Los años del colegio

Lorenza.

El uniforme del colegio era una falda de cuadros de color azul y un saco tejido de un azul bandera; de acuerdo, esto representaba el mar en donde vivíamos. Con el trascurso del tiempo, me aprendí el horario y los tiempos de ellas, de mis nuevas amigas, además de ver cómo el idiota de Anthony me miraba con una curiosidad malvada. Si después de que mi padre casi perdiera a Amanda las cosas en la casa nunca fueron iguales, notaba la tristeza de papá, además de la amargura de mamá... Mis hermanas ya no querían verme o me odiaban; quizás nunca podré ser lo que ellas merecen. Yo solamente brillaba por mi mala cara; era herencia Salerno.

Mis nuevas amigas eran mayores que yo y eso me hacía sentir segura, aun después de que mis hermanas se alejaron de mí.

Sin embargo, los chismes volaban en todo lado y me enteré de que Anthony tenía un hermano menor y su madrastra lo trataba mal, además de que vivía con sus abuelos, pues su padre vivía lejos de él... Para mí que no lo quería y eso despertó algo en mí, algo tonto; quería quizás protegerlo y ayudarlo, aún más cuando escuché decir a una de mis amigas. Que nadie había venido a verlo en la presentación de piano; yo todavía estaba aprendiéndome las tablas y por cada tabla aprendida era un dulce o postre.

Iris hablaba mientras dentro de mí pensaba, cómo ser de triste estar solo. Entonces dije sin pensarlo, tratando de entender que muchas veces los adultos no quieren a sus hijos.

—Debe ser muy triste, no poder ver a tu padre todos los días —dije yo con tanta inocencia y capacidad de brindar. Que hoy me sorprende...

Mis amigas entendían; tal parece que estábamos de acuerdo en eso. —Sí, mi papá por lo menos duerme en casa —habló Mónica con un helado de leche.

Si eso era lo que era reconfortante en todos los aspectos, mis padres siempre llegaban a la casa. Últimamente, papá me recogía para ir a casa; mientras mamá y yo hacíamos la tarea, estaba perfeccionando lo que ya sabía... Me convertí en el ancla de mis padres.

—Según lo que yo escuché —Iris me acompañaba tranquila comiendo un poco de pastel —, que él mató a su mamá cuando era un niño pequeño.

Yo la miré incrédula; un niño de mi edad no podría matar a su mamá ni porque lo odiara, pues no tenía sentido y la verdad, mi mejor amiga era un poco fantasiosa. A pesar de todo, la quería mucho; fue la que me acompañó en mi primera travesura contra Anthony después de que casi rayé el piano.

—Yo escuché que había sido su nueva esposa— mi otra amiga, que se sentó conmigo, continuó hablando con un acento chileno. Algo neutro.

Eso me asustó mucho; en mi casa jamás hablábamos de la muerte a viva voz. Mi padre y mi tío habían perdido a mi abuelo de una manera extraña, pues nunca lo supe de verdad.

***

De repente, la hora del descanso terminó y cada una volvió a su salón de clases y yo me puse a pensar en Anthony; no podía creer que un niño no tuviera mamá y eso me entristecía un poco, aunque no entendía por qué sí Anthony me caía mal. Aunque de pronto lo pensé por mis hermanas: Nicolle, y Amanda, ellas, a pesar de haber sido criadas por mi mamá y que mi mamá las amaba como si fueran hijas de ella, no era lo mismo; siempre había un límite de parte de ellas.

Si bien eso nunca importó para tener una red y apoyo o una relación entre ellas y yo, de hecho, las cosas se colocaron en tensión por mi padre y mi tío, después de que mi hermana mayor casi se muriera. Bueno, solamente pasó lo que pasó cuando mi papá y mi hermana Amanda se colocaron a pelear en Italia. Recuerdo ese momento y no lo entiendo todavía. En algún punto me sentí culpable, como si yo tuviera la culpa de las discusiones de ellos.

Recuerdo también que mi hermana Nicolle, me abrazó, diciéndome que todo lo que Amanda decía para cuidarme, que ellas deseaban que fuera muy feliz en todo, no lo entendía muy bien. De hecho, jamás entendí qué pasaba en casa, porque también estaban involucrados todos los de la casa.

Estaba tan concentrada pensando, que no caí en cuenta con quién me había chocado extrañamente, y aunque no parezca, Anthony era un poco más alto que yo y me llevaba solamente un año o dos; no estoy segura. Me choqué con él de manera tonta, se me regaron los cuadernos y la lonchera también se esparció del todo. Esto fue una de las maneras más bobas del mundo. Inmediatamente, pedí disculpas; obviamente no me había fijado con quién me había chocado.

