Atados #3

Otro cap solo porque puedo xD

Espero que les guste~

Nota: ¿Vieron el final? ¿Cómo se sintieron con eso? Yo estoy medio triste al pensar que la serie terminó tan rápido la verdad

La cosa del anillo y la corona dorada fue extraño al decir verdad y ninguno de los familiares de MK supo que decir exactamente en su momento. Claro, Tang los lleno de preguntas, Pigsy le grito por tomar decisiones sin pensar pero al final le dijo que estaba orgulloso de lo que había hecho, Mei solo los miro con ojos brillantes y toco ligeramente las nuevas goyas. A pesar de lo raro de toda la situación, todos lucían dispuestos a ayudar en lo que pudieran.

Adaptarse a la repentina y extraña unión era la parte más difícil al parecer.

El primer incidente que tuvieron fue en un día normal de trabajo, con el restaurante lleno y muchos pedidos acumulándose en la mesada, Macaque sentado en una de las sillas con toda la tranquilidad del mundo y viendo con diversión a MK tropezar en su apuro por entrar, apenas logrando no besar el suelo.

-¡MK, más te vale que entregues esos pedidos ahora mismo!- gruño Pigsy, molesto como siempre, agitando su cuchara de madera como una amenaza.

-¡Son muchos, dame algo de tiempo!- chillo el chico, cansado de solo ver el montón de ordenes que se habían acumulado. Era mucho y él era uno solo.

-Ya lo escuchaste Kid, apúrate- el mono sonrío con burla.

-¡Ayúdame en vez de burlarte!- frunció el ceño, sin estar realmente molesto. No fue una orden, en serio que no lo fue, pero de repente, la corona que rodeaba la cabeza del mono brillo, levantando su mano y chasqueando los dedos, una sombra formándose bajo el montón de pedidos de repente y llevándose todo, dejando dinero en su lugar. Pigsy miró el dinero y luego la expresión de pánico en el rostro del menor, haciendo una ligera mueca. Tomo el dinero para guardarlo, dándole la espalda al par, decidido a dejarle unos minutos al chico.

-Ho...- parpadeo, luciendo sorprendido, la corona dejando de brillar. Eso si que no se lo esperaba.

-¡¿Eso conto como orden?!- miro al demonio con pánico, tan sorprendido como él. -¡Lo siento mucho!- no quería dar ordenes, no quería obligar al mono a hacer nada que no quisiera pero lo había hecho, sin querer pero había sucedido.

-Hey Kid, relájate...- Macaque fue rápido en agarrar la muñeca ajena y acercarlo ligeramente, intentando calmarlo. Estaban llamando la atención de los clientes y eso no era algo que quisiera. -...no lo hiciste a propósito, no hay rencor- aseguro con tranquilidad. No estaba molesto, solo sorprendido, eso lo había tomado por sorpresa. MK lo miro con ojos llorosos, sintiéndose culpable aún pero un poco mejor.

-Igual...lo siento...- se inclino, apoyando su frente contra el hombro del mayor y como a este el contacto amable era relativamente nuevo, solo pudo palmear torpemente la espalda del menor, susurrando un incomodo "ya, ya, ya". Todavía se están adaptando.

El segundo incidente sucedió en un día más tranquilo, con Macaque meditando en el suelo que había obligado al chico a limpiar y con MK cambiado con ropa limpia después de una relajante ducha. Se estaba secando el cabello cuando vio algo moverse por el rabillo del ojo.

-¡Araña!- grito con pánico, escuchando puerta abrirse de golpe y moviéndose rápidamente para esconderse tras el mono, quien recorrió el baño con los ojos, haciendo una mueca al ver al arácnido subiendo lentamente por la pared.

-Que asco...- bufo, a diferencia del chico, él odiaba las arañas. MK se acurrucó contra la espalda ajena, apenas asomándose pero volviendo a esconderse al ver a aquella cosa con ocho patas todavía en su pared.

-¡Es horrible y enorme!- les temía y mucho. -¡Sácala de aquí!- fue más una súplica pero la corona del mono igual brillo, alzando su mano para hacer aparecer una sombra bajo la araña y haciéndola desaparecer, mandándole lo más lejos posible.

-Listo- hizo un gesto, su corona dejando de billar, sin parecer molesto por el pequeño accidente.

-¡Lo siento!- el castaño no tardó en chillar, dándose cuenta de lo sucedido ¡No había sido una orden, en serio que no! Macaque solo suspiro, escuchando como balbuceaba disculpas y entonces, noto el cabello ajeno. Estaba caído, despeinado y húmedo. Hizo una mueca, eso era un desastre.

