En tu Lugar #2
Espero que les guste~
Nota: Mi cerebro se seco xD
MK se mantiene muy quieto en su lugar, sentado en el suelo y apoyando su espalda contra la puerta, apretando los labios con firmeza mientras escucha y siente como alguien golpea la puerta con fuerza, reclamando su presencia...bueno, no exactamente la suya.
-¡MK, más te vale que ya estés despierta o te despido!- esa voz, llena de una orden clara que debía bajar para empezar su turno, suena diferente. Es femenina, eso y el hecho de que su cuarto no se veía exactamente como siempre, le da una pista bastante buena de que no esta en su mundo. Las sabanas de la cama son rosas, con una bonita colcha de color claro y con estampado de durazno, Momo sentado en la mesa de luz junto a un reloj despertador y un velador de color blanco. Hay una falda y un vestido dejados sobre la silla que esta en una esquina, con lo que esta bastante seguro que es un corpiño deportivo gris pero lo que más llama su atención son las fotos en la pared, una de ella mostrando a quien esta seguro es la dueña de este lugar.
-Espero que ella este bien- piensa con algo de preocupación. En serio espera que ella estuviera en su lugar, segura con sus amigos.
-¡MK!- se sobresalta, sudando en seco. Al menos sabe que su versión de allí va por el mismo nombre.
-¡Y-Ya voy!- su voz se rompe pero al menos, recibe un suspiro como respuesta, pudiendo escuchar sus pasos alejándose. Respira profundo, armándose de valor, antes de decidir levantarse y salir, agradecido de haber podido cambiarse a su ropa usual antes de que el extraño cambio hubiera sucedido. Bajo a paso lento y llego a la tienda, apenas pudiendo notar que no había ninguno tiempo de cambio antes de sentir un par de miradas sobre su persona.
-No eres MK- supone que es la versión de Pigsy en este mundo, aunque es es femenina, con curvas apenas visibles gracias al uniforme de cocinera y a su baja estatura, con gruesas y visibles pestañas, con cabello oscuro y atado en un rodete alto para que estuviera fuera de su vista. Tiene el ceño fruncido, más confundida que molesta para ser sincero.
-No soy tu MK- sonrió con nerviosismo, especialmente al notar que tiene una cuchara de madera en mano. No quería recibir un golpe tan temprano. -Creo...que cambiamos lugares- o al menos, eso pensaba.
-Esa niña y su mala suerte- dejo escapar un largo suspiro.
-Vaya...- se sobresalta cuando de repente hay alguien invadiendo su espacio personal, sintiéndose observado. Tiene pestañas oscuras tras los anteojos de marco redondo, con un suave y muy ligero maquillaje por lo que puede notar, su cabello oscuro y largo mantenido arriba gracias a un rodete que parece mantenerse en su lugar con un palo muy raro. -...es increíble el parecido que tienen- murmura, luciendo curiosa y él no puede evitar reír ligeramente. Es otra versión de Tang, esta seguro de eso.
-Gracias- lo iba a tomar como un cumplido. -Entonces...¿Pigsy y Tang?- solo quería poder ponerle nombres a sus rostros.
-Mi nombre es Thalía en realidad- la de anteojos al fin retrocedió para volver a sentarse donde había estado, sonriendo ligeramente, amable de alguna manera.
-Un placer conocerlas- sonrío, aliviado de que ellas se estuvieran tomando lo del cambio tan tranquilamente.
Se dispone a cubrir su turno, incluso si realmente no es suyo, pero es entretenido. Pigsy es tan estricta como esperaba pero es lindo verla sonreír al servir sus fideos, riendo entre dientes cada vez que puede verla golpear la mano de Thalía cuando esta intenta robarle algo más de comida.
Cuando su turno termina y esta ayudando a limpiar la tienda, alguien más entra a pesar del cartel de cerrado que hay enfrente.
-Vaya, Pigsy no estaba mintiendo- se detuvo en seco ante la voz masculina y lentamente se volteo, sus ojos brillando con emoción. El peinado era básicamente el mismo, incluso con los mechones largos a cada lado de su rostro con tonos verdes, aunque el flequillo es reemplazado con un mechón largo que cae por encima de uno de sus ojos y tiene una sola coleta.
-¡Mao!- sonrió, había estado tan emocionado de conocer a la otra versión de su mejor amiga. -¿Te importa si...?- hizo un gesto con una sonrisa tímida.
-Los abrazos siempre son bienvenidos- guardo su teléfono a favor de abrir los brazos con una sonrisa divertida, algo que lo hace sonreír, abalanzándose para abrazarlo. Es ligeramente más alto y su perfume es fuerte pero es tan familia y reconfortante la manera en la que aquellos brazos fuertes lo envuelven que no puede evitar derretirse en el tacto.
-Yo también estoy aquí- y ahí es cuando ve la chica de cabello rojizo, el cual estaba atado en una coleta baja. No puede evitar mirarla por unos segundos, sorprendida de poder verla, antes de sonreír.
Se queda un rato, entretenido y contento de ver como ese extraño par se lleva tan bien como en su propio mundo pero decide irse, yendo directamente a aquel gran barco al que tiene mucha curiosidad.
-Hola, pequeño- la versión de Sandy de este mundo es tan alta y musculosa como se esperaba, incluso puede decir que hasta tiene el mismo peinado pero sin la barba espesa, pudiendo mostrar abiertamente su gran sonrisa y sus labios pintados de rojo, vistiendo como si estuviera por irse al gimnasio. A su lado, esta la versión de Mo, igual al que conoce pero siendo un perro para su sorpresa.
-¿Te gustan los perros?- se siente como una pregunta estúpida pero la hizo antes de pensarlo.
-¡Los amo!- se inclina para acariciar a su mascota a su lado, el perro luciendo animado ante la gran mano azul que le brinda cariño. Es amable y tan suave como se esperaba, mostrando siempre una sonrisa mientras lo guía dentro de su casa y le presenta a sus múltiples perros, jugando un rato con ellos incluso.
Cuando sale, dispuesta a ir a ver a cierta diosa, se detiene en seco al notar una figura que sale de su sombra.
-Hola, cariño- parpadea un poco ante ella. Es Macaque, aunque esta versión tiene el cabello oscuro largo, atado en una bonita trenza y con su traje de pelea ceñido al cuerpo, resaltando sus curvas.
-Oh...- se siente un poco tonto porque aunque había esperado verla, aun lo toma por sorpresa.
-¿Sin palabras?- enarco una ceja, su sonrisa agrandándose mientras se cruza apenas de brazos.
-Eres bonita~- sonrío, contento al verla sorprenderse y disfrutando la ligera risa que viene después, lucia encantada al final de todo.
Y entonces, le queda una última parada, la que más lo llena de nerviosismo por alguna razón. La montaña donde su maestro vivía no se veía muy diferente, tan brillante y bien iluminada como siempre, luciendo casi como una especie de paraíso, siendo los ligeros chillidos de monos
-Oh...por mis...duraznos...- y ahí esta ella, con su cabello castaño atado en una coleta alta y cintas blancas rodeando sus pechos por el momento, sus ojos dorados grandes y brillantes que lo miran con asombro.
-¡Hola!- su voz es lo que hace que reaccione y apenas puede quejarse cuando es repentinamente alzado en un efusivo abrazo, pudiéndola escuchar soltar arrullos de lo adorable que era y viendo su cola moverse con felicidad obvia.
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