Ojos de Botón
Espero que les guste~
Nota: "Coraline" es una de mis pelis favoritas :3
Nota-2: Algunos dicen que comer queso a la noche causa pesadillas, no sé la razón pero quise usarlo
Nota-3: Si alguno tiene ideas para la continuación de esto, no dude en dejarlas porque a veces, se me seca el cerebro xD
MK estaba muy confundido ante la caja algo pequeña que le había llegado por correo, especialmente porque por nombre de remitente decía "Anónimo" y que para su horror, ahí estaba escrito su verdadero nombre como destinatario. Eso lo hizo tensarse, con algo de miedo e incomodada, apresurándose en dejar la caja en la mesa más cercana y alejarse un par de pasos.
-Deberías tirarlo- Pigsy se cruzo de brazos, desconfiado ante el paquete, luciendo como si quisiera quemarlo sin siquiera mirar dentro.
-¿Y si tuviera algo importante?- Tang estaba pensativo, su imaginación volando mientras toda clase de ideas venían a su mente. -¿Y si es invaluable? ¿Algo tan raro que se pueda vender para obtener mucho dinero?- sus ojos brillaron, queriendo dinero.
-Lo voy a abrir- Mei avanzo con decisión, sin querer que un simple paquete desconocido mantuviera a sus amigos tan asustados y tensos. Ignoro por completo los comentarios negativos de los demás, sacando la cinta que mantenía las solapas cerradas con facilidad y abriéndolas para ver el interior. -¿Eh?- todos aguantaron el aliento mientras la veían adentrar la mano dentro del paquete, tensos y temerosos, preparados para cualquier cosas, pero por la expresión y el puchero de ella, supieron que no era nada muy impresionante. -Esto...es un poco decepcionante- hizo un puchero. Había estado esperando lo que sea, quizás un ser de algún tipo que saltara directamente a su rostro para atacar, quizás un arma pequeña de algún tipo que de seguro estaba hechizado, incluso papeles llenos de amenazas. -Es un muñeco- se volteo para mostrar el objeto, los presentes parpadeando con confusión obvia.
-¿Muñeco?- literalmente era un muñeco, uno de trapo al parecer,
-...soy yo...- MK jadeo apenas. La lana marrón oscuro simulaba simular su cabello y que de algún modo imitaba bastante bien su peinado, junto a una cinta roja como bandana, vestido con una pequeña remera completamente blanca y los pantalones negros, el pequeño muñeco incluyendo sus zapatillas usuales y su campera favorita con el logo de Monkey King en la espalda pero, por alguna razón, lo que más llamo su atención fueron los ojos, siendo botones negros cocidos en su lugar correspondiente. Verlo directamente hizo que un escalofrió recorriera su espalda. -Esto es muy...raro- lo agarro por alguna razón, apretándolo apenas. Estaba relleno, dejándolo blando y suave al tacto, aunque aun no estaba del todo cómodo.
-La verdad que si- asintió la chica, frunciendo apenas el ceño.
-Tal vez es de una fan- comento el de anteojo, menos emocionado que al principio pero curioso ante el extraño muñeco.
-¿Qué clase de fan conoce mi verdadero nombre?- frunció ligeramente el ceño y, aunque sus deseos de tirar el extraño muñeco aun estaban presentes, sus dedos se aferraron sin su consentimiento.
-¿Una muy buena?- se encogió de hombros, no muy preocupado si era sincero, pero el chef aun no estaba tranquilo.
-Sigo creyendo que deberías tirarlo- demándenlo por desconfiar de algo así después de todos los problemas que ya habían enfrentado hasta el momento.
-Yo también- asintió ella, preocupada ante la incomodidad que podía notar en su mejor amigo. -¿Quieres que lo tire?- ofreció, porque incluso si parecía un simple e inocente muñeco, estaba molestándolo, solo haciendo que los deseos de deshacerse de esa cosa creciera.
-Yo...- dudo, tragando en seco. Había algo en los botones negros que lo ponían incomodo, como una sensación de sentirse observado de alguna manera, y no le gustaba. -...¿puedes quemarlo?- se sentía fatal ante la ligera posibilidad de que realmente no era nada más que un regalo de algún fan pero las malas sensaciones eran más fuertes.
-Por supuesto- no dudo ni pregunto, tomando al muñeco y saliendo de la tienda con MK siguiéndola de cerca. Las llamas verdosas rodearon al muñeco, este quemándose rápidamente hasta las cenizas, las cuales fueron llevadas por la brisa que estaba soplando en esos momentos y solo quedando el par de botones que no dudo en tirar en el basurero más cercano. -Listo- se limpio las manos, satisfecha.
-Gracias- por alguna razón, se sentía aliviado.
-No hay problema~- Mei sonrío, enorme y amable, rodeando al chico con sus brazos para darle un fuerte abrazo, sintiendo como él se aferraba ligeramente a ella.
Las coas fueron normal a partir de ahí, todos decidiendo ignorar y olvidar el asunto del extraño paquete, sin encontrarle ningún tipo de sentido, y aunque el día en si fue bastante tranquilo, la noche no lo fue tanto.
Sus sueños fueron extraños, con voces múltiples que le hablaban al mismo tiempo e imágenes yendo demasiado rápido para poder siquiera diferenciarlas, despertando ante la repentina sensación de caída que lo golpeo.
-Esta bien...- respiro profundo, relajándose lentamente al darse cuenta de que estaba en su departamento, recostado en su cama y que no había nada allí a lo que temer. -...sin más sándwiches de queso antes de dormir- hizo una mueca, sentándose lentamente, frotándose la cara con cansancio y mirando de reojo a su mesa de luz, los brillantes números de su reloj mostrándole que era mucho más allá de la madrugada. Prendió su velador, sus ojos tardando un poco en adaptarse a la iluminación, levantándose para ir a su pequeña cocina y tomar un vaso de agua, calmando su sed. Cuando termino, se dispuso a volver a la cama y disfrutar de las pocas horas que le quedaban, solo para detenerse en seco ante un detalle que pudo. -No...puede...ser- retrocedió un paso, temeroso.
Ahí, sobre el estante que tenía en la cabecera de su cama, estaba el muñeco, aquel que su mejor amiga había quemado frente sus ojos y que se había esforzado mucho en olvidar. Lucia nuevo, como si nada hubiera pasado, los botones negros brillantes y aunque era una tonteria, sentía como si lo estuvieran viendo.
MK decidió que no quería estar allí, no con esa cosa extraña que de alguna manera había volviendo de las cenizas, apresurándose para ponerse los zapatos y su campera favorita sin apartar la vista, retrocediendo con pasos apresurados para llegar a la puerta. Iba a irrumpir en la casa de Pigsy o quizás la de Tang, rayos, estaba dispuesto a llamar a Mei para que lo dejara quedarse con ella pero cualquier lugar era mejor que estar cerca de ese muñeco. Sus dedos apenas rozaron el picaporte un agujero demasiado colorido se empezó a abrir bajo sus pies.
-Yo y mi mala suerte...- se quejo antes de caer con un grito poco masculino, deslizándose con rapidez por el interior de aquel agujero, sin saber que el hueco por el que cayo se cerro al instante. Su departamento quedo en silencio, con solo el muñeco de ojos de botón como testigo de lo que había sucedido.
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