"KaiAo" Parte I

"Rosas"

Sin saberlo, las rosas se volvieron una parte importante de su vida.

Y un doloroso recuerdo de Kaito.

"Mentiras"

Cuanto más mentía, más fácil se le hacia. Y así, decir la verdad era cada vez más difícil.

Y como buen mentiroso que era, le dijo que no la amaba.

"Dulzura"

Con delicadeza acarició su mejilla y lo consoló. Cerró los ojos sintiendo que finalmente estaba en paz. El sombrero blanco y el monóculo terminaron en el piso.

La abrazo y se apoyo en su pecho, mientras Aoko enterraba sus dedos en su cabello.

- ¿Kaito?

- Estoy bien -levantó la cabeza, y finalmente la miró. Observó la preocupación en sus ojos.- Estoy bien -sus frentes se tocaron.

"Risas"

Mientras Kaito Kuroba haga sus trucos de magia, y Aoko Nakamori lo persiga con su trapeador, las risas no faltaron.

"Complejo"

Aunque no lo diga, se compara en silencio con sus compañeras. No entiende porque las demás chicas tienen buenos pechos, caderas anchas y una altura considerablemente alta.

Kaito tenía razón, ningún chico se fijaría en ella.

Y el menos.

"Complemento"

Por su traje blanco se distinguía de la oscuridad de la noche. Una figura inquieta que rechaza el negro.

Pero, el rojo se le permitió.

Mientras se sostenía de la pared para seguir avanzando, gotas de sangre acompañaron su retiro.

"Agua"

Acostada, el agua la empezó a desaparecer de a poco. En sus manos sostenía un zafiro con un mito de color rojo en su interior, contra su pecho. Las rosas azules la rodearon y bailaron a su alrededor.

Que poético, ¿No?

"Promesa"

Le prometió la verdad, pero el tiempo es cruel. Por eso, desde la oscuridad observa como sostiene con delicadeza a un pequeño de cabellera rubia llamarla mamá y papá a un detective británico.

La promesa se rompió cuando le mintió de nuevo.

"Maldad"

No veía a Akako Koizumi como una enemiga ni como aliada. Sabía que tenía que estar alerta por su raro "se mi amante/esclavo por toda la eternidad" -que claramente rechaza tres veces al día- pero al final de todo no la considero una mala persona. Solo era una jovencita que no entiende el concepto de amar y ser aceptado por lo que sos.

Todo lo considerado anteriormente fue aplastado cuando lo acorralo en un salón vacío y le mostró un muñeco vudú de Aoko.

- Ya que no crees en mi magia, puedo hacerte una demostración.

El grito de Aoko se escuchó por toda la escuela.

"Hermosa"

Observó en silencio como su esposa le daba el pecho a su tercer hijo recién nacido. Aún con la transpiración y el pelo pegado en su frente, era hermosa por donde se lo mire.

Se levantó y se inclinó para darle un beso en la frente, escuchando su risa. Su dedo tocó suavemente la mejilla del bebé que estaba ocupado comiendo.

"Abuelo"

Ginzo aún no sabia como hizo para sobrevivir cuidando a sus tres nietos.

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