Capítulo 1.
Tenía tantas ganas de salir de casa que no lo pensé dos veces y me escapé por la ventana de mi habitación. Quería ser libre al menos por unas horas. Odiaba aquellos gritos que oía constántemente desde mi dormitorio, y tener que estar encerrada en él por obligación. ¿Por qué no podía ser como los demás niños del barrio? Quería ir al colegio y hacer amigos nuevos. Quería pasármelo bien en la calle y llegar a tener la oportunidad de enamorarme.
Bajé con cuidado de no caerme y salí corriendo antes de que alguien se diera cuenta de que me había ido. Estaba lloviendo muy fuerte y comenzaba a tener mucho frío. No sabía muy bien a donde me dirigía pero no quería parar de correr.
Comencé a escuchar que mi móvil empezaba a vibrar, y cuando vi de quien se trataba, lo tiré lejos sin importarme nada. No quería volver a casa y tener la misma rutina de maltrato.
Corría sin descanso hasta que, por culpa de que el suelo resbalaba, caí. No quise levantarme del suelo y comencé a llorar por todo.
No me di cuenta de que alguien me tocó el hombro, y asustada, aparté su mano de mí.
-¿Estás bien?
Que maravillosa voz. Hacía tiempo que no escuchaba una voz tan dulce y tranquilizadora cómo esa. Entonces alcé la mirada hacia la silueta que se encontraba delante mía, y me encontre con un chico bastante atractivo. Este no me quitaba la mirada de encima.
-S-sí, es-estoy bien. -El empezó a sonreirme y yo inconscientemente también le sonreí. ¿Qué me estaba pasando? ¿Qué era aquel cosquilleo?
-Me llamo Henry, ¿y tu?
-Mia.
-Nunca te habia visto por aquí, ¿dónde vives?
-A dos cuadras de aquí. -Dije aún no muy convencida. -La del árbol.
-No sé tú, pero es tarde para estar a estas horas por la calle. Ven, te llevaré a casa.
-Por favor, no quiero volver. -Me levanté del suelo gracias a su ayuda y le abracé sin pensar, sin importarme el mero hecho de que fuera un extraño para mí.
-¿Quieres venir a mi casa? -Me preguntó de repente, haciendo que aquella pregunta me pusiera nerviosa.
-No quiero ser molestia... Además, no nos conocemos... lo suficiente.
-No te preocupes. Serás mi invitada esta noche. -Me dio la mano. -Y si me lo permites, querría saber más de ti.
-Esta bien. -Le sonreí nuevamente y comenzamos a andar hasta su casa.
Manteniamos el silencio, pero no era incómodo. Más bien resultaba relajante.
-Ya hemos llegado.
Miré hacia la "supuesta" casa en la que vivia Henry. Era mucho más grande que la mía. Parecía ser que los padres de Henry tenian buenos trabajos.
Abrió la puerta y entramos. Por dentro, la casa era más amplia y ordenada. Sin embargo, en mi casa nunca podíamos estar ni con un mantel colocado. Todo esto resultaba nuevo para mí.
Andábamos por un largo pasillo hasta que entramos en un enorme salón. Allí se encontraban dos personas leyendo.
-Hola. -Dijo Henry.
-Hola hijo. -Dice la mujer. Al parecer ella era su madre. Iba muy bien arreglada para estar en casa.
-¿Qué tal la tarde? -Dice esta vez el hombre. Este iba vestido formal.
-Muy bien. He traido a una amiga, ¿se puede quedar a dormir?
-Hola pequeña, yo me llamo Elena.
-Yo me llamo Mia, encantada.
-Igualmente. -Me sonríe y vuelve a fijar la vista en su lectura.
-Ven, sígueme.
Sigo a Henry por toda la casa hasta que llegamos a una habitación bastante grande al fondo del pasillo.
-Toma un poco de ropa, la tuya debe de estar empapada.
Abre un cajón y de él saca un pijama de rayas negras y blancas con un dibujo de un panda.
-Gracias.
Me dirigí hacia el baño y cuando cerre la puerta de este, me quité la ropa mojada y me cambié poniendome el pijama. Me quedaba algo grande, pero no importaba.
Salí del baño y me quede observando a Henry, que me miraba de arriba a abajo.
-Gracias por todo Henry.
-No hay de que. -Me siento en la cama y él a mi lado. -Bueno, cuéntame de ti.
-No hay mucho que contar.
-¿A qué instituto vas? -Pregunta interesado.
-No estudio.
-¿Por qué?
-Mi padre me prohibe relacionarme con la gente y menos salir de casa.
-¿Desde cuándo? -En su voz ya empezaba a haber dureza.
Me quedé unos minutos sin decir nada, simplemente mirándonos a los ojos. Él pedía respuestas con la mirada, y yo tenía miedo a darselas.
-... D-desde que tenía cinco años.
Quedamos en silencio nuevamente. Yo no podía hablar, no era de mi agrado recordar los recuerdos más dolorosos que pasé en mi infancia.
-¿Tu padre sabe que estás en la calle? -Henry sabía lo que respondería, por eso en su rostro ya se empezaba a figurar preocupación.
-Ahora me estará buscando para llevarme a casa de nuevo.
-Tienes que volver.
-Por favor Henry, no dejes que me lleve a casa. -Le miro a los ojos débilmente, a punto de llorar.
-¿Tu padre te maltrata? -Me mira serio.
Mantuve el silencio y esquivando su mirada, pero él me cogió suavemente de la barbilla e hizo que le mirase.
-Mia, dime la verdad. ¿Tu padre te maltrata?
No pude aguantar más y comencé a llorar en su pecho. Él me agarraba fuertemente haciendo que sintiera su calor. Me sentía extraña. Aquel chico que ahora me estaba abrazando me hacía sentir confusión dentro de mí; emociones que nunca pude experimentar tiempo atrás. Sentía la seguridad y el cariño que siempre me faltó en aquel abrazo.
-Henry no me dejes... Solo te tengo a ti. Tu eres el único que tengo ahora. Mi único amigo. -Le miré a los ojos, intentado que viera en mi mirada aquel dolor que por tantos años guardé.
Henry me miró, y pude ver en aquellos ojos café seguridad.
-Te lo prometo.
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