Italia:Vaticano.

Llamó desde la entrada de la cocina junto a San Marino, esperando que la Ente Religiosa bajara del segundo piso.

Italia:La comida está lista.

S. Marino:Preparamos Minestrone.

Guardaron silencio con la intención de recibir el típico "ya voy" que Vaticano solía decir junto a sus pasos rápidos por las escaleras, también algo típico cuando preparaban aquel platillo adorado por el más pequeño de los tres.

Nunca escucharon nada.

S. Marino:¿Porqué tardará tanto? — preguntó extrañado al italiano.

Italia:No lo sé. Voy a ir a ver.

San Marino asintió y regreso a la cocina para ir a apagar la estufa.

Italia no tardó mucho en estar frente a la puerta de la habitación que le pertenecía al religioso en aquella vivienda cuando los visitaba.

Italia:¿Vati?.

No tuvo respuesta. Tocó con los nudillos en espera de que le contestara. ¿Estará dormido?.

Tomó la perilla e intentó girar, pero estaba trabada con seguro. ¿Acaso salió al baño y dejó el seguro puesto por accidente? Bueno, esa no sería la primera vez.

Italia:Mari, ¿Podrías traer las llaves de las habitaciones? — pidió antes de que el mencionado subiera las escaleras.

S. Marino:Ovviamente.

En pocos minutos, San Marino estuvo con él con las llaves a la mano. Se las pasó, buscó la de la puerta de Vaticano, la insertó quitando el seguro, y abrió despacio.

La luz estaba apagada y las cortinas cerradas, pero ambos pudieron ver un bulto sobre el colchón. Vaticano estaba acostado dándoles la espalda -y al estar la cama pegada a la pared daba la cara a la misma-, tapado hasta el cuello con la sabana. Pudieron ver cómo movió ligeramente la cabeza cuando abrieron, al parecer estaba despierto.

Italia:¿Vati?.

No contestó.

S. Marino:¿Está despierto?.

Italia:Non lo so.

Se acercó a paso suave al vaticano, si en verdad estaba dormido no quería despertarlo. Caminó hasta estar junto al colchón, pero no podía ver su rostro debido a la posición en la que estaba.

Italia:Creo que si está-

Su susurro dirigido a San Marino fue callado cuando ambos escucharon otro sonido aparte, el cual llamó sus atenciones de inmediato.

Un sollozo.

Ambos miraron a la Ente Religiosa. Él lo había soltado.

Italia:¿Vaticano?.

Esta vez, tomó su hombro e hizo que quedara boca arriba. Estaba despierto, era obvio por tener sus ojos abiertos haciendo contacto visual con el italiano.

Ambos se preocuparon cuando vieron lágrimas empapar su rostro.

S. Marino:Vati.

Se acercó y se sentó a los pies de la cama mientras Vaticano hacía lo mismo en su lugar, quedando con las sábanas cubriendo de su cintura para abajo. Su expresión era neutra, no sabían si el llanto era algo bueno o algo malo, pero las lágrimas no paraban.

Italia:¿Qué tienes? ¿Porqué lloras?.

Preguntó preocupado, pero no obtuvo respuesta.

S. Marino:¿Vati?. Vamos di algo.

El mencionado siguió sin decir nada. Estaba teniendo una pelea mental consigo mismo sobre si contarles o no lo que sucedía. No quería mentir, eso era malo.

Pero al ver las miradas realmente preocupadas de los dos países frente a él, de su familia, decidió hablar sobre lo que ocurría.

C. Del Vaticano:Hace unas horas, cuando habíamos ido al parque a caminar. Había escuchado a unas personas haciendo bromas y chistes muy groseros y malos sobre el catolicismo.

Italia:Oh — fue lo único que pudo murmurar. Eso explicaría porqué en cuanto regresaron a la casa había subido a su habitación.

C. Del Vaticano:Ellos me habían visto, pero continuaron con lo mismo, incluso comenzaron a soltar insultos. Me dolió mucho todo lo que decían.

S. Marino:Oh Vati. — se acercó un poco más al de menor estatura, Italia se sentó también — sólo eran unas personas groseras, ya pasó.

C. Del Vaticano:Pero no fue sólo esa vez.

S. Marino:¿Eh?.

C. Del Vaticano:En cualquier parte.. — tuvo que tragar saliva en un intento de que su voz no se rompiera, antes de volver a hablar — en cualquier a la que vaya. Siempre escucho personas diciendo ese tipo de cosas sobre la iglesia. Sé que no todas las personas tienen fe. Pero eso no significa que tengan el pleno derecho de insultar y ofender a las que realmente creen.

Su voz se rompió sin poder evitarlo, moqueando entre palabras. Le dolía mucho todo eso.

C. Del Vaticano:Lo hacen como si no les importaran los sentimientos de los demás, como si ellos se sintieran superiores porque no son de religión o porque son de una religión diferente. ¿Quién dice que no hay personas que terminan heridas por todas las cosas que dicen y hacen?. ¿Porqué les gusta herir a los demás? ¿Solo porque creemos? ¿Solo por eso? ¿Porque creen que La Palabra no es real?.

Italia y San Marino sólo podían ver a Vaticano llorar y desahogarse de la situación. Ellos también han visto a personas jugar con la Iglesia Católica, haciendo y diciendo cosas ofensivas y dolosas para los religiosos.

Ellos no eran completamente creyentes, pero tampoco eran capaces de hacer burlas al respecto, porque también en algunas ocasiones se sentían ofendidos por lo mismo.

Y si ellos se ofendían, terminaban heridos, no podían imaginarse el dolor que pasaba Vaticano al respecto.

C. Del Vaticano:Sé que no todo el mundo piensa igual.. Pero por lo menos... Quisiera que nos acepten sin odio de por medio.

Y calló.

Los tres se mantuvieron en silencio por un rato, tan sólo siendo anulado por los sollozos del religioso.

Pasado ese rato, Italia fue el primero en hablar.

Italia:Vati.

Puso una de sus manos en la mejilla del menor en estatura, y limpió las lágrimas de ese lado. Vaticano lo miró gracias a ello -ya que había estado viendo la sábana-.

Italia:Sabemos cómo te sientes al respecto. Pero los tres sabemos que el mundo no siempre será como todos queremos.

El de bandera bicolor blanco y amarillo solo asintió, sabiendo que eso era verdad.

Italia:Aunque sé que sabes que al igual que los no-religiosos lastiman a los demás, existen religiosos que también hacen lo mismo.

S. Marino:Pero. — comenzó a hablar también — también existen no-religiosos que respetan y quieren a los que si creen, y viceversa.

Eso último dicho hizo a la Ente Religiosa sonreir un poco. Eso era lindo de oír.

Italia:Puede que hoy no los hayas visto, pero debes saber que existen. Tan solo falta que te encuentres con uno. Ahí sabrás que todo también tiene su lado bueno.

El de menor estatura solo asintió un poco aún con aquella suave sonrisa, limpiando las lágrimas restantes de su rostro.

Italia y San Marino siempre lograban alegrarlo.

C. Del Vaticano:Gracias, chicos.

Italia solo le dio una dulce sonrisa y acarició su cabeza.

Italia:Bene.

Se levantó de la cama seguido del sanmarinense.

Italia:¿Qué tal si ahora vamos a comer? Hicimos Minestrone.

Los ojos de Vaticano brillaron al escuchar el platillo.

C. Del Vaticano:¡Si si si!.

Se quitó la sábana del cuerpo y prácticamente corrió escaleras abajo. El par de Countries que aún estaban en el cuarto solo rieron un poco por la actitud renovada del tercero, y lo siguieron.

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