Recuerdos
Espero que les guste~
Nota: ¡Capítulo 90! O_o
Después de todo el asunto de ser poseído y de atacar a los demás, Wukong decidió relajarse un poco y acepto convivir con los demás.
Fue difícil al principio, principalmente por la obvia tensión que quedo entre ellos por sus mentiras y sus acciones, pero extrañamente, encontró un cierto equilibrio.
Le gustaba sentarse con Pigsy y solo verlo cocinar. Había algo relajante en verlo tan concentrado en cocinar y se podía permitir disfrutar del delicioso aroma que pronto flotaba a su alrededor. Dejo de intentar robarle comida luego de ser golpeado con una sartén en el rostro.
-Zhu Bajie era un completo desastre, ¿sabes?- a veces, cuando se sentía con más ánimo de lo normal, se permitía divagar de aquel amigo que había muerto hace mucho tiempo atrás. Era raro poder hablar de él en voz alta pero también, se sentía aliviado y contento de poder hacerlo. -Hacia lo que sea si las palabras "mujer bonita" o "mucha comida" estaba en la frase- rio, ligero mientras el recuerdo volvía a su mente.
-Suena como todo un mujeriego- bufo el chef, aunque estaba sonriendo. Era la primera vez que comentaba algo desde que empezó la extraña interacción pero pareció suficiente, algo entre ellos pareció aflojarse con ese comentario, la tensión restante desapareciendo de repente y dejándolos extrañamente cómodos.
-¡Lo era!- soltó una carcajada, divertido por la repentina verdad. -Logre que se metiera de cabeza a un pozo diciéndole que una hermosa mujer lo esperaba en el fondo- compartieron una carcajada y de alguna manera, se encontraron hablando de todo y nada, compartiendo mayormente las tonterías cometidas en el pasado.
Era divertido y Wukong adoro cada comentario lleno de sarcasmo que el cerdo soltaba.
Le gustaba sentarse y tomar el té con Sandy. Era relajante, porque el grandote de piel azul era pura amabilidad y nunca hacia preguntas de ningún tipo, además de que con los gatos exigentes qué ronroneaban a su alrededor, era mucho más fácil relajarse, era extrañamente cómodo.
-¿Por qué tienes tantos gatos?- no pudo evitar preguntas, con pura curiosidad, principalmente algo sorprendido ante la gran cantidad de felinos que rondaban la sala.
-La mayoría son callejeros...- contesto el de azul, tranquilo y con una suave sonrisa algo melancólica en su rostro. -...me gusta pensar que...les estoy dando un hogar cálido y feliz-
-Yo...hice algo así- confesó después de unos minutos de silencio. -La primer generación de mis monos...ellos fueron abandonando y yo...decidí cuidarlos- sonrió, suave y lleno de cariño.
-Eso es muy dulce de tu parte- sonrió y con la sinceridad emanando de cada poro de su cuerpo, el mono no pudo evitar sonreír, algo avergonzado.
Era relajante poder estar sentado en silencio con alguien, dulce y divertido mientas compartían historias sobre sus pequeños.
No supo cómo acercarse a Mei, quien parecía resentida con él por haberle hecho daño a su mejor amigo, pero tampoco la forzó, dejando que ella decidiera qué hacer por su propia cuenta.
-Cuéntame sobre Ao Lie- exigió ella un día, luciendo sería y con la espalda muy recta, como una especie de soldado, pero había una súplica presente en sus ojos.
-Eres totalmente diferente a él- no pudo evitar sonreír, divertido, viendo como la chica se relajaba ligeramente. -Ao Lie era demasiado amable, siempre creí que su abuelo abusaba de eso- soltó antes de pensarlo, ganándose la atención ajena.
-Ese viejo dragón parece ese tipo- se sentó a su lado, bufando con algo de burla, y él lo tomo como una victoria, permitiéndose divagar.
Era divertido estar con ella, especialmente cuando lograron ponerse de acuerdo para hacer bromas juntos y rieron alegremente ante las miradas llenas de enojo que se ganaron.
Pero Tang...él era una situación especial. En ciertos días, se sentaba incómodamente en la silla más alejada qué podía encontrar, intentando responder lo mejor posible las múltiples preguntas que el hombre le hacía. En otros días, lo evitaba como la peste, manteniéndose alejado y sin siquiera mirarlo, su cola moviéndose con ansiedad y con la punta de su pelaje erizado.
Y cuando estuvieron solos, sentados cómodamente en el lugar de siempre en lo alto de la montaña, MK no pudo evitar preguntar.
-Es complicado, Kid- Monkey King desvío la vista, luciendo ansioso e incómodo, su pelaje erizado. Aunque aún se veía serio y en calma, MK estaba seguro que había un ligero temblor en las manos ajena, apenas visible pero allí presente.
-Esta bien- le dio una sonrisa amable, sin molestarse por la falta de respuesta directa porque tenía la sensación de que ese tema en particular era mucho más doloroso de lo que el otro mostraba. Se movió para acercarse, apoyando suavemente su cabeza en el hombro ajeno, esperando que su simple presencia pudiera darle al mayor algún tipo de consuelo.
-...las historias mienten...- eso llamo su atención, aunque se quedo en su lugar, sorprendido y encantado al mismo tiempo al escucharlo hablar. -...Tripitaka...no era un santo...- lo dijo entre dientes, como si hubiera forzado las palabras a salir antes de pensarlo mejor.
-¿Era malo?- preguntó tentativamente, sin ser insistente, permitiendo que él decidiera continuar o callarse.
-Eso depende mucho de a quien le preguntes- bufo con el ceño ligeramente fruncido, aunque su cola se movía bruscamente, mostrando su molestia. -Para muchos, él era el mejor monje que podía existir en esa época pero para mi...- frunció el ceño, tenso. -...para mi...era un maldito bastardo...- apretó los dientes con fuerzo, temblando de ira mal reprimida.
-¿Conoces la frase "miente hasta que te lo creas"?- MK parpadeo, tardando un segundo en entender y sintiendo una ola de tristeza mientras asentía ligeramente. -Pues...- el mono pareció dudar, una lucha brillando en sus ojos dorados pero sin mirarlo aun y el menor no lo apresuró pero si se acurrucó un poco más en su lugar, arriesgándose moviendo su mano para tomar la ajena. El mono se tenso pero fue rápido en aferrarse, dándole un apretón casi doloroso, aunque MK no estaba dispuesto a quejarse. -...yo hice eso...- jadeo. -...me mentí, me obligue a hundir mi ira en lo más profundo de todo y me esforcé tanto por...- cerro los ojos, sin querer completar la frase.
-Lo hiciste para sobrevivir, ¿no?- murmuró más para di mismo, aunque aún así el dios lo escucho.
-Lo hice porque esa corona...me causaba dolor...- confesó y eso era una prueba de lo lejos que habían llegado. -...dolía...- eso sonó casi como un sollozo, su voz rompiéndose por la tensión y la repentina angustia qué lo golpeó. -...dolía tanto...- decirlo en voz alta era extrañamente liberador. MK se apresuró a soltarse del agarre, solo para poder lanzarse y abrazar al mono, su corazón roto por las palabras que acababa de escuchar, sintiendo como las manos ajenas se aferraba a su ropa para acercarlo todo lo posible. Dejo que el mayor enterrara su rostro en su hombro e ignoro la ligera humedad que se empezaba a firmar en ese lugar, acariciando suavemente el pelaje ajena y luchando para no llorar él también.
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