-Si, si, si. No hay rencor, Kid- agarro la muñeca del chico y lo arrastró fuera del baño, obligándolo a sentarse en el suelo mientras él se estaba sobre la cama y justo detrás. Empezó a arreglar el cabello castaño, desenredando los nudos con suavidad y tranquilidad, logrando calmar al mismo tiempo al chico, quien abrazo sus piernas contra su pecho y cruzando los brazos sobre sus rodilla para apoyar allí su rostro, repentinamente adormilado. Macaque tarareo, bueno, al menos eso detuvo las disculpas.

Muchos de los incidentes siguientes fueron a causa de Mei, quien parecía extrañamente entusiasmada y divertida con toda la situación. Uno de los primeros fue durante un día tranquilo, cuando ambos estaban saliendo y pasando el tiempo justo, cuando de repente ella lo arrastró a un parque cercano y lo miró con ojos brillantes.

-¿Qué?- le devolvió la mirada, sin entender del todo.

-Llamalo- sonrió.

-¿A quién?- se sentía tan perdido en esos momentos.

-A Macaque, llámalo- hizo un gesto, luciendo emocionada.

-¡¿Qué?! ¡No!- fue rápido en negarse, frunciendo ligeramente el ceño. -No voy a llamarlo- se cruzó de brazos. -Esta cosa no es un juego- tocó el anillo dorado que rodeaba su dedos, ligeramente nervioso. -Mei-Mei, no voy a llamarlo-

-¡Vamos MK, es por la ciencia!- chillo ella con un puchero. -Tenemos que saber si puedes llamarlo desde cualquier lugar- empezó a pinchar los costados de su amigo con sus dedos, riendo al ver cómo él se retorcía e intentaba alejarse. -¡Llámalo! ¡Llámalo!- canturreo con ánimo, sin detenerse cuando él cayó al suelo y se acurrucó, parándose sobre él y sin detenerse, riendo alegremente. MK rio, intentando cubrirse, sin poder hacer nada contra los ataques ajenos.

-¡M-Macaque!- logró chillar entre carcajadas. Un destello dorado hizo que ambos se detuvieran en seco y en un párpado, Macaque estaba allí, mirándolos con confusión y curiosidad.

-¿Que rayos está pasando?- se cruzó de brazos.

-¡Fue su idea!- MK señaló a su amiga rápidamente, mostrando una sonrisa apenada.

-¡Funcionó!- Mei alzó las manos con una gran sonrisa, sin lucir arrepentida. -¡Por la ciencia!- rio, MK retorciéndose en un triste intento de pararse. El mono sólo pudo suspirar con resignación, ese par sí que era raro.

Una de las primeras veces que uso su extraña conexión a propósito fue en medio del miedo. Se había encogido por accidente y había caído por las cañerías, llegando a la guaridas de las arañas. Escapó, solo para intentar ayudar a una pequeña niña que parecía estar perdida pero...resulto no ser exactamente una niña. Corrió, lejos de ella y de su extraña armadura, sintiendo frío y un fuerte dolor de cabeza. Se abrazo a su mismo, solo deteniéndose cuando sintió que estaba lo suficientemente lejos. No sabía cómo volver y tampoco quería ir por donde vino si eso significaba volverla a ver. Se sentía mal por lo que estaba por hacer pero en serio quería salir de allí, lejos de ella y de las arañas.

-Macaque...- llamó y como las veces anteriores, un destello dorado y el mono estaba allí, dándole la espalda.

-Escucha Kid, si tu y tu amiga están haciendo algo por la ciencia otra vez, les juro que...- se volteo y se detuvo en seco. El chico se veía cansado y aterrado, abrazándose a sí mismo y temblando visiblemente, mirándolo con los ojos bien abiertos. -MK...- dudo pero terminó por apoyar su mano contra la nuca ajena, viendo como se estremecía pero no quito la mano, sintiendo como el menor de apoyaba en el toque. El chico siempre parecía calmarse más rápido con contacto físico, raro pero útil. Se acercó, apoyando su frente contra la ajena, esperando poder ayudar al menor de alguna manera. No iba a preguntar, no por el momento.

-Quiero irme a casa, por favor- se acercó para acurrucarse contra el mayor, dejando escapar un suspiro de alivio ante la calidez ajena.

-Da la orden, Kid- lo rodeo con sus brazos, abrazándolo con algo de torpeza pero manteniendo un firme agarre.

-Vamos a casa- MK ordenó después de un segundo de duda, ambos hundiéndose en una sombra para volver al departamento del castaño, donde en mono lo dejó acurrucarse contra él hasta que decidiera hablar.

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