☀️: Irresponsabilidad

04
IRRESPONSABILIDAD

Las cosas no estaban saliendo como lo había planeado.

Lleva desde que tuvo el accidente deseando con todas sus fuerzas volver a UA para poder ponerse al día y seguirles el paso a sus compañeros, que ya de por sí le llevaban bastante ventaja, pero justo cuando sus pies pisaron la entrada de la Academia el profesor Aizawa le detuvo el paso para llevarlo a la oficina del director para hablar sobre los detalles de su regreso.

Tuvo la suficiente paciencia como para soportar el pequeño sermón por parte de su profesor, que aunque no le gustara admitirlo, tenía bastante razón. Su informe médico dice claramente que aún queda una semana de reposo estricto, pero a pesar de ello, le dieron el visto bueno para continuar con sus estudios prometiendo que sería cuidadoso y sobre todo muy responsable con lo que le queda de tratamiento. Aunque llegó temprano, la charla duró lo suficiente como para perderse las clases de ese día, al menos las de la mañana. Cabreado, decide ir directamente a los dormitorios para poner las cosas en orden. Ya mañana podría asistir a la jornada completa.

Cuando entra al edificio respira hondo y su brazo se aferra con fuerza al bolso negro que descansa sobre su hombro donde lleva todas sus pertenecias. Su estómago duele y siente un cosquilleo incómodo en las piernas. Odia sentirse tan ansioso. Aunque tiene todas las ganas de ponerse al día, no sabe cómo lo logrará considerando que estuvo mucho tiempo fuera de la acción. Ni siquiera pudo ejercitarse como le hubiera gustado y su estadía en el hospital jugó una mala pasada en su condición física.

Deja el bolso en el suelo y estira sus brazos para liberar la tensión en sus músculos. El ambiente silencioso y tranquilo indica que sus compañeros están en clases, y puede aprovechar ese momento de soledad para volver a instalarse a gusto en su segundo hogar.

Su primera parada es la cocina. Está algo desordenada con varias cosas sucias y algunos restos de comida en el mesón. Recuerda que sus amigos hacen el mismo desastre a la hora del desayuno cada día y siempre es él el que pone orden a la situación, ¿Cómo habrán vivido sin él todo ese tiempo? Estaba siendo testigo de ello. Niega con la cabeza y agarra una manzana del cesto de frutas. Le da una mordida y frunce el ceño, está tan dulce que le da náuseas.

—¿Bakugō?

Traga en seco el pedazo de manzana que con suerte logró masticar y se voltea hacia donde ha venido esa voz. Nuevamente se encuentra con la persona que, últimamente, estaba metida en sus pensamientos. Entrecierra los ojos para intentar verlo mejor. Todoroki no está con el uniforme de la academia, sino que con un atuendo tipo pijama; no trae zapatos y en su lugar lleva unas calcetas con un diseño que claramente no coincide con su seria personalidad. Se ve pálido, ¿O es acaso un efecto de la abundante luz de la sala?

—Esto de encontrarme contigo tan seguido de verdad me está cabreando —murmura, dándole otra mordida a la manzana a pesar de no ser de su agrado. Quiere echarle algo al estómago antes de encerrarse el resto de la tarde en su habitación —¿Qué mierda haces aquí?

—Tengo reposo médico —le responde sin rodeos. Katsuki quiere preguntar el por qué, pero decide simplemente tragarse sus dudas por ahora. No recuerda haberlo visto tan demacrado el fin de semana, ¿O acaso su visión estaba peor que antes? Ahora que lo recuerda, no se ha administrado sus medicamentos —. Pero solo por hoy, ¿Y tú?

—Te dije que volvería hoy.

Todoroki simplemente se encoge de hombros.

—No creí que hablaras enserio.

—Yo siempre hablo en serio.

Shōto parece haber concluido la conversación, puesto que pasa a su lado sin decir nada más para servirse un vaso de agua. El rubio cenizo se gira y lo observa, apoyado en el mesón de la cocina mientras se termina la manzana. Le es extraño verlo en esas condiciones. Pareciera tener enfrente a un niño que lleva meses enfermo; está pálido, delgado y se le nota desanimado, ¿Tendrá algo que ver con el incidente de hace unos meses? ¿Quizás algo más? Shōto no parece ser de los que se enferma emocionalmente.

