Capítulo 24: ¡Imposible!

Muchos peces comienzan a nadar de un lado a otro, metiéndose dentro del castillo sin importarles nada. 

— ¡Cuidado Jazz! —grita Alec justo antes de que un pez me golpeara en la cabeza. Siente que el mundo me da vueltas e incluso me comienza a doler la cabeza por el repentino y fuerte golpe. Estoy a punto de caerme pero Alec me sostiene. Cuando logro recobrar el equilibrio, me suelta lentamente verificando que no vuelva a marearme.

— ¿Qué está pasando? ¿De qué escapan? —pregunto yo confusa. Alec se encoje de hombros. Salimos de la habitación y nos asustamos al encontrar las cosas tiradas por el piso y todo roto por todos lados. Estoy a punto de girarme para decirle algo a Alec cuando una explosión estalla cerca nuestro, enviándonos lejos de donde estábamos parados. El golpe de mi cabeza contra el duro piso logra que se nuble mi vista. Trato de moverme, de abrir los ojos... pero no puedo. Al rato, el cansancio me vence y quedo inconsciente siendo consumida por la intensa oscuridad. 

(...)

Abro los ojos lentamente. Frente a mí aparece un Alec completamente serio.

— ¿Jazzlyn? ¿Te encuentras bien? —pregunta con un tono grave.

¿Jazzlyn? Él jamás me llama por mi nombre completo...

—Emm sí —respondo confusa aún—. ¿Qué ha pasado? 

—Hubo una explosión. Creo que no estamos solos... —dice observando el lugar— Ven, vamos a buscar a los demás.

Asiento y lo sigo por un largo pasillo. Cuando encontramos la sala principal, donde se encontraba la anterior fiesta en la que estaban todos, no puedo creer lo que veo. Todo, absolutamente todo, está destruido. Paredes rotas y objetos destruidos esparcidos por el piso. A lo lejos, puedo ver nadar a toda velocidad a Ethan en nuestra dirección. Y no está solo, a su lado lo acompañan Evan, Ezra y la Elfa con su espada en mano llena de... ¿Eso es sangre? Abro los ojos de par en par.

— ¡Aquí están! ¡Por fin! Los buscamos por todos lados... —dice Ezra suspirando aliviado— Tenemos que irnos, ¡Ahora! —yo solo puedo observar la espada de Sylvana.

—Tuve que luchar con algunos por allá... no te asustes, no los he matado —dice ella notando mi mirada y poniendo los ojos en blanco—. Solo los he dejado gravemente heridos... —murmura luego pero más bajo. Luego suelta una pequeña risilla malvada y la miro acusatoriamente. 

Todos seguimos a Ethan en busca de Yasmina y Emma, que según él, las ha dejado en otra habitación ya que Emma estaba herida. 

Ay prima, ya voy por ti. Solo aguanta...

— ¡Suéltame! ¡Suéltame de una vez maldito lunático! —grito yo con desespero. Me retuerzo para todos lados buscando que me suelte pero es imposible, me tiene bien agarrada por la cintura y es muy fuerte para mí.

— ¿Puedes quedarte quieta mocosa? —pregunta con furia. Me lleva a la fuerza hasta otra habitación. Cuando entramos, me zafo de su agarre y le golpeo con mi codo en la cara. De su nariz comienza a salir mucha sangre y trato de huir por algún hueco que haya por ahí. Observo la puerta, está bloqueada por él. Si intento escapar por ella, será cuestión de segundos para que me agarre y me tenga en su poder de nuevo. Miro detrás de mí. ¡Eso es! ¡La ventana! Pienso al verla a tan solo un par de pasos de mi. Corro hasta ella y trato de abrirla pero no puedo. 

¡Mierda! ¡Está atascada!

Sigo intentando, tratando de abrirla pero no puedo. Me desespero de nuevo cuando por el rabillo del ojo lo veo que ya se ha recuperado de mi golpe y viene en mi dirección. Una sonrisa macabra surca su rostro. Me doy la vuelta temiendo que me haga daño o aún peor... me mate.

