Terapia #5

Espero que les guste~

Nota: Pigsy no es realmente malo, solo esta preocupado ^_^

Nota-2: Quiero ver si puedo hacer uno con el avance de Macaque, aun lo estoy meditando

Nota-3: Wow, ya es el capítulo 60 O_O

Las sesiones de terapia ayudan a MK.

Parece relajarse con el pasar de las semanas, sus sonrisas un poco más reales igual que su felicidad, llegando a ser directo en ocasiones sobre lo que piensa y siente, incluso parece haber aprendido a decir que "no" a ciertas cosas para poder cuidarse a si mismo. Su ansiedad y estrés aún están presentes, podían hasta decir cuando eran un día particularmente sensible cuando lo veían con la punta de sus dedos envueltos en curitas o cintas, pero por lo menos, esta evitando lo mejor que puede lastimarse y eso es bueno. Todo es un cambio bienvenido y todos agradecen en sus mentes a Sandy, quien les había recomendado a esa mujer en particular.

Sus citas semanales son sagradas y nadie se mete con ellas.

-¿Cómo te fue hoy, MK?- Tang fue el primero en hablar al ver al menor acercarse. Luce animado, un poco nervioso también, aunque su sonrisa es temblorosa y se retuerce apenas más los dedos.

-Bien- se siente y parece pensativo, como si estuviera decidiendo si decir lo que tiene en mente o no, así que ellos lo dejan y simplemente esperan. -Aiko me recomendó tener una mascota de terapia...- logra decir después de unos segundos y la noticia golpea a los mayores, aunque un de ellos ya se esperaba algo así. -...y le dije que estaba dispuesto a intentarlo- sus dedos dibujan círculos vagos sobre la mesada, sin mirarlos directamente de momento. -Ella va a contactar una agencia de adopción y tendré una cita extra esta semana para ayudarme a completar los papeles necesarios- agrega con rapidez.

-¡Eso es una gran idea!- Mei salta con alegría notable, abrazando a su amigo con tanta emoción que hasta lo levanta de su asiento y el suelta una carcajada. -¿Ya sabes que mascota elegirás? ¿Un gato? ¿Un perro?- sus ojos brillan. -¿Un hurón?- y la risa del menor aumenta mientras ella sigue divagando, afirmando sin dejar oportunidad de quejas que ella compraría todo lo necesario para ayudarlo.

-Una mascota...- el hombre tarareo con expresión pensativa. -...eso puede ser una buena idea, ¿no lo crees?- no recibe una respuesta. -¿Pigsy?- se voltea a verlo, encontrándose con la expresión pensativa en el rostro de su amigo, su mirada perdida en nada y sin escucharlo al parecer.

Mientras tanto, Pigsy no puede luchar contra la preocupación que lo invade. MK a pasado por mucho, su ansiedad apenas notable cuando era niño ahora es más intensa hasta el punto de rascarse los brazos con desesperación por momentos y hay mucho estrés debido a los eventos más recientes, y detesta la voz en el fondo de su mente que le reclama que él tiene algo que ver con ese último de alguna manera, pero teme que una mascota solo pueda empeorarlo. Un animal puede necesitar mucha atención y paciencia, requiere mucha responsabilidad y tiempo, puede llegar a ser demasiado y no quiere que su hijo se sienta más abrumado de lo que ya está.

Va directamente con la mujer de la idea.

-¿Está segura que una mascota es una buena idea?- suena aprensivo, quizás un poco busco, pero ella se mantiene tranquila, haciendo un ligero gesto para que la siguiera a su oficina. -No quiero decir que este haciendo mal su trabajo, yo solo...-

-Entiendo a lo que se refiere- Aiko habla ante su pausa, sentándose en su sillón usual mientras el cerdo usa el otro, sintiéndose extraño de estar allí. -Puedo entender su preocupación, en serio que si. Un animal puede ser una gran responsabilidad, soy muy consiente de eso...- hizo un gesto hacia la foto del gato siamés. -...pero también pueden ayudar en un mal día y una mascota de terapia es especialmente para eso- el mayor aún no luce convencido y ella no pudo evitar suspirar. La parte más difícil de su trabajo era lidiar con tutores y padres de sus pacientes más jóvenes.

-MK ya tiene suficiente- esa es su principal preocupación y ella parece entenderlo.

-MK se está ahogando en estrés y ansiedad...- es firme esta vez, casi rozando lo cortante, con algo serio de repente brillando en sus ojos y por un segundo, el demonio se siente pequeño más allá de su altura. -...y mi trabajo, es darle cada salvavidas que este disponible- él cierra la boca, ignorando el sonido de sus dientes al chocar, y hace una ligera mueca, aun no muy confiado pero sabiendo que ella en realidad tiene un punto bastante justo. -Tener una mascota le da una obligación al dueño de mantenerse sano y fuerte porque hay otro ser vivo que está bajo su cargo y depende completamente de él...- su expresión se suavizo, al igual que su tono, siendo esta vez más amable con el demonio de aspecto casi derrotado que esta frente suyo. -...y espero que eso ayude a MK, que lo impulse a cuidarse- el cerdo termina por suspirar, aunque eso no evita que buscara un lugar para informarse un poco más.

