Único


El Gran Premio de Mónaco era el evento más importante del año para Charles Leclerc.

No solo corría en casa, rodeado de su familia y amigos, sino que tenía un motivo especial para intentar ganar; quería dedicarle la victoria a su Omega, Pablo Gavira, que estaba en el noveno mes de embarazo.

Gavi había insistido en estar presente, y aunque Charles pensaba que lo mejor era que su omega estuviera en la comodidad de su casa con el aire acondicionado prendido, éste es el ser más testarudo del mundo.





Charles estaba en tercera posición, peleando por adelantar a Verstappen, cuando la radio interrumpió su concentración.

—Hay un traslado médico desde el paddock, no puedo confirmar detalles, pero podría tratarse de tu familia.

El corazón de Charles dio un vuelco.

—¿Quién es? ¿Qué pasó? —Preguntó con urgencia, sus manos apretando el volante como si pudiera exprimir respuestas de él.

—Todavía no tenemos detalles, Charles, concéntrate en la carrera.

Pero Charles no podía concentrarse, su instinto le decía que algo no estaba bien.

Cuando su ingeniero no le respondió de inmediato, lo supo.

Era Gavi.

El Alfa frenó de golpe, algo que casi provoca que Sainz lo chocara por detrás.

—¡Charles! ¿Qué haces? —Gritó Carlos por la radio.

—¡Lo siento, tengo que irme! —Respondió Charles mientras apagaba el monoplaza y saltaba del coche como si el diablo lo persiguiera, la FIA, sus ingenieros, nadie pudo detenerlo.

Cuando llegó al paddock y vio la ambulancia, no lo pensó dos veces antes de correr hacia ella.

Gavi estaba siendo subido, con una expresión de dolor en el rostro, pero aún así no pudo evitar soltar una risa al ver a su esposo prácticamente saltar dentro.

—¡Ya estoy aquí! ¡Ya estoy aquí, amor!—Charles tomó la mano de Gavi con fuerza, pero al ver cómo una nueva contracción lo hacía apretar los dientes, empezó a marearse.

—Charles, relájate, estoy bien, de verdad.— Intentó tranquilizarlo Gavi.

—B-Bien hecho mierda, d-duele mucho, ¿No? D-Dime qué hago, p-por favor.

—¡Dime algo!—Charles estaba al borde del colapso, y para cuando Gavi iba a responder, el Alfa se dejó caer contra el asiento de la ambulancia y perdió el conocimiento.

El paramédico parpadeó confundido.

—¿Otra camilla? —Preguntó Gavi con una mueca de dolor.

Charles despertó a medio camino al hospital, justo cuando Gavi estaba en medio de otra contracción.

—Amor, estoy aquí, estoy contigo, ¿Qué necesitas? —Dijo, agarrando la mano de Gavi como si su vida dependiera de ello.

—Que no te desmayes otra vez, por favor.—murmuró Gavi entre risas ahogadas, una pequeña contracción llegó y pudo sentir como recién ahora su fuente se rompía.

Y Charles..





La sala de espera del hospital era un caos, Max, Carlos y Checo habían seguido a Charles después de la carrera suspendida.

—¿Creen que todo esté bien? —Preguntó Checo, mirando hacia la sala de partos con cierta preocupación.

Se escucharon unos gritos de dolor, los tres se estremecieron.

—Pobre Gavi… Sé que es fuerte, pero aún así… —Dijo Max, cruzándose de brazos.

Carlos y Checo lo miraron, confundidos.

—¿Gavi?—Preguntó Carlos.

—El que está gritando como niña es Leclerc, les apuesto que ya se desmayó.—Dijo Carlos.

Antes de que pudieran responder, una enfermera salió de la sala de partos y cerró la puerta detrás de ella, claramente frustrada.

—¿Eso son los zapatos de Charles? —Preguntó Max, señalando el par de zapatos tirados en el piso visible desde la puerta entreabierta.

Carlos asintió con una sonrisa.

—Sí, te dije, se iba a desmayar.



Mientras tanto, dentro de la sala de partos, Charles estaba de pie, aunque apenas se mantenía en equilibrio.

El médico le indicó que se acercara a Gavi.

—Tome su mano, señor Leclerc, ayude a su pareja.

Charles tragó saliva y se acercó, pero justo cuando vio la cabeza del bebé saliendo, su rostro pasó de pálido a verde.

—¿E-Eso… Es normal? ¿Por qué su cabeza es tan grande? Lo va a partir.—Dijo con horror antes de desplomarse nuevamente.

—¡Charles!—Gritó Gavi, aunque no tenía fuerzas para preocuparse por él en ese momento.

Max y Carlos entraron al rescate.

—Por favor, ¿Pueden encargarse de ese inútil?—Pidió Gavi, apretando la mano de Checo, quien había llegado a ayudar.

—De nada, Charles, siempre salvándote la vida.—Carlos le dio un par de cachetadas para despertarlo, mientras Max le daba un pellizco en el brazo.

—¡¿Qué pasa?! —Charles abrió los ojos de golpe, viendo a Gavi a punto de dar el último empujón.

—¡Levántate, Charles Marc Hervé Perceval Leclerc!—Gritó Carlos.

—Te juro que si te vuelves a desmayar, te rapo la cabeza.



Finalmente, después de un último esfuerzo, el llanto del bebé llenó la sala, Charles, aún tambaleándose, se acercó para sostener la mano de Gavi y ver al pequeño siendo colocado en los brazos de su Omega.

—Es… perfecto. —Charles lloraba abiertamente, olvidando cualquier vergüenza.

—Obvio, lo hice yo... Es el pequeño más hermoso de todos.

—Gracias a todo lo divino que salió tan lindo como Gavi, y no como el nahual que tiene de padre.—Dijo Checo.

—Ay... Voy a llorar, es tan pequeñito, Gavi te salen muy bonitos, ¿Me haces uno?—Preguntó Carlos, esquivando uno de los zapatos de Charles.

—A la próxima te la meto por el trasero... Dejen de coquetearle a mi Omega.

—¿Cómo se va a llamar?—Preguntó Max, Charles ni se había dado cuenta que su pequeño ya no estaba en brazos de su Omega, ahora lo cargaba el holandés.

—Mmmh, tiene cara de Carlos, ¿Verdad Gavi?

—Ni en tus sueños Sainz, después me va a salir mujeriego. —Dijo Gavi riendo al ver la cara de su amigo.

—Nah, es muy bonito para desgraciarle la vida con ese nombre, suficiente tiene con Charles siendo su padre.

—¡Ahhg! Callense, mi bebé ya tiene nombre, Gavi le puso uno muy bonito.

—¿Cuál?—Preguntaron los tres.

—Su nombre es...

Fin.

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