Pero no tengo tiempo de pensar en las mil formas en las que podría matarme cuando una jarra de vidrio golpea su cabeza desde atrás. El hombre cae inconsciente al piso y observo a mi salvador frente a mi.

— ¡Taylor! —grito de alivio y corro a abrazarlo. Él me corresponde el abrazo y acaricia mi cabeza suavemente con intención de tranquilizarme.

—Emma... tenía tanto miedo de que algo te sucediera... —dice él asustado. Toma mi cara en sus manos y limpia las lágrimas que inconscientemente se me habían escapado. Su mirada baja por unos segundos a mis labios pero rápidamente vuelve la vista a mis ojos y sacude su cabeza al darse cuenta de lo que ha hecho. Luego me suelta algo incómodo y mira hacia la puerta. Aclara su garganta antes de hablar mientras un leve sonrojo sube a sus mejillas— Tienes roto el labio, perdón... —responde algo titubeante. Luego cambia deliberadamente de tema—. Tenemos que buscar a los demás —asiento y juntos pasamos por encima del señor que quería llevarme y caminamos juntos en dirección al gran salón, olvidando de un segundo a otro la escena de antes. Cuando llegamos, a lo lejos veo a Yasmina luchando con su lanza con uno de los sujetos misteriosos que nos buscan. En la otra dirección podemos observar a los demás chicos. Taylor me presta su hombro para apoyarme sobre él, ya que todavía me duele el abdomen, en la zona de la espalda y me cuesta caminar por mi propia cuenta. Observamos asombrados como la Elfa levanta su arco con una flecha y dispara en la dirección en donde estaba luchando salvajemente Yasmina contra el otro señor. Aún desde la lejanía, la flecha atraviesa el mar y da justo en la espalda del enemigo. Yasmina abre la boca sorprendida cuando el hombre cae hacia atrás. Todos caminamos velozmente al centro del salón.

—Ya lo tenía controlado —replica Yasmina enojada hacia Sylvana. 

—Si a eso le llamas tenerlo controlado... —contesta ella irónicamente. Jazz corre a mi y me abraza por el cuello. Me revisa de pies a cabeza preocupada.

— ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? 

—Nada grave, solo me duele aquí —digo señalando mi abdomen justo antes de soltar un quejido al sentir ese profundo dolor de nuevo. En eso, escuchamos gritos y más explosiones en la lejanía que nos ponen los pelos de punta. Poseidón aparece frente a nosotros de repente y todos nos asustamos por la sorpresa.

— ¡Tienen que irse! ¡Nosotros nos encargaremos de esto! —dice antes de apuntarnos a todos con su tridente y que una luz cegadora saliera de éste en nuestra dirección. Cerramos los ojos por lo intensa que es. Cuando volvemos a abrirlos, nos encontramos en tierra de nuevo, como si jamás hubiéramos bajado al océano.

— ¿Ya está? ¿Así sin más? —pregunta Taylor sarcástico— ¡¿Por qué no ha hecho eso antes?! ¡Nos evitábamos todo el drama! —refunfuña exasperado. Me giro hacia los chicos pero el dolor en mi abdomen regresa y me doblo a la mitad con una mueca de fastidio. El dolor y la incesante punzada logran derribarme y caigo arrodillada sobre el césped.

— ¡Emma! —grita Jazz para luego ponerse a mi lado— ¡¿Qué tienes?! —pregunta asustada.

—Espera... no te esfuerces, recuéstate...—me dice la voz tranquila de Evan. Esperen... ¡¿Evan?! ¡Pero si son tritones! ¿Qué hacen en tierra?. De todas formas, evito ese hecho cuando el dolor me vence y hago lo que me dice.

—Me duele... —murmuro entre quejidos. Cuando ambos bajan la vista a mi abdomen abren los ojos con sorpresa. 