Al final, Todoroki se pone a su lado. Es considerado, porque lo hace por el lado derecho donde tiene mejor visibilidad. Ambos se quedan en completo silencio por un rato: Katsuki pensando en si preguntarle o no sobre lo que le ha pasado y Shōto en qué decir para que el ambiente no sea tan tenso e incómodo.

—Bienvenido de vuelta, entonces.

Su elección de palabras no ha sido tan terrible, porque Katsuki suelta una risa seca. Había olvidado lo que era pasar el tiempo con él, o quizás solo se acostumbró a su ausencia.

—Y no planeo volver a irme, así que no bajes la guardia, bastardo mitad mitad —le comenta con un tono burlón, a lo que Todoroki simplemente niega con la cabeza sin llegar a formar una sonrisa, pero su expresión se ve más relajada y el brillo en sus ojos parece haber vuelto.

¿Era normal haber extrañado todo de él? Tiene miedo de lo raro y apretado que siente el pecho.

Deja el vaso sobre la mesa y observa como Katsuki deja la manzana a medio comer a un lado y saca su teléfono celular del bolsillo para contestar un mensaje. Se acerca demasiado el dispositivo a la cara y tiene el brillo casi al máximo.

—Bájale el brillo a tu celular —le dice, a lo que el rubio cenizo bufa y le hace caso, no sabiendo cómo discutirle. Shōto ladea la cabeza luego de observar por varios segundos el rostro de su compañero —. Espera, no te muevas.

Katsuki quiere preguntar qué es lo que pasa, pero de un momento a otro el panorama cambia y tiene a Shōto frente a él, muy pero muy cerca. Tensa los hombros y entrecierra los ojos, dejando caer su teléfono celular al suelo de la impresión y la incertidumbre de no ver bien. La reacción ha sido demasiado exagerada para algo tan simple: Todoroki solo alza su mano para quitarle algo de su ojo afectado. Al no tener ni visión ni sensibilidad en esa zona no ha sentido nada en particular hasta que el otro se lo hizo saber.

—¡No te acerques así a una persona medio ciega, maldición! —exclama, luego de haberlo apartado.

—Tenías una pelusa en el ojo.

Bakugō recoge su celular apresuradamente y se lo guarda en el bolsillo, intentando ignorar el hecho de que el corazón está a punto de salirse del pecho. Siente que le falta el aire, como si hubiera corrido una maratón desde la entrada de la academia hasta los dormitorios. No entiende porqué su cuerpo ha reaccionado así.

—¿Te dolió?

—No, solo me tomó por sorpresa.

—También tienes un poco rojo ese ojo.

—Mis ojos son rojos, imbécil —reclama —. O al menos ese lo era.

—No, eso no —le dice, señalando su propio ojo como para indicarle bien el lugar. Katsuki frunce el ceño —. La parte blanca.

—¿La esclerótica?

—No, la parte blanca —vuelve a insistir.

—Esa es la esclerótica, retrasado mental.

Conocimiento en anatomía ocular: nulo.

—Oh... —murmura, algo avergonzado —Pues eso, tienes roja esa parte.

—No es importante —dice apresuradamente, desviando la mirada. Le es incómodo tenerlo tan cerca y ha descubierto que es eso lo que provoca que su corazón siga latiendo con fuerza a pesar de no estar haciendo ningún esfuerzo físico —. Ya me voy, tengo muchas cosas que hacer y poco tiempo.

Cuando se aleja de Todoroki y toma su bolso para irse rápido a su habitación su corazón se calma y su respiración vuelve a la normalidad. Siente un notorio alivio y reafirma la teoría de que mientras más cerca está de Shōto, su cuerpo se lo toma mal. Es como si fuera alérgico o algo por el estilo.

Antes no le pasaba, ¿Por qué ahora sí?

