Amistades y una cruel estrategia
CAPITULO 12
Un Jueves, fuerte sol, día de calor. Un pequeño niño y una especie de ponny/caballo ruidoso se encontraban llorando por las calles de Mochinoki. La gente les miraba extrañada, e incluso se compadecieron dándoles limosna... Los pequeños sonreían sin saber que eso era por pena, en cierto modo era una escena graciosa. Cuando les preguntaban qué era lo que pasaba simplemente exclamaban - '' Kiyomaro es muy malo''- , y la gente comenzaba a criticar a ese chiquillo sin conocerle, por desatender a aquellas dos monadas. El pequeño rubio, Zatch, comenzó a moverse hacia el instituto de Mochinoki, junto al pequeño pony al que llamaba Ponnygon. Sí, claro, era un pequeño mamodo que aún no tenía dueño, y estaba por todo el morro en casa del joven Kiyomaro. Desde luego, como le ha afectado esta batalla. Pero parece que ese día Kiyomaro estaba muy de mal humor con aquellos pequeños mamodos. Hacía una semana habían estado en Inglaterra, tuvo que salvar a su padre de un secuestro, y para colmo soportar el molesto día que pasaron buscando al pervertido Parco Folgore, ese tío realmente daba mucha grima. Parece ser que su compañero era un mamodo llamado Kanchome que alegaba siempre que Zatch y él eran los más débiles y eran la gran burla del reino, siempre intentaba derrotar a Zatch pero...era inútil. ¿Por qué se plantearía derrotarlo si con un simple Zacker ya lloraba y sacaba sus dulces de su bolsillo, nervioso? era ridículo. Kiyomaro se sentía realmente cansado, pero sabía que haría todo lo posible para ayudar a Zatch. Desde que ese pequeño rubio entró en su vida, le regaló una gran amistad, y crecieron mucho como adversarios, se volvió más social y comenzó a tener muchos más amigos. Se volvió más noble y sincero, y hasta su padre lo notó, felicitándole con orgullo. Pero no solo eso era la novedad... otro curioso dato rondaba su cabeza. Consiguieron llegar al bosque donde su padre encontró a Zatch, este solo consiguió recordar que cuando bajó al mundo humano, se refugió en aquel bosque escondiéndose de algo, no recordando que, pero una noche presa de la soledad, un tipo igual a él le robo su preciada memoria. Kiyomaro se sintió...muy apenado, ¿quién haría algo tan sumamente cruel en un mundo bueno? ¿Por qué a Zatch? y , lo más importante, ¿Por qué Zatch recalcó que ese tipo era como mirarse a un espejo? Idénticos... no solo él lo vio en su ligera memoria, más gente cercana a Kiyomaro le contaron que en sus viajes observaron a Zatch, Kiyomaro reaccionaba extrañado, señalando que él y Zatch no estaban allí en ese momento, si no en Japón. Mientras el profesor explicaba en el instituto, Kiyomaro golpeó su frente en el pupitre, con sus manos alrededor de la cabeza presa de sus grandes dudas e inquietudes por ayudar a su querido amigo, al que tanto debía, al que sin duda fuera como fuera haría un rey bueno y bondadoso de él. Cada día conocían a alguien nuevo, nuevos amigos mamodos con sus humanos y batallas realmente tristes, pero también oscuros enemigos con humanos malvados. Quien más marcó el corazón del pequeño Zatch y el gran Kiyomaro fue la tierna Kolulu, no habrá batalla en la que no la recordaran, y estaban dispuestos a llegar muy lejos para cumplir su último deseo, buscarían a esa tal mamodo, Rose. También echaban de menos al pequeño Yopopo, él era muy pequeño y sin embargo consiguió influir grandes sentimientos en ellos. Y como no, como olvidar al fuerte Danny, con aquel acto tan noble, salvando la estatua para el preciado museo de su humano, olvidando su quemado libro, sin duda él no volvería al mundo mamodo como un perdedor, si no como un héroe dejando de ser un niño. Pero habían ciertos mamodos y humanos que en Kiyomaro producían una sensación... extraña. Se habían enfrentado ya en varias ocasiones a ese tal Eido , y su mamodo del viento Hyde, en vez de una batalla parecía un número cómico. Aquellos dos discutían mucho, y ese Eido era realmente vago, nada que ver con Kiyomaro. Después estaba aquel pequeño al que derrotaron hará unos meses, que quizás fue el mamodo que más mal sabor de boca dejó a Kiyomaro, el helado Reycom. Aquel humano, Hosokawa, lo trataba realmente mal, solo le movía su interés. Poseía joyas, robaba, tenía todo lo