*8*
Para enseñarme a volar, tuviste que descalzarme los pies de aquellos viejos zapatos que me plantaban a un suelo de pasados sin remedios.
Para entonces, habías creado un cielo de esperanzas, uno sólo para mí.
Por eso hoy ya no quiero volar sin ti.
Porque me descalzaste los pies y me regalaste tus alas.
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