El de cabello bicolor, en cambio, se queda tieso en su lugar, cuestionando sus acciones. Se ha notado demasiado que su acto que parecía bien intencionado ha molestado mucho a Katsuki, a tal punto de haberlo espantado de esa manera tan brusca. Se desanima, pero inmediatamente la sensación de angustia se disipa al recordar que mañana no iría solo a las clases extra; Bakugō estaba de vuelta, así como sus comentarios sarcásticos y su característico mal humor. Ya tendría tiempo para disculparse.

Por ahora, está contento de tenerlo de vuelta.

☀️☀️☀️☀️

—Katsuki, no te rasques así los ojos.

—¡No me digas que hacer, bastardo!

Está perdiendo la paciencia. Es su tercer día en la academia, el primero yendo a clases extra luego de su accidente, y Todoroki no ha hecho más que hacerle la existencia imposible. Cada acción; cada movimiento era suficiente para que este le reprochara o lo regañara, era peor que tener a su madre en casa diciéndole cada 5 minutos que debía administrarse los medicamentos.

La caminata a las clases extra nunca había sido tan desagradable.

No pudo ponerse a la altura de sus compañeros por una molestia en su ojo y en su rodilla que aún no sanaba por completo; y eso lo tenía mucho más cabreado que de costumbre.

—Tu esclerótica está más roja que el otro día.

Por lo menos ya sabía qué era la esclerótica.

—Es solo porque me rasqué —le reclama, manteniendo un paso firme y rápido. Quiere llegar lo antes posible —. Deja de mirar mi rostro y fijate en el camino.

Shōto entrecierra los ojos. Se ha tomado muy en serio la petición no solo de el profesor Aizawa, si no que también de la madre de Katsuki, de la cual guardó su número el mismo día en el que el rubio cenizo tuvo el accidente. Estaba dispuesto a estar encima de Bakugō con tal que siga el tratamiento, y no es el único; Kirishima también se ha puesto la meta de recordarle o en el peor de los casos regañarlo si no se tomaba las medicinas o si no se cuidaba, aunque eso significara las quejas características del rubio cenizo.

Siguen su camino con normalidad y en completo silencio. Katsuki no recordaba que el recorrido fuera tan largo; los minutos parecen horas y su corazón por alguna extraña razón comienza a latir con fuerza; la sensación de calor y agobio se vuelve más intensa y la espalda empieza a sudarle. Es extraño y muy desagradable.

—Tu cara está roja.

—¡Deja de decir que estoy rojo, maldición!

Necesita tomarse un descanso antes de seguir con la marcha. Estaban bien en el tiempo, así que no había ningún problema en hacerlo. Encuentran unos asientos de madera en mal estado bajo un árbol de cerezo a medio florecer y se sientan allí. Katsuki está abrumado, ¿Desde cuándo le era necesario tomarse descansos en tramos tan cortos? Se acojona aún más. Él caminaba distancias mucho más largas y con mucho más nivel de dificultad cuando iba de excursión a la montaña. Ahora, con sus extraños bochornos y con el dolor en su rodilla estaba mucho más restringido en lo que podía hacer.

—¿Quieres una botella de agua?

—Quiero que te calles, me duele la cabeza.

Todoroki toma aquello como un sí bastante abstracto y decide dejar a Bakugō un momento a solas y así aprovechar de comprarle un agua bien fría para que pueda refrescarse. Encuentra una máquina expendedora muy cerca, y mientras intenta comprender por dónde debe meter el billete para obtener el agua, alguien lo saluda desde lejos y se acerca a él. Tiene un deja vú, pero a diferencia de antes, ya no está tan tenso.

—¡Hola Shōto! —le saluda. Su aura y sonrisa son tan radiantes que Todoroki tiene que entrecerrar los ojos. Lleva puesto un uniforme muy parecido al suyo, solo que de un color rojo un tanto oscuro —Que coincidencia.

Demasiada coincidencia.

—Hola, Hiro.

Después del incidente del fin de semana han logrado hablar algunos asuntos que tenían pendientes. No han llegado a ponerse al día por completo, pero por ahora cada uno estaba mucho más cómodo con la presencia del otro; intentando volver a lo que eran esos viejos tiempos.

