estoy pensando en como -pone cara de pervertido- Jejeje.

Hagdiel se agachó y me subí a su espalda pues ni caminar podía.

-Hagdiel: Kaede.

-Kaede: ¿Sí?

-Hagdiel: Necesitas bajar de peso, estás muy pesada.

-Kaede: ¡Tarado!

-Hagdiel: ¡Oye no me golpees! ¡Vamos a caernos!

NARRA JHEROMAN:
(EN ESTE MOMENTO KAEDE DUERME PLÁCIDAMENTE)

-Hiroshi: No te quedes cayado, ¡Habla!

-Jheroman: Lo siento Hiroshi.

-Hiroshi: ¿Qué es lo que sientes? ¿¡Dónde está ella!?

-Jheroman: Está muerta, murió aquí en la aldea el día después que desapareciste.

-Hiroshi: Creí haberte dicho que la cuidaras. ¿¡Por qué está muerta!?

Hiroshi salió disparado de su posición y sin poder preverlo me golpeó en la cara con mucha fuerza, lo dejé golpearme varias veces, después de todo fue mi culpa. De buenas a primeras sacó una katana e intentó cortarme, esta vez lo esquivé.

-Hiroshi: Espero que estés preparado, a partir de aquí iré en serio.

Hiroshi se quitó su casco y parte superior de la armadura mostrando unas marcas en forma de líneas negras en su pecho y brazos iguales a las que le aparecieron antes a Kaede. La mitad izquierda de si rostro y su brazo izquierdo estaban visiblemente cubiertos de escamas y sus ojos antes negros ahora de color dorado brillante.

-Jheroman: ¿Qué... qué te pasó?

-Hiroshi: ¿No te ha pasado por la mente como sobreviví?

-Jheroman: ...

-Hiroshi: Logré matar al Jhen Mohran con mucho esfuerzo y sacrificando mi brazo en el proceso. En las dunas al derrotar al monstruo se descubrió una cueva bajo la arena.

-Jheroman: ¿Una cueva dices?

-Hiroshi: Sí. Habían muchas pinturas rupestres de hace miles de años y un pequeño estudio con algunos libros. Ya que no tenía nada que hacer mientras esperaba los leí todos y descubrí cosas muy interesantes sobre nosotros. Aparentemente somos todos descendientes de una raza antigua que ahora conocemos como dioses.

-Jheroman: ¿No son los dioses simples cuentos?

-Jefa de la Aldea: No lo son.

-Hiroshi: También leí que los ancestros bebían sangre de Dragones Ancianos para despertar la poca fuerza de los dioses que quedaba en sus cuerpos. Recordando que el Jhen Mohran era un Dragón Anciano regresé a su cuerpo y bebí su sangre durante estos cinco años, como habrán observado mis heridas se recuperaron y ahora soy más fuerte, tengo el poder de los dioses.

-Jheroman: ¿Es con eso que controlas a los monstruos?

-Hiroshi: No, para eso uso la telepatía, en el libro decía que son como mensajes enviados a través de la mente.

-Jheroman: Eso es absurdo, Jefa, dígame qué es mentira.

-Jefa de la Aldea: -baja la vista-

-Hiroshi: Te he contado todo por la amistad que te tuve una vez, ahora te mataré.

Hiroshi me atacó nuevamente sacando a relucir la fuerza que nos había mencionado, a duras penas pude detener el ataque de su espada y apartarme del camino.

-Jheroman: Por favor no intervengan, debo resolver esto solo.

-Hiroshi: Bien dicho líder, lo mejor será que no arrastres a otros a... ¿¡Qué!?

Yo tampoco lo entendí del todo pero mientras Hiroshi hablaba, así de la nada, apareció un agujero de unos cinco centímetros de diámetro en el hombro de su brazo izquierdo.

-Kaede: Lo siento pero no puedo quedarme sin hacer nada.

Miré hacia atrás y allí estaba Kaede sobre los hombros de Hagdiel. Esos raros tatuajes seguían en su cuerpo y también sostenía algunas piedras en sus manos.

