Albino #2

Espero que les guste~

Nota: Técnicamente, en la serie las cosas se dieron de diferente manera. MK no llego a morir pero esta idea aun estaba en mi mente y quería terminarla

Nota-2: Sé que muchos quieren darle un descanso al pobre de MK. Así que, díganme, ¿a donde deberíamos enviarlo de vacaciones? Dejen sus comentarios y luego, veremos que sale de eso ^_^

Nota-3: Usualmente, las temporadas anteriores terminaban con capítulos que llamaban "especiales". No tengo muy en claro si van a hacer eso con esta temporada o van a saltar a otra directamente pero aun así, estoy segura de que será emocionante :3

MK se mantuvo recostado por unos segundos, mirando el cielo azulado, estremeciéndose apenas por la brisa fresca que soplaba. Inhalo y exhalo, intentando hacer que su mente se pusiera al día con todo lo que había sucedido hasta el momento. Las acciones de Azure había dejado grandes consecuencias, el mundo rompiéndose y al borde de terminar, encontraron la manera de solucionarlo pero se necesitaba de su sacrificio, algo que sus amigos lucharon por evitar, sin darle más opción que pelear contra ellos. Aunque estaba seguro que los había lastimado, lo había logrado, el mundo estaba entero y estable una vez más gracias a la diosa Nüwa que lo recibió del otro lado, quien decidió enviarlo de vuelta a la vida.

Así que es como termino allí, en lo que cree que es la montaña de Wukong, justo en frente de donde su piedra de nacimiento apareció y se rompió según sus recuerdos. Esta seguro de que esta desnudo, puede sentir el frio que lo cubre por completo y empeora con el viento pero se siente un poco entumecido y tieso, un poco tembloroso también.

Cielos, estaba agotado a estas alturas de su existencia. Necesitaba unas vacaciones.

-Agh...- mueve las manos para apoyarlas en el suelo y así levantarse, quejándose entre dientes. No le gusta la sensación de pesadez y torpeza que tiene, espera que desaparezca por completo pronto. -...esto es horrible...- se paso las manos por el cabello ahora suelto para mantenerlo atrás y fuera de su vista, notando un detalle de reojo que ignora a favor de moverse lentamente, ya queriendo vestirse de una vez. -...muerto no sentía nada de esto...- sus piernas tiemblan mientras se endereza y tropieza un poco pero logra ponerse de pie. -...pero que bueno es estar vivo- alzo los brazos en una celebración ligera, tambaleándose mientras se dirigía a la casa de su maestro, sabiendo que había algo de su ropa allí. Él y sus amigos habían estado andando por la montaña muy seguido en su ayuda por reconstruir el hogar del dios.

Entre más se mueve, más fácil es adaptarse y se siente mejor al en cuanto llega la puerta de la casa ajena, adentrándose con animo, su mente centrada en su siguiente misión. Cambiarse para estar un poco decente y luego, buscar a sus amigos. Encontró calzoncillos y pantalones limpios suyos que no dudo en ponerse, apenas evitando caerse en el proceso, rebuscando entre la ropa que sabe que su maestro tiene sin razón alguna y por puro sentimiento de acumulación en busca de medias, resignándose a unas color duraznos con dibujos de estos encima, atando las zapatillas que alguna vez dejo allí en algún momento. Incluso encontró una remera y campera, también una cinta roja larga. No era una bandana pero iba a servirle para lo que necesitaba, mantener su cabello lejos de su rostro.

-Muy bien, solo debo...- se paro frente a un espejo, totalmente dispuesto a irse tan pronto como pudiera para ir con su familia y disculparse por sus acciones desesperadas pero en cuando levanta la vista y sus ojos se encuentran con los de su reflejo, su voz muere. No se da cuenta hasta ese momento que es la primera vez que en realidad se ve desde toda la cosa de volver y siente algo en su pecho que se remueve ante las obvias diferencias que ahora tiene. -¿Qué...?- parpadeo, confundido, frotando sus parpados y parpadeando unas cuantas veces, como para asegurarse de que no estuviera alucinando o algo así. Su cabello, antes castaño, ahora era completamente blanco. Desde las raíces hasta las puntas, sin siquiera tonos de castaño a la vista, solo mechones blancos y nada más, un poco más largos quizás al juzgar en la forma en la que estaban caídos ante la falta de bandana. Incluso sus cejas y pestañas eran blancas, resaltando los ojos rojos que ahora tenía. Había otro detalle que llamo su atención. Él siempre tuvo un tono de piel algo bronceado debido a todas las horas que había pasado bajo el sol jugando y luego trabajando pero ahora era unos pocos tonos más pálido. -¿Por qué sucedió esto?- dudo con las manos temblorosas pero termino tocando su cabello, pasando los dedos por los mechones blanquecinos, sin poder creerlo ni entenderlo. La textura no había cambiado, solo el color.

-Lo lamento...- se sobresalto cuando el rostro de Nüwa apareció frente a sus ojos y miro a su alrededor con cierto pánico, sin poder verla excepto en el espejo. Se estaba mostrando allí, reemplazando su reflejo, como uno de esos espejos mágicos que había visto en las películas muchas veces. -...tu alma y tu mente estaban sanos pero tu cuerpo fue mayormente destruido. Use lo que quedaba para terminar de crearte una vez más, por eso el tono de tu piel...- junto las manos entrelazadas contra su pecho, mirándolo con una pizca de culpa mientras él intentaba procesar del todo lo que le estaba diciendo. -...pero tus ojos y cabello son por mi culpa, no pude evitarlo. Estuviste en contacto directo con mi luz, eso podía dejar una marca en cualquiera-

-Ah...- soltó de manera distraída, retorciendo el mechón más largo entre sus dedos, mirándolo de reojo. No tenía muy en claro como sentirse al respecto con el color blanco. Así había sido el cabello de LBD si mal no recordaba, también era el color del mechón que había quedado con la pequeña niña que fue poseída pero cuando sus ojos se fijan en el espejo, Nüwa haciéndose a un lado para que pudiera ver su propio reflejo, en vez de sentir terror o ser invadido por malos recuerdos como le había estado sucediendo mucho, siente alivio puro y sincero. En esos momentos, los ojos rojos y el cabello blanco son una cicatriz de que había llegado al más allá con tal de salvar a todos pero también eran un recordatorio de que había sido traído de vuelta, que fue envuelto en la luz de una diosa para volver a la vida. -...supongo...- duda ante de pasar sus manos por su cabello para peinarlo, agarrando aquella cinta roja para atarlo cual bandana. Es su peinado usual, solo que blanco, y es un poco extraño con los ojos que se ve en su reflejo pero incluso con todo eso y la piel pálida, aun es él. No se siente tan diferente. -...que puedo acostumbrarme- y sonríe, pequeño y tentativo.

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