—¿Vas a las clases extra? —le pregunta, a lo que Shōto simplemente asiente con la cabeza. Lo ve con dificultad para comprar en la máquina expendedora, así que decide ayudarle. Era más fácil de lo que pensaba —¿Quieres que te acompañe? Estaba con Akira, pero lo perdí de vista.

—No es necesario —murmura, viendo atento la botella con agua que seleccionó en la máquina. Era divertido escoger una de arriba solo para ver como cae —. Estoy con Bakugō.

—¿Ya volvió a clases? — Todoroki, de nuevo, asiente con la cabeza —¡Que genial! Pensé que el golpe que le dio mi amigo lo iba a dejar con unos días más de reposo.

—Aún no acaba su reposo, pero es terco, despreocupado y tiene poca tolerancia a quedarse en su casa descansando — Se agacha y se incorpora de inmediato una vez tiene la botella en sus manos. Está fría, ideal para despejar la mente. Se gira y mira a su amigo directo a los ojos —. Tengo miedo de que actuando así se lastime. Ya fui testigo de cómo perdió un ojo, no quiero ver cómo pierde el otro.

—Te preocupas mucho por él —ríe el de cabello negro. Todoroki aprieta la botella levemente y siente las mejillas un poco calientes —. Son muy buenos amigos. No dudó ni un segundo en enfrentarme el fin de semana. Pensé que me iba a mandar a volar, ¡Era cosa de ver su cara!

—Sí —murmura, con varias dudas. No tiene claro si Katsuki lo considera un amigo. Varias de sus acciones dan a entender que sí, pero son más las que dan a entender que no. Su cabeza es un lío —. Somos... buenos amigos.

Hiro le da unas palmaditas en la espalda.

—Venga, que quiero saludarlo.

El de mirada heterocromática asiente con la cabeza y guía a su amigo hasta donde se supone que dejó a Katsuki.

☀️☀️☀️☀️

Bakugō por fin se siente mejor, y todo coincide con que Shōto se ha ido. Aún tiene sus dudas, pero cada vez es más obvio que teniéndolo cerca su cuerpo parecía pedir ayuda a gritos: taquicardia incontrolable, respiración entrecortada, sudoración y hormigueo en manos y pies. Antes no le pasaba, o al menos no antes del accidente. Ahora, todo es distinto y no termina por acostumbrarse a las nuevas reacciones de su cuerpo.

Se rasca los ojos y suelta un sonoro suspiro, bajando la cabeza. Aunque ha insistido en volver, no se siente listo para dar cara en las clases extra; en ponerse al día con todo el tiempo perdido. Su entrenamiento de hoy en la academia salió pésimo, ¿Qué le iba a asegurar que no haría el ridículo? Podría ser perjudicial para la obtención de su licencia, y no quiere retrasarse más.

Está harto de quedarse atrás.

Alza la mirada y justo frente a él ve caminar a una persona. Entrecierra los ojos; es alguien que ha visto antes, o, mejor dicho, que lo ha golpeado antes. El chico con orejas de lobo que le debe unos lentes está allí, parece estar buscando algo; lleva un uniforme que Katsuki reconoce de inmediato como el de la Academia Tsukiatzu: una escuela de héroes, para variar.

—¿Se te perdió tu dueño, perro sarnoso?

El chico tensa las orejas y voltea inmediatamente a verlo. Frunce el ceño con desagrado y Katsuki no puede evitar sonreír.

—Ah, eres tú.

—¿Ya conseguiste los lentes que me debes o vas a hacer cómo que no me golpeaste el otro día?

El de pelo blanco chasquea la lengua y se acerca a él. Deja su bolso negro a un costado en la banca y urga en él bajo la atenta mirada del rubio cenizo, quien se cruza de brazos. No esperaba que ese tipo cumpliera su palabra. Ya había dado esos lentes por perdidos. Pero allí estaba; saca una caja negra y se la ofrece.

—¿Qué esperas? Tómala y vete al demonio.

Bakugō agarra la caja y la abre. Son unos lentes bastante bonitos, incluso mejores que los baratos que se había comprado. En otro contexto podría llegar a sentirse culpable, pero el imbécil se lo merece, así que simplemente los acepta y se los pone de inmediato.

