MK y La Muerte

Espero que les guste~

Nota: Me gusta tener la oportunidad de usar a un personaje como Muerte por alguna razón xD

Nota-2: Estoy ansiosa, porque es la primera vez que estoy tan cerca de terminar un cuarto libro, pero al mismo tiempo, me siento triste por ello T-T

Nota-3: Técnicamente, esto es una continuación del capítulo anterior, pero no quería ponerle el mismo nombre

MK nunca tuvo muchos planes concretos para el futuro. Quería publicar un cómic totalmente dibujado por su mano. Ver a su mejor amiga triunfar en lo que sea que decidiera hacer al final. Sin casamientos o hijos pero le gustaría quizás tomar el control de la tienda en cuanto Pigsy quisiera jubilarse y quizás poder ayudar a algún joven que lo necesitará.

Mucho de ello cambio cuando levantó el bastón y se convirtió en El Sucesor.

Y de alguna manera, todo eso lo lleva a donde esta ahora, en un estado fantasmal y viendo su cuerpo maltratado, haciendo una ligera mueca ante el charco de su propia sangre que solo parece extenderse bajo su cuerpo y con un herida mortal en su pecho, el cual se eleva apenas, con respiraciones superficiales y cortas. Se está muriendo y sabe que es inevitable.

Al lado de lo que pronto será su cadáver, están sus amigos. La boca de Mei esta abierta con un poderoso grito que de seguro lastimó su garganta. Sandy llora abiertamente mientras abraza a Mo, quien suelta tristes y lastimero maullidos. Pigsy esta arrodillado en el suelo, inclinado hasta que su frente toca el suelo, usando todas las maldiciones qué alguna vez le había prohibido mientras llora amargamente. Tang luce horrorizado, con lágrimas corriendo por su rostro y destellos dorados brillando en la punta de sus dedos.

Atrás suyo hay una masacre, puede escuchar los gruñidos y gritos ahogados, Monkey King de seguro destruyendo a aquel trío pero se niega a verlos, no quiere agregar eso a su lista de traumas.

No tiene muy en claro que se supone que debe hacer, además de sentirse culpable por el dolor que obviamente esta causando y entumecido por estar fuera de su cuerpo, así que simplemente se queda allí y espera a que vengan por él. Solo pasan segundos antes de que el llanto y los gritos se desvanecen lentamente, todo ruido a su alrededor apagándose, el movimiento de los presentes deteniéndose y quedando como una morbosa foto digna de una escena del crimen o de un cuadro trágico.

-Pequeño mono...- miro de reojo a su repentina acompañante. Siempre pensó, gracias a las películas y cómics, que la muerte se vería como un esqueleto de túnica negra y cuencas vacías, así que esta algo sorprendido cuando se encuentra con una mujer joven y de tez pálida, su cabello tan oscuro como la noche y largo hasta llegar a su cadera pero lo que más llama su atención son los iris perlados que le devuelven la mirada. En sus ojos no hay pena o lastima para su alivio, sino que hay una suavidad y amabilidad que lo ayudan a relajarse en su lugar.

-¿Viene por mi, Señora Muerte?- por alguna razón, sintió la necesidad de preguntar.

-Me temo que si, pequeño mono- asintió mientras daba un paso para acercarse, luciendo tranquila y amable. Su presencia es extraña de explicar pero tiene un aire suave, casi maternal de alguna manera.

-Una muerte poco digna, ¿eh?- el comentario sale por si solo, seco y triste, algo avergonzado. Había esperado morir de viejo o quizás en una pelea épica, algo así de poético.

-Hay maneras menos dignas de morir- negó Muerte. -Créeme, vengo de ver a un hombre morir ahogado por una hamburguesa- el comentario lo toma por sorpresa y no puede evitar reír.

-¿En serio?- la miro, extrañamente divertido a pesar de la rara situación.

-No hay razón para mentirte- las comisuras de sus labios se inclinan ligeramente hacia arriba, en una sonrisa divertida y él suelta una carcajada.

-N-No hay nada gracioso en morir pero...- MK lucha para dejar de reír, porque se siente como una burla hacia la muerte de alguien, pero no puede. Su carcajada continúa hasta las lágrimas y solo entonces, su voz muere, rompiéndose en un sollozo lleno de dolor y tristeza. No esperaba poder llorar en su estado fantasmal pero hay algo liberador en ello. -...lo siento...lo siento tanto...- no sabe con quien se está disculpando pero las mismas palabras se repiten y solo se detienen cuando una mano acuna su mejilla. Esta fuera de su cuerpo pero aun puede sentir el amable contacto.

