Capítulo 2.

NARRA HENRY

Nunca pensé que una chica tan linda como Mia fuera maltratada por su propio padre. La acababa de conocer, pero comenzaba a sentir que ella era especial. Ella no era como las demás chicas. Ella solo buscaba libertad y ser respetada, y yo la ayudaría a conseguirlo.

-¿Ya estás mejor? -Nos separamos y nos miramos. Ella comienza a sonreir mientras se seca las lágrimas que derramó. Que bonita era su sonrisa.

-Henry, ¿puedo pedirte un favor?

-Dime.

-¿Puedes dormir conmigo? -Su voz era tímida, pero segura.

Si os digo la verdad, la pregunta me cogió por sorpresa. No hacia ni una hora que conocía a Mia y ella ya me pedía que durmiera con ella.
Aun así pensé que ella necesitaría sentirse cómoda y acompañada mientras estuviera aquí. Por eso asentí.

Ella me dió las gracias y me abrazó como si en aquel abrazo me ofreciera su corazón.

Poco después se levantó de la cama y se metió en el baño. Yo mientras aproveché y me puse un pijama de color negro. Seguidamente me tumbé en la cama y comencé a pensar. Pero mis pensamientos se rompieron cuando la vi salir del baño y se tumbó a mi lado quedándose mirando el techo con una mirada triste.

-¿Pasa algo? -La pregunto.

-En algún momento tendré que volver y puede que no te vuelva a ver más. -Dijo cerrando los ojos, y con un suspiro que me preocupó.

Me giré para mirarla y la estreché entre mis brazos. No sé, pero esta chica me hacía sentir diferente. Necesitaba la necesidad de tenerla entre mis brazos y hacerla ver que siempre estaría con ella.

-No dejaré que eso pase. -Me quedé mirándola durante unos minutos hasta que noté que se quedó dormida. Su rostro parecía tranquilo, como el de un ángel.

Poco después me quedé dormido también sin separarme de ella.

A la mañana siguiente...

NARRA MIA

(En sueños...)

«Andaba sin descanso por un bosque oscuro. Me encotraba sola. ¿Cómo había llegado hasta ahí? Comenzaba a tener miedo y la noche me hacía tener escalofríos. De repente comencé a escuchar ruidos extraños por detrás de los árboles. Solté un grito y empecé a correr. Sentía que alguien me seguía, por eso empecé a llorar y a gritar pidiendo que me dejara marchar. Pero no sirvió de nada. Cada vez notaba que los pasos que escuchaba se acercaban más a mí.

De repente caí al suelo y cuando intenté levantarme, una mano me tiró de nuevo y seguidamente, aquella persona comenzó a pegarme y darme patadas por todo el cuerpo. Yo intentaba escapar pero mis piernas no respondían.

Miré a aquella persona y pude ver que se trataba de mi padre. Este estaba con un palo en la mano y antes de golpearme con él, se acercó a mi oido y me dijo algo que me hizo llorar.

-Fuiste un error.

Pocos segundos después me golpeó.»

Desperté gritando, y Henry que se encontraba durmiendo,se levantó rápidamente. Se le notaba alterado. Yo comencé a llorar tapándome la cara con las manos.

Había sido una pesadilla, pero parecía tan real.... 

Henry me abrazó intentando consolarme, pero yo no paraba de llorar.

-Shh... Tranquila, estoy aquí. Contigo. -Su voz comenzó a calmarme poco a poco, pero aún seguía asustada.

Comencé a abrazar más fuerte a Hanry tumbándolo en la cama. Yo quedé encima de él. Sentía que me miraba, pero yo seguía abrazándole.

-Por favor, no me dejes sola.-Le susurré. El pasó sus brazos por mi espalda y nos quedamos allí, quietos sin decir ni una sola palabra. Solo sintiendo nuestras respiraciones hasta quedarnos dormidos. Ojalá todos los días hubiera alguien a mi lado que me hiciera saber que nunca estaré sola, como hoy.

Cuando volví a despertar, aún me encontraba encima de Henry. Me aparté de él, pero me volví a quedar quieta cuando vi que nuestras manos estaban entrelazadas. Le miré fijamente e inconscientemente se me escapo una sonrisa. Miré su rostro tranquilo, y juro que no pude contener las ganas. Por eso me acerqué lo suficiente y le di un leve beso en su mejilla. Con ese casto beso le di las gracias por no haberme dejado, y demostrarle todo el aprecio que le había cogido.

-Pequeña, solo bésame una vez más.

En aquel momento no sabía si reir o morir cuando abrió los ojos de golpe y me comenzó a sonreir.

-L-lo siento. -Sentía como mis mejillas iban cogiendo poco a poco un color carmesí. -Creía que estabas dormido.

Sin quitar su mirada de mi roja cara, se comenzó a mover hasta quedar esta vez él encima de mí.

-Bésame.

Nos quedamos mirando mientras manteniamos el silencio, hasta que yo cerré los ojos lentamente por sentir sus labios acercarse a los míos con delicadeza, y juntarlos creando así un perfecto beso.

Cuando todo parecía perfecto, alguien me separó de Henry y me empezó a tirar del pelo hasta tirarme de la cama, y arratrastándome por el suelo, me sacó de la habitación. Yo no paraba de llorar por el dolor que me causaban aquellos tirones de pelo. Henry comenzó a seguirnos mientras que gritaba a aquel hombre para que me soltara.

-¡Suéltela!

Pero solo consiguió que le pegara a él también. De alguna forma me solté del agarre de aquel hombre y fui al encuentro de Henry, que este sin dudarlo me abrazó. Pero él volvió y nos separó de nuevo dejando inconsciente a Henry y a mí llevándome a rastras fuera de la casa.

Yo intentaba soltarme pero recibí un golpe en la cabeza y caí desmayada.

Desperté en mi habitación, con dolor de cabeza y atada con una cuerda a la cama. Miré a mi alrededor y comencé a llorar cuando mi padre entró en la habitación.

-¡Niña estúpida! -Se acercó a mí y me golpeó por toda la cara. Yo intentaba esquivar los golpes, pero me empotró los brazos contra la pared, y siguió dándome sin descanso. No le importaba que me rompiera el labio, que sangrara o que tuviera heridas por todo el cuerpo. Solo quería mi dolor.

Se fue de la habitación y pocos minutos después volvió con un látigo entre sus manos. Me obligó a que me quitara la ropa y cuando me encontré solo en ropa interior, me volvió a tirar a la cama y me empezó a dar latigazos por todo el cuerpo causándome gritos de desesperación.

Me sentía acabada. Sentía que moriría en aquellos instantes,pero mi madre entró en la habitación de repente e hizo que mi padre parara de darme.

-Basta ya. ¿No ves que la vas a matar si sigues así?

-Esta perra se lo merece.

-No hables así a tu hija.

Una vez dicho eso, mi madre recibió un tortazo, dejándole la cara con los dedos marcados. Él la miró con rabia y se marchó de la habitación. Quedamos solas en aquel cuarto y cuando me vistió, comencé a llorar abrazada a ella.

-Hija tranquila, ya pasó.

-No, no pasó. ¿Sabes lo que es que tu padre te maltrate y después ver como él mismo maltrata a tu madre también? Mamá, yo no quiero seguir así. Quiero ser como los demás, salir y hacer amigos, no quedarme encerrada en una habitación para ser maltratada más tarde. -La miro a los ojos. -Si te digo la verdad, no sé si podré aguantar mucho más...

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