Cuando le pregunta a Sandy, experto en animales, él le dice exactamente lo mismo que ella e incluso entonces, se siente perdido.

Aun tiene dudas, desconfiado y preocupado, pero entonces, MK tiene un ataque de ansiedad, uno malo y feo.

Ninguno tiene muy en claro que lo causó, aunque Pigsy cree que pudo haberse estado acumulado durante días hasta que explotó, pero no pueden pensar mucho en eso, no cuando el menor está sentado en el suelo, luchando por respirar con normalidad mientras se rasca los brazos con tal desesperación que lograr colar sus dedos bajo las largas mangas de su campera, creando heridas que no tardan mucho en sangrar, manchando sus brazos y dedos en el proceso, sollozando todo el tiempo.

No pueden acercarse, cualquier intento de calmarlo con toques amables solo lo empeora, ni siquiera sus voces parecen llegar a él y no les queda más que observar, angustiados. Tarda un tiempo en calmarse, dejándolo adormilado y cansado, y a pesar de que las heridas se curan en unos minutos, ninguno de ellos puede olvidar la escena que presenciaron.

Pigsy decide, en ese mismo instante, que Aiko tenía razón en algo. Su hijo se estaba ahogando y aunque él quiera mantenerlo a flote con sus propias manos, necesita un salvavidas y es por eso que él mismo se ofrece a llevarlo en cuanto la agencia programa una visita. Verlo acariciar a un gato, luciendo simplemente encantado de tener su atención, le da la clara señal de que ya no hay vuelta atrás y espera que sea fuera una buena señal.

Los días pasan y todos allí son testigos de como tanto sus nervios como emoción simplemente crecen. El corazón de Pigsy se retuerce cuando el chico se disuelve en dudas que todos a su alrededor son rápidos en enterrar entre ánimos y palabras de consuelo que parecen ayudar bastante hasta que el gran día llega, MK volviendo con una sonrisa se oreja a oreja, con Koko luciendo orgullosa y superior acomodada justo sobre sus hombros.

La gata provoca un cambio notable.

MK parece sentirse más cómodo con una compañía constante sobre sus hombros o entre sus brazos, mimando a la felina con palabras dulces y caricias llenas de cariño. Las ojeras de noches de insomnio y pesadillas parecen aclararse con cada día que pasa, en una clara muestra de que a podido dormir mucho más ahora, algo que mejora su estado de animo. Luce más animado gracias al necesario descanso, con sonrisa más grandes y el brillo en sus ojos acentuándose, su felicidad genuina, volviendo a comportarse casi como antes de que obtuviera el bastón. Él parece haber establecido una rutina para cuidarse a si mismo y su mascota, una buena señal.

Koko lo sigue a todas partes, maullando ruidosamente cuando parece necesario distraerlo, colándose en su regazo o entre sus brazos cuando parecía estresarse lo suficiente, luciendo complacida ante los dedos temblorosos que se hunden en su pelaje.

En pocos días, se vuelve una gata mimada, con el pelaje siempre bien peinado y la panza llena tanto con comida normal como premios al azar dado en el día, aunque aun así se mantiene muy activa, con esos pequeños arranques de locura que la hace correr de un lado al otro. Parece adorar clavar sus garras en cualquier superficie disponible, luciendo creída si alguien le llama la atención y solo poniéndole más entusiasmo a su destrucción.

Saben que fue una decisión correcta cuando MK tiene otro ataque de ansiedad, cayendo al suelo con la respiración agitada, luciendo al borde del llanto mientras alza las manos con toda la intención de rascarse los brazos y ahí es cuando Koko interviene. Se lanza, rodeando el brazo ajeno con sus extremidades como si lo estuviera atacando y abriendo la boca con un maullido para clavar sus colmillos en la mano del chico, soltando algo parecido a un gruñido que viene desde su pecho, ruidoso y extraño pero parece ayudar porque el menor termina por prestarle atención, bufando entre lagrimas mientras agita ligeramente su brazo atrapado, riendo cuando el gruñido simplemente se hace más fuerte.

Están sorprendidos y aliviados de que el ataque del chico durara tan poco, y es por eso quizás que Pigsy no duda en darle medía lata de atún a espaldas de los demás de vez en cuando, en una especie de agradecimiento por su trabajo. Su hijo se estaba recuperando gracias a ella, así que cree que se lo merece.

Una mascota no fue una mala idea después de todo.

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