que deseaba ilegalmente pero ¿y el pequeño Reycom? parecía sacado de un vertedero, e incluso parecía que apenas lo alimentaba. Pero lo más triste fue cuando Reycom reconoció que deseaba a ese humano para sus fines de rey, y no le importaba lo mal que fuera tratado. Kiyomaro apretó sus puños. Sin duda, lo que más le dolía era que aquel mamodo se llevará una imagen tan horrible de los humanos con ese maltrato. Sin embargo, cuando Zatch y Kiyomaro quemaron su libro, él luchó desesperadamente por salvarlo, sus últimas palabras antes de desaparecer fueron -'' No, no puedo irme, no puedo, no sin mi amigo Hyde, yo tenía que ganarle en esa batalla que le rete cuando éramos niños, ¿Dónde estás? Ven a ayudarme gamberro, te odio, te veré en el mundo mamodo ''- A pesar de hablar así de él, ¿ Reycom sonreía? Ni modo, era realmente cruel que separaran así a familiares y amigos en una lucha tan triste. Pero, Kiyomaro abrió los ojos de golpe, ahora que lo recordaba... dijo ¿ Hyde? ¿Aquel mamodo del viento que robaba, y acompañaba a ese vago? Aunque...él se veía mucho más serio que su humano, haciendo la escena aún más graciosa. De nuevo, ni modo. Kiyomaro se cruzó de brazos debatiendo si debía hablar con Hyde sobre aquello...pero era imposible encontrarle ya que se movía por toda la ciudad a toda hora, y para colmo en el cielo. Además supondría una batalla de nuevo, era muy molesto. En fin, y luego... luego estaban ellos. Kiyomaro tragó saliva fuertemente, recordando a esta curiosa pareja. El oscuro Brago y la rica Sherry.
Mientras, muy lejos de allí, otro país de hecho, Escandinava, en el Hotel Royal. Una chica con cabellos como el oro, rodeada de los mejores lujos en una suite bien pagada, observaba pensativa la nieve, a través de su ventana justo después de una buena ducha y un chocolate caliente. Por su cabeza pasaban todos los últimos momentos que acababa de vivir el día anterior. Buscando a aquel mamodo por la nieve, Brago, el mamodo oscuro sintió una fuerte presencia, por casualidad se trataba de un oso. Estaba a punto de atacar a una pequeña familia, un abuelo y su nieto, cuando Sherry la humana del libro oscuro y el mamodo Brago, aparecieron ahuyentando al oso. El pequeño tubo oportunidad para disparar un somnífero al oso, pero debido al gran susto, no fue capaz. En una pequeña cabaña, con más calma y un chocolate caliente, el hombre les explicó a ella y su oscuro mamodo que estaban intentando vengarse de ese oso, que había mandado a su hija y su yerno al hospital, un día que estaban de picnic mientras él cuidaba de su nieto. Brago, con su rostro serio, llamó cobarde al pequeño por la oportunidad que perdió de vengar a sus padres. Ella reacciono bastante mal, empezó a tener una grave discusión con Brago enfrente de esas personas, Brago malhumorado abandonó el lugar, ordenando a Sherry que volviera al Royal Hotel a descansar. Ella recuerda que en ese momento se sintió realmente mal de nuevo, ¿cuando ha necesitado descansar? Siempre llevaba a Brago donde le pedía, le daba todo, comida, los mejores lujos, entrenaba duro... no podía más con ese corazón de hielo, incluso llamando a un pequeño niño cobarde, estando sus padres en el hospital. Pero también recuerda que Albert le explicó que Brago estaba comportándose así porque estaba experimentando ciertos cambios. Desde que Sherry empezó a entrenar más por el hecho de salvar a Koko y empezó a hacer esos viajes ayudando a Brago, él se volvió más digno y más noble, recordándole a Sherry el incidente de hace unos meses cuando intentó asesinar a Albert amenazándola. Un rato después, trajo aquel oso al pequeño. ¿Estaba ayudándoles? Imposible. Aunque el pequeño no reacciono muy bien...dijo que no quería ser un cobarde dejando a Brago atrás, y se fe llorando diciendo que él debía cazar ese oso. Entonces, Sherry salió de sus pensamientos, cuando su libro negro comenzó a brillar. Debía buscar a Brago ¿dónde estaba? Él salió muy temprano pero...quizás... no puede ser. Sherry alcanzó su libro, poniéndose su glamuroso vestido contra el frío, salió como una bala a buscarlo. Cuando llegó, Brago estaba a punto de ser presa de una emboscada, junto al mismo niño y abuelo de ayer. Sherry pronunció algo del libro, que ahora se encontraba en otro color.
