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Antes se creía que los imperios eran gente seria, estricta y fría, que no les importaba nadie y que hacían lo que les diera la gana.

Algunas personas en la actualidad aún piensan de esa manera sobre ellos, pero digamos que los Countries que los conocieron saben la verdad.

Los imperios, como todas las personas, tenían actitudes diferentes, modos de ser diferentes, carácter diferente, etcétera, etcétera, etcétera.

Por lo tanto, estaban aquellos que si tenían una actitud fría. Entre estos pongamos de ejemplo al temible Imperio Romano

Un hombre fuerte y alto, atractivo, valiente, daría su vida por su pueblo. Siempre fue entrenado para no expresarse tan abiertamente a los demás, ya que eso según demostraba debilidad.

Aunque eso no significaba que no tuviera sus momentos donde alguien lograra hacerlo sonreír o reír con algo dicho, o con algún chiste, o con algo que le haya gustado.

Los que lograron ver eso decían que tenía una linda sonrisa.

Tambien estaban aquellos con actitud amable y dulce. Entre esos y menos esperados podemos encontrar a Imperio Japonés.

La mayor parte del tiempo la podían ver como alguien sería y ruda, en el campo de batalla nadie le ganaba aún cuando su ejército perdía al final.

Pero los que la conocían fueron capaces de observar una personalidad completamente distinta: dulce, amable, en cierta parte tierna. Las Excolonias japonesas -y el propio Japón- pueden confirmar ese tipo de personalidad cuando les preguntan sobre ello.

También se pueden encontrar aquellos imperios de actitud infantil. Entre estos, está el gran Imperio Español.

Cuando se refería a sus relaciones con otros imperios era alguien que guardaba seriedad, misma que también expresaba con aquellos que no eran cercanos a él.

Aunque los que si eran cercanos lo podían ver haciendo berrinches, pucheros, jugando, corriendo, brincando, sonriendo, desobedeciendo, caminando de aquí para allá. También era de esos que preguntaba "¿Ya llegamos? ¿Ya llegamos? ¿Ya llegamos?" sin parar cuando iban a algún sitio.

Era todo un caso.

Su hija, la actual España, a veces sentía algo de vergüenza al verlo así, pero ella era igual en algunos momentos.

De alguien debieron sacar los latinos sus actitudes energéticas ¿No creen?.

Moviéndonos de tema, también estaban los imperios miedosos. Entre estos pongamos como ejemplo a Imperio Egipcio.

Responsable, un guía para su pueblo, un líder nato, no era bueno hacerlo enojar. Pero su punto débil era que se asustaba muy fácilmente, algo que no cuadraba mucho con su manera de enojarse, pero así era.

Él tenía lo que actualmente se puede llamar "corazón de pollo":

Cualquier sonido, movimiento, palabra repentina, lo que sea, lo asustaba inmediatamente, a veces muy fuerte, casi 24/7.

Sus cercanos se aprovechaban del pobre egipcio hasta que una vez lo desmayaron del susto -mismo por lo cual la hija del imperio, la actual Egipto, les dio una paliza que si tenían bien merecida-, ahí fue cuando dejaron de asustarlo a propósito.

Similar a los miedosos, estaban los llorones. Aquí se puede encontrar al gran Imperio Británico.

Alto, guapo, listo, hábil en peleas cuerpo a cuerpo.

Pero llorón los 7 días de la semana.

No llorón en el plan de que le dabas un golpecito y lloraba, no, más bien, era de llorar por cosas que no tenían mucho sentido o que en su cabeza eran "tristes" o "dolorosas", aun cuando no tengan demasiada importancia.

Ya se lo pueden imaginar llorando por haber aplastado una hormiga por accidente con el dedo, y cuando era niño lloraba porque las serpientes no tienen brazos ni piernas.

Ligeramente similar a los dos anteriores, se pueden encontrar a los imperios distraídos, donde se puede hallar al gran Imperio Mongol.

Fuerte, invencible, hábil en peleas cuerpo a cuerpo y con armas, apuesto al grado de tener a mujeres y hombres por igual a sus pies.

Pero distraído capaz de estrellarse contra la pared por no prestar atención -y más de una vez le ocurrió-.

Mongol era de esos a quienes la frase "se distrae hasta con el paso de la mosca" cabía a la perfección.

Se distraía con todo, y gracias a eso en algunas ocasiones terminaba muy mal, ya sea golpeado, estrellado, en el suelo, o regañado.

Aun así a las personas que lo tenían de amor platónico le hacía muy tierno.

Tambien podemos encontrar a los imperios que se preocupaban por todo. Entre estos se puede encontrar a Imperio Austríaco.

Un gran estratega, un gran luchador, un líder que si todas las decisiones del reino las hubiera tomado él todo hubiera ido increíblemente bien.

El lado malo de su forma de ser era que se preocupaba mucho por los demás, casi como alguien sobreproctector.

"¿Estás bien?" "¿Te duele algo?" "¿Estás enfermo?" "¿Te lastimaste?" "déjame ayudarte" "¿Ocupas ayuda?" "no te preocupes, yo me encargo" "aléjate de ahí, te vas a lastimar".

En cualquier situación podías escucharlo decir por lo menos alguna de esas frases, algunas veces más de una vez al día, y más de una frase cuando se trataba de cierta persona: su hija, Austria-Hungría.

La pobre austrohúngara se desesperaba de la sobreprotección de su papá, pero aún así lo quería.

Por último, podemos encontrar a los imperios enojones. Entre estos podemos encontrar a Imperio Sueco.

Un hombre hábil para muchas cosas, inteligente, fuerte, valiente, etcétera.

Pero terco y gruñón a más no poder.

¿Alguien le decía que no podía hacer algo? Muy mal, porque lo hacía de todas formas -excepto el tirarse de un puente, era terco, no estúpido-.

Por eso tenía tantas peleas con Imperio Ruso -quien tenía una actitud casi similar-, además del pobre de Finlandia haciendo de Estado Colchón entre ellos, quedando entrometido aún sin quererlo.

En conclusión, se puede ver que no todos los imperios tenían la misma actitud indiferente como sus líderes, y que actuaban como muchas de las naciones de la actualidad. Tristemente si estaban aquellos que si demostraban una actitud indiferente, pero no llegaban a un extremo tan cruel.

Aun así, todos los imperios pueden llegar a una misma característica en general: las Colonias imperiales nunca fueron heridas por ningún imperio, ni física ni psicológicamente.

Ellos no eran iguales a las personas que gobernaban sus reinos, aún por más similitudes de carácter que tuvieran, solo eran eso, similitudes.

Y las Excolonias pueden confirmar esos datos.

_Dany_

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