—Lo lamentó.— La persona frente a mí me dio su mano; cuando vi quién era, inmediatamente me porté como una tirana. —Ni siquiera debí saludarte y pedirte perdón; debí haberte parado para que aprendas a atravesarte por mi camino. —Organicé mi falda para que se viera bonita y las maestras no me regañaran.

Enseguida habló él con un tono de burla, como si le gustara verme humillada, y eso sí me disgustaba.

—A ver, niñita, tú te chocas conmigo y ahora soy yo el que tiene que quitarse de tu camino. Me estaba poniendo nerviosa porque, a pesar de que estábamos gritando, él me estaba ayudando con mis cosas; era extraño en ese entonces. —Deberías agradecerme, te estoy ayudando porque si no me importara nada, tenlo por seguro que ni siquiera te hubiera dejado pasar de aquí. Y perderías las últimas horas de clase.

Tomé mis cosas arrebatándolas de las manos para salir corriendo a mi salón y de repente también vi una hermosa sonrisa de Anthony. Aquello, sin saberlo, me había tocado mi pequeño corazón de una manera que no entendía. Quería ir a la enfermería, pero no podía faltar a la clase; por ende, pasaron las 2 horas que faltaban para el timbre a mediodía y para que los alumnos de primaria pudieran salir del colegio. Quería volver a casa y poder acostarme a dormir; mi jornada estudiantil comenzaba algo rápido.

Cuando me lo volví a atravesar en la puerta, antes de que mi papá llegara, le sujeté de la muñeca a Anthony, brindándole una sonrisa, porque después de todo él sí me había ayudado y mi mamá siempre decía: "Sé agradecido con las personas que te ayudan, aunque no te caigan bien". Entonces, para que mamá estuviera orgullosa de eso, sí le di las gracias.

Al salir de clase, me volví a encontrar a Spada, esperando el auto que lo recogería; entonces me animé y logré agradecer.

—Después de todo no eres tan malo —le hablé de una manera muy suave —, gracias, tonto.

El otro se quedó en una sola pieza; aunque era extraño, había sido tierno. Entonces el auto de casa apareció a mi vista y yo inmediatamente subí allí, sin mirar que Anthony se encontraba solo... Me hubiera gustado recogerlo y llevarlo a casa; por un momento pensé en él como un amigo y no como el pendejo que me estaba haciendo la vida imposible.

"¡Qué diablos estoy pensando!", pensé yo, cuando mi papá me recogió de la escuela... Hice una pregunta, estaba un poco callada y sabía que tarde que temprano necesitaría respuestas a las preguntas de la vida.

—Papi, ¿cómo se siente cuando te gusta alguien?

Fermín y papá me miraban preocupados.

—¿Cómo que gustar? —Esa pregunta, haciendo caras cómicas, me hizo decirlo.

—Sí, gustar de gustar: besar, abrazar —me quedé pensando, para que papá me respondiera de una manera entendible— querer... de ese gustar. Sí, así como mamá y tú lo hacen cada mañana.

Don Víctor abrió sus ojos de una manera preocupada; al parecer nadie le preguntó eso. Pobrecito de mi padre que no supo cómo responder y Fermín tampoco pudo responder; era una situación incómoda.

—Pequeña— papá suspiró, apretando los puños —, ¿quién es el rufián que se está conquistando a mi princesa?

—¿Conquistando? —pregunté y mi padre amado guardó silencio como buscando la manera de contar.

No le dije nada y papá jamás pudo contestar nada de esa pregunta.

***

Sabía que la guerra causada por Anthony y yo, iba a traernos problemas, pero no obstante y por obra además de la gracia divina, teníamos cierto permiso para hacer lo que queríamos era como si el rector de la del colegio se volviera ciego, había cosas que realmente estaban mal como por ejemplo: hacer que un profesor entrara a un psiquiatra, pues estaba tan cansado y tan agotado de nosotros y nuestras bromas que el tipo en cuestión no resistió y lo mandaron a Colombia para que se recuperara, de hecho por eso creo que me asustaba más el hecho de que mi mamá se diera cuenta de que papá Aunque papá y mamá eran mis tutores parte con mi padre responsable de un montón de cosas todavía le quedaba tiempo de ir a las reuniones mías y eso me hacía muy feliz

Por otro lado, mis hermanas me abandonaron; de alguna forma entendí que no era mi culpa, pues veía a papá triste y sin hablar casi... comenzando a tomar muy seguido y a discutir con mamá, ni mis notas buenas les alegraban. Tenía un poco de miedo, la verdad de quedarme sola para siempre.

Hasta hubo un momento en que papá ya no me recogíay era con malacara de nuevo.   

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