-Jheroman: *¡Que fuerza! ¿También habrá bebido sangre de Dragón Anciano?*

Volví a centrar mi visita en Hiroshi quien miraba el agujero en su hombro con rostro algo raro.

-Hiroshi: Ella... es... ¡HERMOSA!

-Jheroman: *¡Hiroshi! ¿Por qué sueltas semejante comentario ahora? No estaba al tanto de que te gustaban las jovencitas, es cierto que Akemi tenía pinta de loli pero era de nuestra edad.*

-Kaede: ¿Estoy escuchando mal o este tipo repugnante me llamó hermosa?

-Hagdiel: Creo que oíste mal.

-Kaede: ¿Dices que no soy hermosa?

-Hagdiel: No, no dije eso.

-Hiroshi: ¿Cuál es tu nombre?

-Kaede: ¡Cállate repugnante!

Prestándole atención vi que Kaede lanzó otra pedrada con la que dejó otro agujero en el cuerpo de Hiroshi, esta vez más cerca del corazón.

-Kaede: Ahora que he comprobado que escucho mejor de lo que creí no me quedan dudas. Tú eres quien controla a los monstruos, si te mato los monstruos se irán.

-Hiroshi: Entonces espero que esta bella dama me conceda su nombre antes de que muera.

-Kaede: Ya que insistes tanto, me llamo Kaede.

-Hiroshi: Kaede, en serio que eres tonta. ¿Tan segura estás de matarme? ¡Ataquen monstruos! ... ... ... ¡Dije que atacaran!

Hiroshi se volteó a donde estaba su ejército de monstruos, ya lo dije, “estaba”. Mientras hablaba distraído el grupo élite de la Jefa acabó con todos los presentes, fueron tan sigilosos que incluso yo tengo miedo.

-Kaede: Vaya, vaya. Parece que tus amigos fueron de vacaciones por la eternidad.

-Jheroman: Tus monstruos fueron derrotados Hiroshi, has perdido.

-Hiroshi: Derroté a un Dragón Anciano, no perderé ante una cría. Nos veremos en otra ocasión, Kaede.

Del interior de la aldea apareció el Rathalos y con Hiroshi entre sus garras emprendió el vuelo.

-Kaede: ¡No escapará otra vez!

De una distancia mayor a un kilómetro Kaede lanzó una piedra al Rathalos que pese a no caer se pudo notar que le hizo daño.

-Kaede: Está muy lejos, no importa.

-Jheroman: Pensé que te enojarías más porque se te escapó.

-Kaede: Jajaja, eres inteligente y tan tonto a la vez Jheroman. Esa no era un piedra ordinaria, estaba cubierta con el material del que se hacen las bolas de pintura.

-Jheroman: ¿No estarás pensando ir tras él?

-Kaede: Por supuesto, ¿Es que no es obvio? Nos vemos.

-Robert: ¡Kaede espera!

-Kaede: ¡Ah Robert! Cómo siempre no noté tu presencia. ¿Cómo lo haces?

-Robert: Es un secreto, toma esto.

El chico parece conocer a Kaede, ahora que lo recuerdo fui con ellos a la misión sustituyendo a su compañero herido. Robert (creo) le entrega a Kaede una espada larga con una atemorizante hoja color negro.

-Kaede: ¿Y esta espada?

-Robert: La Jefa de la Aldea me dijo que debías usarla, no sé los detalles pero está hecha de materiales de un Dragón Anciano.

-Kaede: Gracias.

-Jefa de la Aldea: También ponte esto.

-Kaede: ¿Una armadura?

-Jefa de la Aldea: La hizo Kirk con partes que sacó de los Nargacugas que había en la entrada, como no evacuó al refugio pudo hacerla rápido.

-Kaede: Dale las gracias de mi parte, apenas me cambie voy a marcharme así que me despido desde ahora. Nos vemos.

Kaede corrió hasta su casa mientras decía adiós con su mano libre. Espero que vuelva a salvo.