-¡ DIOGA GRAVIDON !- gritó Sherry posicionándose al lado de Brago-
Al instante de las fuertes manos de Brago, dos rayos surgieron formando uno solo, convirtiéndose en una gran y enorme bola llena de energía contra la gravedad, oscura y fuerte, como su propia personalidad, con algún que otro destello de mil colores. Al instante toda la nieve que iba a aplastarlos quedo reducida a rocas congeladas.
-Gracias por la ayuda, señor Brago - El abuelo del pequeño niño, le sonrió agradecido mientras los malhechores de hacienda que iban a desahuciarlo, se alejaron con miedo, debido a la ira de Brago-
Sherry abrió sus enormes ojos azules impactados. ¿Gracias? ¿Ayuda? ¿Era eso posible? Brago ayudando a personas...no podía creerlo.
-No pongas esa cara querida, esos insectos estorbaban mi entrenamiento y necesitaba silencio - miró a Sherry serio, mostrando orgullo, como de costumbre ligado a su arrogancia-
Era la manera que tenia Brago de expresarse. Entonces el pequeño avanzó unos pasos, diciéndole a Brago que algún día sería tan fuerte como él. Brago, con sus manos en los bolsillos se dirigió al pequeño:
-Claro, algún día lo conseguirás- Brago mostró una sonrisa torcida ante la actitud motivadora del pequeño, si Brago solo poseía cierto respeto hacia algo, y era a las personas que se esforzaban por conseguir lo que deseaban , olvidándose de debilidades. Un momento... él, ¿sonreía? una imagen de una peli rosada, con ojos rojizos vino como una centella fugaz a su mente. Ese pequeño de seis años, le recordaba a alguien... esa actitud, ese esfuerzo... esa estúpida sonrisa que acababa de esbozar, se maldijo. Sherry por el contrario, sonrió cálidamente, viendo aquel intento de sonrisa de Brago, y recordó lo que hace un momento pensaba mirando por aquella ventana.
-Brago, podemos quedarnos un día descansando aquí si lo deseas, ya veo que solo sonríes aquí- Sherry esbozó una risa-
-CALLATE- gritó Brago, comenzando a andar muy molesto- yo no sonreía, olvida eso, vamos o un estúpido y débil mamodo escapará de nuevo-
Sherry se despidió amablemente mirando a aquel pequeño ahora valiente y su abuelo, y acto seguido caminó junto a Brago, mientras miraba su espalda al caminar. Sí... sin duda, Brago estaba experimentando un gran cambio, su convivencia con él estaba mejorando, él pasó de ser un mamodo sádico, salvaje y cruel a un mamodo noble, estricto pero ocultando su lado bueno. Sí, Brago estaba adoptando la actitud de un gran y futuro rey.
Mientras, muy lejos de allí en Japón, una pelirroja se encontraba dando un gran mordisco a su hamburguesa.
-¡ROSE! - gritó el nombre de su ahora mejor amiga- vamos, ven a ver esto, rápido- tragó fuerte el último bocado-
Rose acudió tan deprisa como pudo. Cuando llegó hasta donde se encontraba Doremi, esta señaló la tele con su dedo índice. Al parecer, en las noticias estaban hablando de un tremendo desorden natural , al encontrar unas enormes piedras de nieve, en Escandinava. Ciertos científicos estaban estudiando algunos trozos de aquellas enormes piedras, pero no encontraban respuestas. La cara de Doremi se puso seria.
