Capítulo 12.

-Mia, dime que es una broma.

-¡Te estoy diciendo la verdad!

-Mia -La empecé a sacudir con cuidado, pero istérico. No podía ser verdad lo que me estaba diciendo, no. Estaba descontrolado, por eso empecé a gritarla sin importar lo que ella pudiera pensar. - ¡Tienes que recordarme! ¡Soy tu mejor amigo! ¡Te quiero!

Ella empezó a llorar y en ese instante vino la enfermera de antes con uno de los doctores que ya había visto antes. Era un tal Robert, aunque ahora lo que más me importaba era como se fijó en mí, y en como miró a Mia.

-Pequeña, ¿qué te ocurre? -Le pregunta el doctor preocupado.

Ella no responde, solo llora y eso me pone los pelos de punta... Él posa su mirada en mí nuevamente, con una expresión de desagrado hacia mi persona. ¿Cómo se atrevía? Yo sin embargo no hago nada, solo avergonzarme por lo que hice, e intimidado bajé la vista al suelo para no mirar a nadie, ni ver como aquel médico me mataba con la mirada.

-¿Qué le has hecho?

-Ella.... Ella dice que no se acuerda de mí. -Dije sollozando. Sin poder aguantar el hueco que se formó en mi corazón, empecé a llorar como Mia lo estaba haciendo en aquellos instantes.

-Sal de la habitación. -Me ordena.

Yo sin oponerme, me marché cerrando la puerta. Ya en el pasillo, llamé a la madre de Mia para entonces contarle lo ocurrido.

Llamada telefónica*

-Henry, ten paciencia. Enseguida voy para allá, pero te pido que no te alteres, ¿sí?

-Está bien.... Lo siento.

-Cariño, no te preocupes. Pronto me reuniré contigo. Hasta pronto.

-Adiós.

Fin de llamada telefónica*

Una vez colgué a la madre de Mia, me quedé esperando inquieto. Necesitaba verla. Necesitaba saber que esto era un sueño, que Mia se acordaba de mí, y que ahora podíamos estar juntos.

Pasados unos veinte minutos, la madre de Mia llegó con Seira. La pequeña se sentó en un banco y al poco tiempo terminó por quedarse dormida en mi regazo. Era tan dulce durmiendo como su hermana. Parecía un ángel caido del cielo por su rostro tranquilo y sin preocupaciones.

-Henry -Volviendo de mi mundo, concentro toda mi atención en la madre de Mia, que acaba de llegar de hablar con el médico, supongo que con Robert.

-¿Qué ocurre? ¿Qué te han dicho? -Elevo la voz un poco, haciendo que Seira se remueva en mi regazo. -¿Mia está bien?

-Cálmate y escuchame. -Se sienta conmigo en aquellas sillas de espera y me mira. Viendo a Seira durmiendo, comenzó a hablar más bajo que antes temiendo despertarla. -Mia está bien. Pero...

¿Por qué siempre tiene que haber en una conversación un pero? Eso me hacía estar más nervioso, porque donde haya un pero, no serán buenas noticias.

-¿Pero qué? Dimelo.

-Mia tiene amnesia.

-¿¡Qué!? -Dije alzando la voz. Eso causó que Seira se despertara y se me quedara mirando mientras se restregaba los ojos.

-¿Qué pasa? ¿Por qué habláis tan alto? -Comenta con la voz entrecortada.

-Lo siento pequeña. Vuelve a dormir, ya no vamos a hacer más ruido. -Me disculpo.

Y asintiendo, se vuelve a acostar en mis piernas.

-Henry, será mejor que te vayas a casa, necesitas descansar.

-Quiero quedarme, no puedo estar separado de ella, no ahora.

-Henry, será mejor que duermas, es muy tarde. Te llamaré si pasa algo, lo prometo.

-... De acuerdo. -La contesto de mala gana. Dejando con cuidado a Seira tumbada en el banco, me despido de la madre de Mia y saliendo del hospital, me dirigí a mi casa.

Abrí la puerta de mi hogar y dandome cuenta de que mis padres no estaban en casa (como siempre), me dirigí a mi habitación para encerrarme en ella. Me sentía tan solo en aquellos momentos que la oscuridad de mi cuarto no ayudaba a amortiguar un poco la soledad que sentía. Sólo quería estar cerca de ella de nuevo. Quería que me recordara.