-Jheroman: ¿Y ahora qué?

-Jefa de la Aldea: Los monstruos no hicieron mucho daño pero con su tamaño rompieron algunas construcciones, recojamos los escombros y a reconstruir todo de nuevo. Robert, por favor avísale a las personas en los refugios que es seguro salir.

-Robert: Yo me encargo.

Robert va hacia los refugios y la Jefa se queda pensativa.

-Jheroman: ¿Ese chico...?

-Jefa de la Aldea: Es uno de ellos si es lo que querías preguntar.

-Jheroman: Eres una mujer muy misteriosa, ¿Por qué no les dices de una vez?

-Jefa de la Aldea: Aún no es el momento. Más importante, ¿Por qué no le dijiste a Hiroshi que Akemi se suicidó?

-Jheroman: Me pareció que sería muy triste para él cuando lo supiera, verdaderamente no tenía intención de atacar la aldea, parece que ahora solo me guarda rencor a mí.

-Jefa de la Aldea: Desviar su odio por la aldea hacia ti, a veces haces cosas demasiado nobles para venir de ti.

-Jheroman: Me estás ofendiendo madre.

-Jefa de la Aldea: Te dije que no me llamaras así en público.

-Jheroman: Pero si nadie nos escucha. ¿Que tiene de malo?

-Jefa de la Aldea: Da igual, llámame así solo en casa.

-Jheroman: Como ordene Jefa, voy a ayudar en la reconstrucción.

-Jefa de la Aldea: Ten cuidado.

A lo lejos vi a un par de personas levantando los escombros de una casa y fui a ayudarles, no sin antes tropezar con Yosuke en el camino.

-Yosuke: Perdone pero ¿No ha visto a mi hermano Ren?

-Jheroman: ¿Es el chico mudo que te acompañaba hace un rato?

-Yosuke: Sí es él. ¿Lo ha visto?

-Jheroman: Lo siento pero le perdí de vista cuando ustedes atacaron a los monstruos, fue muy rápido.

-Yosuke: Ya veo, seguiré buscando.

-Jheroman: Mucha suerte.

El chico siguió preguntando por su hermano, me gustaría ayudarle pero debo terminar aquí en la aldea si quiero ayudar a Kaede, ella busca al Rathalos y yo busco a Hiroshi aunque nuestros objetivos son distintos.

-¿?: Oye Jheroman, ven a ver esto.

-Jheroman: ¿Eh? Hola Kirk.

Kirk el herrero me muestra una katana recién forjada, solo le falta la empuñadura y un poco de filo.

-Kirk: La llamo Hoja de Yukumo. ¿Qué te parece?

-Jheroman: Se ve muy resistente. ¿Cuánto tiempo la llevas forjando?

-Kirk: Hace dos meses, forjar una katana es un proceso lento además de que lo extendí para hacerla más fuerte.

-Jheroman: ¿Todavía sigues buscando crear el arma definitiva?

-Kirk: Claro que sí, he dedicado toda mi vida a forjar y es lo que seguiré haciendo. Ninguna espada es indestructible pero haré una que al menos se acerque.

-Jheroman: Suerte con eso, tengo que irme.

-Kirk: Recuerda venir a recoger la espada en unas horas, trataré de terminarla a tiempo. ¡No vayas a olvidarlo!

-Jheroman: No lo haré. *Bueno, a trabajar se ha dicho.*

NARRA ROBERT:
(ACABA DE SALIR DE LOS REFUGIOS)

-Robert: *Menos mal que todos evacuaron. Los monstruos no atacaron directamente pero cualquiera pudo salir herido.*

-Hagdiel: Hola Robert. Veo que estás mejor.

-Robert: Sí, descansar me ha hecho bien, aunque no ver por mi ojo izquierdo es más frustrante de lo que creí.

-Hagdiel: ¿Seguro que ya no puedes ver? Deberías quitarte las vendas primero.

-Robert: Aún no puedo, el doctor me dijo que podría infectarse si lo descubro antes de que sane por completo.

-Hagdiel: Cierto.