—Fue un honor hacer negocios contigo.

—Negociemos a golpes para la próxima —dice entre dientes llevando las orejas hacia los lados —. Solo te los compré porque Hiro me lo dijo. Si hubiera sido por mí te habría roto no solo los malditos lentes.

—Muy fiel a tu dueño —murmura con burla —. Te tomas el papel de perro muy en serio.

—Repítelo y te dejo ciego del otro ojo.

Se miran desafiantes por un momento, hasta que Todoroki y Hiro hacen acto de presencia e interrumpen su extraño duelo de miradas. Al parecer, todos estaban destinados a reunirse de nuevo.

Vaya desgracia del destino.

—¡Akira! —exclama. Camina hacia él y lo agarra del brazo de forma muy amistosa, luego voltea a ver a Katsuki —Hola Bakugō, ¿Cómo te sientes?

Que confianzudo.

—Bien, hasta que tu perro vino a molestar.

Hiro voltea a ver a su amigo, entrecerrando los ojos. En ningún momento se ha negado que Akira es su perro y Katsuki sonríe con burla ante lo bizarra de la situación.

—¿Lo estabas molestando?

—¿Qué? No —refunfuña —. Le estaba dando los malditos lentes que tanto me jodiste para que se los comprara.

—Es cierto —sonríe luego de mirar que el rubio cenizo tiene los lentes puestos —. Se te ven muy bien. Obviamente los elegí yo.

Bakugō pone los ojos en blanco y se levanta de la banca. Se percata que Todoroki permanece un poco alejado con la botella de agua que prometió traerle en las manos. Parece ido, perdido en su propio mundo, así que decide acercarse ignorando y dejando a un lado al par de imbéciles que le cagaron la tarde con su simple presencia.

—Devuélvete a tierra, bastardo.

El de mirada heterocromática mueve su cabeza y sale del trance. Las palabras de Hiro siguen haciendo eco en su cabeza y las dudas lo carcomen por dentro, ¿Bakugō de verdad es su amigo? Claro que sí, no dudó en defenderlo el fin de semana, tampoco dudó en hacerle compañía en cuando lo vio solo en el centro comercial, pero muchas acciones también lo desconcertan: sus malas palabras, las veces que lo mira con desagrado, los momentos donde simplemente le hace la ley del hielo. Justo ahora, es glorioso, porque a pesar de terminar cada frase con un insulto hacia él, mantiene un tono calmado y armonioso.

Son ese tipo de actitudes las que lo confunden de sobre manera.

—Lo siento —murmura —. Me quedé pensando en algo.

Katsuki se quita los lentes un momento para poder verlo mejor. Por alguna razón con Todoroki es el único con el que no siente vergüenza en que vea su ojo lastimado, el cual tiene un color extraño que se le hace muy desagradable. Quizás y es porque Shōto también tiene los ojos raros.

—¿En qué?

—Katsuki —le dice. El rubio cenizo siente, de nuevo, como su corazón vuelve a latir con fuerza —¿Me consideras tu amigo?

—¿Qué clase de pregunta es esa?

—Responde.

—Eres — Se toma una larga pausa antes de continuar — un buen compañero.

¿Por qué le cuesta tanto admitir que sí lo considera un buen amigo? Tiene miedo del rumbo que están tomando sus interacciones hasta ahora, de su extraña cercanía, de lo agradable que se le estaba haciendo su característico olor a menta y lo agobiante que se estaba volviendo su simple presencia; su único mecanismo de defensa ante lo desconocido es ignorar lo que siente y mostrarse estoico y despreocupado. Sabe que la ha cagado, porque Todoroki desvía la mirada, notoriamente incómodo.

La palabra compañero tampoco era tan mala, ¿O sí?

—Comprendo.

El silencio que se ha formado podría considerarse muy pesado e incómodo, pero no dura lo suficiente como para notarlo.

—¡Oigan! — Todoroki parece ser el único en prestar atención a su llamado. Hiro les grita y les mueve la mano desde lejos —Vamos a la estación de tren, ¿Van para allá también?

—Sí, ya vamos.