—Wow... Emma, tienes una herida aquí y es profunda —dice Evan con horror—. ¿Te has golpeado con algo? ¿No lo sentiste cuando te cortaste? —hago memoria de todo lo que pasó y recuerdo algo. Cuando me levanté luego de la explosión, comenzó a dolerme la espalda muy intensamente, en la zona de abajo. Quizás algún vidrio me lastimó en la caída.

—Solo me dolía, no sabía que me había cortado —digo entrecortadamente. Él asiente y mira a los demás.

—Hay unas piedras curativas que podrían tratar su herida, pero necesito que alguien me acompañe... —dice él en voz alta. Su hermano gemelo le apoya la mano sobre el hombro.

—Tranquilo, yo te acompaño hermanito —dice Ethan con entusiasmo. El otro asiente no muy convencido y se marchan. Jazz se encuentra a mi lado en todo momento. Al rato, ambos vuelven y me colocan las piedras sobre la herida. Las piedras comienzan a iluminarse con una luz azul brillante. Jazz se levanta y se va junto a Alec, que extrañamente se encuentra muy serio. Ella se acerca para darle un pequeño beso en los labios pero él corre el rostro hacia el otro lado y la mira confundido. ¿Qué diablos le sucede? ¿No era que la quería con todo su corazón y que se moría por besarla? Algo extraño está pasando aquí, eso no es común de Alec. ¿Dónde están las bromas para aligerar el ambiente? ¿Y el brillo en sus ojos al mirar a Jazz?.

¿Soy solo yo o Alec está actuando muy raro?


Algo en mí se rompió cuando él corrió la cara, lejos del necesitado beso de cariño que quise darle. Realmente me dolió ver que sus ojos me miraban con indiferencia y con una frialdad jamás antes vista en él.

— ¿Qué te sucede? —le pregunto confusa y dolida. Él mira detrás de él buscando algo o alguien y luego se gira mirándome con el ceño fruncido.

— ¿Me hablas a mi? —pregunta él señalándose incrédulo.

—Claro que te estoy hablando a ti, ¿A quién más? —le pregunto confundida. Desde que desperté de la inconsciencia que él no ha soltado ni una sola palabra. Y eso no es nada normal en Alec.

¿Acaso pasó algo mientras estaba inconsciente?

Ahora es mi turno de mirarlo con el ceño fruncido. Cuando la herida de Emma termina de curarse, comenzamos la marcha rumbo a Ryu, para poder montarnos en él y buscar la siguiente pista. Yo voy al frente, mientras Taylor y Ethan ayudan a llevar a Emma, colgándola de su hombro para que no tenga que hacer mucho esfuerzo.

—Esperen, ¿Podemos ir al lago antes? Ethan y yo tenemos que llenar nuestro collar —advierte Evan y yo asiento. ¿Se preguntarán por qué me lo tomo tan bien eso de que ellos tienen piernas en vez de cola y están en tierra firme, no? Pues, se los explicaré: ellos nos contaron que las sirenas y tritones de aquí, son capaces de salir del agua y andar con naturalidad por la superficie, con un collar en forma de caracol en su cuello, que según ellos, si lo llenas de agua, la magia que posee el collar logra hidratarte el cuerpo completo y darte las piernas, para ellos se siente como estar en el agua solo que con piernas. Además los chicos se ofrecieron para acompañarnos en nuestra aventura. En realidad, prácticamente fueron obligados a acompañarnos ya que Poseidón los mandó a la tierra con nosotros y ellos lo tomaron como que él tenía la intención de que nos acompañaran en nuestra búsqueda.