NARRA MIA

Después de que todo el mundo se marchara de la habitación, me quedé sola. Me encontraba desorientada. No sabía quien era, no sabía de que conocía a aquella mujer y a aquella niña que entraron hace un rato para saber como me encontraba. No sabía nada. Y eso dolía. Dolía no poder recordar ni mi nombre.

Pero lo raro es que no podía sacarme de la cabeza a aquel chico que me encontré al despertar. No sé pero verle causaba algo muy fuerte en mi interior. Era extraño... Y misterioso.

Ya estaba cansada de quedarme sentada en la cama sin hacer nada. Por eso me levanté y empecé a inspeccionar el cuarto. Me fijé en que había un armario al fondo de la habitacion. Por eso acercándome a él, lo abrí. Allí me encontré ropa que supongo sería mía. Entonces caí en la cuenta de que no estaba vestida, solo tenía un camisón de hospital puesto, y tampoco es que me cubriera mucho. Me sentía desnuda. Decidida, cogí la ropa y la puse en la cama. La miraba detenidamente pero algo me llamó la atención: había manchas de sangre por las mangas de la camisa blanca. Espera.... Esto me está asustando.

Eso hizo que me fijara en mis brazos, que se encontraban vendados por las muñecas.

-¡Ah! -Grité asustada. Retrocedí unos pasos hasta verme en un espejo. No dejaba de mirarme las vendas, ni como estas se teñian de un color rojo oscuro.

No me podía creer que yo me hubiera causado mi propio dolor, ¿pero por qué? ¡Maldita memoria!

De repente empezó a dolerme la cabeza, como si esta estuviera explotando como fuegos artificiales en el cielo. Me senté de nuevo en la cama para intentar calmar el dolor, pero no se iba. Se estaba haciendo más fuerte.

Me tumbé encima de la ropa que puse anteriormente y me quedé mirando al techo. Pero algo incómodo se encontraba debajo de mi cabeza. Por eso me levanté nuevamente y me giré para encontrarme con algo dentro del bolsillo de mi supuesto pantalón largo negro.

Era un teléfono.

Curiosa, lo encendí y al instante supe que era mío, porque en la foto de inicio estaba yo con.... el chico de antes.

¿Qué tenía que ver conmigo este chico? ¿De que le conocía? ¿Y por qué me entraron ganas de llorar de repente? No entendía nada. Me encontraba más confusa que antes. Más vulnerable.

Quería saber más, por eso desbloqueé la pantalla y comencé a mirar fotos que tenía en la galería: Unas eran tenebrosas y daban miedo; otras eran mías; y las demás.... Las demás se encontraba él conmigo. Nos estabamos riendo. Nos abrazabamos. Nos lo estabamos pasando bien juntos.

Quería recordar. ¡Esto era tan desesperante!

Comencé a mirar todo el movil para buscar más cosas, pero cuando me metí en los contactos, allí se encontraba el telefono de él. Se llamaba Henry.

Henry....

¿Por qué sonrío ahora? Este chico me causa algo estraño y este misterio me estaba matando. Por eso marqué aquel número y empezó a sonar la señal de la llamada...

Necesitaba saber...

NARRA HENRY

Intentaba dormir, pero no podía conciliar el sueño. Mia no salía de mi cabeza. Por eso decidí escuchar música para al menos cesar el silencio.

Pero mi teléfono empezó a sonar. Sin mirar quién era, contesté.

-¿Quién es?

-¿Eres Henry? -Esa voz...

-¿Mia?

-Eh... Sí, soy yo, creo...

-¿Ocurre algo?

-No, no pasa nada, es solo que... Necesito saber.

-¿A qué te refieres? -La pregunto mientras me levantaba de la cama.

-Quiero recordar....Quiero saber quien soy y que tienes que ver conmigo. Esque.... Me haces sentir extraña y necesito saber por qué.

-Mia, todo a su tiempo.

-Pero Henry... -Se calló por unos instantes. Aunque no la pudiera ver sabía que mantenía la cabeza baja. -Por favor.

-Lo siento Mia, pero no puedo.

Y entonces colgué.

Deseaba decirla todo,pero sabía que tantos recuerdos de golpe no era bueno para su memoria. Algún día tendré que explicarle lo que pasó y quién soy, pero hasta entonces... Solo puedo ser paciente y esperar.

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Bueno, e aquí el siguiente capítulo. ¿Os está gustando? 

Espero que sí. :)

Bueno,quería deciros que hice una nueva historia, "Un paso para el odio". Pasaros y votad si os gusta. ;)

Bueeno,que descanseis.

Un besazo para vosotros

Bee~

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