Shōto pasa por el lado de Katsuki, pero esta vez, por su lado izquierdo. Ni siquiera le ha dado la botella de agua que se supone ha comprado para él. Quiere hacerle notar su molestia, su angustia y su decepción, ¿Pero es realmente justificable hacerlo? Bakugō no tenía por qué corresponderle. Al final, eran pocas las cosas que tenían en común como para llegar a ser amigos como lo era con Midoriya o con Hiro.

Al final, deciden caminar los cuatro hasta la estación de trenes. Katsuki lleva una mala cara desde el primer momento. Si el recorrido antes se le estaba haciendo desagradable, el de ahora es realmente un infierno. Todas las veces que ha caminado con Todoroki hasta las clases extra lo hacen uno al lado del otro, a veces en silencio, a veces hablando de temas al azar que se iban dando, pero justo ahora iba atrás, y adelante Shōto caminaba al lado de alguien más, hablando esos temas con alguien que no era él. Se le ve cómodo, menos tenso y feliz. No recuerda haber visto a Shōto sonreír, ni siquiera con Midoriya, que se supone es de sus mejores amigos.

¿No se supone que esos dos no se llevaban tan bien? El fin de semana parecían no querer verse. Siente curiosidad por lo que pudo haber pasado; ahora parecen uña y mugre, el verlos le da nauseas y su corazón vuelve a latir con fuerza.

Su sufrimiento parece por fin terminar, porque llegan a la estación de trenes luego de varios minutos de recorrido. Sus caminos deben separarse, ya que van a destinos contrarios. Katsuki se queda bastante atrás, al igual que Akira. Ambos mantienen sus distancias mientras Shōto y Hiro no parecen querer dejar de charlar.

—Suerte en las clases extra —dice Hiro, alentando a ambos, pero solo el de cabello bicolor parece agradecido por sus palabras —. Ya verán que consiguen esa licencia.

—Gracias, Hiro.

Todoroki está aliviado de haber arreglado las cosas con él, aunque haya sido por teléfono. Se dio cuenta que ignorar sus llamadas no servía de nada y que solucionar el asunto que tenían pendiente era tan simple como charlar. Planea despedirse con un amistoso apretón de manos, igual como lo hace con Midoriya e Iida, pero el de cabello negro lo toma por sorpresa y le regala un cálido abrazo. No está acostumbrado a recibirlos y mucho menos a corresponderles, pero lo hace. No supo que lo necesitaba hasta que lo recibió.

El rubio cenizo siente ganas de vomitar. El fin de semana fue agarrar sus manos, ahora un abrazo, ¿Qué seguía después? No llevaban hablando tanto tiempo y ya habían construido una relación que podría llegar a confundirse fácilmente. Sabe cómo es Todoroki; sabe que no es de los que da muestras de afecto, y menos de los que da abrazos. Sin embargo, allí está dando uno. Prefiere dejar de arruinarse la vista y les da la espalda. Su corazón se acelera y el estómago le burbujea de solo repetir la escena una y otra vez en su cabeza.

—Hiroyuke Tomoe, deja de estar de mamón, se nos va a ir el tren.

Gracias, bendito perro sarnoso.

Se separan casi de inmediato. Todoroki entrecierra los ojos, mucho más calmado. Debería dar y aceptar abrazos mucho más seguido.

—Me ha llamado por mi nombre completo, así que está furioso —susurra Hiro, soltando una risa al referirse a su amigo, quien lo está esperando un poco más atrás, notoriamente molesto —. Ya me voy, hablamos otro día.

—Adiós.

Se despiden nuevamente con un movimiento de manos y finalmente en el tren en el que se suben parte su viaje. Shōto suelta un suspiro y voltea a ver a Katsuki, quien se mantiene mirando al lado contrario aferrado a su bolso y con los lentes de sol puestos. Tiene los hombros notoriamente tensos y da la impresión de que quiere irse lo antes posible.

—¿Nos vamos?

—Es lo que llevo esperando todo este maldito rato.

Abre la boca para decir algo, pero el rubio cenizo se le adelanta e inicia su marcha. Está notoriamente molesto, ¿Por qué exactamente? Shōto no lo entiende y también se siente algo molesto, así que simplemente lo sigue hasta el vagón que les corresponde.

