Tres 😎💅🏻
Mientras seguían allí en el comedor, otro hombre lobo se les acercó. Tenía el pelo rizado, como Brian, pero era un poco más rubio.
— ¡Robert! —saludó Roger contento.
— ¡Roger, amigo! Y Brian, hermano feo.
— Cállate, cara de poto —respondió Brian.
Robert rodó los ojos.
— Y el verde de ahí quién es —dijo Robert mirando a Eddie.
— Eddie Van Halen, soy nuevo —saludó contento.
— ¡Amigo tus tacones están que matan! ¡Súper guay! —exclamó Roger haciendo un gesto raro con las manos y dando pequeños brincos.
— ¡Ay gracias! Mi papá me los hizo —sonrió.
— ¿Quién es tu papá? —preguntó Roger—. A fin de cuentas todos somos hijos de algún monstruo importante, si no son extras como el cíclope maloliente de allá.
— Soy hijo de Frankenstein —sonrió Eddie.
— ¡Yo de Drácula!
— ¡Y Brian y yo del hombre lobo!
Los tres —exceptuando a Brian, siempre, macho nunca inmacho— comenzaron a dar pequeños gritos y saltos.
— ¡Deberías unirte a las porristas con nosotros! —exclamó Robert contento—. ¡El uniforme es súper mono!
— ¡Oh sí! —convino Roger—. Aunque tendrás que pasar por Freddie, él es el líder.
— Y George su esclavo —comentó Brian.
— ¡Uy sí! ¡Entraré a las porristas! —exclamó Eddie y los tres volvieron a gritar.
(...)
Eddie estaba esperando a que fuese su turno, se había colocado un top sin mangas negro con puntos blancos y una falda negra, además de unas zapatillas con un gran tacón, pero cómodas.
Por fin fue su turno y entró al gimnasio.
— Nombre —dijo Freddie serio.
— E-Eddie Van Halen —dijo.
— Ok, empieza —dijo y se acomodó en el mesón, donde también estaban George y otras porristas.
Eddie empezó y voló por los aires disparándoles a todos con su rayo láser y haciendo una coreografía surrealista donde se ponía la pierna en la oreja y terminaba con un perreo.
— Te avisaremos, siguiente —dijo Freddie en tono neutro y Eddie sé de todo sad.
— ¡Amigo lo hiciste mons-truo-so! —exclamó Roger ya con el uniforme, Robert también lo llevaba.
— ¡De seguro Freddie no me elegirá...! —sollozó tirándose al suelo y disponiéndose a suicidarse con un fideo.
— ¡Eddie no lo hagas! —lloró Roger—. ¡No...!
Robert le quitó el fideo y lo tiró a la punta del cerro, cayéndole en la cara a Brian.
Sin embargo, nunca lo supo y Brian quedó confundido de por qué un fideo acababa de caerle en la cara, así que se lo comió para no desperdiciar alimento.
— ¡No te suicides! Si Freddie no te elige, yo mismo hablaré con él —habló decidido.
— ¡Sí...! ¡Robert puede! —exclamó Roger.
— Uh... está bien —sonrió Eddie quitándose las lágrimas de sangre de los ojos—. ¡Oh no se corrió mi maquillaje!
Y todos gritaron llenos de pavor en su acción, sintiendo el verdadero terror.
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