- Doremi, no te sorprendas, sabes tan bien como yo que esto lo causó un mamodo, en medio de una batalla- miró a su humana, seria-
-Lo sé, doña lista- rió- por eso te llamé, ¿sabes? me parece gracioso tanto empeño en investigar y jamás sabrán la verdad de un mamodo y de lo que causan sus poderes- rió con una gran carcajada-
- No tienes remedio... - Rose esbozó una enorme sonrisa-
Una imagen vino a su cabeza. Cada momento feliz que vivía al lado de Doremi, era un día más recordando a kolulu, eran tan amables las dos, y esa amistad que se estrechaba con los días, era como su amistad con Kolulu. Sin duda, debía encontrarla cuanto antes. Mientras Doremi reía, Rose sucumbida en sus pensamientos regresó a la cocina. ¿Dónde estaría su querida amiga? , pero también tenía otra cosa en su cabeza. Enserio... ¿ nieve , convertida en grandes piedras ? ¿Qué mamodo sería capaz de hacer algo tan increíble? Sintió miedo. Sabe que habían rivales que con conjuros como ese la destrozarían. Era cruel.
Hoy tenemos muchos lugares que visitar. Ahora, nos situamos en el tejado de un alto rascacielos, un mamodo y un humano un poco... raro, ¿cómico? bueno, hablamos de Eido, ese tío no tiene clasificación.
- ¡Me encanta esta sensación!- gritó mientras se posicionaba cerca del filo del alto rascacielos de Mochinoki, dándole el aire de pleno en todo su cuerpo y cara, produciéndole escalofríos-
-Oye, Eido, si haces así el payaso te caerás y no pienso bajar a por ti, sería una pérdida para mi batalla, aunque... - Hyde se cruzó de brazos, cambiando la vuelta a su frase mientras Eido ponía extrañas caras graciosas cuando el aire le daba de lleno- no sería una gran pérdida para la humanidad- susurró, mientras una gota cómica caía por su cabeza-
-¿Qué dices Hyde? - seguía con sus caras raras, estirando su boca con sus manos - no logro oírte, prefiero no hacerte caso -rió- como me agrada el viento en mi cara-
-Sí, bueno, desde que estás conmigo- entonces Hyde se limitó a hacer lo que siempre hacia, sentarse en un lado del edificio, y rezar por que cada día oyera la frase ''vamos a entrenar'' de Eido, pero jamás se hacía realidad- Menuda frustración...- suspiró, y giro su vista hacia Eido, que ahora cantaba su canción favorita de su artista preferida, mientras el viento le daba de lleno y seguía poniendo caras raras- Es patético, maldito libro, ¿por qué él? - cada día sentía más frustración pero a la vez... no tenía mala amistad con aquel humano, ¿así de estúpido y vago era él? menuda vergüenza. Amistad eh... esa palabra le recordó a un viejo amigo helado, tan helado que podía congelar su descontrolado viento. -''Reycom, viejo amigo, cuando te encuentre, libraremos esa batalla aunque tenga que amenazar y amordazar a Eido para que luche y se esfuerce''-. Sonrió, mientras Eido ahora chillaba declarando el amor que tenía a su artista preferida - Cállate gusano, que lloverá - rió. Bueno, eso de la amistad, tampoco era tan malo-
Ahora... un último viaje más. Solo uno más... esta vez nos situamos en unas antiguas ruinas, en Sudamérica. Un mamodo, con una malvada sonrisa y unos colmillos asquerosos, miraba esas ruinas, al lado de una humana con la mirada pérdida, con ropas muy caras... robadas. Sostenía un libro morado.