Seguimos a los gemelos hasta el lago y ellos se agachan para llenar sus collares con más agua. Ellos nos dijeron que tienen que llenar el caracol cada 24 horas o podrían morir asfixiados y ni nos enteraríamos. Observo a los demás y todos se encuentran metidos en sus propios pensamientos. Taylor habla con Emma y la ayuda a sostenerse, Yasmina mira feliz sus piernas y su gran cuerpo, —según nos informaron, lo que sea que hayan utilizado para estar en tamaño normal, dura por al menos un día— Ezra observa a Alec con el ceño fruncido y Alec se encuentra cabizbajo en el fondo de todo, mirando hacia otro lado. ¿Qué le sucede a Alec? Está muy raro...

Trato de llamar su atención y lo saludo con mi mano cuando nuestras miradas se conectan, sonriéndole con cariño. Él ni siquiera me saluda de regreso y mira hacia otro lado. Yo bajo mi mano lentamente y mi sonrisa desaparece con ella. 

¿Es que acaso ya no me quiere?

En eso, algo prácticamente imposible pasa. Un Alec sale de la nada y le pega en la cara al que hace un rato me ignoró. ¡¿QUÉ MIERDA?! ¡Hay dos Alecs!

— ¡¿Qué mier...?! ¿Alec? —pregunta Taylor incrédulo. Ni él se cree lo que está viendo. Y les juro que yo tampoco.

— ¡Maldito! ¡Quítate mi bello rostro de tu asquerosa cara! —grita uno de los Alecs antes de abalanzarse sobre el otro. ¡No puedo creerlo! ¡Literalmente hay dos Alec exactamente iguales! ¡¿Acaso el golpe en la cabeza me afectó y estoy viendo doble?!. Ambos Alecs comienzan a pelear. Uno le propina una golpiza al otro con un derechazo y éste cae al piso. Al final quedan ambos en el suelo, dando vueltas y golpeándose al mismo tiempo.

— ¿Tu también ves dos? —pregunto en un murmullo a Taylor sin dejar de observar esa alocada pelea ni por un segundo.

—S-si —contesta él tartamudeando.

Cuando me canso de la pelea y de ellos gritándose entre sí, agarro el arco y flecha de la elfa y lo levanto en alto.

— ¡Basta los dos o disparo! —grito yo amenazante.  Ambos se detienen y me miran. Me quedo de piedra al observar a los dos totalmente iguales sin ninguna diferencia. Voy apuntando al uno y al otro varias veces con indecisión y duda... ¿Cómo sabré a quién disparar?— ¿Quién de los dos es Alec?

— ¡Yo soy! —grita uno de ellos y a los segundos el otro se le suma.

— ¡Claro que no! ¡Soy yo! 

Ay mierda, ¿Y ahora qué hago?... ¡Esperen! Tengo una idea. Espero que funcione...

—Muy bien, haré una pregunta y el que responda bien será el verdadero Alec... —ambos asienten y tragan en seco con miedo de ser al que le disparen— Aquí va la pregunta: —digo lentamente y ellos vuelven a asentir expectantes— ¿Qué pasó aquel día cuando cuando llegué llorando al colegio luego de que Michael me dijera que jamás estaría con alguien como yo? —pregunto y uno de los dos sonríe antes de contestar.

—Te dije que él no valía la pena y que yo estaría siempre junto a ti —ahora es mi turno para sonreír. Miro al otro que no contestó y sonrío en su dirección.

—Tu eres el verdadero Alec —digo justo antes de dispararle al que me ha contestado aquello. Luego bajo el arco y la flecha y me acerco al otro y lo abrazo por el cuello. Luego me separo y hablo para el otro Alec impostor—. Yo jamás fui rechazada por ningún chico porque solo amo a uno —digo victoriosa antes de besar al verdadero Alec. Mi Alec. Solo mío. Él me corresponde el beso y sonríe en medio del beso. Al rato cuando nos separamos y le sonrío realmente contenta, después vuelvo a girarme—. Y para tu información, no conozco a ningún Michael —le aclaro yo con diversión y el verdadero Alec se ríe de nuevo antes de volvernos a abrazar con fuerza. Él recarga su cabeza en mi hombro y habla en mi oído.

—Yo también te amo, Botoncito.

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