-Esta bien llorar...- susurro ella, mirándolo cok tristeza y entendimiento. -...no hay necesidad de disculparse- eso solo lo hace querer sollozar más pero se abstiene, apoyándose en el toque ajeno. Muerte es más amable de lo que esperaba.

-¿Puedo pedir algo? Como último deseo- se siente surrealista lo que sucedió pero mira de reojo su cuerpo y eso es lo que le recuerda que todo es real. Se está muriendo, es solo cuestión de tiempo. Ella asintió, acariciando suavemente su mejilla. -¿Podemos irnos a otro lado?- puede sonar egoísta pero no quiere ver a sus amigos destrozados por el dolor antes de irse.

-¿A donde te gustaría ir, pequeño mono?- él susurra la respuesta y pronto, se encuentras sentados en medio de la nada, sobre el pasto verde y corto, con hermosos y crecidos girasoles a su alrededor.

-Siempre me gustaron los girasoles...- murmuró, más que nada para llenar el silencio. -...son hermosas, una razón más por la que el amarillo es mi color favorito y me recordaban al sol-

-Son hermosas. Aunque, las rosas también me gustan, vienen de muchos colores- una comentario extraño pero que suena sincero. Se mantienen en silencio por unos segundos, viendo los girasoles mecerse suavemente por el viento que sopla y aunque no tiene muy en claro cuanto tiempo pasa, algo en él se rompe.

-...soy un desastre...- sollozo. -Nunca pensé mucho en el pasado, me negué a hacerlo. No me importaba el cómo llegue hasta Pigsy, yo solo estaba tan agradecido por ello, por poder tenerlo en mi vida y tener la oportunidad de conocer a sus amigos- quería golpearse a si mismo. Debía haberlo pensado en su pasado, en su repentina y extraña presencia, en su falta total de recuerdos más allá del momento en el que estuvo parado frente a aquella tienda. -No tuve un nacimiento, no fui un bebé, tampoco fui un niño, ni siquiera tuve padres o abuelos emocionados por mi, yo solo...era una creación...- apretó los puños con fuerza. Era una creación, una que nació de una piedra y de alguna manera, termino oculto en la gran ciudad, sin recuerdos de nada y sin ningún tipo de conocimiento. -...un reemplazo...uno que ni siquiera pudo cumplir con eso-

-Es difícil ser el reemplazo de alguien como Wukong, especialmente porque nunca morirá- él la miro de reojo. -Quiero decir que...no creo que tu existencia sea para cumplir con un reemplazo-

-Lo que es peor...existo para lastimar a todos a mi alrededor- escupió la frase, triste y enojado al mismo tiempo. Causo muchos problemas, casi provoca la destrucción de la ciudad y la muerte de miles de personas más de una vez, metió a sus amigos en problemas y en situaciones demasiado cercanas de morir.

-Existes para cambiar el destino de los demás- Muerte lo corto, algo brusca, sin siquiera parpadear cuando el menor se volteo a verla. -Piénsalo, pequeño mono- hablo con tono amable. -Llegaste a Pigsy en el mismo año en el que perdió a su madre, lo ayudaste a sobrellevar el duelo y le diste una razón para despertar cada día. Le pediste a Tang historias cuando nadie más parecía querer escucharlo, lo impulsaste a seguir leyendo para tener más que contarte. Arrastraste a Mei a ese lugar de juegos luego de una pelea con sus padres, la ayudaste a romper algunas reglas y a encontrarse a si misma- no hay duda en sus palabras. -Le diste más amigos a Sandy, a parte de sus gatos. Obligaste a Wukong a salir de su jubilación auto-impuesta, para enfrentar lo que había dejado atrás. Le diste otra oportunidad a Macaque, para que aprendiera que se sentía tener amigos-

-¿Cómo sabes todo eso?- se siente extraño al escucharla, sin haber pensado en todo aquello. La culpa aun esta presente, y no cree que se desvanezca pronto, pero al mismo tiempo, esta orgulloso de si mismo por haber podido ayudar en algo.

-Soy la Muerte...pero no soy ciega- tarareo, suave y tranquila. -Me gusta ver a ciertas almas crecer- siente que él es una de esas, incluso si no tiene muy en claro si tiene un alma.

-¿Qué va a pasar ahora?- porque incluso si no esta completamente muerto, porque aun puede sentir una conexión algo lejana y débil con su cuerpo, esta seguro que ni siquiera Monkey King podría recuperarse de una apuñalada así.

-Esa es tu decisión- ella lo miró, sería. -Puedes irte conmigo o volver para seguir con tu vida, puedes elegir-

-¿En serio...puedo volver?- había esperanza creciendo en su pecho.

-Eso lo decides tu- MK tarareo, asintiendo, volviendo a mirar las flores una vez más. Ya tiene una decisión en mente pero quiere disfrutar de la paz un poco más.

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