-Koko, este será nuestro palacio, donde prepararemos todos nuestros regalos a los mamodos en esta gran batalla - rió frotando sus manos-
-Sí, Zofis -rió la humana- Me parece bien, siempre desee un sitio tan amplio, mejor que aquel cuchitril donde vivía, que orgullosa estoy de que ahora sean cenizas- expresó una gran rabia y ira en su cara-
-Querida... eso ya es pasado. Ahora estás conmigo, y seremos invencibles- rió-
-Ni lo dudes, tú eres el mejor...- Koko abrazó a Zofis por detrás- Dime, ¿me contarás ya tus planes? - le puso pucheros, con ganas de escuchar su cruel estrategia-
-Bueno, creo que estás preparada querida - se giró mirándola- atenta. Desde niños , nuestros padres siempre nos contaban una leyenda, un cuento antes de ir a dormir. Se escuchaba en todas las casas y a veces en el colegio - rió al recordar un momento, cuando de niño asustó a los más pequeños con esa historia, Zofis disfrutaba ver como la gente se asustaba y sufría, desde que nació, su diversión en los patios del colegio era enfrentar a dos mejores amigos y ver emocionado en primera fila como peleaban, le causaba una cruel risa. Salió de sus pensamientos para seguir- como decía, madre contaba que en la batalla de hace mil años, que se libró en la época medieval de vuestro mundo, un mamodo tenía el poder más impresionante que un mamodo podría desear, convertía a sus enemigos en piedra, impidiéndoles volver al mundo mamodo por mucho que sus libros fueran quemados, ¿qué retorcido,no? me encanta- rió- por supuesto, yo como listo que soy, más tarde supe que no era un cuento para asustar a los pequeños... eso fue la realidad de la anterior batalla mamodo, hace mil años. Koko, con mi poder de manipulación y los conjuros del libro, tú y yo reuniremos a esos mamodos congelados en piedra- abrió sus ojos, mostrando sus rojas y crueles pupilas- imagínate el odio que sentirán, por pasar esa eterna soledad mil años, y lo fáciles que serán de acobardar amenazándoles con la piedra de nuevo, será fácil convertirlos en aliados manipularlos y...- mostró sus colmillos en una sádica sonrisa- pelearan para mí, engañados y cuando acaben con todos los mamodos de mi época, quemaré sus libros y seré rey - Sí, jugaba sucio, pero así eran sus maneras crueles, demasiado crueles.- y con esto, querida Koko...- sacó un enorme casco de una gran bolsa que llevaba Koko, colocándoselo - mi identidad estará a salvo, además de mi protección, seré invencible, solo tenemos que conseguir la piedra de luna... - rió- y controlaremos a miles de humanos para que lean los libros de los mamodos, cada uno tendrá su propio humano para usar a su antojo, así entregarles todo eso serán más fáciles y vulnerables de controlar-
-Pero, Zofis...- Koko hizo un puchero- estás más hermoso sin el casco, así no me gusta- rió- ¿y que es esa piedra? -
- Lo sé, pero mi identidad es crucial para mi plan, cuando sea el momento me lo volveré a quitar, - rió- además... esto me dará protección absoluta, mi querida Koko, con esa piedra seremos intocables , y controlaremos millones de ilusiones en las mentes de los mamodos que quieran revelarse, para manipularlos a nuestro antojo, a la vez que conseguiremos el poder suficiente para manipular a más de cuarenta humanos, obedeciendo todas nuestras ordenes, ¿no es genial?- rió sádicamente de nuevo- además...- sacó otra mascara plateada , de aquella bolsa- también quiero que tu identidad se proteja, ya sabes que dos ratas apestosas andan buscándonos - se la entregó-
-Oh Zofis, que detalle- se colocó aquella máscara- sin duda, todo saldrá genial, y en cuanto a esas ratas...- mostró una sonrisa cruel- les daremos su merecido con todo nuestro plan-
-Sí... la rica Sherry y el oscuro Brago... – su voz se tensó, mostrando ira- el oscuro Brago pagará por todos los años en el colegio en los que me degradó haciéndome quedar inferior,y robandome a esa mamodo que debe ser mia- apretó sus puños, recordando la imagen de él escondido tras un arbusto, observando y espiando a la pequeña Rose y el asqueroso Brago, caminando juntos- siempre lo he odiado, y justamente él me lo ha puesto demasiado fácil, aliándose con la ahora enemiga de mi humana- rió- que idiota y simple es- volvió a reír sádicamente, recordando que él y Rose se separaron como extraños , lo más gratificante que jamás vio en su vida-
-Sí, la rata de Sherry, siempre con sus lujos, y yo pudriéndome...- mostró ira en sus ojos vacios, si eso era posible- ahora pagará y sufrirá por todo lo que ella ha tenido que yo no tuve, teniéndolo todo intentando suicidarse y yo...pasando hambre, la odio Zofis, quiero que me des permiso para matarla- levantó su libro, en señal de que pedía ayuda de sus poderes-
-No, no...- bajó el libro de las manos de Koko- tranquila, todo a su tiempo... acabaremos con ella...ambos pagarán por todo- rió en sus adentros, prediciendo ya el final que quería esperar en Brago, quizás torturaria en su cara a alguien que un día lo ignoró, a alguien y quizás la única mamodo importante para Brago,pensó en el final de Sherry... y incluso en el final Koko, la que solo era un peón importante en su juego, tenía ya toda la estrategia de su plan de principio a fin. Es irónico...quizás quien acabaría muriendo...sería... Zofis rió, pensando ya el final para su descabellado plan, Koko, como instinto, rió a su lado cuando él reía, descabellada escena. -
FIN DEL CAPITULO 12
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