Padre [Kuroba/Nakamori]
Cabeza de una descendencia, familia o pueblo.
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Aun recuerda el último show de su padre.
Recuerda su emoción ante tan magnífico truco, que terminó en tragedia. Con una explosión.
Con un asesinato que no supo hasta diez años después, junto con la leyenda de un ladrón de guante blanco.
Perdió a su ídolo, a su padre.
Los trucos de magia lo acercaban, lo recordaban y buscaba que el estuviera orgulloso de él, que viera que lo superaría.
Con su traje blanco lo vengaba.
Era curioso que el traje le quede tan bien. Casi como si se le hubiese preparado para el, no para su padre. No para Toichi Kuroba.
¿Acaso sabía que moriría ese día?
No quería una respuesta, porque ya lo sabía.
♡◇♧
Nunca estuvo preparado para este momento. Nunca estuvo preparado para ver en sus ojos azules, esos zafiros, dolor, odio y traición. Estaba acostumbrado a recibir balazos, pero no sus lágrimas.
♡◇♧
Luego de tres días sin dirigirse la palabra e ignorandose entre sí, decidió que tenían que hablar. Bueno, intento hablar, pero ver como sus ojos se llenaban de lágrimas le hizo retroceder diez pasos.
Sin siquiera tocar la puerta, o pedir permiso la abrió e ingreso al domicilio. Si hacía notar su presencia seguramente sería recibido por una mesa voladora y una orden de alejamiento.
- Oh, Kaito-Kun.
Casi gritó por la inesperada voz del Inspector Nakamori Ginzo, papá de Aoko.
Salía de la cocina, con una lata de cerveza en la mano. Definitivamente no merecía la sonrisa que le estaba dando. Cualquier otro padre lo miraría mal y le gruñaria por lastimar a su única hija.
Pero había una realidad que no podían negar; Ginzo lo veía como a un hijo. El lo había criado luego de la muerte de Toichi, y el abandono de
Chikage.
O simplemente no tenía idea que su hija lloraba todas las noches.
Algo incomodo por pensar en esas cosas, le sonrió.- Inspector, ¿Cómo estás? No sabia que estabas por acá.
- Me tomé unos días -le explico mientras le hacia una señal para que lo siguiera. Sin rechinar lo hizo y se sentaron en el sillón, enfrentados.
- Eso es nuevo -observó como le daba un trago a su cerveza, y se hizo un silencio. ¿Qué le iba a decir? "Mire, vine a explicarle (rogarle) que me escuche y que nunca quise lastimarla. La amo mucho, pero ella está en un mundo todo rosa donde no la quiero sacar para protegerla. Ah, ¿Te dije que soy Kaito Kid, tu rival? "
- Si -admitió dejando la lata en el piso, al lado del sillón.- Al igual que no vengas tres días seguidos, ¿No?...
Lo tomó desprevenido.
- Bueno...
- No se que paso entre ustedes dos -lo interrumpió acomodándose en el respaldo.- Aoko estuvo triste y no quiere cocinar. Cuando te nombro dices que eres un idiota y ojalá te pise un elefante.
Casi, casi rodó los ojos.
"Demasiado específica"
- Así como estoy preocupado por ella, también lo estoy de vos -le dio una sonrisa paternal.
No pudo evitar cerrar los ojos y suspirar ante sus palabras. Prefería que lo mire con enojo, que con esos ojos. No lo merecía. Solo le pertenece a Aoko. Ella está en la cama llorando, no el.
- Inspector mire... -se mordió el labio, reprimiendo el sentimiento de culpa y traición hacia Aoko, a Toichi. Su Poker Face tenía grietas en estos momentos.
- Se que tal vez no me veas como un padre, ese lugar está reservado para Kuroba -lo miró con sorpresa.- Pero a pesar de todo, eres un hijo para mí -sonrió y miró el techo mientras miraba con nostalgia.- Admire tu fuerza ante su perdida, fue un gran amigo en esa época. Tan elegante y educado, siempre sabiendo que decir. Cuando mi esposa y yo no podíamos cuidarla, el estuvo dispuesto. Incluso fueron a la fiesta de mi ascenso a Inspector...
Sus uñas se clavaron en los brazos del sillón.
- Un excelente mago, el que ya superaste si pides mi humilde opinión -sacó una caja de cigarrillos con tranquilidad, como si no se diera cuenta del tormento en el chico delante de él. Con uno en sus labios, prendió el encendedor y lo acerco a la punta.- Solo tu puedes hacer explosiones de rosas azules con palomas en la casa y desaparecerlo como su nada -el humo salio de boca.
Se rió.
Una carcajada salió de sus labios.
- Aoko pide esas explosiones y las palomas.
- Lo se -asintió feliz al ver su ánimo.- Ni te atrevas a traer un elefante acá -lo amenazó falsamente.
- Lo prometo.
No pudo evitar sonreir con cariño hacia el adolescente. Se levantó y lo insto a que haga lo mismo. Al estar frente a frente, observó como creció y maduro. Ya no era el niño de siete años que se encerró en su dolor cuando perdió a su padre, y le levantaba la falda a su hija. Era un adolescente a un año de ser adulto, un magnífico mago, persona y travieso cuando se lo proponía.
Apoyo su mano en su hombro y lo apretó.- Estoy orgulloso, camino que decidas, lo estaré.
♡◇♧
¿Lo estaría todavía luego de perder a su única hija?
¿Lo haría al enterarse que es hijo de alguien que fingió su muerte?
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Saquen le todo el dolor a Kaito y Ginzo y dupliquencelo a Toichi.
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