-Robert: Oye ¿De casualidad sabes por qué Kaede está tan determinada a matar a ese Rathalos?

-Hagdiel: ... No lo sé, deberías preguntarle.

-Robert: Me gustaría pero no quiero preguntarle por algo que ella misma no ha querido contarnos. Supongo que...

-Hagdiel: ¿Qué...?

Estaba conversando con Hagdiel y me empecé a sentir mareado, una gran comezón escuece en mi ojo vendado.

-Hagdiel: ¿Te sientes bien Robert? Estás muy pálido.

Imágenes muy confusas pero claramente visibles se mostraron en mi ojo izquierdo, apresurado me quité las vendas y lo vi con claridad. Un monstruo Wyvern saliendo del suelo en la aldea matando a varias personas con sus dos cuernos situados a ambos lados de su boca.

-Hagdiel: Robert, tu ojo está brillando.

Miré hacia el sitio en el que creí ver al monstruo pero no había nada allí.

-Hagdiel: Robert. ¡ROBERT!

-Robert: Algo horrible pasará, hay que avisarles.

-Hagdiel: Estoy confundido. ¿Avisarles de que?

-Robert: ¡No hay tiempos!

Reuniendo mis fuerzas corrí hacia las personas que vi en esa rara visión, les grité que se quitaran pero fue demasiado tarde. El monstruo irrumpió en la superficie golpeando desde abajo a muchos de los que se encontraban recogiendo los escombros.

-Robert: *Maldición he tardado mucho, ¿Hay algún herido?*

Observé alrededor y no divisé a nadie con heridas graves, pero el monstruo.

-Hagdiel: Jheroman...

En una grotesca escena alguien había sido empalado en el pecho por uno de los cuernos, era Jheroman, el tipo que estaba hablando antes con Kaede.

-Jefa de la Aldea: No puede ser...

La Jefa de la Aldea dejó caer unas cajas que llevaba y cayó arrodillada en el camino, claramente trataba de contener las lágrimas pero muchas se le escapaban, nunca la vi en ese estado.

-¿?: ¡Eliminen al Diablos!

En poco más de un minuto los chicos de armaduras negras subyugaron al monstruo y trataron de sacar el cuerpo de su cuerno pero se detuvieron al ver que sorpresivamente aún estaba vivo.

-Jefa de la Aldea: Traigan al doctor rápido.

-Jheroman: No tiene caso... Ya no tengo salvación...

-Jefa de la Aldea: No hables más.

-Jheroman: Oye Hagdiel, no vayas a llorar, pórtate como un hombre.

-Hagdiel: ...

-Jheroman: ¿Sabes una cosa?  En parte no solo los acompañé a su misión por Kaede, en ustedes tres pude ver a mis antiguos compañeros.

-Jefa de la Aldea: ¡Te dije que no hablaras!

-Jheroman: Tú claramente serías Akemi, siempre mostrando una sonrisa y de vez en cuando haciendo bromas. Mariam es la más parecida a Suzue, cuidando las espaldas de sus compañeros desde la retaguardia... Y bueno Kaede es la viva imagen del Hiroshi que conocí, temperamental y terca a más no poder, pero con un gran sentido de la justicia y compañerismo.

-Hagdiel: -tiene la mirada perdida-

-Jheroman: Robert...

-Robert: ¡Sí!

-Jheroman: No pude conocerte a fondo pero por lo que me contaron de ti espero que puedas guiar a tu equipo y ser un buen líder, protege a todos.

-Yosuke: ¡El doctor está aquí!

-Jefa de la Aldea: Ya era hora, hay que sacarlo de aquí y darle asistencia.

-Doctor: ¡No! Si lo levantamos correrá el riesgo de desangrarse!

-Jefa de la Aldea: ¡Pero ya se está desangrando!

-Doctor: Es muy peligroso, hay que cortar el cuerno.

-Jefa de la Aldea: ¡Apresúrate entonces!

-Jheroman: Gracias por todo... madre...

CAPÍTULO VIII: Despedida.

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