Ese día muchas cosas eran distintas. Katsuki está acostumbrado a que Todoroki se siente a su lado: él a la ventana y el otro a su lado, normalmente al lado izquierdo del vagón, donde la luz del sol no daba a esa hora por la ventana, pero esta vez Shōto decide sentarse no a su lado, si no que al frente. Se miran un momento hasta que el tren parte y cada uno mantiene su mirada en cualquier lugar que no sean los ojos del otro. El ambiente es tenso, tanto que en las estaciones siguientes nadie se atreve a sentarse cerca de ellos.

—¿Desde cuándo eres tan cercano a ese imbécil?

El de mirada heterocromática no se esperaba esa pregunta.

—¿Hablas de Hiro? —le pregunta y Bakugō alza una ceja —. Somos amigos, es normal que seamos cercanos.

—Por favor, el sábado no querías ni verlo.

—Es porque no había hablado las cosas con él —murmura, apoyando su brazo en la ventana del tren, mirando hacia afuera —. Nos conocemos desde muy pequeños, pero las cosas no salieron bien y dejamos de juntarnos. Más bien, desapareció sin dejar rastro.

—¿Son amigos de la infancia? No me jodas.

—Tampoco te interesa —dice muy bajito, esta vez llevando su mirada a la del rubio cenizo. Katsuki siente que se le va a salir el corazón en cualquier momento —. Al fin y al cabo, no somos más que compañeros de clase.

Bakugō tensa la mandíbula y aprieta los dientes. No dice ninguna palabra en lo que resta de viaje, y el otro tampoco saca algún tema de conversación. Otra vez Todoroki ha hecho uso de sus comentarios pasivo-agresivos, y ese en particular le ha afectado de más, ¿Por qué exactamente? Fue él mismo el que le dijo que solo eran eso: compañeros. Se acomoda los lentes y cierra los ojos, esperando que por fin lleguen a su destino.

Sabe que se viene complicado y no puede distraerse, ni por esas cosas sin importancia.

☀️☀️☀️☀️

—¿Pasó algo entre tú y Todoroki?

Katsuki termina de administrarse las gotas en los ojos y frunce el ceño. Pensó que ir a la habitación de Kirishima para ayudarlo a terminar la tarea de matemáticas era buena idea, pero dejó de serlo en el preciso momento en el que de sus labios salió ese nombre.

—¿Por qué mierda preguntas?

—Porque ya ni se miran —le responde, encogiéndose de hombros sin apartar la mirada de su cuaderno, donde intenta responder el ejercicio que le ha dado su amigo —. Ni siquiera se van juntos a las clases extra, eso es rarísimo.

—Él ya se va con alguien más.

—¿Te reemplazó? Eso debe ser duro, viejo.

—Nadie me ha reemplazado —brama, llevándose los dedos a la frente. Conversar del tema le provoca dolor de cabeza, pero mucho más el hecho de que Eijirō no sea capaz de responder un simple ejercicio sin distraerse —. Ahora deja de hablar estupideces y resuelve el ejercicio.

—Ya voy, ya voy —se queja. Quiere ahondar más en el tema, ya que de ello depende la apuesta que ha hecho con Kaminari —¿Pero se pelearon o algo?

—No nos hemos peleado —le vuelve a insistir. Decide decirle la verdad, no solo porque confía en él, si no que también desea que se calle de una vez y que Todoroki deje de ser el tema de conversación. No se siente bien como para hablar del tema —. Es él el que decidió dejar de hablarme. Tampoco tiene la obligación de hacerlo, solo somos compañeros de clase.

—Pensé que eran más cercanos —murmura —, tipo amigos. Compañeros es una palabra muy seca.

—¿Hay alguna diferencia? Es una maldita palabra que significa lo mismo.

—Si me dijeras que soy solo tu compañero me pondría triste —dice, haciendo un puchero y jugando con el lápiz con el cual debería estar haciendo el ejercicio —. Quizás Todoroki se ha sentido triste también.

—Vaya estupidez.

