Vampiro #2

Espero que les guste~

-L-Lo siento- murmuró MK, avergonzado por la sangre que manchaba su barbilla, relamiéndose apenas los labios y saboreando inconscientemente la sangre fresca.

-Nha, no te preocupes- negó Macaque, acariciando suavemente en modo de consuelo la espalda ajena. En general, se sentía bien, cansado pero nada que no se pudiera solucionar con algo de comida y una larga siesta.

-Ha pasado un tiempo desde que consumí sangre fresca- murmuró sin poder evitarlo, un poco asombrado por la diferencia de sabor.

-¿Sabe tan diferente?- enarco una ceja, la morbosa curiosidad picando ante ese comentario.

-Si, la de mis bolsas tiene algo que le deja un sabor...extraño, aunque no es feo- respondió sin pensarlo, sacando un pañuelo de su bolsillo para limpiarse la barbilla. -Santo cielo, esto debe ser muy raro para ti- se cubrió el rostro con las manos, apenas dándose cuenta de lo que había dicho.

-He vivido mucho tiempo, así que tengo terreno en el área de lo raro...- se encogió de hombros, sorprendentemente tranquilo para haber sido alimento hace solo unos segundos atrás. -...pero tengo mucha curiosidad-

-Puedes preguntar- responder era lo mejor que podía hacer.

-¿Como te sucedió esto?- preguntó, haciendo un gesto en general, aunque él entendió a que se refería en específico.

-Fue...hace mucho tiempo...- hizo una mueca, pensativo. Puede recordar perfectamente el día de su muerte, siendo un ataque en general en el pequeño pueblo donde vivía, en una noche de luna roja, una de las más peligrosas. Eran vampiros, hambrientos y rugiendo mientras se lanzaban hacia ellos, simples humanos indefensos en su ataque. Fue...malo, muy malo, puede recordar el firme agarre a su alrededor que le impedía moverse y hacia que su miedo creciera, escuchar sus voces llenas de hambre que susurraba a su alrededor, el dolor de las mordidas y la horrible sensación de su sangre siendo drenada, solo pudiendo estar allí mientras su vida se desvanecía lentamente y su corazón se detenía en algún momento. -...atacaron y mataron a muchos pero...solo yo volví...- dolió tanto haberse despertado, horrorizado en lo que lo habían convertido, solo pudiendo llorar amargamente al darse cuenta que más de la mitad del pueblo estaban tirados en el suelo, muertos y sin sangre, con una expresión de terror perpetuo en sus rostro. Fue una masacre, una que cambió por completo su vida.

-¿Cuántos años tenías?- porque en opinión de Macaque, quien había estado entre la humanidad durante un tiempo, el chico se veía demasiado joven para ser un adulto pero un poco mayor para ser un adolescente.

-...tenía 20 años...- murmuró, el mono haciendo una mueca. Lo sabía, era joven.

-¿Y cuantos años tendrías ahora?- enarco una ceja.

-No lo sé- negó después de unos segundos. -Yo...no conté realmente los años, solo...camine por un tiempo- pasó por tantos lugares y vio tantas cosas, incluso puede decir que conoció mucha gente, pero nunca se quedó mucho tiempo. -Hice una amiga y ella decidió venir a aquí, yo solo la seguí...pero me encariñe y me quede- habían sucedido algunas cosas más pero nada que necesitara ser mencionado.

-Te he visto caminar bajo el sol sin volverte polvo- entrecerró los ojos, esa repentina duda invadiendo su mente.

-Un...grupo raro de vampiros en un pueblo que visite me dieron esto...- saco un collar que siempre había mantenido bajo su remera para que estuviera fuera de la vista de cualquiera. Parecía un collar simple de acero inoxidable, con una piedra grisácea encerrada en una pequeña prisión de metal como dije. -...a cambio de que me fuera. Es un trozo de piedra lunar según lo que me dijeron y no sé como pero, de alguna manera, evito que el sol me quemara- se encogía de hombros. -Ya no lo necesito, los poderes de Monkey King me dieron una especie de inmunidad pero aun lo huso por costumbre-

-¿Y nadie sabe de esto?- el menor negó rápidamente, a lo que el mono tarareo. -Vaya, te lo tenías bien escondido- si era completamente sincero, no había prestado mucha atención, pero ahora que estaba sentado a su lado, podía notar la falta de latido de corazón. Se sentía estúpido al no notar aquel detalle antes.

-Debí haberme ido hace mucho...- siempre había temido encariñarse con la gente y que esta se diera cuenta de que, bueno, nunca envejecía. -...pero ellos...ellos me quisieron, me aceptaron y yo...yo solo quería disfrutar un poco más de la normalidad que me dieron...pero luego...- cerro los ojos con fuerza.

-...te convertiste en el sucesor- termino la frase, sintiéndose mal ante la obvia tristeza que el menor estaba mostrando.

-Debí rechazar los poderes, decirle a Monkey King que no era la persona correcta para tener su bastón y sus poderes, que no debía ser yo...- se paso una mano por el cabello. -...pero su poder se sentía tan...cálido- dejo escapar un largo suspiro. Se había acostumbrado a la falta de palpitar, al frio que venia con ya haber muerto, así que sentir la calidez del poder dorado había sido una sensación tan bienvenida y placentera que no pudo evitar aferrarse a ella. -¿Crees...que Monkey King me odie si le cuento lo que soy?- pregunto con duda y nerviosismo. Su imaginación lo había llevado para el peor lado, solo pudiendo pensar en el dios enojado que le reclamaba el no haberle dicho lo que era y que le arrancada los poderes sin necesidad de pensar mucho.

-¿Eres tonto?- golpeo la frente ajena con uno de sus dedos, contento al ver que la expresión triste se borraba y dejaba solo la sorpresa por su acción. -Wukong te adora, hasta un ciego podría decirlo- rodo los ojos con diversión. -Estará algo confundido al principio porque su cerebro es lento pero...- apoyo su mano en la espalda ajena, MK mirándolo con los ojos brillantes y llenos de esperanza. -...creo que solo te va a adorar aun más- porque Wukong tenía pocos seres a quienes llamar "seres queridos" y estaba seguro que al enterarse de que su "adorado sucesor" era un ser inmortal como él, estaría extasiado. -Ahora, antes de pensar en cualquier revelación...- el menor se tenso, abriendo grande los ojos ¡No había aceptado ningún tipo de revelación! -...debemos reabastecer tu heladera...y establecer días de comida-

-¡Tengo días de comida!- hizo un puchero.

-Comes cuando tienes hambre- enarco una ceja, el menor encogiéndose en su lugar. -Vas a tener un día de comida especifico para que esto no vuelve a suceder- porque comer solo cuando tenía hambre era peligroso y no podía ser bueno, ni siquiera para un vampiro.

-Si, señor- porque había algo en aquellos ojos dorados que le daban la sensación de que no iba a dejarlo zafar de aquello.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top