—No se minimizan los sentimientos ajenos, Katsuki —le dice, muy serio, apuntándole amenazante con el lápiz. Inmediatamente su semblante se relaja y le regala una sonrisa —. Piensalo. Es obvio que Todoroki te considera su amigo: te iba a ver al hospital, preguntaba cada día por ti, hasta un día me pidió si podía ser él el que te lleve los apuntes a tu casa. Se ve que lo único que quería era ver si estabas bien.

—¿No fuiste tú quien se lo pidió?

—¿Yo? Claro que no —ríe, apoyando sus codos en la mesa y poniendo ambas manos en sus mejillas. Entrecierra los ojos y mueve las cejas de arriba a abajo; es un gesto que Katsuki aborrece —. Él voluntariamente me dijo: Kirishima, ¿Crees que esta vez pueda ser yo quien le entregue los apuntes? Es que lo extraño muchísimo y tengo muchas ganas de verle la cara.

Katsuki frunce el ceño.

—Él no dijo esa estupidez.

—¿Ves? Lo conoces tanto que sabes que no diría algo así — Vuelve a reír y Bakugō le lanza una pequeña bola de papel donde hay escritos unos ejercicios que el pelirrojo hizo mal. Este la esquiva con éxito —. Pero sí me lo pidió, en eso no mentí.

El rubio cenizo se muerde la lengua recordando lo que le dijo a Todoroki ese día. No pensó que llamarlo compañero le iba a afectar hasta tal punto de que ha dejado de dirigirle la palabra y de acompañarlo a las clases extra. En cambio, ha encontrado otra persona con la que pasar el rato. Hiro comenzó cayéndole bien, pero ahora no puede siquiera mirarlo sin sentir rabia. El verlos caminar juntos, charlar, reír y acercarse con tanta confianza le da nauseas y ganas de estar ciego completamente.

El pecho se le aprieta de solo pensarlo.

—Termina tu ejercicio, quiero ir a dormir.

Mientras Kirishima sigue intentando completar ese simple ejercicio de estadísticas, Katsuki intenta enfocar su visión y mantener su mente despejada. Ya lleva más de una semana desde que volvió luego de su largo reposo médico y ya se ha logrado poner al día en varias cosas. Sin embargo, el poco tiempo libre que le queda de todas las cosas que debe hacer han hecho que no siga su tratamiento al pie de la letra, y ese día en particular ha despertado con su ojo sano algo hinchado. Su visión está levemente borrosa y siente dolor en el ojo contrario, donde se supone casi ni tiene sensibilidad.

—Viejo, ¿Todo bien?

—Todo perfecto —le dice. Tiene la garganta seca —¿Terminaste el maldito ejercicio o te lo tengo que explicar de nuevo?

—Sí —murmura. Si bien Katsuki trae los lentes de sol, se nota que algo le molesta, porque se rasca los ojos y se aplica las gotas constantemente. También tiene las mejillas algo rojas a pesar de hacer frío. Le es sospechoso —¿Te lo muestro?

—Obviamente.

Le ofrece el cuaderno y este lo agarra de inmediato. Los lentes de sol le impiden ver bien, así que se los quita y Kirishima puede ver lo hinchados e irritados que están sus ojos. Katsuki ha estado haciendo ejercicios de alto impacto últimamente y el tener que ponerse al día con las clases extra lo obligan a llevar su cuerpo al límite. Todo eso era perjudicial para su salud.

—Está mal —chasquea la lengua y le lanza el cuaderno —. Es doscientos ocho, no doscientos dos.

—Puse doscientos ocho, estoy bien.

—Mierda, pues no he visto bien.

—¿Y si vas a la enfermería? Tus ojos se ven muy mal.

—Mis ojos están perfectamente.

Una punzada en su frente le hace entender que lo que ha dicho no es cierto; como si su propio cuerpo le pidiera a gritos que reaccionara de una vez. Se pasa una mano por los ojos y siente como arden; queman como el maldito infierno, como si le hubieran lanzado un tarro de arena en todo el rostro. Aún ve, pero mucho más borroso que antes.

—Bakugō...

—Bien, bien —dice, cabreado —. Vamos a la jodida enfermería.

☀️☀️☀️☀️

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